Sobre qué podemos ir haciendo
ante “Podemos”
(3/6)
Vicente Sarasa
Red Roja
SOCIOLOGÍA
CRITICA
2014/02/13
Ya en el
segundo plano propuesto para el análisis –el de la inserción
histórico-política de esta iniciativa- se impone una certera
interpretación histórica, más allá de los intereses que la respaldan. Pongo a
consideración estos apuntes:
“Podemos” se
ofrece como una canalización y superación políticas de la “indignación
quincemista”. En realidad, así son todas las candidaturas y plataformas que se
vienen sucediendo desde hace más de un año. Todas son síntomas del agotamiento
del 15M como herramienta para ir más allá de la mera indignación, pero haciendo
suyo mucho de su discurso general e impreciso para no aparecer como algo
“viejo” ante aquel. No reparan en que, incluso ante muchos jóvenes, el 15M ya
aparece más viejo que hasta los bloques caídos del Muro de Berlín. Pocos
fenómenos han envejecido tan prematuramente. Por tanto, “Podemos” tiene mucho
de crítica inconsecuente del quincemismo. En realidad, viendo cómo la
militancia promotora de “Podemos” se estructura y jerarquiza en cada una de sus
esquinas organizativas, podemos afirmar que estamos ante un intento vergonzante
de superar el 15M. En este sentido, si decíamos que el 15M era la intersección
de dos crisis –la profunda sistémica del capital y la histórica de nuestro
movimiento comunista- (5), “Podemos” es otra consecuencia objetiva más de una
crisis añadida: la de la pura negación quincemista de lo clásico en todo lo
referente a la expresión y organización de la lucha. Pero “Podemos” no
puede, en los términos que se plantea, generar interiormente la necesaria
negación de la negación quincemista. Otra cosa es que desde “fuera del interior”
de “Podemos” pueda utilizarse el eventual marco político y de calle que
esta iniciativa abriera para acercar las condiciones políticas en pro de una
verdadera síntesis que supere, por un lado, nuestra propia crisis histórica
como movimiento y, por otro, la crisis de la crítica que se nos ha hecho bajo
el formato de “otro mundo es posible”, “15M”, etc. Muchos “gamonales” esperan
aún ese parto-síntesis que acabe con la “madre de todas la crisis”, la
capitalista, esa que está provocando, desde hace demasiado tiempo ya, un
tsunami de degradación de las condiciones de vida como nunca en amplísimas
capas de la sociedad.
En términos
de clase, si el 15M lo que provoca es, en buena medida, la irrupción de
“sectores intermedios” en el escenario de las movilizaciones –sectores que
reivindican más su “ciudadanía” que su clase, y que han tomado un desmedido
protagonismo político justamente por la desestructuración del movimiento
obrero- esta candidatura sigue prolongando la iniciativa en las movilizaciones
de estos sectores. No refuerza el papel de la clase obrera al tiempo que sigue
dando rol de dirección en las movilizaciones a estas “capas intermedias”
regalándoles los oídos por “un rato más”, cuando en realidad asistimos a un
proceso de profunda proletarización de amplios sectores de la “ciudadanía” en
el sentido más clásico y decimonónico del concepto de proletariado. En nuestra
relación con “Podemos” –más bien con la gente de entre el pueblo que lo
apoyará- debemos realizar un trabajo pedagógico y paciente que incluya esa
reivindicación de mayor pertenencia a “lo proletario” que a “lo ciudadano”. Eso
sí, esto ha de realizarse huyendo de debates teoricistas que obstaculicen las
tareas por una amplia unidad de acción popular. Hay ejemplos fructíferos de esta
labor pedagógica cuando se hace desde la convicción de que durante mucho tiempo
la clarificación no puede ser previa a la movilización (6) dada la persistencia
del descrédito de la política en general.
