jueves, 31 de diciembre de 2020

Civilizaciones antiguas: LOS INDIOS AMERICANOS

La Guardia Civil detiene a unos morlaquetes traficantes de armas amigados con traficantes de drogas. Que no es que hayan terminado ni con el tráfico de armas ni el tráfico de drogas, que nadie se me vaya a escandalizar por esto. Si a los representantes del pueblo les entra unas rabietas intrínsecas para legislar contra la existencia de los paraísos fiscales, a lo mejor obstaculizaban el tráfico de drogas y armas, y de paso ayudaban a la Hacienda Española a que recaudara todo lo que debía recaudar, que bien vendría para paliar y erradicar las causas del covid-19, que oyes, aunque llevan cuarenta años sordos, porque todavía no se han enterado que los paraísos fiscales valen para que las grandes empresas junto a los grandes zurrupetos evadan sus impuestos, quien nos dice que en 2021 no la emprenderán contra los evasores fiscales con una ley por aquí, otra por allí, más dos por al parte de arriba, a la altura del garganchón, y tres por la parte de abajo, tal que por la rodilla, en plan zumbe, que ya digo, y de paso o el narcotráfico y el tráfico amigable de armas, que algo es algo. Que no se puede pedir todo de golpe y porrazo.

 

Desmantelan en España un grupo de traficantes de armas y se topan con un ‘museo nazi’

Diario octubre / diciembre 31, 2020 

Uno de los detenidos tenía en su vivienda un sofisticado taller clandestino para modificar armas de guerra.

Guardia Civil española

En la ciudad española de Málaga, la Guardia Civil desarticuló un grupo de traficantes de armas que las comerciaba entre narcotraficantes del sur del país. Durante los registros se incautaron 160 armas de fuego, entre ellas fusiles de asalto, así como numerosos cartuchos y una granada con un kilo y medio de explosivo militar.

Los tres cabecillas del grupo, que operaba desde hace más de tres años, fueron detenidos. Se trata de dos ciudadanos alemanes y uno británico, a los que “se les imputan los delitos de integración en grupo criminal, tráfico y depósito de armas, tráfico de municiones, tráfico de drogas y falsedad documental”, según un comunicado de la Guardia Civil.

En la vivienda de uno de los detenidos de nacionalidad alemana, que residía en Coín “bajo la falsa apariencia de un jubilado extranjero”, los agentes hallaron un sofisticado taller clandestino donde se cree que modificaban armas de guerra previamente adquiridas en países del Este.

El segundo alemán, vinculado a colectivos de extrema derecha y a movimientos nazis, se encargaba del almacenaje y de ocultar las armas, que guardaba en una nave alquilada. Allí, y en particular en su domicilio, tenía un ‘museo’ de objetos, uniformes y banderas de temática nazi. Mientras, el británico, detenido con anterioridad por tráfico de drogas, se ocupaba de las ventas como intermediario entre los alemanes y los narcotraficantes.

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Ni los niños vienen de Paris (Al menos hasta el día de hoy no venían), ni todo lo que reluce es oro, ni es izquierda todo lo que se dice que es de izquierda (Análisis del Partido Comunista Obrero Español –P.C.O.E.-)

 

El gobierno “progresista” allana el camino al fascismo

DIARIO OCTUBRE / diciembre 31, 2020


Final del formulario


Y el gobierno del que forma parte mantiene incólumes las reformas laborales del corrupto y reaccionario gobierno de Rajoy, la Ley Mordaza, se mantiene el pensionazo dado por el Gobierno de Zapatero que hace que se incremente la edad de jubilación y se reduzcan la cuantía de las pensiones, ya de por sí miserables, mientras están dando dineros públicos a manos llenas a los empresarios a la par que los salarios se estancan, congelan el salario mínimo interprofesional, priorizan los intereses económicos de los monopolios a la salud del pueblo, la deuda pública se acrecienta y la clase trabajadora constata como se depauperan sus condiciones vitales. Es decir, mientras la socialdemocracia podemita, los pseudofalangistas del PSOE y el oportunismo más asqueroso de IU/PCE en su gobierno antiobrero sirve a los empresarios, a la burguesía, éstos hacen su trabajo ideológico al objeto de ir aupando al fascismo a la toma del gobierno, puesto que el Estado es fascista desde 1939, y de ir sembrando el anticomunismo. Ahí tenemos a los juntaletras reaccionarios, auténticos parásitos que los capitalistas alimentan para inocular el anticomunismo con sus embrollos y trolas, como Jiménez Losantos o Pío Moa y sus libelos, por no hablar de los esbirros del micrófono como Herrera, Alsina y demás reaccionarios de las ondas radiofónicas y televisivas poniendo un día sí y otro también a parir al comunismo, culpabilizándolo absolutamente de todo pues, según ellos, éste se halla en el Gobierno.

La ofensiva ideológica es clara, mientras el Gobierno de socialfascistas y oportunistas sigue sirviendo a los monopolios, mientras sigue arremetiendo contra el pueblo al no alterar, en lo absoluto, las políticas efectuadas durante estas cuatro décadas, mientras la clase obrera comprueba como la desigualdad se acentúa, como se depauperan sus condiciones de vida y se les niega el derecho al trabajo, mientras comprueban que los desahucios se siguen produciendo y la juventud obrera no tiene futuro ni perspectiva alguna, en definitiva, mientras constatan la inactividad de ese Gobierno de supuesta izquierda para subsanar sus problemas cotidianos, cada día más acuciantes, los fascistas señalan la culpa de la situación miserable del pueblo trabajador al comunismo con argumentos como que “Pedro Sánchez es un revolucionario que con Iglesias quieren sovietizar España”, o que “hay un virus más dañino aún que la COVid-19, el comunismo anidando en las instituciones públicas”, por no hablar de que “La ETA y el FRAP están en el gobierno” o, incluso, culpabilizando directamente al comunismo de la COVID-19, como aquellos que abrazan el clerofascismo.

Y mientras, los fascistas se desgañitan culpando al comunismo de todo, a pesar de que tanto el gobierno “progresista” como los fascistas son iguales de burgueses y de capitalistas y, cómo no, enemigos acérrimos del comunismo y de la clase obrera.

Los supuestos “comunistas” del Gobierno de “progreso”, no han dudado en estos días navideños, mediante la Fiscalía Anticorrupción – nombrada por la Fiscal General del Estado que, a su vez, está nombrada por el Gobierno – pedir al Juzgado Central de Instrucción número 5 el archivo de la pieza Entidades en la que se investiga si el Banco HSBC junto con el Banco de Santander y BNP Paribas colaboraron en la fuga de capitales hacia Suiza realizada por evasores entre 2005 y 2008 con la intención de ocultarlos del erario público español atentando contra la Hacienda Pública. ¡Ahí tenemos a los supuestos comunistas de Jiménez Losantos y demás escoria fascista del Gobierno! Los mismos que untan con dineros a estos sicarios de la plumilla y del micrófono, la banca, los grandes capitalistas, los ladrones de cuello blanco, son los beneficiados por el Gobierno del PSOE y de PODEMOS-IU-PCE ¿Esta es la sovietización de España de la que habla Pío Moa cuándo resulta que el Gobierno pide la inmunidad de los ladrones de cuello blanco, cuando pretenden salvar la monarquía que simboliza todas las esencias fascistas del Estado, mira hacia otro lado ante el fascismo institucionalizado en el Ejército a la par que reprime a los pocos militares que se oponen a este? Por no hablar de la concentración bancaria que se está produciendo en el Estado español y que el gobierno está estimulando siguiendo a pies juntillas las directrices de la Unión Europea.

