sábado, 26 de diciembre de 2020
Con esto del capitalismo inclusivo por el que se inclina la delegación estatal del Reino de los Cielos, como es el Estado extranjero de El Vaticano en la Tierra, el que en España al menos, anda como Pedro por su casa, con su chupa bobis de los dineros de la borrega pública, por el que ha decidió romper unas lanzas a favor, a mí ya me empiezan a cuadrar la cuentas. Sobre todo por la coincidencia que tiene con los otros verdes capitalismos, eco-capitalismo, capitalismo verderol, troqui capitalismo, etc., impulsados y promocionados por los mismos grupos de capital causantes de la miseria, sufrimientos y desgracias que asolan la tierra (aparte que querer quitarle las pensiones a los jubilados en España), defendidos por el ciento y la madre: PSOE, Podemos, IU y otras organizaciones políticas, sindicales y eco-femi-ecológicas, que quedan perfectamente expuestos en el Cuento de Pan y Pimiento o, en el otro cuento quizás más conocido y popular, como el Cuento de que Yo no digo ni que sí ni que no, sino que si quieres que te cuente un cuento. Y como veo que quieres que te cuente un cuento: hecho, no se hable más: para capitalismo guay-chuli que deja a los capitalismos mencionados a la altura del barro, es el capitalismo que me estoy inventando ahora mismo, denominado rueda que te rueda, o sea, el capitalismo rodante a pedales (no me lo confunda nadie, salvo que quiera tener problemas conmigo, con la bicicleta que ya está inventada, y además, yo hablo en serio) , que consiste en pegarle, al libre albedrio de cada cual unas ruedas de cartón, corcho o de boñigas de vaca secas, a los costado del capitalismo corriente y moliente, a fin de hacerlo correr a todo trapo como un melón cuesta abajo, haciendo la universal dicha del culebrón pardo en su vuelo a media altura, tal que por la cintura o por ahí. Ya sé, ya sé. Ya sé que no hay más que un tipo de capitalismo con diferentes formas en función del desarrollo de las fuerzas productivas en cada momento, que puede ser entendido leyendo a Marx, y no se me vayan a creer que leer es lanzar dos pedorretas con sabor a menta ecológica al aire, no. Leer, como su nombre indica es leer, y para leer no es necesario salir corriendo a toda pastilla al quinto coño y volver más cansado que un perro, no. Leer es leer, punto. Pero compréndame, esto es dar pistas no es mi función, en tanto que fiel, leal y competitivo curri inventor de capitalismos, sino despistar. Que muy buenas las tengan ustedes.
El Vaticano y su nueva marca: “El capitalismo
inclusivo”
La
Iglesia católica, desde el siglo XVIII, se ha presentado, casi siempre, como
una vía de apaciguamiento en el conflicto social, rechazando siempre el
antagonismo entre las clases sociales.
KAOSENLARED
26 Dic, 2020
La Iglesia
católica, desde el siglo XVIII, se ha presentado, casi siempre, como una vía de
apaciguamiento en el conflicto social, rechazando siempre el antagonismo entre
las clases sociales. La denominada doctrina social de la Iglesia católica
se fraguó en el siglo XIX contra los movimientos sociales del primer
capitalismo y en particular frente al ascenso de la organizaciones obreras que
reclamaban un modelo social antagónico al capitalismo como era ,en sus
orígenes, el socialismo; se fue concibiendo , al tiempo, el concepto teológico-
católico de “justicia social” que más tarde, a través del socialismo
Fabiano inglés, se introduciría también en la socialdemocracia, concepto
que se enfrenta a otro originariamente socialista que es el de “solidaridad
social” , concepto más radical en su sentido distributivo ya que la solidaridad
social no trata , como si lo hace la justicia social , de dar a cada cual
lo suyo sino de distribuir la riqueza social entre todos.
Desde la
encíclica Rerun Novarum de 1891 de León XIII- ésta muy anti socialista-, casi
todos los Papas han escrito encíclicas donde hacen llamados a la fraternidad
universal, la caridad y la justicia social. Particularmente fue prolijo en
estas encíclicas Juan Pablo II ya que había estado muy vinculado al sindicato
Solidaridad de Polonia e intentó-pese a su carácter reaccionario en lo moral-
desarrollar un discurso anti neoliberal. Juan Pablo II, que era la plañidera de
todos los dictadores y de los estadistas más reaccionarios de su tiempo,
siempre que era invitado en sus viajes tan publicitados solía lanzar peroratas
encendidas contra el neoliberalismo que los mezclada con la defensa de
la vida, la reprobación de la contracepción y del uso del condón en tiempos del
SIDA. La última de estas encíclicas es la del Papa Francisco, Fratelli Tutti ,
donde los cánticos a la fraternidad ahora son acompañados con llamados al
amor a la naturaleza y a la conservación medioambiental. Esta idea de
sancionar espiritualmente el capitalismo verde es algo en lo que se insiste
mucho desde el último catolicismo vaticano: cuidar lo que ha sido creado por
Dios. Una especie de restauración del Francisco medieval, una vuelta a la
naturaleza, que es, en la concepción católica, divina; desde esta perspectiva
ideológica constituye una restauración de un conservadurismo frente a la época
del progreso -a la que tanto se opuso la iglesia católica- y de la
revolución industrial que fue unida a los humos negros , a la
contaminación y al avance imparable del secularismo y del laicismo.