En cualquier
caso, la línea revolucionaria de intervención debe saber acercarse a los
“sectores intermedios” golpeados por la crisis, incluyendo en ellos a muchos
obreros que siguen su discurso y que han llegado a disfrutar de una situación
material que ha facilitado su “desclasamiento ideológico”. Convencidos de que
la actual masiva movilización por reformas no puede ser resuelta en clave de
reformismo; de que, en este sentido, la movilización de muchos sectores entra
en contradicción con sus propios límites de conciencia, pero que sólo a partir
del movimiento se pude resolver; de que esa movilización es necesaria para
crear unas condiciones de verdadera resolución revolucionaria; convencidos de
todo ello, hemos de ir a generar la contradicción allí donde se expresen las
actuaciones políticas y “de calle” de esas “capas intermedias”. No tenemos
otra. Lo demás es quedarse en la fraseología general revolucionaria y encima, a
menudo, de la mala. Y la obligación de generar esa contradicción también
incluiría los eventuales escenarios que pudiera abrir “Podemos” o candidaturas
parecidas.
Concretamente
debemos presionar para que, entre tanta paja y justas reivindicaciones
dispersas (que a menudo parecen cartas a los reyes magos, como solemos decir
entre nosotros), exijamos pronunciamientos claros en lo que se refiere a
la línea de demarcación: la lucha contra el pago de
la ilegítima deuda con sus desarrollos legislativos concretos (art. 135 de
la Constitución, Ley 2/2012, etc.) en tanto que causa inmediata de
los recortes que son la razón de las movilizaciones de “indignación”. Y si
se nos responde que es imposible materializar eso porque “no nos dejarían”,
entonces, la contradicción se establecerá en un plano aún más político, cuando
exijamos que se haga menos apología de la apuesta electoral y de las
posibilidades democráticas del actual sistema. En definitiva, esta forma de
proceder es la que se plantea en esencia en el artículo “Línea
revolucionaria y referente político de masas” (7): acompañar en todas las
oportunidades que se nos ofrezcan a todos los sectores con los que tenemos que
trabajar (ver nota 2) para que avancemos en el camino que va de la
petición de reforma imposible al cuestionamiento revolucionario del poder para
hacerla… posible.
Viendo cómo
mucha gente cercana ya ha predispuesto su apoyo a “Podemos”, muchos militantes
ya no podemos obviar la obligación político-práctica de
generar la contradicción. Y hacerlo en los términos planteados. Debemos hacer
ese trabajo de clarificación en las actividades que convoque “Podemos” siempre
que no sea una mera reunión burocrática interna. Hemos aprendido a hacerlo
desde lo que venimos a llamar la dualidad organizativa, la relación
vector-marco. Cada vez más, tenemos un aliado con el que no se contaba durante
los años siniestros del parto de la Transición: la debilidad actual de las
tendencias reformistas y oportunistas que buscan impedir que la línea
revolucionaria haga su trabajo en los marcos que aquellas se ven obligadas a
impulsar, al estar afectadas por la misma crisis sistémica. Esa crisis profunda
que, si ya provoca fisuras internas en el bloque dominante, aún más está
debilitando la base material que sustenta a tanto pope de la “izquierda más
institucional, burocratizada y legalista” que ahora está interesado en darnos
cursillos acelerados de “humildad revolucionaria”. Hoy vivimos tiempos en que
“el bolchevismo puede hacer trabajar para él al menchevismo”, ya sea porque
este no se dé cuenta, ya sea que, por la cuenta que le trae, deba guardar las
formas. Vivimos tiempos, en fin, en que hasta los oportunistas consideran más
oportuno adoptar poses revolucionarias. La dualidad organizativa también nos da
la solución dialéctica ante ello. En el plano “minoritario” de la línea
revolucionaria organizada no nos creemos esas poses. En el plano “de calle”
aprovecharemos la oportunidad (ahora sí) para seguir empujando “vectorialmente”
nuestra labor bolchevique en los marcos que no son nuestros pero que no pueden
impedirnos que estemos como si lo fueran.
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