jueves, 24 de enero de 2019

EE.UU, BARRIO DE BILBAO O QUE CUANDO LLUEVE SE MOJAN COMO LOS DEMÁS


EE UU

Democratic Socialists of America dos años después: ¿Dónde estamos? ¿Adónde vamos
3/4



Dan La Botz
Viento sur
22.01.2019

En el movimiento obrero

DSA dedica parte de su actividad al movimiento obrero, aunque de forma distinta que en el pasado. Harrington y el viejo DSA habían mantenido una alianza con el ala socialdemócrata de la burocracia sindical, en particular con Walter Reuther, de United Auto Workers (UAW). Reuther y su sucesor, Leonard Woodcock, ambos antiguos socialistas que apoyaban a los Demócratas más progresistas, lucharon por aumentos salariales y prestaciones para los trabajadores, pero no atendieron a las demandas de la base de humanizar los lugares de trabajo. Dichos líderes tampoco se hacían eco de las cuestiones planteadas por los obreros negros. Así, cuando tuvo lugar la rebelión de los obreros negros del sector del automóvil a finales de la década de 1960, con la creación del Movimiento Sindical Revolucionario de Dodge (DRUM), Walter Reuther tildó a los trabajadores negros de “racistas”, mientras que otro dirigente de UAW los llamó “fascistas negros”. La alianza con dirigentes de UAW y otros sindicatos chocó con activistas sindicales que pretendían organizar un movimiento de base en oposición tanto a las empresas como a la dirección sindical. Por supuesto, DSA contaba siempre con algunos activistas obreros y dirigentes sindicales locales que se mostraban combativos a pesar de los dirigentes de DSA, pero en la década de 2010 ya no quedaban muchos activistas sindicales.

Hoy, la Comisión Sindical Socialista Democrática cuenta con casi 700 miembros en todo el país, estando formada por “sindicalistas y miembros de comités de empresa, liberados sindicales, activistas de centros obreros, dirigentes sindicales, periodistas especializados a cuestiones sindicales, sindicalistas jubilados, estudiantes de grupos de solidaridad con los obreros, intelectuales estudiosos del movimiento obrero o personas dedicadas a cualquier otra función dentro del movimiento”. El periódico mensual de DSA, The Democratic Left, publicó recientemente un número especial dedicado al movimiento obrero que deja claro el compromiso del grupo a favor de unos sindicatos más democráticos y combativos. El trabajo sindical de DSA se ha visto reforzado por la adhesión de varios miembros del grupo Solidarity, muchos de los cuales tienen experiencia de años en los sindicatos y han desempeñado un papel importante ayudando a organizar y orientar el trabajo sindical de DSA.

Los miembros de Solidarity y muchos otros activistas de DSA centran su actividad en las bases obreras, siguiendo un enfoque descrito por Kim Moody hace décadas y resumido en un artículo escrito por Jane Slaughter para The Democratic Left. La organización de la gente en los lugares de trabajo y entre las bases sindicales ha de servir para luchar contra la patronal y si hace falta también contra los dirigentes sindicales que se interponen en el camino; el objetivo es contruir el movimiento obrero y reclutar a trabajadores para el socialismo y DSA. Aunque algunos activistas de DSA parecen seguir otros enfoques, esta parece ser ahora la tendencia predominante. Miembros de DSA colaboran actualmente con Labor Notes, el centro de formación sindical que ha ayudado a activistas de base a unirse en diversos sindicatos con el fin de crear un movimiento obrero más combativo y democrático.

Mientras que en la década de 1970 muchos jóvenes de izquierda fueron a trabajar en minas, acerías, empresas automovilísticas y la compañía telefónica, o de camioneros o estibadores, entre muchas otras profesiones, hoy en día los miembros de DSA se orientan hacia otros sectores. Tal como escribió Slaughter, “para construir esta lucha desde abajo, algunos miembros de DSA se emplean en lugares de trabajo multirraciales que tienen potencial combativo. Estos incluyen la enseñanza, la sanidad y el sector logístico”. En la web de DSA hay un artículo titulado “Por qué los socialistas deberían hacerse maestros”, donde se habla del papel que unos pocos miembros de DSA desempeñaron en la reciente huelga de maestros de Virginia Occidental.

