lunes, 17 de octubre de 2022

Europa en guerra es Europa en crisis

 



Europa en guerra es Europa en crisis

Publicado el 17 de octubre de 2022 / Por

 José Luis Carretero Miramar

 Kaosenlared


“El invierno de 2022 va a ser malo, pero el invierno de 2023 será todavía peor”. Esta frase no proviene de ningún foro de internet conformado por frikis conspiranoicos o bots del Kremlin. Se trata una afirmación reciente de Pierre Olivier Gourinchas, consejero económico y director del departamento de investigación del Fondo Monetario Internacional (FMI), la principal herramienta económica del poder transnacional de Occidente.

Gourinchas hablaba, en concreto, de los inviernos europeos de los próximos años. El FMI ha recortado sus previsiones para 2023, para la zona euro, en más de la mitad. La razón está clara, según los documentos del Fondo: la “persistente” crisis energética. Una crisis que se ve agravada por una inflación que seguirá creciendo (la previsión del Fondo es de un 9,5 % a nivel mundial), y por las subidas de tipos de los bancos centrales que entrarán en conflicto con los estímulos fiscales aprobados por algunos gobiernos como el británico.

España no se salvará de este brusco frenazo económico. El FMI prevé que la creación de empleo se detenga en nuestro país en 2023 y recorta sus previsiones previas de crecimiento del PIB español en ocho décimas, dejándolo en un 1,2 %, sin que la inflación vuelva aún a tasas manejables.

Así pues, el Fondo Monetario Internacional afirma claramente lo que muchos lectores de este medio ya sabían: la crisis energética conforma un vórtice de destrucción económica que amenaza con provocar una fuerte crisis productiva y social en Europa. Una crisis energética que tiene un componente subyacente, que avanza sin pausa y calladamente fuera de los radares de los medios de actualidad económica (la crisis ecológica y de recursos), y un brutal componente inmediato que convierte en inminente el shock de recursos para toda Europa (la guerra con Rusia, el principal proveedor energético de la Unión Europea).

Para tratar de hacer frente al colapso energético inminente provocado por la guerra con Rusia los gobiernos europeos están tomando todo tipo de medidas de urgencia. De hecho, han llegado al extremo de rescatar a empresas energéticas dependientes del suministro ruso con más de 120.000 millones de euros de dinero público. El gobierno alemán ha procedido a nacionalizar la energética Uniper, que pierde cerca de 100 millones de euros al día, desembolsando para su rescate 29.000 millones de euros. El gobierno francés ha lanzado una OPA para hacerse con el 15,90 % de Electricité de France (EDF) y ha afirmado que va a asumir una factura de 31.000 millones para recapitalizar y pagar las deudas de la empresa. El gobierno finlandés ha entregado 2350 millones a la eléctrica Fortum y créditos por otros 10.000 millones a otras empresas energéticas. El Banco de Inglaterra ha habilitado líneas de crédito y ayudas para las energéticas por 40.000 millones de libras. Hasta la siempre solvente Suiza se ha visto obligada a dar créditos a su principal grupo energético, Axpo, por 4.100 millones de euros.

Es más, el mercado energético en Europa está totalmente fuera de control por la expansión de las prácticas especulativas en las últimas décadas de neoliberalismo, que en el contexto de la guerra con Rusia han hecho estallar el mecanismo de asignación de precios. Nueve de cada diez euros que se mueven en el mercado europeo del gas, son dinero ficticio producto de la especulación financiera. El TTF (Title Transfer Facility), el índice holandés que se usa como referencia en la mayoría de los contratos de gas en Europa, está absolutamente fuera de control, y de los ocho billones de euros que refleja, sólo un billón se corresponde con consumos reales. Esto implica que el mecanismo de fijación de los precios de la energía está completamente roto. Los precios ya no se corresponden con los movimientos reales del gas en Europa ni, por supuesto, con las necesidades de los consumidores o de las empresas productivas. La guerra siempre ha sido siempre un gran negocio para los especuladores de todo tipo, y los brókeres más agresivos se han hecho con el control del suministro energético europeo.

