Y como prueba un botón que demuestra que Marianillo el minúsculo no es sino otro servidor más (como Zapatero y antes Aznar y antes González) de los grandes capitales y un elemento más de la corrupción política, al igual que lo fueron sus predecesores en el gobierno, sin excluir al Rey, que es el Jefe del Estado: el pajarete Cristobalito Montoro, ministro de Hacienda pretende ingresar 4.100 millones de euros suplementarios, y el hombre atendiendo y sirviendo los intereses de sus verdaderos amos, los señores ricos, hace cargar sobre los beneficios de estos el 30% (1.240 millones) y sobre los sueldos de los trabajadores a través de IRPF (que no se escapa ni el gato, mientras que los beneficios de los ricos se pueden camuflar) el 70% (2.860 millones).
Esta subida de impuestos a los trabajadores, que en realidad es una disminución del salario disfrazada, no la dijo Marianillo el minúsculo en su campaña electoral, por lo que habría de calificarla sin ningún rodeo de fraude electoral.
Es evidente que Zapatero era un capataz al servicio de los grandes capitales, al igual que lo es Rajoy, y por ello ni el PP era la alternativa política a los desmanes contra los trabajadores que hacía Zapatero en beneficio de la sociedad, lo mismo que tampoco será alternativa el PSOE zapateado de Zapatero al PP, por la sencilla razón de que no estamos en un sistema democrático como ha quedado patentemente demostrado y no sólo en España, sino en otros Estados como el griego o el italiano, en los que no se ha podido hacer un referéndum para que decidiera el pueblo si estaba de acuerdo o no con la política del gobierno, caso de Grecia, por imposición de los capitales o cambian al presidente del gobierno por decisión también de los grandes capitales, caso de Italia, sin que lo hubiera decidido el pueblo.
Además de la corrupción económica que anida en la política, incluida la Casa Real, por mucho que hayan querido hacer el paripé de aclarar las cuentas y de apartar al yernísimo del Rey de los actos oficiales, tenemos nuestras vidas en manos de cuatro cali catres sustentados en un sistema legal que no es menos injusto que corrupta la política, por lo que no podemos pensar que de esta situación vayamos a salir a través de los partidos políticos tal y como hoy están concebidos ni a partir de una reforma legal que dependería en todo caso de esos mismo partidos, que evidentemente no harían, porque tiempo y medios para hacerla ya han tenido, por lo que no nos queda otro camino que ir pensando y actuando para resolver nuestros problemas al margen de la política oficial, y en base a un ordenamiento jurídico nuevo, y otra forma nueva de hacer política, y esto tiene un nombre, que es revolución.