EL DILEMA ENTRE ECONOMÍA Y SALUD PÚBLICA (I): QUIEN CREA LA RIQUEZA Y QUIEN LA DISFRUTA
Es importante conocer algunos conceptos para comprender mejor la situación actual. En estos artículos expondré algunas ideas ideas que pueden ser interesantes para interpretar el problema de mantener las actividades económicas a costa de la salud y el aumento del contagio.
Sociólogo y máster en Cooperación al desarrollo
El Salto
6 DIC 2020 07:00
No hay que ser científico social para observar la gran desigualdad en que vivimos. Todos podemos pensar en algún jefe empresario que hemos tenido y ver que, claramente, no pertenecemos a tu mismo grupo social. En 2019, un estudio de Credit Suisse estimó que en el Estado español había 979.000 personas con más de 895.000 euros de riqueza (valorando todo su patrimonio, activos financieros y no financieros).
El mismo estudio sitúa una mediana en el Estado de
95.360 euros por adulto. Esto significa que la mitad de la población tiene
95.360 euros o menos de riqueza. Hay unas 900.000 personas que rondan o superan
el millón de euros. Podemos imaginar que la salud psicológica y física, la
comida, el ocio, la vivienda, las oportunidades y la calidad de vida de esos
ricos son mucho mejores que las nuestras. Aquí la mayoría trabaja mucho y cobra
poco, y unos cuantos trabajan muy poco y cobran muchísimo. Esto no tiene ningún
sentido, además de ser totalmente injusto y cruel. Deberíamos buscar otra forma
de organizarnos con la que todos pudiéramos vivir un poco mejor.
El origen de la riqueza
Para acabar con las
desigualdades, se suele plantear aumentar los impuestos o dar ayudas a las
personas empobrecidas. Pero eso nos hace obviar una cuestión más importante:
¿de dónde ha salido toda esa riqueza que hoy está en manos privadas de las
grandes rentas y patrimonios? Empecemos pensando en cómo se produce en el
sistema capitalista. Las “fuerzas productivas” son 1) los medios de producción
(instrumentos y máquinas para producir, así como materiales que se trabajan) y
2) la fuerza de trabajo (energía y tiempo que aportan personas trabajadoras).
El empresario es el dueño de los medios de producción y contrata la fuerza de
trabajo de los trabajadores, usando ambos para producir bienes o servicios que
luego venderá por más de lo que le ha costado producirlos. Así, obtiene
beneficios y ve aumentada su riqueza. Los autónomos y algunos pequeños
empresarios son dueños de los medios de producción y a la vez son fuerza de
trabajo.
Así pues, todo lo que ves a tu
alrededor (ordenador, lámpara, mesas, acceso a internet, las carreteras,
servicio de transporte, etc.) ha sido producido o su servicio facilitado por
horas de trabajo humano, que también ha creado los propios medios de producción
(herramientas de taller, de agricultura, material de oficina, etc.). La riqueza
de la sociedad o los medios para obtener riqueza vienen de la fuerza colectiva
de los trabajadores y trabajadoras. La sociedad, pues, funciona y es construida
por el trabajo humano, no por los medios de producción, que por sí mismos no
producen. Los empresarios que no trabajan, los rentistas que viven de cobrar alquileres,
los especuladores de bienes como viviendas o títulos de propiedad en bolsa no
aportan nada a la sociedad, sólo se apropian y acumulan lo que crea el trabajo
colectivo.
La mayoría de la población no pasa de los 100.000
euros de patrimonio acumulado, lo que significa que es imposible que los
grandes ricos hayan obtenido su riqueza de su propio trabajo
La mayoría de la población no
pasa de los 100.000 euros de patrimonio acumulado, lo que significa que es
imposible que los grandes ricos hayan obtenido su riqueza de su propio trabajo,
necesitarían trabajar durante varias vidas humanas. Por supuesto, los más ricos
suelen venir de familias ricas y no partir de cero. Además, los capitalistas
invierten dinero para obtener más dinero, ya sea en viviendas, acciones,
préstamos o medios de producción/mercancías para que sus empleados los trabajen
y ellos puedan quedarse el beneficio resultante. En cualquier caso, las grandes
fortunas rara vez han trabajado o aportado algo a las necesidades reales de la
sociedad.
Explotación y sometimiento del humano
Esto afecta directamente a la
libertad y vida de los trabajadores, quienes no deciden nada sobre su trabajo.
Por eso, si la empresa o la economía “flojean”, el empresario no baja su
beneficio sino el salario del resto de trabajadores, con posibilidad de
despidos. Si ni con esas vale, el Estado rescatará a las grandes empresas, les
abaratará el despido o lo que haga falta. Los accionistas y grandes empresarios
tienen todas las reglas a su favor para mantener o aumentar su riqueza y el
trabajador no: el empleado está en manos del empresario.
Así, los empleados trabajan
para generar ingresos que cubran su salario, pero también el resto de gastos de
la empresa y, además, dedican tiempo extra a trabajar para generar los “beneficios”
del empresario. El nivel de vida del empresario no se paga solo. Este robo
legal se llama plusvalía y es una fuente constante de extracción de valor que
pasa de los trabajadores al dueño. Pensemos algo sencillo: si un trabajador se
llevara realmente todo lo que produce (descontando los gastos de producción),
el empresario no recibiría nada a final de mes y no lo contrataría.
Ese trabajo regalado, aparte
de ser un abuso brutal que nos quita tiempo de vida y subordina unos seres
humanos a otros, se convierte además en valor apropiado y acumulado por el
empresario. Y un poquito de ti, un poquito de tu compañero y otro poquito de
algún tipo de especulación, y empezamos a entender mejor son grandes riquezas.
La riqueza es de todos
Volviendo al principio, quizás deberíamos dejar de
proponer aumentar impuestos con miedo y abrir un debate sobre qué hacer con
toda la riqueza. Hay miles de personas millonarias que se han apropiado de los
recursos y bienes de todos y los están acaparando y bloqueando, impidiendo su
uso en sanidad u otros bienes y necesidades humanas. Son banqueros, grandes
empresarios, especuladores inmobiliarios y otro tipo de ladrones. Recordemos
que sus coches, casas, trajes, comidas y copas han sido producidas por
asalariados y pequeños empresarios. Es el momento de exigirles lo que nos han
“requisado” por ser los dueños del capital y recuperar esa riqueza de todos. Y
de que empiecen a trabajar y aportar algo. La mayoría de la población tiene
menos de 100.000 euros. Hagamos un pacto: os dejamos a los ricos 500.000 euros,
y el resto de nuestra riqueza que os habéis quedado, lo devolvéis a su dueño
original, el colectivo. De un día para otro, recuperaríamos muchísimo dinero
con el que mejoraríamos la sociedad. Es un comienzo.
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