La izquierda real está fuera del Parlamento y del Gobierno, la única alternativa al capitalismo y toda su podredumbre es el comunismo por eso los fascistas pretenden grabar en el cerebro de los trabajadores que todo lo malo que acontece es por culpa del comunismo y los comunistas cuando, en realidad, no es más que los efectos del sistema caduco y criminal que defienden: el capitalismo.

La forma de actuar de los capitalistas, de los diferentes esbirros del capital –todos ellos iguales de anticomunistas – nos muestra cual es el único adversario que ellos conciben y admiten: El Comunismo. Y es que la burguesía sabe, a carta cabal, que la única alternativa a su tiranía y a la barbarie capitalista es que el pueblo trabajador sea quien imponga su dictado, que tenga en sus manos todos los medios de producción implicando ello su avance inexorable hacia la consecución del comunismo. La burguesía es plenamente consciente de que el mundo o será comunista o no será y trata de impedirlo con y por todos los medios, por ello hoy, y siempre, toca atizar al comunismo, porque es la única tabla de salvación que tiene y porque ya huelen que el proletariado dirigido por su ideología, el marxismo-leninismo, vamos mandar al capitalismo donde le corresponde, que no es otro sitio que el estercolero de la historia, y con él a todos los parásitos que viven de engañar y embrutecer a la clase obrera.

¡El fascismo no pasará!

¡Por la República Socialista!

¡Socialismo o barbarie!

Madrid, 30 de diciembre de 2020

COMITÉ EJECUTIVO DEL PARTIDO COMUNISTA OBRERO ESPAÑOL (P.C.O.E.)

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La literatura como ejercicio mental para el desciframiento, conocimiento y explicación de la realidad

 

Los nuevos viajeros en el tiempo

 David Toomey

El Viejo Topo

31.12.2020 

Prólogo

EN DONDE EL LECTOR ES INFORMADO DE UNA CONVERSACIÓN IMAGINADA EN UN SIGLO PRECEDENTE, Y EN DONDE SE DESCRIBE EL PROPÓSITO DEL AUTOR DE ESTE LIBRO

Mi primer encuentro con La máquina del tiempo de H. G. Wells fue inocente. Cuando lo saqué de un estante de la biblioteca no tenía ni idea de que fuera considerado un clásico de la literatura. Me atraía simplemente la promesa que encerraba aquel título tan sensacional. Cuando abrí la primera página de texto y me encontré con la frase “El Viajero en el Tiempo (pues esta debe de ser la manera más apropiada de referirse a él) nos estaba hablando de un tema muy abstruso”, ya no pude echarme atrás. Una cuantas páginas más adelante, Wells había pintado una escena de un grupo de caballeros de la época victoriana reunidos en una sala de estar, y yo tenía la sensación de estar sentado entre ellos.

En dicha escena, el elegante y misterioso anfitrión está explicando las propiedades de la tercera dimensión y teorizando sobre la naturaleza de la cuarta. Se entabla una discusión muy animada: uno de los personajes, identificado como “el psicólogo”, exclama: “¡Podríamos viajar hacia atrás en el tiempo y comprobar lo que hay de cierto en el relato convencional de la batalla de Hastings, por ejemplo!” Otro personaje, un “hombre muy joven” dice: “Y luego está el futuro… ¡Piénsenlo! ¡Podríamos invertir todo nuestro dinero, dejar que se acumularan los intereses y viajar al futuro para cobrarlos!” Siguen unos minutos de educado debate y de pronto el Viajero en el Tiempo pide disculpas y se levanta. Sus invitados oyen el sonido de sus pasos alejándose por el pasillo y momentos más tarde regresa con una maqueta de exquisita factura y la coloca con mucho cuidado encima de una mesa y cerca de una lámpara. Extiende una mano hacia el aparato, y con el dedo acciona una pequeña palanca. Se produce un leve movimiento de aire que hace parpadear la vela de la repisa de la chimenea. La máquina se va desvaneciendo hasta convertirse en una pálida imagen residual y al cabo de un momento desaparece completamente. A excepción de la lámpara, la mesa está vacía. El Viajero en el Tiempo informa a sus invitados de que la máquina todavía existe. Simplemente ha sido trasladada a otro momento del tiempo.

Acabé de leer el libro en unas horas. Sólo años después supe que la intención de Wells al escribirlo era hacer un comentario social sobre la división de clases. El hecho de que se haya convertido en una especie de manual de ciencia ficción sobre el viaje en el tiempo es una profunda ironía. De todos modos, la inocencia con que yo leí el libro me convirtió en uno de sus típicos lectores. Lo que a mí me interesaba no eran las teorías sociales del autor, ni siquiera esos extraños seres llamados los morlocks y los eloi. Lo que más me gustó fueron las magníficas escenas que hay al final del libro, los últimos momentos de una Tierra moribunda, una oscura criatura arrastrándose lentamente por una playa, y en el horizonte marino, un enorme Sol de color rojo.

Todavía más intrigante era la posibilidad del viaje en el tiempo y la tecnología que podía convertirlo en realidad. Leí de nuevo la conversación del principio del libro y encontré más cosas interesantes a valorar. Los escépticos podían expresar libremente su opinión, y el Viajero en el Tiempo se les anticipaba y rebatía sus objeciones con elegancia y humor. Su argumento era razonable, su demostración persuasiva. Aunque el perfil de la máquina no se describía con claridad, sus detalles –un poco de marfil aquí, un poco de metal pulido allí– sugerían un mecanismo intrincado. El Viajero en el Tiempo llamaba la atención de sus invitados para que se fijasen en una especie de barra que “emitía un resplandor brillante […] como si hubiera en ella algo de irreal”. En ningún momento se nos dice para qué sirve esa pieza o por qué parece estar ya casi situada en otra dimensión, pero el detalle contribuía a crear la impresión de que estábamos ante algo maravilloso. Y eso bastaba. Se pronunciaban unas cuantas palabras más, un dedo accionaba una pequeña palanca, y la máquina desaparecía. Naturalmente, lo que se omitía en este salto de la teoría a la demostración era una explicación de cómo funcionaba aquella máquina, cómo conseguía exactamente entrar y atravesar un reino que el Viajero en el Tiempo llamaba la cuarta dimensión. Más adelante en el libro se dan unas descripciones más detalladas de una máquina a escala natural. El diseño general de la misma no deja traslucir las representaciones más parecidas a un carruaje o a un trineo de las versiones cinematográficas: tiene un sillín y una especie de panel de control con diales y palancas, y el Viajero en el Tiempo se sienta a horcajadas en ella como si fuera una bicicleta. Respecto a la “sensación” que produce viajar por el tiempo, el libro lo deja casi todo a la imaginación del lector. “Me temo que no soy capaz de transmitir unas sensaciones tan peculiares […] Son demasiado desagradables”. Pero sí explica que, de modo semejante a cuando uno está montado en una montaña rusa, la experiencia produce la aterradora sensación de que has sido arrojado de cabeza al espacio y de que vas a estrellarte contra algo en cualquier momento.