En este contexto, la potencia industrial de Alemania, corazón productivo de la Unión Europea y fuente de los excedentes que alimentan las economías dependientes del Sur y Este del continente, está en peligro. Nadie sabe si los grandes hubs industriales germanos sobrevivirán a un invierno con precios del gas desbocados. Los capitanes de industria son menos patriotas de lo que suelen declamar en público. El grupo automovilístico Volkswagen ha anunciado ya que estudia trasladar parte de su producción desde sus plantas alemanas, que dan empleo directo a 295.00 personas, a otros países de la Unión, como Portugal o España, por el encarecimiento previsto del gas. Se trata del mayor productor europeo del sector y el segundo del mundo. Mercedes está acumulando componentes que fabrica en Stuttgart, como cajas de cambios o ejes de automóvil, ante la posibilidad de que un racionamiento en Alemania provoque la paralización de sus plantas de Alabama y Pekín, como indicó recientemente a los medios su jefe de producción. Joerg Burzer.

La industria española no se salva de esta dinámica de tensiones y crisis. España es el segundo exportador y el quinto productor mundial de azulejos, con una alta concentración de las plantas en la provincia de Castellón. En una semana, tres grandes firmas del sector han anunciado el cierre de sus fábricas por la brutal alza de los costes energéticos. Todagres (Grupo Fuertes), Azuliber (que fabrica arcilla atomizada, material estratégico en la producción del sector) y Azulejera Alcorense han decidido cerrar ante la perspectiva de tener que producir a pérdidas durante un período prologado de tiempo. El sector azulejero representa el 11,6 % del empleo industrial de la Comunidad Valenciana y el 2,7 % del PIB industrial español.

Los gobiernos europeos tratan de implementar tres tipos de medidas ante la crisis en ciernes: intentan redefinir el mercado para controlar la especulación, sustituyendo el TTF por otro índice y generalizando el sistema de la “excepción ibérica”; preparan ayudas y preferencias de suministro para el sector industrial, que se vuelven complicadas en un entorno de altos tipos de interés; y lanzan subsidios limitados para los sectores más vulnerables, que no pueden contener el alza brutal de precios provocada por la especulación y la conformación de los mercados eléctricos como oligopolio, para tratar de atajar el previsible descontento popular.

Pero estas medidas que tratan de enfrentar el problema inminente (la carestía provocada por la guerra) ahondan la gravedad del problema subyacente (la crisis ecológica y de recursos). El proyecto de Transición Ecológica europea se malogra entre un maremágnum de necesidades energéticas urgentes. La demanda global de carbón ha batido su “record” histórico en 2022. El uso de la energía más “sucia” en Europa se ha disparado más de un 10 % en el primer semestre del año. Alemania ha puesto en funcionamiento un parque de plantas eléctricas de carbón, que tenía previsto cerrar este año, con 10.600 megavatios de potencia. Las grandes empresas que extraen y comercializan el mineral más contaminante están de enhorabuena. Glencore obtuvo en el primer semestre de 2022 un beneficio de 12.085 millones de dólares, un 846 % más que el año anterior.

La guerra, pues, es un gigantesco tornado que amenaza con derribar el orgulloso edificio de la industria europea, devastando en su camino las comunidades obreras que aún subsisten y las pequeñas empresas que viven del consumo cotidiano de los trabajadores. En este escenario, resulta difícil aventurar como conseguirá sobrevivir el llamado “Modelo Social Europeo” y sus tradicionales pilares que garantizan la paz social en el continente: el Estado del Bienestar (educación, sanidad y seguridad social) y la concertación de patronales y sindicatos mayoritarios.

La resistencia a la devastación presupone dos campos de batalla simultáneos y de una complejidad creciente: la defensa de las condiciones de vida y de trabajo de la mayoría social; y el desarrollo de un nuevo modelo económico basado en la sostenibilidad ecológica y en la cooperación productiva. Pero para dar esas dos batallas, la clase trabajadora europea necesita resolver antes tres problemas: construir la unidad contra la guerra; articular un entramado organizativo con presencia capilar y capacidad de actuación en todos los ámbitos sociales; y dotarse de una estrategia clara, radical y al tiempo realista. Y todo ello en un contexto de enorme confusión ideológica, en el que los mensajes contradictorios y disolventes de los distintos bloques capitalistas globales la empujan el conflicto interno.

Con todo, lo esencial ahora no es adivinar el futuro, sino crearlo.

