viernes, 21 de febrero de 2014

PODEMOS: UNA CRITICA NECESARIA



Sobre qué podemos ir haciendo ante “Podemos”

(3/6)

Vicente Sarasa

Red Roja
SOCIOLOGÍA CRITICA
2014/02/13


Ya en el segundo plano propuesto para el análisis –el de la inserción histórico-política de esta iniciativa- se impone una certera interpretación histórica, más allá de los intereses que la respaldan. Pongo a consideración estos apuntes:


“Podemos” se ofrece como una canalización y superación políticas de la “indignación quincemista”. En realidad, así son todas las candidaturas y plataformas que se vienen sucediendo desde hace más de un año. Todas son síntomas del agotamiento del 15M como herramienta para ir más allá de la mera indignación, pero haciendo suyo mucho de su discurso general e impreciso para no aparecer como algo “viejo” ante aquel. No reparan en que, incluso ante muchos jóvenes, el 15M ya aparece más viejo que hasta los bloques caídos del Muro de Berlín. Pocos fenómenos han envejecido tan prematuramente. Por tanto, “Podemos” tiene mucho de crítica inconsecuente del quincemismo. En realidad, viendo cómo la militancia promotora de “Podemos” se estructura y jerarquiza en cada una de sus esquinas organizativas, podemos afirmar que estamos ante un intento vergonzante de superar el 15M. En este sentido, si decíamos que el 15M era la intersección de dos crisis –la profunda sistémica del capital y la histórica de nuestro movimiento comunista- (5), “Podemos” es otra consecuencia objetiva más de una crisis añadida: la de la pura negación quincemista de lo clásico en todo lo referente a la expresión y organización de la lucha. Pero “Podemos” no puede, en los términos que se plantea, generar interiormente la necesaria negación de la negación quincemista. Otra cosa es que desde “fuera del interior” de “Podemos” pueda utilizarse el eventual marco político y de calle que esta iniciativa abriera para acercar las condiciones políticas en pro de una verdadera síntesis que supere, por un lado, nuestra propia crisis histórica como movimiento y, por otro, la crisis de la crítica que se nos ha hecho bajo el formato de “otro mundo es posible”, “15M”, etc. Muchos “gamonales” esperan aún ese parto-síntesis que acabe con la “madre de todas la crisis”, la capitalista, esa que está provocando, desde hace demasiado tiempo ya, un tsunami de degradación de las condiciones de vida como nunca en amplísimas capas de la sociedad.


En términos de clase, si el 15M lo que provoca es, en buena medida, la irrupción de “sectores intermedios” en el escenario de las movilizaciones –sectores que reivindican más su “ciudadanía” que su clase, y que han tomado un desmedido protagonismo político justamente por la desestructuración del movimiento obrero- esta candidatura sigue prolongando la iniciativa en las movilizaciones de estos sectores. No refuerza el papel de la clase obrera al tiempo que sigue dando rol de dirección en las movilizaciones a estas “capas intermedias” regalándoles los oídos por “un rato más”, cuando en realidad asistimos a un proceso de profunda proletarización de amplios sectores de la “ciudadanía” en el sentido más clásico y decimonónico del concepto de proletariado. En nuestra relación con “Podemos” –más bien con la gente de entre el pueblo que lo apoyará- debemos realizar un trabajo pedagógico y paciente que incluya esa reivindicación de mayor pertenencia a “lo proletario” que a “lo ciudadano”. Eso sí, esto ha de realizarse huyendo de debates teoricistas que obstaculicen las tareas por una amplia unidad de acción popular. Hay ejemplos fructíferos de esta labor pedagógica cuando se hace desde la convicción de que durante mucho tiempo la clarificación no puede ser previa a la movilización (6) dada la persistencia del descrédito de la política en general.


En cualquier caso, la línea revolucionaria de intervención debe saber acercarse a los “sectores intermedios” golpeados por la crisis, incluyendo en ellos a muchos obreros que siguen su discurso y que han llegado a disfrutar de una situación material que ha facilitado su “desclasamiento ideológico”. Convencidos de que la actual masiva movilización por reformas no puede ser resuelta en clave de reformismo; de que, en este sentido, la movilización de muchos sectores entra en contradicción con sus propios límites de conciencia, pero que sólo a partir del movimiento se pude resolver; de que esa movilización es necesaria para crear unas condiciones de verdadera resolución revolucionaria; convencidos de todo ello, hemos de ir a generar la contradicción allí donde se expresen las actuaciones políticas y “de calle” de esas “capas intermedias”. No tenemos otra. Lo demás es quedarse en la fraseología general revolucionaria y encima, a menudo, de la mala. Y la obligación de generar esa contradicción también incluiría los eventuales escenarios que pudiera abrir “Podemos” o candidaturas parecidas.


Concretamente debemos presionar para que, entre tanta paja y justas reivindicaciones dispersas (que a menudo parecen cartas a los reyes magos, como solemos decir entre nosotros), exijamos pronunciamientos claros en lo que se refiere a la línea de demarcación: la lucha contra el pago de la ilegítima deuda con sus desarrollos legislativos concretos (art. 135 de la Constitución, Ley 2/2012, etc.) en tanto que causa inmediata de los recortes que son la razón de las movilizaciones de “indignación”. Y si se nos responde que es imposible materializar eso porque “no nos dejarían”, entonces, la contradicción se establecerá en un plano aún más político, cuando exijamos que se haga menos apología de la apuesta electoral y de las posibilidades democráticas del actual sistema. En definitiva, esta forma de proceder es la que se plantea en esencia en el artículo “Línea revolucionaria y referente político de masas” (7): acompañar en todas las oportunidades que se nos ofrezcan a todos los sectores con los que tenemos que trabajar (ver nota 2) para que avancemos en el camino que va de la petición de reforma imposible al cuestionamiento revolucionario del poder para hacerla… posible.


Viendo cómo mucha gente cercana ya ha predispuesto su apoyo a “Podemos”, muchos militantes ya no podemos obviar la obligación político-práctica de generar la contradicción. Y hacerlo en los términos planteados. Debemos hacer ese trabajo de clarificación en las actividades que convoque “Podemos” siempre que no sea una mera reunión burocrática interna. Hemos aprendido a hacerlo desde lo que venimos a llamar la dualidad organizativa, la relación vector-marco. Cada vez más, tenemos un aliado con el que no se contaba durante los años siniestros del parto de la Transición: la debilidad actual de las tendencias reformistas y oportunistas que buscan impedir que la línea revolucionaria haga su trabajo en los marcos que aquellas se ven obligadas a impulsar, al estar afectadas por la misma crisis sistémica. Esa crisis profunda que, si ya provoca fisuras internas en el bloque dominante, aún más está debilitando la base material que sustenta a tanto pope de la “izquierda más institucional, burocratizada y legalista” que ahora está interesado en darnos cursillos acelerados de “humildad revolucionaria”. Hoy vivimos tiempos en que “el bolchevismo puede hacer trabajar para él al menchevismo”, ya sea porque este no se dé cuenta, ya sea que, por la cuenta que le trae, deba guardar las formas. Vivimos tiempos, en fin, en que hasta los oportunistas consideran más oportuno adoptar poses revolucionarias. La dualidad organizativa también nos da la solución dialéctica ante ello. En el plano “minoritario” de la línea revolucionaria organizada no nos creemos esas poses. En el plano “de calle” aprovecharemos la oportunidad (ahora sí) para seguir empujando “vectorialmente” nuestra labor bolchevique en los marcos que no son nuestros pero que no pueden impedirnos que estemos como si lo fueran.

*++