Así pues, el libro nos dice qué aspecto tiene la máquina. También nos dice qué se siente al viajar en ella. Se nos dice todo esto. Pero nunca se nos dice exactamente cómo se las arregla una máquina para viajar por el tiempo. Por supuesto, Wells no lo sabía. La conversación que tiene lugar en la sala de estar del Viajero en el Tiempo es tan sólo un fragmento de exposición narrativa para cimentar y hacer plausibles los episodios más fantásticos que vienen a continuación. Todo esto estaba muy bien. Pero mi imaginación, la propia de un niño de doce años, se sintió ligeramente desairada, y tuve la misma sensación de insatisfacción cuando, mucho más tarde, volví a leer de nuevo aquel pasaje. Por ello, hace unos años, me quedé gratamente impresionado cuando supe que, en cierto modo, aquella conversación de la sala de estar victoriana había continuado, y que todavía prosigue. Los físicos teóricos y los astrofísicos han pensado bastante –de una forma seria y prolongada, además– en el tema que Wells pasó por alto: el del cómo del viaje en el tiempo.

Durante las décadas de 1930 y 1940, primero, y la de 1970, después, un matemático y tres físicos llevaron a cabo investigaciones tentativas sobre el tema del viaje al pasado. El trabajo de cada uno de ellos fue debidamente referenciado y debidamente olvidado. Las investigaciones se reanudaron de nuevo a finales de la década de 1980, pero no sin antes tener que superar un obstáculo formidable: las dudas relativas a la respetabilidad de este tipo de investigación. Los científicos tienen unos intereses profesionales que atender: comités de tesis y tribunales de oposición a los que complacer, directores de departamento y rectores universitarios a los que causar una buena impresión, y reputaciones que cuidar. Además, su forma de ganarse la vida depende en muchos sentidos de otras personas. Aparte de dar clases y conferencias, y de escribir artículos, se espera de los científicos universitarios que ellos mismos generen una parte sustancial de los fondos necesarios para financiar sus investigaciones. Los comités encargados de asignar estos recursos, a su vez, están compuestos por personas que también tienen que cuidar su reputación; y a ningún comité le gusta ser conocido por ingenuo, derrochador o por ser un blanco fácil. Por todas estas razones, los físicos que durante las décadas de 1960 y 1970 investigaron la posibilidad del viaje en el tiempo sentían la preocupación de que su interés pudiera ser calificado de trivial. Esto no quiere decir que se negasen totalmente a sacar el tema. De hecho, lo mencionaban a menudo en las conversaciones que tenían entre ellos, y algunos incluso publicaron trabajos que incluían alusiones al tema, al menos de una forma oblicua. Pero las conversaciones eran informales, y los trabajos procuraban disfrazar su contenido (al menos para un lector profano en la materia) utilizando expresiones más o menos opacas como “violación de la causalidad” y “curvas temporales cerradas”.

En 1988, las cosas cambiaron mucho. En setiembre de ese año, la revista especializada Physical Review Letters publicó un artículo de tres páginas con un título bastante sensacionalista: “Agujeros de gusano, máquinas del tiempo y estado de energía débil”. El artículo dejaba muy claro que se trataba de un trabajo eminentemente teórico, y que no era nada probable que alguien pudiera construir pronto una máquina del tiempo. Hacerlo requeriría, entre otras cosas, una cantidad de energía suficiente como para mover unas masas de un tamaño equivalente a la de varios soles, a unas velocidades relativísticas, o la capacidad de extraer agujeros de gusano microscópicos de la espuma cuántica e hincharlos por un factor de 1035 (es decir, un 1 seguido de 35 ceros) –y en cualquier caso, la capacidad de crear y manipular una clase de materia que nunca ha sido observada directamente. Sin embargo, la publicación de ese artículo fue un hito bastante significativo. Era la primera vez que alguien proponía un medio para emprender un viaje al pasado en el universo conocido. Fue también en este momento cuando la idea de las máquinas del tiempo pasó del campo de la ciencia ficción al ámbito de la ciencia.

El artículo produjo una pequeña conmoción en la comunidad de físicos teóricos. De repente, el tema de las máquinas del tiempo se había vuelto algo más respetable. Casi inmediatamente, lo que había empezado siendo un goteo de publicaciones fue creciendo hasta convertirse en un verdadero torrente, y las máquinas del tiempo se convirtieron en tema de discusión en seminarios y congresos internacionales. Quienes lideraban esta investigación eran figuras de primerísima importancia: entre ellos estaban Frank Tipler, Stephen Hawking y el físico del Caltech Kip Thorne.

En 1992 se celebró un seminario dedicado en gran parte al tema en el Aspen Center for Physics, en Aspen, Colorado. Allí, los físicos tuvieron la oportunidad de conversar largo y tendido, y la libertad de considerar los aspectos más filosóficos del viaje en el tiempo: las paradojas causales que pueden resultar del hecho de cambiar la historia, cuestiones relativas al libre albedrío, los universos alternativos y la naturaleza de una civilización que tuviera el poder de mandar señales al pasado. En los años subsiguientes, estas ideas fueron abordadas de una forma más completa y también fueron publicadas. En ese momento la conversación se había ya ramificado en muchas direcciones. Algunos trabajos exploraban los problemas que el viaje en el tiempo planteaba a la lógica; otros discutían los retos que planteaba a la física. Y otros revisaban las ideas sobre el espacio-tiempo y estrafalarios conceptos como el de un pasado y un futuro que se ramificaban. En el momento en que este libro entraba en prensa, las revistas de física más respetables habían publicado más de doscientos artículos sobre el tema de las máquinas del tiempo, y los propios físicos habían producido diez o doce libros sobre el tema.

Los científicos cuyo trabajo se describe en este libro han expandido la conversación imaginada por Wells, ampliándola para incluir en ella una variedad de máquinas del tiempo, y profundizándola al invocar, no solamente a la geometría, sino también a la relatividad, la mecánica cuántica y (al menos tentativamente) la gravedad cuántica. También han hecho que la conversación fuera más rigurosa, proponiendo y sometiendo a prueba diversas hipótesis (no en el laboratorio, sino a la manera de los físicos teóricos, es decir, por medio de toda clase de “experimentos mentales”), y luego descartándolas totalmente, o aceptándolas para construir a partir de ellas nuevas hipótesis.