 

Imagen: Foto de Loïc Manegarium – Uso gratuito Petit-Couronne, Normandie, France

 

Por José Luis Carretero Miramar para Kaosenlared

 

Alemania podría cerrar hospitales debido a los altos precios de la energía

 

Alemania podría cerrar hospitales debido a los altos precios de la energía

 

DIARIO OCTUBRE / octubre 17, 2022

 

El Gobierno alemán reconoció que la crisis energética por la que atraviesa toda Europa podría provocar cierres de hospitales a lo largo del país, como una consecuencia más del alza de precios de la electricidad a causa del conflicto en Ucrania.

 

© AFP 2022 / ANNETTE RIEDL


Las sanciones de la Unión Europea (UE) y Estados Unidos en contra de Rusia siguen generando estragos en las economías de la región. El ministro de Salud de Alemania, Karl Lauterbach, advirtió que el sistema hospitalario podría verse afectado por el incremento de precios de los energéticos y por la inflación, que ha llegado a niveles históricos en el país germano.

 

“Los hospitales están en una situación muy especial. Si no reaccionamos rápida y drásticamente, habrá cierres”, aseguró el funcionario alemán a la emisora ARD.

Días antes, Lauterbach comentó que tendría conversaciones con el ministro de Finanzas, Christian Lindner, para tratar de hallar una solución para la situación del sistema de salud en medio de la crisis energética provocada por el conflicto en Ucrania.

“No podemos crear fondos especiales separados para cada ámbito”, reconoció Lauterbach cuando le preguntaron sobre la posibilidad de que las autoridades alemanas crearan un fondo exclusivo para el sector sanitario.

La noticia se da a conocer en medio de una ola de protestas en diferentes ciudades europeas por el alto costo de vida y las políticas de Bruselas. Los manifestantes expresaron su descontento por la amenaza de la crisis energética y la inflación, dos problemas que afectan por igual a las grandes empresas y a las familias.

En septiembre pasado, la prensa alemana reveló que, en algunas zonas del país, como en las afueras de Berlín, un consumidor debe pagar entre 700 y 1.515 euros al mes por su servicio eléctrico. Antes, pagaban 143 dólares, pero el conflicto entre Kiev y Moscú ha encarecido la electricidad y el gas.

Ante ese problema, Alemania ha tenido que recurrir a algunas medidas importantes, como la nacionalización de las grandes compañías del sector energético, como Uniper.

 

FUENTE: sputniknews.lat

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En Sudáfrica, la crisis de electricidad sigue madurando

 

Se nos anuncian probables restricciones en el suministro eléctrico, y esa perspectiva nos inquieta –y con razón. Pero otros lo tienen peor. Por ejemplo Sudáfrica, el país con la mayor desigualdad del mundo, y que todavía hoy sufre apagones frecuentes.


En Sudáfrica, la crisis de electricidad sigue madurando

Vashna Jagarnath

El Viejo Topo

17 octubre, 2022 

 

Tras el fin del apartheid en 1994, en Sudáfrica, apenas el 36% de las viviendas tenían electricidad. Casi todos los hogares blancos contaban con ella. La mayor parte de los hogares negros, no tenían acceso. Diez años después, más del 80% contaban con redes eléctricas. Este fue un logro importante, sin embargo, dejó por fuera a la mayoría de los residentes de las chabolas, que van rápidamente en aumento a lo largo de todo el país.

Sin embargo, el progreso de estas redes eléctricas se detuvo en 2007, cuando Sudáfrica por primera vez comenzó a soportar las “caídas de carga”, lo que significa el corte del suministro de energía en distintas áreas sobre una base racional. La administración de cargas, implementada por Eskom, la compañía eléctrica estatal, cuando no es capaz de proveer de energía a todo el país y el tendido eléctrico necesita mantenerse estable, parece haber alcanzado su nuevo punto más bajo en días recientes, cuando la mayor parte de las zonas quedaron sin luz hasta por doce horas en un día. Se ha advertido que tal vez sean necesarios apagones totales.

Debido a la falta de inversión en actualización y mantenimiento de la infraestructura, Eskom ha sido incapaz de suplir un suministro estable de energía eléctrica los últimos 15 años, un período de saqueo bajo el régimen cleptocrático del ex presidente Jacob Zuma, un programa de prolongado Estado de austeridad que ha resultado en la desinversión general de las empresas estatales.