Esta tradición
de la doctrina social de iglesia, nacida en oposición a los movimientos obreros
del siglo XIX, tenía poco que ver con los movimientos católicos revolucionarios
de los años 70 en Latinoamérica, la llamada teología de la liberación, donde se
propugnaba abiertamente un socialismo político asociado al antimperialismo.
Hoy, por supuesto, esa teología ya no tiene vigencia y ha sido transformada en
un discurso contra el neoliberalismo. Pero, en realidad, el neoliberalismo
globalista está en decadencia como consecuencia de la crisis económica que
comenzó en el año 2008 y para adaptarse a un nuevo ciclo de la económica
capitalista están surgiendo, desde las corporaciones financieras e industriales
más importantes, nuevas marcas que pretenden dar cierta coherencia ideológica a
esta pretendida nueva refundación del capitalismo. Así el Foro Económico
Mundial de Davos, cuya reunión anual esta prevista para finales de enero de
este mes, habla de un reseteo o un reinicio de un capitalismo postcovid que
supere el neoliberalismo, discurriendo sobre la necesidad de un nuevo modelo
financiero internacional asociado a un nuevo globalismo de rostro humano en el
tiempo de la robotización industrial y del capitalismo verde. En esa misma
línea se encuentra el grupo de los ejecutivos de los megabancos y mega
industrias reunidos en el denominado “Consejo por el capitalismo inclusivo”,
organización financiada por la Fundación Ford y la Fundación Rockefeller y
presidida por Lynn Forester de Rothschild, fundadora del Consejo y socia
directiva de Inclusive Capital Partners. La propuesta del Capitalismo Inclusivo
es similar a la del Foro Económico Mundial, pero algo más “light”, es una
transición más suave hacia un nuevo modelo de capitalismo que supere el neoliberalismo,
pero no se habla tanto de una refundación ni de un reseteo sino de unas
prácticas éticas del capitalismo que lo asocia también al capitalismo verde, la
colaboración publico privada y la introducción de cambios tecnológicos de forma
inclusiva.
Ha sido
este Consejo quien, en este mes se han asociado, nada mas y nada menos ,que al
Vaticano para promocionar este capitalismo inclusivo, una especie de dar el
marchamo de santidad a una nueva ideología que, poco a poco, se abre paso para
cabalgar las contradicciones de una nueva era económico y social que, como
advierten pensadores tan diversos como el historiador israelí Yuval Noah
Harari o el economista francés Thomas Piketty , tendrá
también que enfrentarse a unos problemas de desigualdad social
hasta ahora desconocidos.
Antonio Gómez
Movellán. Presidente de Europa Laica
*++
O sea, que lo que queréis es joderme las Navidades, ¿no?: ¡A mí la Legión! O sea, que no os conformáis con romperme la unidad de la Patria unida, sino que además me queréis convencer de que el razonamiento lógicamente válido de que tres más dos son cinco es verdadero, ¿no? ¡Traidores!
Guía
para rebatir las teorías conspirativas en las cenas navideñas
Las teorías conspirativas
y los bulos son ya parte de las costumbres navideñas y, aunque
las reuniones familiares serán diferentes este año, es posible que queramos
rebatirlos si vuelven a aparecer en nuestras cenas,
algo que podemos hacer con las claves que nos da la ciencia.
Los bulos ya son parte de
las costumbres navideñas. / EFE
Antes de saltar como un
resorte en algún momento entre los langostinos y el cordero asado, cuando una
frase nos parezca demasiado grave como para que se quede sin respuesta, puede
ser útil saber cómo piensan aquellos que creen en hipótesis sin
ninguna base científica y sienten una especial necesidad de difundirlas.
En un área del
conocimiento en el que queda mucho por explorar, algunas investigaciones
apuntan a que el cerebro humano tiene una inclinación natural a creer en esas
teorías y que las personas reforzamos nuestras ideas previas cuando nos
contradicen.
En el caso de que uno
quiera entrar a debatir, conviene tener en cuenta que los argumentos
racionales son menos eficaces que los emocionales y
que la retórica y la educación son importantes, no solo para preservar la paz
antes de los polvorones, sino también en la consecución del difícil objetivo de
convencer al otro.