Con todo ello, el ambiente de aquella sala de estar victoriana iluminada con una lámpara de gas ha sobrevivido. Los invitados del Viajero en el Tiempo no se sentirían fuera de lugar en los seminarios celebrados en las aulas con paneles de roble de Cambridge o Princeton, ni en las del Caltech’s Bridge Laboratory. Aunque probablemente sí se sentirían algo desorientados en otros locales. De hecho, los físicos que se ocupan de este tema lo hacen en cualquier lugar. Se reúnen casualmente en los pasillos que hay frente a las aulas, y más deliberadamente frente a una taza de té o café. Asisten a congresos internacionales donde participan en mesas redondas, presentan ponencias propias y asisten a las ponencias presentados por otros. Últimamente, se han estado llamando por teléfono o intercambiando correos electrónicos casi a diario, discutiendo su trabajo o interesándose por el trabajo de otros. Ponen sus ideas por escrito, a menudo en colaboración. Muestran los primeros borradores de sus trabajos a sus colegas, y les piden su opinión y que les planteen preguntas y objeciones. Algunos cuelgan el producto de su trabajo en la red antes de publicarlo y lo revisan a la luz de los comentarios que les hacen aquellos de sus colegas que los han leído allí. Finalmente, analizan con mucho cuidado las obras publicadas por otros, y cuando descubren algún error en ellas reaccionan con una pasión que sorprendería a muchos no físicos.

Obviamente, sigue habiendo algo de ciencia ficción en este tema. El viaje en el tiempo es uno de los subgéneros más prolíficos en el campo de la ciencia ficción, y la influencia de la ciencia ficción en los científicos es innegable.

Muchos de los científicos que aparecen en este libro no tienen ningún empacho en admitir que se sintieron estimulados a seguir una carrera científica leyendo obras de ciencia ficción, aunque, a su debido tiempo, la mayoría de ellos descubrió que la ciencia era mucho más excitante y satisfactoria. Muchos opinan como Einstein, que en cierta ocasión comentó que la ciencia ficción distorsiona la ciencia y produce a la gente la ilusión de que la entiende sin tener una verdadera comprensión de ella. De acuerdo con estos puntos de vista, en un primer momento tomé la decisión de prescindir completamente de la ciencia ficción en este libro, pero a medida que avanzaba en su redacción me fui topando cada vez más con obras de ciencia ficción que anticipaban las ideas de físicos y filósofos sobre la naturaleza del tiempo, que ilustraban estas ideas de una forma espectacular y llena de color, y que constituían auténticos filones de pensamientos y de lúcidas explicaciones de las mismas ideas que los físicos estaban estudiando. Era evidente que desterrar completamente a la ciencia ficción de mi relato hubiera sido una estupidez.

La influencia de los físicos sobre la ciencia ficción era, como ya me esperaba, significativa. Para tomar un ejemplo fácil, el agujero de gusano

–ese hipotético “atajo en el espacio”– fue descubierto por Ludwig Flamm como solución a las ecuaciones de campo de Einstein en 1916, y posteriormente fue estudiado por Einstein y por Nathan Rosen en la década de 1930. Desde entonces se ha convertido en un elemento indispensable para los autores de ciencia ficción cuyos argumentos requieren unos viajes interestelares razonablemente rápidos. Hay otras muchas influencias de este tipo, y algunas de ellas son sorprendentemente directas. En 1974, el físico Frank Tipler publicó una idea para deformar el espacio-tiempo en la más prestigiosa revista de física teórica, la Physical Review D. En 1979, el escritor de ciencia ficción Larry Niven se apropió del concepto, y también del título, bastante farragoso –“Los cilindros rotatorios y la posibilidad de una violación global de la causalidad”– para uno de sus relatos de ciencia ficción. En la primavera de 1985, Carl Sagan estaba revisando el manuscrito de su novela de ciencia ficción Contact y quería asegurarse de que su descripción de la distorsión del espacio-tiempo era precisa. Le pidió al físico Kip Thorne que leyera el manuscrito. Thorne accedió a su petición y sugirió varias correcciones que Sagan incorporó más tarde a su novela.

En general, yo me esperaba encontrar una fuerte influencia de la ciencia sobre la ciencia ficción. Lo que no me esperaba, en cambio, era la existencia de una fuerte contracorriente –es decir, una influencia perceptible de la ciencia ficción sobre la ciencia. Pondré dos ejemplos. Tras contestar la pregunta que le había hecho Sagan, Thorne se sintió cada vez más intrigado por sus implicaciones, y su posterior trabajo sobre el tema le llevó a escribir el artículo que puso en marcha la investigación más amplia que es el tema de buena parte de este libro. Unos cuantos años más tarde, el autor de ciencia ficción y físico Robert Forward tomó una serie de notas para una novela que incorporaba una idea que Thorne y algunos de sus colegas habían descrito en sus publicaciones, y le pidió a Thorne que las leyese y se las comentase. Thorne así lo hizo, y durante el proceso entró en contacto con una de las ideas de Forward que citaría en uno de sus artículos posteriores. A medida que avanzaba en mi investigación, me fui topando con influencias similares a estas por todas partes. Me di cuenta de que si mi intención era la de contar la historia reciente de la idea del viaje en el tiempo, hacer caso omiso del papel de la ciencia ficción haría que mi relato fuera no sólo menos interesante, sino absolutamente engañoso.

Seguí albergando dudas, sin embargo. Vivimos en un momento de la historia en el que la realidad y la ficción a menudo se confunden, en ocasiones con consecuencias potencialmente peligrosas. Encuestas recientes sobre el conocimiento de las ciencias que tienen los norteamericanos han puesto de relieve la existencia de unas lagunas alarmantes –y eso en un momento en el que parecemos estar rodeados de amenazas a la salud y al bienestar. La lista de dichos peligros es tan larga como familiar. Están los problemas globales: el cambio climático y sus consecuencias, el bioterrorismo y la guerra química, la ingeniería genética, las probables deficiencias del sistema de defensa con misiles. Y están también los problemas de tipo más personal: vigilancia electrónica, tecnología de células madre, drogas alucinógenas.