La crisis energética ha sido bastante dañina para una economía que ya viene tambaleándose por la desindustrialización –socialmente devastadora – la austeridad de Estado, y el aumento del control de las mafias políticas sobre la vida económica. Se ha estimado que, desde 2018, la caída de cargas ha llevado a pérdidas de la economía de alrededor de 500 mil millones de rands (un poco más de 28 millardos de dólares), calculándose en alrededor de mil millones de rands por fase, por día.

Comparado con el resto de África subsahariana, donde alrededor del 90% de los niños que pueden costearse la educación primaria asisten a escuelas que no tienen electricidad, Sudáfrica tiene los índices más altos de conexión de electricidad. Pero con las caídas de cargas, provocando que no haya luz la mayor parte del día, muchas personas en Sudáfrica a veces pueden encontrarse enfrentando condiciones similares a aquellas del resto de las personas en África subsahariana. Dado que Sudáfrica es en la actualidad el país más desigual del mundo, la profundización de la crisis energética amplía la brecha entre ricos y pobres, los segundos siendo abrumadoramente negros y comprendiendo en gran medida a una población femenina.

Según los informes más recientes, de la actual población de 60,6 millones más de 30,4 millones de personas en Sudáfrica viven por debajo de la línea de pobreza. Aproximadamente el 50% de la población vive con un sueldo de mil 335 rands mensuales, o alrededor de 75 dólares al mes. El costo básico de un hogar de bajos ingresos está entre mil 100 y mil 500 rands, lo que de por sí es más de lo que la mitad de la población tiene para subsistir. Junto a la extendida inseguridad alimentaria, es probable que esa misma población de más de 30 millones de sudafricanos al mismo tiempo también padezcan “pobreza energética”, un término empleado para describir una situación en la cual las facturas de electricidad, gas y otras fuentes de energía llegan a constituir un porcentaje mayor del gasto de un hogar, haciendo para los sudafricanos difícil el cubrir otros como comida, alquiler o vestido. También, el uso reducido de energía en los hogares y lugares de trabajo tiene un impacto negativo en la salud física y mental. En los asentamientos periféricos, la falta de electricidad por mucho tiempo ha significado que las personas cocinen usando velas o gas para alumbrar sus casas, mientras viven en condiciones apretadas que pueden resultar en incendios recurrentes, que por lo general son devastadores. Con una caída de carga frecuente, es probable que los incendios se conviertan en algo más común también en otro tipo de viviendas.

Aún más, en 2020 Sudáfrica tenía el octavo índice de asesinatos más alto del mundo, y el cuarto de violencia de género, según cifras de 2016. El aumento de horas de caída de carga y el descenso radical del acceso a la electrificación hará que esta violencia generalizada empeore. Un estudio sobre el impacto socioeconómico de la electrificación realizado en Brasil en 2017 encontró que debido a la mejora de la iluminación de los espacios públicos se produce una disminución significativa de la violencia de género.

La carga de la reproducción social en gran medida siempre ha recaído sobre los hombros de las mujeres. El acceso a la electricidad pudiera reducirlo. Un importante estudio de 2021 titulado “Dándole luz a los hogares y empoderando a las mujeres” descubrió que al liberar el tiempo de las mujeres se reduce la pobreza al crear oportunidades para mujeres y niñas para desarrollar sustento, incorporarse a la fuerza de trabajo o enfocarse en la escuela. También puede reducir la exposición a contaminantes dañinos en espacios cerrados, mejorar la salud maternal, y reducir la violencia de género.

Las demandas por una resolución de la crisis eléctrica han sido uno de los pocos asuntos que están ayudando a unir a los pobres, la clase trabajadora y la clase media. Pero, hasta ahora, esas exigencias no están bien organizadas y se han encontrado con un poco más que lugares comunes por parte de las élites gobernantes, incluyendo al presidente, Cyril Ramaphosa.

El compromiso con la austeridad neoliberal del Congreso Nacional Africano (ANC, por sus siglas en inglés) ha significado que no hay suficiente inversión en la compañía eléctrica estatal. Su única propuesta es la de migrar de estaciones de carbón, que son altamente contaminantes, a formas de energía renovable en manos privadas. Actualmente, una de las personas mejor ubicadas para beneficiarse de esto es el cuñado del presidente, el multimillonario Patrice Motsepe, dadas sus inversiones en esa área.

