LA POLITIZACIÓN DE LA
PANDEMIA POR PARTE DE LAS DERECHAS EN ESPAÑA
Viçen Navarro
Artículo publicado en el diario Público
3 de agosto de 2020
A principios de mayo
recibí una invitación de la presidencia de la comisión para la Reconstrucción
Social y Económica de las Cortes españolas para expresar mi opinión, como
experto en políticas públicas y sociales, sobre cómo salir de la enorme crisis
económica y social que existe en España como resultado de la expansión de la
pandemia. Dicha invitación me llegó estando yo en Baltimore, EEUU, donde suelo
dar un curso cada año en la Johns Hopkins University durante la primavera. Pero
nunca pensé que una pandemia se propagaría rápidamente en España y pronto
también en EEUU. Los vuelos transatlánticos se paralizaron y se impusieron
cuarentenas a ambos lados del Atlántico Norte para los viajeros. Ante esta
inesperada coyuntura, solicité que se me permitiera hacer la presentación por
videoconferencia o, en caso contrario, que pudiera enviar mi testimonio por
escrito y/o por vídeo, lo cual se me permitió (adjunto mi presentación oral y
la presentación escrita de mi discurso). No se me permitió, sin embargo, que
pudiera estar presente vía online y pudiera responder a las preguntas u
observaciones de los diputados que asistían a mi presentación. Esto último me
extrañó, pues durante mi larga carrera profesional he hecho -como experto-
muchas presentaciones por videoconferencia en muchos parlamentos de muchos
países, las cuales incluían la posibilidad de intercambiar opiniones o expandir
mi presentación con los parlamentarios. Lamento que el parlamento español
tuviera esta limitación al no poder estar presente físicamente en la sala.
El vídeo funcionó bien,
y se pudo entender bien. Pero lo que siguió fue una experiencia nueva y
excepcional, inesperada para mí, y que nunca antes había experimentado. Me
sorprendió por la agresividad y hostilidad hacia mi presentación, manifestada
por el diputado José María Figaredo Álvarez-Sala, del grupo parlamentario de
Vox, que afirmó 116 que mi presentación era “absolutamente surrealista”, “una
absoluta falacia”, promoviendo “tesis comunistas”, con una “tesis absolutamente
falsa”, entre una larga retahíla de insultos. Y por si esas descalificaciones
no bastaran, la normativa de la cámara no permitía que yo pudiera contestarlas.
Es más, tal diputado incluso intentó que mi presentación no constara en el acta
de la comisión. ¡Fue toda una experiencia! He asesorado a muchísimos gobiernos
y parlamentos a lo largo de mi vida profesional, y nunca había visto una
respuesta semejante.
Francamente, me dolió,
pues, después de todo, se trataba del parlamento de mi país, parlamento que, a
pesar de sus limitaciones y deficiencias, debería ser reflejo de un sistema
democrático por el cual mi familia y yo luchamos muchísimo, durante la
dictadura, para hacerlo posible, sufriendo una dura represión que marcó
nuestras vidas. Para mí era un momento emotivamente importante: me encontraba
virtualmente en este parlamento (lo cual tenía un especial significado), por el
cual tantos españoles habíamos luchado tanto, pero, a la vez, estaba siendo
insultado, en el mismo parlamento, por un personaje de un partido de
ultraderecha cuya ideología me recordaba a algunos elementos esenciales de la ideología
de aquel régimen dictatorial. De todos los insultos hubo uno que no me tomé
como tal, pues era y es un honor para mí haber participado, en los años
cincuenta y sesenta, en la resistencia antifranquista, liderada por el Partido
Comunista. E insultó además a mi familia, cuyos miembros aglutinaban muchas
sensibilidades de izquierdas, incluyendo comunistas, personas que se
distinguieron por su sacrificio en defensa de la democracia y por el
establecimiento de un parlamento en el que un personaje como tal individuo
pudiera incluso insultarnos.
Respuesta a las supuestas falsedades
Paso ahora a rebatir sus
argumentos. Y es una lástima que utilizara ese tono agresivo, pues podría
haberse establecido un debate (cosa que no me fue permitida) para proveer información
que hubiera permitido profundizar en el tema. En mi presentación indiqué que
muchos de los datos que presenté procedían de un estudio realizado por el
JHU-UPF Public Policy Center, patrocinado por la Universitat Pompeu Fabra y la
Johns Hopkins University, que analizaba la respuesta gubernamental a la
pandemia por parte de los117 países a los dos lados del Atlántico Norte. Y en
tal estudio vimos que los Estados que han podido responder mejor a la
problemática sanitaria creada por la pandemia han sido aquellos que tienen un
mayor desarrollo de su Estado del Bienestar, y muy en particular de sus
servicios sanitarios y sociales, un desarrollo medido, entre otros indicadores,
por el nivel de gasto y de gestión pública. De ahí que los países escandinavos hayan
tenido una mortalidad por coronavirus menor que la de los países que, como
España e Italia, tienen unos Estados del Bienestar poco financiados,
caracterizados por una presencia muy amplia de los servicios privados en
detrimento de los públicos. Puesto que las políticas de austeridad de gasto
público, aplicadas mediante los recortes, fueron llevadas a cabo
primordialmente por los gobiernos de partidos derechas, ahora representantes de
tales espacios políticos han puesto el grito en el cielo, intentando mostrar
que el bajo gasto público no ha sido la causa de la enorme mortalidad, pues,
como indicó el diputado de Vox, otros países como Taiwán y Corea del Sur tienen
un gasto público incluso menor y, aun así, han tenido una menor mortalidad por
coronavirus.
Pero el hecho de que
algunos países asiáticos hayan tenido éxito a pesar de tener un gasto público
menor, no implica que en España e Italia la escasez de recursos no haya sido
una causa muy importante de su incapacidad para responder frente a la pandemia.