Es cierto que el uso inadecuado de la ciencia y la tecnología es en cierto modo responsable de algunos males sociales y medioambientales. Pero es igualmente cierto que la ciencia y la tecnología nunca han sido tan importantes para nuestra supervivencia a largo plazo. Un mayor reconocimiento público de la investigación científica nos beneficiaría a todos. Como dijo el propio Wells, “la historia es cada vez más una carrera entre la educación y la catástrofe”. Pensando en todo esto, he procurado mantener la distinción entre hechos y ficciones lo más clara posible. Por consiguiente, este relato hará alusión a una obra de ciencia ficción únicamente cuando un determinado científico haya reconocido la influencia que dicha obra habrá ejercido sobre él, o cuando yo crea que ofrece un buen modo de esclarecer determinada teoría o idea. Pero para que no interfieran en el relato principal, he procurado relegar las referencias del segundo tipo a las notas del final del libro

En el campo de la física teórica, y especialmente en el de la astrofísica, la ciencia de verdad puede ser considerablemente más difícil que la ciencia ficción. Pero el hecho de abordar esta dificultad trae consigo su propia recompensa: para poder entender la distorsión del espacio-tiempo, por ejemplo, hemos de refrescar nuestros conocimientos de geometría, tanto en sus variantes euclidiana como no euclidiana. Igualmente, cualquier discusión sobre viajes en el tiempo requiere hacer breves incursiones narrativas en los campos de la astrofísica, la relatividad especial y general, y la mecánica cuántica. Este libro tendrá que repasar necesariamente algunos de estos temas. El camino, por tanto, será algo difícil en algunos trechos. Pero es muy probable que nos sintamos satisfechos después de recorrerlo.

¿Es posible viajar en el tiempo? La relatividad especial y la general permiten un tipo de viaje uni-direccional hacia el futuro. Pero aquello que entendemos normalmente por viaje en el tiempo –es decir, los viajes de ida y vuelta al pasado y al futuro, volviendo al presente– es algo muy distinto. Por lo que respecta a la viabilidad de estos empeños, la opinión preponderante es decididamente agnóstica. Simplemente no lo sabemos. Además, la mayor parte de los investigadores están de acuerdo en que no podemos saberlo hasta que tengamos un entendimiento más perfecto de la gravedad cuántica, y es posible que pase una década o más antes de que estemos en posesión de este conocimiento.

¿Significa esto que hemos de esperar hasta entonces para pensar seriamente en la idea del viaje en el tiempo? Los personajes que aparecen en este libro no han querido esperar. Como les gusta recordar a los historiadores de la ciencia, los científicos son humanos, y como tales tienen las debilidades propias de los humanos. Sería poco razonable esperar de ellos que trabajasen siempre de una forma metódica y paso a paso –proponiendo una teoría para explicar un fenómeno, ideando experimentos para verificar la teoría, implementando los experimentos, y así sucesivamente. Demostraríamos desconocer la naturaleza humana si esperásemos de ellos que nunca alteraran el orden de estos pasos, que nunca se adelantasen a sí mismos. De hecho, puede argumentarse que muchos avances se han producido precisamente porque se han dado algunos pasos sin respetar la secuencia habitual. El matemático francés Henri Poincaré observó en cierta ocasión: “Es posible contemplar el espectáculo de un universo estrellado sin preguntarse cómo se formó: tal vez deberíamos esperar y no buscar una solución hasta que hayamos reunido pacientemente todos los elementos […] Pero si siempre hubiéramos sido tan razonables, si nuestra curiosidad no fuera impaciente, es probable que nunca hubiésemos llegado a crear la Ciencia y que nos hubiésemos tenido que contentar con llevar una existencia trivial”.

En un futuro no muy lejano los físicos tendrán un conocimiento más perfecto de la gravedad cuántica. En ese momento probablemente aparecerá otro libro acerca del viaje en el tiempo y ofrecerá respuestas más precisas a las cuestiones aquí planteadas. Mostrará que algunas líneas de investigación habrán resultado ser viables, descartará otras e introducirá nuevas líneas que todavía no han sido imaginadas. Mientras, no es demasiado pronto para contar lo que ya se sabe, que es mucho.

Los hombres y mujeres cuyas ideas se describen en las páginas de este libro han pensado seriamente y en profundidad en un tema que la mayoría de nosotros dejamos atrás cuando dejamos de ser niños, y al hacerlo han entablado una discusión plagada de intuiciones asombrosas. En cierto sentido, como ellos mismos admitirán, es posible que se estén precipitando. Pero esto forma parte de su encanto. Efectivamente, habrían complacido a Poincaré, pues todos y cada uno de ellos, en cierto modo, son poco razonables, curiosos e impacientes. Su historia es el tema de este libro, y el objetivo que me ha movido a contarla es triple: primero, rastrear la idea del viaje en el tiempo a lo largo de varias décadas; segundo, ofrecer un punto de vista sobre la vida y la obra de este fascinante grupo de pensadores; y finalmente, pagar una deuda que tengo desde hace mucho tiempo con un muchacho de doce años –y, espero, con otros muchos como él.

 

Prólogo del libro de David Toomey Los nuevos viajeros en el tiempo. Un viaje a las fronteras de la física.

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miércoles, 30 de diciembre de 2020

FELICITACION NAVIDEÑA DEL OJO ATÍPICO: Los mejores deseos para 2021 y hasta que ruede el mundo, a las más prístinas, pacíficas, sacrificadas, abnegadas y heroicas fuerzas nunca bien ponderadas, que constituyen todas las fuerzas no armadas de trabajadores que con su trabajo crean cuanta riqueza existe (de la que disfrutan poco) para el progreso y grandeza de la Patria. ¡Viva la España trabajadora! Se excluyen en buena lógica de nuestros mejores deseos cualquier sanguijuela, garrapata o chinche que viva y se enriquezca a costa de la sangre y sudores ajenos.

 

Policías España, página de apoyo a los nuestros.

24 DY DYZYMBRel Paras 22:02  · 

Policías España, página de apoyo a los nuestros (día 30 de diciembre de 2020) publica en face el siguiente  post: Buenos días a todos y Feliz Navidad, estéis donde estás... Viva España y nuestras fuerzas y cuerpos de seguridad 🎄🎊🎉🍾🥳🇪🇦❤

#Robin1”, al que adjunta la siguiente foto:

 


Yo no sé si el autor de esa publicación es policía o no, y tampoco sé quiénes pueden ser esos “nuestros” a los que alude en el post, pero lo que es evidente es que la policía es un cuerpo armado pagado con el dinero de los impuestos de todos los trabajadores que no son policías y que crean cuanta riqueza existe, de la que disfrutan los policías, y que seguramente representará una mayor parte proporcional de la que disfruta el trabajador no policía. El tanque que aparece en la fotografía es un tanque pagado con el dinero de los trabajadores, y el tanque es una máquina construida para matar.

A este post, refiriéndose al tanque, responde el ignorante con instintos claros de criminalidad, Luis Enrique Bonet Peiro, diciendo: “Estos al Congreso de los diputados haber si caen todos comunistas de un infarto”. A mí me parece que este texto constituye una incitación explícita y directa a la práctica de la violencia, de la alteración del orden público y el crimen que debería ser perseguida por la policía, jueces y fiscales, salvo que todos ellos lean con el culo y no sepan interpretar la proclama pública y violenta del ignorante Luis Enrique Bonet Peiro.