Los sindicatos sudafricanos han insistido en que mientras una migración a renovables es algo bienvenido, llevarla a cabo vía privatización aumentará los costos de la electricidad para los pobres y la clase obrera, además de resultar en un sesgo a favor de servirle a las necesidades de los capitalistas y los ricos. Las organizaciones sindicales han propuesto que las renovables sean de administración y propiedad social.

Las propuestas de los sindicatos han sido ignoradas, la austeridad continúa, y ha habido muy poco movimiento hacia la producción de electricidad privada. Es una situación de parálisis.

Los expertos creen que continuarán las administraciones de carga, muy dañinas económica y socialmente, por al menos los próximos tres o cuatro años. Muchos analistas argumentan que es probable que esto golpeará muy duro en las próximas elecciones presidenciales al gobernante ANC, programadas para 2024. Una crisis en términos de energía eléctrica pudiera conducir a una pérdida del poder político. Con partidos xenofóbicos y de derecha avanzando rápidamente, parece imposible sentirse optimista.

Sudáfrica no irá hacia la luz hasta que sea afirmado el valor social del acceso a la electricidad. La propuesta realizada por los sindicatos de un viraje hacia energía renovable administrada por el pueblo y de propiedad social es la mejor opción sobre la mesa. Necesitamos una solución que sea para la mayoría y no para los pocos.

Fuente: Globetrotter.

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Inicia el XX Congreso del Partido Comunista de China

 

Inicia el XX Congreso del Partido Comunista de China


Diario Octubre / octubre 16, 2022

 

Sesiona hasta el 22 de octubre próximo con participación de cerca de 2.300 delegados electos.


El XX Congreso del Partido Comunista de China (PCCh) inició este domingo en Beijing (capital) y dedicó su primera sesión plenaria a la presentación del informe central por el secretario general de esa organización y presidente del país, Xi Jinping.

 

La reunión de los comunistas chinos se celebra en el Gran Salón del Pueblo hasta el próximo 22 de octubre. Participan en ella un total de 2.296 delegados electos, quienes examinan la labor realizada durante el último quinquenio y habrán de trazar las vías por las que discurrirá el desarrollo del país en los próximos cinco años.

Durante sus palabras, Xin Jinping destacó que la tarea principal de los comunistas chinos será cohesionar más a la población en torno a la construcción de un país socialista moderno y sólido a partir de la concepción de un socialismo con características chinas.

Entre los avances desde el Congreso anterior, destacó que el país dotó a la población de mejores condiciones de vida y ganó la batalla contra la pobreza, acontecimiento que calificó de histórico y que apunta a la necesidad de continuar desarrollando el sector rural y la producción agroalimentaria.

Se refirió al despegue de la actividad económica, que ha llevado a esa nación al segundo lugar a nivel global, con un 18 por ciento de participación en el producto interno bruto (PIB) mundial, mientras ocupa el primer lugar en la producción de granos y las reservas en divisas.

Señaló que se ha aplicado una estrategia de apertura económica más dinámica y de mayor alcance al exterior, que ha colocado a China como primer socio comercial de alrededor de 140 naciones de todo el mundo.

Xi Jinping valoró como positivo el enfrentamiento a la corrupción interna y la constante promoción entre los militantes y el pueblo de un pensamiento opuesto a los privilegios.

Asimismo, destacó que las reformas económicas se han aplicado bajo el criterio de que el pueblo es el dueño del país, sujeto principal en el socialismo con características chinas y actor esencial en la profundización de la democracia.

También resaltó el liderazgo mundial del país en el enfrentamiento a la pandemia de Covid-19 y en la gobernanza mundial, con su voz en favor de los pueblos, la diplomacia y el multilateralismo, en detrimento de las posiciones de fuerza y las concepciones hegemónicas de un grupo de naciones.

Agradeció a la militancia, a la población, las organizaciones populares y los compatriotas de las zonas administrativas con régimen especial por su apoyo a la modernización de China.

Entre otras ideas, manifestó que el trabajo partidista también ha enfrentado deficiencias, por lo cual en el futuro habrá que intensificar la labor del PCCh para superarlas.

Durante el XX Congreso se elegirá el Comité Central, el Comité Permanente, el Politburó y al Secretario General del PCCh. Al iniciar la sesión plenaria se rindió homenaje a Mao Zedong, Deng Xiaoping, Shu Enlai y otros revolucionarios chinos.

FUENTE: telesurtv.net

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