Unos pocos miembros de DSA que trabajaban de maestros en escuelas públicas de Virginia Occidental comenzaron a hablar de las nuevas medidas de austeridad a que se enfrentaban los empleados públicos. Nuestros salarios estaban congelados desde hacía años, a diferencia del coste de la sanidad, que no dejaba de aumentar. Formamos un grupo de lectura, organizamos sesiones creativas y pronto estuvimos de acuerdo en que para conseguir lo que demandábamos teníamos que actuar. No teníamos ni idea de que estábamos sentando las bases de lo que culminaría en una huelga histórica y victoriosa de nueve días de duración que se extendió como la pólvora a Oklahoma, Kentucky, Arizona, Colorado y más allá.

El artículo continúa llamando a los miembros de DSA a que se dediquen a la enseñanza, y algunos ya lo han hecho, no solo en Virginia Occidental. Otros miembros de DSA se han empleado en almacenes para apoyar campañas de organización sindical. Todo esto indica que DSA está dispuesto a intervenir en las movilizaciones obreras de la próxima década, y si esto da resultado –cosa que espero–, podría comenzar el proceso de transformación del grupo en una organización mayoritariamente obrera.

La cuestión de la raza

Dada la larga historia del racismo en EE UU, desde el esclavismo, pasando por Jim Crow, hasta la discriminación generalizada a lo largo del último siglo y el fenómeno contemporáneo del racismo que se oculta tras un supuesto “igualitarismo”, no es extraño que DSA, como cualquier otra entidad estadounidense, se vea confrontado con la cuestión de la raza. En DSA mantenemos debates sobre el reduccionismo económico por un lado y las políticas identitarias por otro, que desde mi punto de vista es una falsa dicotomía, pero también experimentamos tensiones entre los miembros de diversas etnias y posiciones políticas en torno al tratamiento de las cuestiones de raza. Un artículo reciente publicado en The New Republic, “Do America’s Socialists Have a Race Problem?” (“¿Tienen los socialistas de EE UU un problema racial?”), afirmaba que DSA, y en particular Momentum/The Call, un importante grupo nacional que desempeña un papel dirigente en las agrupaciones locales del Este de la Bahía, en San Francisco, y Filadelfia, había tratado desastrosamente la cuestión racial. El artículo mostró una imagen falsa de una organización que estaba a punto de romperse por cuestiones de raza.

En respuesta a dicho artículo, casi una docena de miembros de color de DSA publicaron otro en The Call criticando el método del autor y las distorsiones de la realidad. Escribieron lo siguiente:

Contrariamente a lo que implica el escrito de Salazar, todas las tendencias políticas de DSA están de acuerdo con la importancia de combatir la opresión racial; todas admiten que es un problema que la gran mayoría de miembros de DSA sean blancos; y todas coinciden en que DSA debe ser una organización socialista que funcione democráticamente. El principal punto de desacuerdo es cómo abordamos lo más efectivamente posible estas cuestiones y preocupaciones.

Absolutamente cierto.

El artículo colectivo de The Call señala que a la larga DSA superaría sus principales problemas raciales –la escasa proporción de miembros de color, especialmente negros, y la falta de implantación en comunidades de color– mediante su labor en los movimientos sociales, en los sindicatos y en campañas políticas, ganando así a nuevos miembros y estrechando lazos con las comunidades. Aunque hay algo de verdad en ello, la implicación en los movimientos y el aumento de miembros de color influirá, pero la organización también ha de discutir sobre teorías y actitudes, estructuras internas y procesos políticos. El artículo de The New Republic, centrado como estaba en la cuestión de las tensiones raciales en el seno de DSA, daba a entender que la organización estaba afectada por problemas raciales, mientras que el artículo de The Call no parece reconocer el sentimiento y la profunda preocupación de muchos miembros con respecto a la teoría y la práctica del grupo a la hora de abordar el racismo.

Podríamos señalar que Adolph Reed, Jr., quien no es miembro de DSA, interviene en este debate dentro de DSA y sobre DSA con los peores términos posibles y los menos útiles –¿De qué lado estás?–, reclamando que la izquierda elija entre un programa socialdemócrata y una política de identidad racial. También una falsa dicotomía.

DSA no es la organización que retrata Salazar, pero la respuesta defensiva de The Call tampoco aborda correctamente la cuestión. Momentum/The Call suele insistir en un programa económico universal, mientras que otros miembros –aunque no estén especialmente interesados en promover una política identitaria– quieren que se insista más en las cuestiones de opresión racial y de género y en la necesidad de autoorganización de los grupos oprimidos. Necesitamos un enfoque político que comprenda que el capitalismo comporta tanto la explotación de la clase trabajadora y la opresión de negros y latinos, de las mujeres y las personas LGBT, de modo que hace falta la autoorganización y la autonomía relativa de estos grupos y sus luchas dentro de la lucha más amplia por el socialismo.

*++