Por otra parte, Facebook a mi me tiene vetado, exactamente 588 artículos desde el 17 de enero de este año, porque según Facebook no cumplo con sus normas, de lo que no puedo sino congratularme, porque al parecer las normas de Facebook deben estar relacionadas con la propagación de actitudes violentas como las de Luis Enrique Bonet , dado que publica sus post y no mis artículos, que por lo general se dirigen contra la violencia imperante, la corrupción, las mentiras y demás actitudes antisociales y criminales, como por ejemplo, la evasión de impuestos.

Publican escrito míos cuentas en Facebook, como por ejemplo: Isla Mayor habla de política; Nativos de Isla Mayor; Mineros del Bierzo; Simpatizantes del PTE; República, Federal y laica; Zaragoza y Aragón; Reiniciar Podemos 15M; Marxismo; Comunistas del Mundo; Plataforma pensionistas de España por su dignidad: Pensionistas por el blindaje de las pensiones y algunos más, a cuyos administradores les estoy muy agradecido por lo mucho que me ayuda a escribir. Pero mis publicaciones en las cuentas de Facebook mencionadas únicamente las puedo realizar a provechando artículos de otros autores que sí pueden ser compartidos, a los que acompaño con una entradilla mía, porque el señor de Facebook no me deja compartir ni siquiera de mi Blog, El Ojo Atípico a mi propia cuenta de Facebook, por lo que lógicamente, menos puedo compartir directamente de mi Blog a otras cuentas de Facebook. Esto está acompañado porque el señor de Facebook en mi cuenta me ha puesto el idioma portugués (cosa que desde luego le agradezco mucho porque me está haciendo comprender ese idioma que no conocía), complementado con que a veces no puedo ni responder a comentarios porque me cambia tanto el orden de las letras como el sentido de  las frases, de modo que resultaría absolutamente incomprensible lo que escribo.

Estas son las razones que me han llevado a escribir lo que antecede que, publico en mi Blog, peor que no podré compartir con nadie, excepto en twister.

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Así sí. Así cualquiera. Así también puedo ser yo el Señor Cristo mío Redentor o desde que te vi con la pata de palo dije para mí: malo, malo, malo, malo, malo; el Lucero del Alba, Mariquita la ye yé o lo que toque, que el negocio es el negocio.

 

Cibernegocio contra Cuba y los medios dependientes que le hacen el juego

Medios dependientes del cibernegocio contra Cuba. Foto: Granma.

 

WALKIRIA JUANES SÁNCHEZ

Tercerainformaciòn

30,12,2020 

Un entramado de medios de comunicación intenta legitimar en Cuba la visión hegemónica estadounidense sobre democracia y libertad. Con su estrategia anexionista intoxican constantemente las redes sociales con informaciones tergiversadas sobre casi todo lo que ocurre en la Isla.

Se catalogan como “independientes o alternativos”, pero resulta curioso que todos los que dirigen CiberCuba, ADN Cuba, Cubanos por el Mundo, Cubita Now, Cubanet, Periodismo de Barrio, El Toque, El Estornudo y YucaByte, entre otros, residen en el exterior, la mayoría en EE. UU., y sus estrategias de comunicación son la fórmula calcada del diseño político que predomina en ese país.

Maykel González, del sitio subversivo Tremenda Nota, declaró públicamente que, durante su estadía en Estados Unidos, específicamente en el estado de Ohio, asistió a un programa académico con profesores de la Universidad.

Hubo un contacto con funcionarios que se encargaban de atender a la prensa en el Departamento de Estado, yo tuve una cita privada con la funcionaria de Estado Priscila Hernández”, comentó González.

El informe de la Comisión para la asistencia a una Cuba Libre, de junio de 2004, registra las principales líneas subversivas contra la Mayor de las Antillas, entre las que se incluyó el fomento de proyectos de prensa. Desde entonces, todas las administraciones posteriores al presidente George W. Bush ajustaron su diseño mediático a cada contexto.

El Departamento de Estado, la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID) y el Fondo Nacional para la Democracia (NED) de esa nación, financian esta maquinaria mediática que se ha beneficiado de los más de 500 millones de dólares que la Casa Blanca destinó en los últimos 20 años para la subversión en Cuba.

Con el fin de recibir de modo expedito los financiamientos, varias de estas publicaciones digitales contrarrevolucionarios se han registrado en otros países como organizaciones no gubernamentales (ONG).

Tal es el caso de los sitios El Toque, mediante el colectivo Más, radicado en Polonia, y de El Estornudo, creado en Cuba, y luego legalizado en México como una ONG.

Carlos Manuel Álvarez, director de El Estornudo, arribó a Cuba el 24 de noviembre para unirse al show mediático de San Isidro.

Abraham Jiménez Enoa, quien fuera partícipe de ese mismo sitio web, expresó que él no sabe cuánto es el financiamiento total del “medio”, porque todo se gesta desde afuera. “Los colaboradores que hacen la revista cobran por trabajo, con un sueldo fijo de 400 CUC. Hasta que yo me fui, El Estornudo era financiado por la NED y Open Society”, precisó Jiménez Enoa.

Estos medios que se hacen llamar alternativos e independientes, se descalifican por sí solos, cuando se revela de dónde procede su sustento, aunque en ocasiones se pretenda desviar la atención sobre el origen del dinero.

La investigadora del Centro de Estudios Hemisféricos y sobre Estados Unidos, Yazmín Vázquez Ortiz, explicó que el financiamiento, la capacitación y la asistencia técnica son pilares, a partir de los cuales se aprovechan las condiciones que existan en las sociedades que puedan ser objeto de intervención, para promover movimientos de resistencia que puedan fomentar el cambio que quiere Estados Unidos.

Quienes dirigen y colaboran en estos espacios, lo hacen a través de organizaciones radicadas en territorio estadounidense, europeo o latinoamericano.

La subdirectora de ese mismo Centro, Olga Rosa González Martín, destacó que al funcionar como una organización privada reciben fondos privados, puede ser de cualquier individuo, de cualquier corporación a nivel internacional, lo que hace más difícil poder vincular a una entidad con un gobierno específico, y con los objetivos de política exterior de este en un país determinado.

El Instituto de Periodismo de Paz y Guerra, Factual, Distintas Latitudes, Fundación Sueca de Derechos Humanos, Editorial HipermediaDiario de CubaCubanet, la Universidad Sergio Arboleda, y muchos más, funcionan como contratistas de estos proyectos mercenarios de prensa.

José Jasán, del sitio subversivo El Toque, precisó que “lo más aceptable para ‘la empresa’ es que al ir un grupo de cubanos a capacitarse le da la oportunidad de pagarles directamente a estos”.

Elaine Díaz Rodríguez, de Periodismo de Barrio, expresó que acudieron a la cooperación internacional. “En un primer momento se financió con los ahorros que pude llevar a Cuba de la beca Lima, y después logramos hacer un proyecto piloto con la Fundación Sueca de Derechos Humanos. Logramos una alianza con la Embajada de Noruega, mediante la cual estamos aquí”, precisó.