¿Por qué creeemos en teorías
conspirativas?
El cerebro humano tiende a
crear relaciones causales entre elementos aunque estas no
existan, para lo que puede establecer conexiones de hechos aislados.
«Una de las causas por la
que las teorías de la conspiración surgen periódicamente es nuestro deseo de
imponer una estructura al mundo y nuestra increíble capacidad para reconocer
pautas», explica el investigador Mark Lorch en un artículo
publicado en 2017 en The Conversation y
reproducido en España por El País.
Este catedrático de
Química y Ciencias de la Comunicación de la Universidad de Hull (Reino Unido)
cree que la responsabilidad es de «unos mecanismos neurológicos evolutivos no
demasiado avanzados» que nos llevan a ver «relaciones causa efecto inexistentes
-teorías de la conspiración- por todas partes».
Además, sentimos
propensión a mantener posturas que son mayoritarias en nuestro grupo social,
como demuestran diversos estudios desde los años 50, por lo que existe una
probabilidad creciente de que aceptemos una hipótesis como verdadera cuanta más
gente a nuestro alrededor crea en ella.
«La desinformación mata»
Iniciar un debate con
alguien que defiende un mito sustentado en falsedades es una decisión personal
que depende de muchos factores.
Entre esas circunstancias se encuentra el hecho de que, como insisten
instituciones y científicos, la desinformación es peligrosa
porque afecta a las decisiones que adoptamos en cuestiones tan sensibles como
la salud, algo que se ha puesto de manifiesto durante la pandemia.
«La ciencia es
importante», señalaba el secretario general de la ONU, Antonio Guterres,
en un mensaje de vídeo difundido el 29 de septiembre después de que se
alcanzara el millón de muertos por la covid-19 en todo el mundo y en el que
también sentenciaba: «La desinformación mata».
La Organización
Mundial de la Salud (OMS) explica que el estudio «fraudulento» que en
1998 planteó la posible relación entre la vacuna triple vírica (sarampión,
paperas y rubéola) y el autismo «creó un estado de pánico que produjo una
disminución de las tasas de inmunización y posteriores brotes de esas
enfermedades».
¿Se puede convencer a un
negacionista?
La dificultad de entablar
un debate racional con un defensor de las teorías de la conspiración estriba en
las pocas posibilidades de éxito que hay de que modifique sus
posturas.
Las investigaciones
científicas siguen profundizando en el conocimiento de cómo procesa el cerebro
la información que recibe y los motivos que llevan a los seres humanos a
establecer sus sistemas de creencias.
Un estudio publicado en
septiembre de 2019 en la revista Nature Human Behaviour por
los psicólogos Philipp Schmid y Cornelia Betsch, de la Universidad de Erfurt
(Alemania), cuestiona la influencia del llamado efecto bumerán o «backfire».
Esa denominación describe
un sesgo cognitivo observado en las personas según el cual quien recibe argumentos
contrarios a sus opiniones acaba reforzando sus creencias.
Tras la publicación de ese
trabajo, la ciencia reflexiona sobre la importancia de ese efecto bumerán, dado
hasta ahora por seguro.
No obstante, hay una amplia consideración de que esgrimir argumentos racionales
basados en datos y hechos contrastados es menos eficaz que utilizar mensajes
que apelen a las emociones.
Consejos para debatir con un
teórico de la conspiración
1.-
Dirigirse con respeto al interlocutor
Dirigirse con educación y
respeto al interlocutor con el que se debate no es solo una buena técnica para
no generar un rechazo entre los asistentes a la discusión, sino que también
puede ayudar en el objetivo de persuadirle de que cambie de opinión.
2.-
Empezar por un punto de acuerdo
Dentro de la estrategia de
evitar el efecto bumerán, varios expertos, entre los que se encuentra Mark
Lorch, proponen empezar con un punto de acuerdo y a partir de él intentar
moderar los juicios del contrincante.
Basado en este principio,
un estudio firmado por un equipo encabezado por Matthew Hornsey, de la
Universidad de Queensland, en Australia, plantea la necesidad de alinearse con
las creencias previas de los defensores de postulados anticientíficos para
conseguir cambios más eficientes que con la confrontación.
Los autores de la
investigación han llamado a esa técnica «persuasión jiu-jitsu», en una
identificación con el arte marcial que utiliza la fuerza del adversario en su
contra.
3.-
Dejar que el oponente caiga en sus propias contradicciones
Otra propuesta planteada
por los expertos es pedir explicaciones sobre el proceso lógico que ha llevado
a las conclusiones que se rebaten, propiciando que quien las defiende caiga en
sus propias contradicciones y deje en evidencia la debilidad de su discurso, lo
que acaba conduciendo a posiciones más moderadas.
