martes, 9 de septiembre de 2008

CINCO AÑOS, CINCO

Por fin, después cinco años de zaragata arriba zaragata abajo, Zapatero y Rajoy, muy padres y señores nuestros de la política oficial española, se han puesto de acuerdo y han hecho posible, para gozo y disfrute nuestro, que tengamos Consejo del Poder Judicial.
Nos congratulamos por ello, yo personalmente estoy que doy brincos y volteretas en el aire que es un primor.
Aunque nos congratularíamos más, supongo, si durante esos cinco años del toma y daca y más eres tú, tanto el uno como el otro hubieran estado sin cobrar un euro, puesto que no han trabajado como mandan los cánones de la competencia: trabajo hecho y bien hecho a coste mínimo.
No obstante, nobleza obliga, hemos de estarles agradecidos, porque nos han venido a demostrar claramente varias cosas:
Cosa una, que se ponen de acuerdo cuando les da la real gana y según sus propios intereses, personales o de partido, sin entrar en más consideraciones.
Cosa dos, que durante los cinco años que hemos estado huerfanitos de Consejo del Poder Judicial, los carpinteros, fontaneros, albañiles, ingenieros, profesores, señoras de la limpieza y todos los que crean la riqueza existente, como producto de sus respectivos trabajos, han podido hacerlo, por lo que tener ahora Consejo del Poder Judicial por tenerlo es tontería.
Cosa tres, nos han venido a demostrar, como se demuestran las cosas, en la práctica, que la separación de los poderes legislativo, judicial y ejecutivo es farfollita, mentira jodida, falacia o ficción política para los oídos más sensibles, producto de la teoría política de la Revolución burguesa de Francia de 1789, que no se ha visto contrastada en la práctica jamás.
Rajoy nombra a los jueces afines que ya han metido candela política a los jueces que nombra Zapatero.
Cosa cuatro…, siga escribiendo el lector, por fa, que es que me canso y me tengo que ir a trabajar.
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PEDIRLE PERAS AL CAPITALISMO

Si el lector, como yo, por la Gracia de Dios, pertenece al pelotón de los tontos, huelga decirle, porque ya lo sabe, que al olmo no se le pueden pedir peras, porque las peras las da el peral y sólo el peral, ¡chispúm!
Es el tonto entontecido el que le pide peras al olmo y se queda tan pancho y, si se tercia, a un adoquín, que una vez puestos a pedir da igual ocho que ochenta, como pedir no cuesta dinero…
Es el tonto entontecido el que cree (porque si pensara dejaría de ser tonto entontecido y pasaría a engrosar, como aquí un servidor de ustedes, el pelotón de los tontos) que una ley por sí misma puede resolver un problema concreto, puesto que una ley lo único que hace es regular una conducta concreta sin erradicar el origen del problema que pretende regular.
Los listos saben esto, lo que pasa es que no lo dicen, que para eso son los listos y por ser los listos son los que más maman del producto social, esto es, del trabajo de los demás, por tanto, también se les podría llamar mamones en el sentido literal de la palabra.
Promulgan los listos una ley (¡ahí es nada el aluvión de ladrones que hay con la de leyes contra el robo que hay!, ¡o la cantidubi, dubi, dubi, dá de criminales que hay con la de leyes contra el crimen que hay!), por ejemplo, esa que llaman de violencia de género o algo así, le dan bombo y platillo y, durante un tiempo hacen creer que, gracias a esa ley dejarán de existir los asesinatos de mujeres a manos de sus ex maridos o ex compañeros o como guste llamar el lector. También se ha dado algún caso de hombres muertos a manos de sus ex mujeres o ex compañeras).
Pero ya se ha dicho que el olmo no da peras y que ninguna ley sirve para erradicar el problema que pretende regular. Y así, pasado el tiempo y comprobado lo que de antemano se sabia, los mismos listos empiezan a hablar de la necesidad de la colaboración ciudadana, del endurecimiento de las penas, etc., para acabar con los asesinatos de mujeres, sin tocar la raíz del problema: el orden de valores en el que está basada la presente sociedad: carencia absoluta de valores personales.
Y como el origen del problema no se toca: las relaciones de fuerza en que se basa la explotación política, económica e ideológica capitalista, la base económica-social de donde nace toda violencia: las relaciones de explotación capitalista no se cuestiona, y así, sin modificar el orden de valores donde se asienta esta sociedad en la que vivimos, ni la violencia llamada de género ni ninguna otra puede ser erradicada por mucho listo y mamón que haya, a los que ya empiezan a acompañar listas y mamonas.