En este diseño sobresale desde la NED, el cubanoamericano Aimel Ríos Wong. Como Jefe del Programa Cuba, distribuye los fondos aprobados para desmontar paradigmas ideológicos y culturales desde afuera y dentro de la Isla.

Maykel González, del sitio subversivo Tremenda Nota, comentó que Ríos Wong lo llamó, salieron a “dar una vuelta en Washington”, y lo reconoció como alguien que se ha hecho presente, que ha estado dialogando constantemente con los actores, tanto del periodismo como de la sociedad civil.

Estamos trabajando con alrededor de 7 000 dólares americanos para un trimestre, a partir de los cuales hacemos la planificación del trabajo, y está asignado por todas las tarifas que tenemos de pago”, apuntó Maykel González.

Como estrategia seleccionan a sus futuros líderes, los capacitan, premian, financian, estimulan, visibilizan, aglutinan, empoderan, orientan y les dan espacios y tribunas.

“Lo que dicen es: no, pero a mí nadie me dice lo que tengo que escribir, nadie me dice cuál es la línea editorial de mi página o de los artículos que yo escribo. No tienen que decírtelo, ya tú tienes asumida esa línea, recibes el financiamiento, porque ya decías esas cosas, y sabes que si no las dices y no sigues esa línea antigubernamental no vas a recibir el financiamiento”, destacó Javier Gómez Sánchez, especialista en medios de comunicación audiovisual.

En la medida en que la informatización del país ha ido avanzando, señaló Gómez Sánchez, las personas han ido teniendo un mayor acceso a internet, y esta guerra ha ido aumentando y organizándose, porque su posibilidad de llegar con este tipo de manipulación mediática a determinados sectores de la población se ha incrementado.

El doctor Ernesto Estévez, miembro de la Academia de Ciencias de Cuba, recordó que este fenómeno es algo que se ha venido trabajando desde hace muchos años, con el objetivo de revertir la Revolución Cubana, de hacer una restauración capitalista.

Fuentes públicas del propio Gobierno estadounidense muestran el incremento de estos fondos durante los últimos años, justo cuando el Estado cubano avanza en las transformaciones del nuevo modelo económico y social.

Así lo confirma una convocatoria de la Oficina de Democracia, Derechos Humanos y Trabajo del Departamento de Estado norteamericano para financiar propuestas relacionadas con los derechos civiles y políticos en Cuba, en medio de las provocaciones articuladas en los últimos días.

Junto a la imposición de medidas económicas restrictivas y el complejo escenario epidemiológico de la COVID-19, los medios de prensa enemigos se alinearon para desacreditar la gestión del Gobierno cubano y deslegitimar el sistema social.

“Tiene que ver con la fabricación de matrices de opinión, que tienen dos características esenciales: primero que están creadas para administrar los descontentos que existen, relacionados con determinados temas, y dirigirlos en contra del Gobierno, del socialismo, del sistema político; y segundo, intentar promover en Cuba un pensamiento liberal, basado en el liberalismo, que es la ideología del capitalismo”, expuso la sicóloga Karima Oliva Bello.

En el entramado comunicacional se encuentran los llamados influencers con tendencias hipercríticas, creados para generar empatías y tendencias ideológicas en miles de seguidores, a través de las redes sociales.

Los proyectos de prensa enemigos, en este escenario, se identifican como instrumentos del Gobierno de EE. UU. en su estrategia de guerra no convencional contra la Mayor de las Antillas.

Quien consume las noticias que publican los medios subversivos pudiera llegar a creer que Cuba es un país que se desploma. Sin embargo, se trata de una nación que vive una realidad diferente.

En video, los medios “independientes” financiados por EE.UU. para la subversión contra Cuba

Fuente: Granma

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Aragón, España: sin saber y sin comprender la historia no puede haber futuro

 

Lecturas de autogestión: «Las colectividades de Aragón» de Félix Carrasquer

“Las colectividades de Aragón” es un texto generoso y apasionante...

Por José Luis Carretero Miramar 

KAOSENLARED

30 Dic, 2020

“Dedico la memoria de estos hechos auténticos a los colectivistas que, al fusionarse con espontánea generosidad, alumbraron una sociedad nueva”. Así comienza su obra “Las colectividades de Aragón”, Félix Carrasquer, educador y organizador libertario, enamorado de la cultura, que aunaba una tremenda capacidad de análisis social con una voluntad pedagógica incansable que le llevó a fundar la “Escuela de Militantes” de la CNT en Monzón, durante la Guerra Civil española. Un libro que ha sido reeditado recientemente por la editorial Descontrol, ubicada en el feraz ecosistema cooperativo de Can Batlló, en Barcelona.

“Las colectividades de Aragón” es un texto generoso y apasionante, con el que Carrasquer pretende trasladarnos el ambiente y las realizaciones de la obra autogestionaria de las colectividades agrarias, durante la Guerra Civil.

En una narración ordenada y muy rica en anécdotas y documentación histórica, Carrasquer nos explica, con una claridad didáctica envidiable, cómo funcionaban, cómo se habían organizado, y a qué se dedicaban las colectividades puestas en marcha por el campesinado de Aragón en 1936.

Carrasquer comienza su análisis con una afirmación que rompe con ciertos esquematismos típicos a la hora de analizar los procesos revolucionarios en el campo: “hay que justipreciar cuánto supone el que la mayoría de los cenetistas y simpatizantes fueran pequeños propietarios”. Pequeños propietarios acosados, muchas veces, por las marañas de deudas consustanciales a las dinámicas caciquiles del campo español, pero no necesariamente “campesinos pobres en la miseria”. La mayoría de ellos “subvenían a sus necesidades más perentorias”, pero aún así se habían visto arrastrados por el proceso de politización general que había inundado a la sociedad española, en un sentido progresista. La CNT se había expandido entre una población que, por otra parte, había convertido en héroes populares a los militares que, pocos años antes, habían encabezado la “Sublevación de Jaca” en un intento prematuro de proclamar la República.

La dinámica de las colectividades de Aragón, por tanto, desmiente la primaria contradicción que muchas veces se ha presentado entre “jornaleros que reclaman la colectivización”, por una parte, y “pequeños propietarios necesariamente conservadores”, por otra. Carrasquer incide en la importancia de la cultura (lo que ahora llamaríamos la “hegemonía en un sentido gramsciano”) en el seno del campesinado aragonés y en lo decisivo, desde el punto de vista cualitativo, de las personas en el proceso revolucionario. La presencia o no de militantes formados y capaces representa, para Carrasquer, el elemento definitorio del éxito o del fracaso de las experiencias colectivistas en el plano local:

“En las industrias y poblaciones donde había hombres consciente y humanamente preparados, capaces de dinamizar la vida cívica y económica desde el primer instante, la colectividad se desenvolvió con una eficacia ejemplar, mientras que allí donde esos hombres faltaron, su desarrollo fue vacilante y a veces confuso (…)Esto debería servir de lección para las organizaciones de acción directa que pretenden sustituir la sociedad represiva y explotadora por otra de libertad y justicia, y que por eso mismo caerían en flagrante contradicción si pretendieran  hacer el cambio careciendo de hombres que pudieran garantizar la buena marcha de la colectividad tanto por su competencia técnica en el área productiva, distributiva y de los servicios como, en una perspectiva ética, por su capacidad solidaria y su conducta intachable.”

