miércoles, 9 de diciembre de 2020

Las cuentas salen con los dedos de la mano. Ahora hace falta que los trabajadores empecemos a usar la cabeza para ver la forma de organizarnos para evitar que el pozo en el que estamos se haga cada vez más hondo y poder salir de él sin triquiñuelas de mira que cien pájaros más hermosos que andan al vuelo te voy a dar.


 EL DILEMA ENTRE ECONOMÍA Y SALUD PÚBLICA (I): QUIEN CREA LA RIQUEZA Y QUIEN LA DISFRUTA


Es importante conocer algunos conceptos para comprender mejor la situación actual. En estos artículos expondré algunas ideas ideas que pueden ser interesantes para interpretar el problema de mantener las actividades económicas a costa de la salud y el aumento del contagio.

Iván Carretero

Sociólogo y máster en Cooperación al desarrollo

El Salto

6 DIC 2020 07:00

No hay que ser científico social para observar la gran desigualdad en que vivimos. Todos podemos pensar en algún jefe empresario que hemos tenido y ver que, claramente, no pertenecemos a tu mismo grupo social. En 2019, un estudio de Credit Suisse estimó que en el Estado español había 979.000 personas con más de 895.000 euros de riqueza (valorando todo su patrimonio, activos financieros y no financieros).

El mismo estudio sitúa una mediana en el Estado de 95.360 euros por adulto. Esto significa que la mitad de la población tiene 95.360 euros o menos de riqueza. Hay unas 900.000 personas que rondan o superan el millón de euros. Podemos imaginar que la salud psicológica y física, la comida, el ocio, la vivienda, las oportunidades y la calidad de vida de esos ricos son mucho mejores que las nuestras. Aquí la mayoría trabaja mucho y cobra poco, y unos cuantos trabajan muy poco y cobran muchísimo. Esto no tiene ningún sentido, además de ser totalmente injusto y cruel. Deberíamos buscar otra forma de organizarnos con la que todos pudiéramos vivir un poco mejor.

El origen de la riqueza

Para acabar con las desigualdades, se suele plantear aumentar los impuestos o dar ayudas a las personas empobrecidas. Pero eso nos hace obviar una cuestión más importante: ¿de dónde ha salido toda esa riqueza que hoy está en manos privadas de las grandes rentas y patrimonios? Empecemos pensando en cómo se produce en el sistema capitalista. Las “fuerzas productivas” son 1) los medios de producción (instrumentos y máquinas para producir, así como materiales que se trabajan) y 2) la fuerza de trabajo (energía y tiempo que aportan personas trabajadoras). El empresario es el dueño de los medios de producción y contrata la fuerza de trabajo de los trabajadores, usando ambos para producir bienes o servicios que luego venderá por más de lo que le ha costado producirlos. Así, obtiene beneficios y ve aumentada su riqueza. Los autónomos y algunos pequeños empresarios son dueños de los medios de producción y a la vez son fuerza de trabajo.

Así pues, todo lo que ves a tu alrededor (ordenador, lámpara, mesas, acceso a internet, las carreteras, servicio de transporte, etc.) ha sido producido o su servicio facilitado por horas de trabajo humano, que también ha creado los propios medios de producción (herramientas de taller, de agricultura, material de oficina, etc.). La riqueza de la sociedad o los medios para obtener riqueza vienen de la fuerza colectiva de los trabajadores y trabajadoras. La sociedad, pues, funciona y es construida por el trabajo humano, no por los medios de producción, que por sí mismos no producen. Los empresarios que no trabajan, los rentistas que viven de cobrar alquileres, los especuladores de bienes como viviendas o títulos de propiedad en bolsa no aportan nada a la sociedad, sólo se apropian y acumulan lo que crea el trabajo colectivo.

La mayoría de la población no pasa de los 100.000 euros de patrimonio acumulado, lo que significa que es imposible que los grandes ricos hayan obtenido su riqueza de su propio trabajo

La mayoría de la población no pasa de los 100.000 euros de patrimonio acumulado, lo que significa que es imposible que los grandes ricos hayan obtenido su riqueza de su propio trabajo, necesitarían trabajar durante varias vidas humanas. Por supuesto, los más ricos suelen venir de familias ricas y no partir de cero. Además, los capitalistas invierten dinero para obtener más dinero, ya sea en viviendas, acciones, préstamos o medios de producción/mercancías para que sus empleados los trabajen y ellos puedan quedarse el beneficio resultante. En cualquier caso, las grandes fortunas rara vez han trabajado o aportado algo a las necesidades reales de la sociedad.

Explotación y sometimiento del humano

Esto afecta directamente a la libertad y vida de los trabajadores, quienes no deciden nada sobre su trabajo. Por eso, si la empresa o la economía “flojean”, el empresario no baja su beneficio sino el salario del resto de trabajadores, con posibilidad de despidos. Si ni con esas vale, el Estado rescatará a las grandes empresas, les abaratará el despido o lo que haga falta. Los accionistas y grandes empresarios tienen todas las reglas a su favor para mantener o aumentar su riqueza y el trabajador no: el empleado está en manos del empresario.

Así, los empleados trabajan para generar ingresos que cubran su salario, pero también el resto de gastos de la empresa y, además, dedican tiempo extra a trabajar para generar los “beneficios” del empresario. El nivel de vida del empresario no se paga solo. Este robo legal se llama plusvalía y es una fuente constante de extracción de valor que pasa de los trabajadores al dueño. Pensemos algo sencillo: si un trabajador se llevara realmente todo lo que produce (descontando los gastos de producción), el empresario no recibiría nada a final de mes y no lo contrataría.

Ese trabajo regalado, aparte de ser un abuso brutal que nos quita tiempo de vida y subordina unos seres humanos a otros, se convierte además en valor apropiado y acumulado por el empresario. Y un poquito de ti, un poquito de tu compañero y otro poquito de algún tipo de especulación, y empezamos a entender mejor son grandes riquezas.

La riqueza es de todos

Volviendo al principio, quizás deberíamos dejar de proponer aumentar impuestos con miedo y abrir un debate sobre qué hacer con toda la riqueza. Hay miles de personas millonarias que se han apropiado de los recursos y bienes de todos y los están acaparando y bloqueando, impidiendo su uso en sanidad u otros bienes y necesidades humanas. Son banqueros, grandes empresarios, especuladores inmobiliarios y otro tipo de ladrones. Recordemos que sus coches, casas, trajes, comidas y copas han sido producidas por asalariados y pequeños empresarios. Es el momento de exigirles lo que nos han “requisado” por ser los dueños del capital y recuperar esa riqueza de todos. Y de que empiecen a trabajar y aportar algo. La mayoría de la población tiene menos de 100.000 euros. Hagamos un pacto: os dejamos a los ricos 500.000 euros, y el resto de nuestra riqueza que os habéis quedado, lo devolvéis a su dueño original, el colectivo. De un día para otro, recuperaríamos muchísimo dinero con el que mejoraríamos la sociedad. Es un comienzo.

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