En estos y otros países asiáticos hay otros factores existentes como, por
ejemplo, la experiencia adquirida por su frecuente exposición a las epidemias o
el uso generalizado de medidas protectoras como las mascarillas contra
enfermedades víricas como la gripe, que han mitigado el daño causado por la
escasez de recursos en la sanidad pública. De ahí que en nuestro estudio nos
centráramos en países de semejante nivel de desarrollo y de una cultura
parecida, como los son los de Europa Occidental y América del Norte. Es
importante que en estudios internacionales de esta naturaleza nos centremos en
las características de cada país para entender la evolución de la pandemia. Y
es ahí donde encontramos evidencia de que el desbordamiento e incapacidad
mostrados por el sistema sanitario español frente a la pandemia estuvo
relacionado con el hecho de que los recursos que tenía tal sistema no eran
suficientes, siendo ello una de las mayores causas de la elevada mortalidad
debida al coronavirus. Varios indicadores señalan la veracidad de esta
hipótesis. Uno es el elevadísimo porcentaje de personal sanitario infectado
(debido, en gran parte, a la falta de materia protector), de los más altos en
los países a ambos lados del Atlántico Norte, situación que ocurrió también en los
servicios de atención a las 118 personas con dependencia, como las residencias
de ancianos, donde el personal careció de tales materiales protectores
(añadiéndose, en este último caso, unas condiciones laborales precarias). Tal
déficit de recursos y de personal, así como de material como ventiladores,
forzó a adoptar “protocolos de triaje salvajes” que claramente discriminaron a
las personas mayores, siendo su elevada mortalidad (sobre todo, en las
residencias privadas de ancianos) una consecuencia de tal escasez.
Todos estos datos son
ignorados por los responsables de los “recortes del gasto público”, que se
realizaron para reducir el déficit público (e indirectamente para facilitar el
aumento de los servicios privados), centrándose, en cambio, en criticar las
políticas desarrolladas por el nuevo gobierno de coalición (PSOE-UP),
denunciándolos (con una enorme hostilidad característica de las derechas
extremas y de las extremas derechas) como responsables de tan elevada
mortalidad, como consecuencia de un retraso en tomar medidas más contundentes.
Este argumento ignora que otros países europeos respondieron más tarde que
España y, en cambio, al disponer de más recursos, pudieron atajar mejor la
pandemia.
Las fuerzas conservadoras responsables de los recortes y de
la excesiva privatización de los servicios públicos son ahora responsables de
obstaculizar la respuesta a la pandemia
Otro ejemplo de mi supuesta falta de
credibilidad fue que el diputado de Vox negó que España fuera uno de los países
con más gasto sanitario privado. Miren los datos de la OCDE y verán que así es
si nos comparamos con los países de tal comunidad de naciones. España es, junto
con Portugal, el que tiene un gasto privado mayor (España 1.015 dólares per
cápita, y Portugal 1.191 dólares per cápita). Estados Unidos, al otro lado del
Atlántico, tiene un gasto privado mayor (1.628 dólares per cápita), pero en la
mayoría de los países de la UE-15 dicho gasto es menor al español: Reino Unido
(953 dólares per cápita), Grecia (931 dólares per cápita) o Francia (843
dólares per cápita) son ejemplos de lo que digo. Estos datos son calculados,
como debe hacerse en todos los estudios de políticas públicas comparadas, con
dólares estandarizados, es decir, que su valor ha sido adaptado al nivel de vida
de cada país para homologar el valor de su capacidad adquisitiva.
Pero en los estudios que
hemos realizado, otro factor que en el caso de Italia y España (y también hoy
de EEUU) ha contribuido a la elevada mortalidad es la gran descentralización de
sus servicios nacionales de salud, que ha hecho difícil una respuesta a nivel
de todo el país. Prueba de ello es que cuando las comunidades autónomas en
España han recobrado su capacidad de gestión, la mortalidad elevada ha
reaparecido. España tiene diecisiete servicios de salud (tantos como
comunidades autónomas), todos ellos subfinanciados y con una gran variedad de
capacidades y competencias. Y en el caso de EEUU, la falta de liderazgo de la
administración Trump ha sido otra de las principales causas de su elevadísima
mortalidad. El factor político juega, pues, en todos estos países, un papel
clave. La politización de la pandemia, evitando que el gobierno central deba o
pueda liderar la respuesta a ella en una situación tan excepcional, tal y como
ha ocurrido en EEUU (donde el presidente Trump no ha liderado una respuesta
federal a la pandemia) y en España (donde las derechas no han querido -por
fines partidistas- que se diera una respuesta centralizada), ha dificultado la
resolución del problema. La agresividad de las derechas en España frente a esta
respuesta generalizada acorde con las evidencias científicas es un indicador de
ello.
En una situación en la
que la pandemia ha adquirido una dimensión tan globalizada es un gran error
creerse que pueda resolverse solo a nivel autonómico o municipal. Ni que decir
tiene que los gobiernos autonómicos y municipales deben tener un gran
protagonismo en las decisiones y la gestión de las medidas necesarias para
responder a la pandemia. Pero en las áreas de salud pública, sanidad y
servicios sociales, es fundamental que, en países de gran movilidad interna e
internacional, se desarrollen políticas para todo el territorio, con la
autoridad para implementarlas fruto de un consenso entre las fuerzas políticas,
guiadas en este caso por el asesoramiento científico. La falta de colaboración
de las derechas en España está afectando negativamente a la resolución de un
gravísimo problema sanitario, salubrista y social. Su hostilidad, claramente
expuesta por el personaje de Vox frente a mi presentación, es un indicador más
de ello.
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