Por todo ello, afirma Carrasquer, “fácil es comprender que la primera tarea y la más importante que a dichas organizaciones incumbe es, sin lugar a dudas, una tarea de carácter pedagógico”.

En ese proceso pedagógico teórico-práctico que implicó el proceso colectivizador, en el que los militantes tuvieron que aprender muchas veces “haciendo”, sin una previa formación técnica y sociopolítica formal, el campesinado aragonés se dotó de sus propias instituciones y de sus propias reglas de funcionamiento. De una institucionalidad firmemente asamblearia, un Derecho propio popular y flexible, y procesos autogestionarios de organización de la producción que aunaban el despliegue de las técnicas modernas más accesibles y la voluntad de salvaguardar el bienestar y la equidad en un contexto tendencialmente igualitario.

Carrasquer hace hincapié en una de esas instituciones desplegadas por el proceso colectivizador, la cooperativa local. Según el pedagogo aragonés:

“Fue esta institución la que permitió coordinar, de la manera más igualitaria posible, las relaciones económicas entre todos los habitantes de la población. Como el comercio especulativo se había abolido en Aragón, todo el pueblo, tanto los miembros de la colectividad como los que no pertenecían a ella, acudían a la cooperativa para proveerse de cuanto necesitaran, ya fuesen artículos alimenticios así como prendas de vestir, calzado, artículos caseros o semillas, abonos, herbicidas u otros para el campo; al mismo tiempo que depositaban en ella los frutos sobrantes de sus cosechas.”

La cooperativa funcionaba como almacén comunal, pero también como red de distribución de los bienes  “importados” (comprados fuera del pueblo), como banca propia (emitía incluso libretas individuales expresando las transacciones y saldos de cada unidad familiar) y como unidad integradora de la producción de la colectividad y los propietarios privados que se mantenían ajenos a la misma (llamados “individualistas”), lo que permitía la “exportación” y comercialización de lo producido por el pueblo en mejores condiciones (al permitir economías de escala) que la venta directa por los propietarios colectivos o privados.

La cooperativa integraba la “economía privada” (que subsistía en magnitudes variables en los pueblos) con la derivada de la “colectividad” (formada por los núcleos familiares que habían decidido poner su trabajo y sus tierras en común). Según afirma Carrasquer, la cooperativa local tuvo una importancia económica esencial, pero, además:

“Con ser tan útil la cooperativa para el desenvolvimiento económico, lo fue mucho más como escuela de aprendizaje de la convivencia; ya que gracias al imperativo de los intercambios económicos que reunía en su seno a colectivistas e individualistas, ambos sectores confluyeron en sus asambleas, donde por conducto del diálogo pudieron conocerse mejor y abrir cauces inéditos a su cooperación”.

Uno de los elementos más interesantes del proceso revolucionario aragonés fue que las cooperativas y colectividades locales no se quedaron aisladas, encerradas en sí mismas. Ya desde el primer momento, desplegaron un creciente y cada vez más amplio proceso de integración y planificación participativa, instituyendo federaciones comarcales y, finalmente, una estructura de coordinación general que cristalizará en la organización del llamado Consejo de Aragón, como órgano de autogobierno político e integración económica de toda la región. Nos lo cuenta Félix Carrasquer:

“Ya en los primeros meses de la guerra se constituyeron 25 Federaciones Comarcales, federaciones que hacia septiembre de 1936 reunían en conjunto 450 colectividades, acercándose a las seiscientas en 1937 (…) Así fue como de colectividad en colectividad se pasó a la Federación Comarcal de Colectividades, esquema básico a partir del cual el colectivismo aragonés llegaría a fundirse en una estructura más compleja y susceptible de dar a la solidaridad una dimensión más amplia y, por tanto, de mayor justicia.”

En los días 14 y 15 de febrero de 1937 tuvo lugar en Caspe el congreso constitutivo de la Federación de Colectividades de Aragón, al que acudieron unos seiscientos delegados que representaban a las 25 federaciones comarcales ya constituidas, a la CNT, a la FAI y a los grupos anarquistas aragoneses. Se acordaron los estatutos de la Federación (un ejemplo genuino de lo que Laval y Dardot, en su obra “Común”, llaman el “derecho obrero”) y se adoptaron una serie de resoluciones para garantizar el abastecimiento en una situación de guerra.

Paralelamente, y como ya hemos apuntado, se constituía en la sede del Comité Regional de la CNT en Alcañiz, el 15 de octubre de 1936, el llamado Consejo de Aragón, como órgano de autogobierno regional. El 20 de noviembre, a regañadientes, el gobierno central reconocía legalmente a dicho Consejo y en enero de 1937 se establecía su composición definitiva, en la que figuraban, bajo la presidencia del cenetista Joaquín Ascaso, representantes de la CNT, de Izquierda Republicana, de la UGT, del PCE y del Partido Sindicalista.

El libro de Félix Carrasquer continúa incidiendo en las realizaciones prácticas del proceso colectivizador, como la extensión de la escolaridad hasta los 15 años, la construcción de institutos de educación secundaria y de formación profesional en la región, la apertura de la Escuela de Militantes de Monzón (que dirigió el propio Carrasquer), o el decidido impulso a la vida cultural de los pueblos y a las infraestructuras sanitarias básicas en zonas rurales que habían estado prácticamente abandonadas por el poder central durante décadas.

Se trata de un libro absolutamente imprescindible para conocer las dinámicas de organización que estructuraron el proceso colectivista aragonés, y para entender que pretendía y cómo funcionaba el campesinado colectivizador, no sólo desde el plano del discurso, sino también de los procesos de implementación cotidiana en el ámbito local. Como indica Félix Carrasquer en la parte final del capítulo “Hacia la utopía”:

“Resta decir que ya no se puede ignorar bajo pretexto alguno, que la obra constructiva llevada a cabo durante la guerra española entre 1936 y 1939 por las colectividades del campo y de la industria y de una forma más completa por los campesinos aragoneses (…) echa por los suelos todos los argumentos sobre la supuesta incapacidad de los trabajadores para gestionar sus empresas así como para desarrollar y coordinar las innumerables actividades que conlleva la vida social para dar satisfacción al ser humano.

Esa es la lección que un pueblo desgarrado por una guerra que él nunca quiso brinda como ejemplo a las nuevas generaciones de España y del mundo.”

Sólo nos queda hacer una pequeña y cariñosa admonición a todos nuestros lectores: ¡Leed este libro! El pasado tiene también llaves para un futuro por construir, pero habitado por la esperanza.

José Luis Carretero Miramar.

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