Esta técnica se basa en la
teoría de «la ilusión de entendimiento», que formulada en un contexto de opinión
política por un grupo liderado por Philip Fernbach, de la Universidad de
Colorado Boulder (Estados Unidos), sostiene que la gente sabe menos de lo que
cree acerca de las causas que sustentan sus juicios más polarizados.
4.-
Poner de manifiesto las trampas en el discurso negacionista
Aunque el trabajo de
Schmid y Betsch se centra en las estrategias para rebatir a los negacionistas
en debates públicos, algunas de sus conclusiones pueden aplicarse en el ámbito
familiar.
Así, el estudio subraya
que es «eficaz» poner de manifiesto las técnicas retóricas que siempre utilizan
los negacionistas -como son, entre otras, recurrir a falsos expertos o la
selección interesada de los datos- para convencer a quien escucha del engaño
que suponen.
Fuente: SINC / EFE
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Cultura (Antropología) del Flamenco [Ni esta entradilla ni este artículo, según el Señor de Facebook cumple con sus normas, deben ser las normas del pimpirigaña tengo una caña, y por esa razón no me deja compartirlo ni siquiera de este Blog a mi propia cuenta de facebook]
Diego del Morao, Antonio Reyes, Juana la del Pipa, Salmonete de Jerez, Mari Peña, Manuela Carrasco, Saray García o Antonio Agujetas son algunos de los más de 50 artistas flamencos vivos que la fotógrafa Claudia Ruiz Caro ha captado con su objetivo. La mirada antropológica hace de su archivo una pieza ya imprescindible de la historia de este arte.
El guitarrista Diego del Morao el cantaor Antonio
Reyes calientan mano y garganta antes de salir a escena CLAUDIA RUIZ CARO
eLSALTODIARIO.COM
26 DIC 2020 06:00
“Tú
ve al concierto, por ese vínculo que se genera con los artistas cuando vas a
verlos y les apoyas en directo... pero no hagas escenarios, vete detrás y
prueba a hacerles fotos cuando estén tranquilos y cuando confíen en ti... una
cosa más íntima”. Las sabias palabras del fotógrafo Pepe Lamarca fueron sin
duda proféticas en un mundo flamenco poco retratado fuera de los focos o tras
las bambalinas. Para Claudia Ruiz Caro (Barcelona,
1993) fue el mejor consejo de quien reconoce como su mayor influencia. Un
regalo que le ha dado la posibilidad de reunir un interesante y amplio archivo
de artistas flamencos en los ambientes más cotidianos. “Las imágenes míticas
que tenemos de Paco de Lucía y Camarón las hizo él”, se refiere Claudia a
Lamarca. De niña y adolescente se le quedaron grabadas esas fotos de los discos
de clásicos del flamenco cuyo autor es Lamarca, como aquellas de Camarón
con chamarra de cuero sobre los hombros.
Hace cinco años, Ruiz
Caro comenzó a adentrarse en el mundo del flamenco siguiendo la pauta que le
dio su maestro. Acababa de terminar el máster de fotografía de
espectáculos en Barcelona y conoció a Pepe, como ella le llama. “Fue la única
regla que me puso, así cogió forma lo que al final soy, más retratista que
fotógrafa al uso porque el escenario no me interesa tanto como la vida real de
esas personas que son artistas 24 horas al día”, afirma la joven creadora de la
colección de retratos que ha titulado Adocamele (En
cualquier parte, en caló) y que ya ha tenido recorrido también como
exposición.
Ruiz conoce la
inevitable atracción que tiene el flamenco para los ojos de un extraño: es
fiesta, es noche, es locura, es alegría y un torbellino, pero advierte que sus
artistas también se cansan de los oportunistas que no van a disfrutar del
flamenco o del cante, sino a ver si pillan la exclusiva o ‘la foto’. “Eso lo
ven desde el primer momento, saben ver venir a alguien, como se dice en andaluz,
de ojana, es decir, nada más que a llevarse un souvenir y no una experiencia
—observa Claudia—, tienen que ver que tú te acercas por un verdadero interés y
por una verdadera afición a lo que hacen y a lo que son”.
La bailaora Manuela Carrasco Salazar (Triana,Sevilla, 1958), autodidacta, ha sido reconocida con el Premio Nacional Pastora Imperio, Premio Nacional de Danza, la Medalla de Andalucía, y en 2018, la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes. CLAUDIA RUIZ CARO
Muchas horas ha pasado
ella con todo tipo de intérpretes del arte flamenco y sus familias, con
paciencia y sin prisas, desde las ocho de la tarde de un día, pasando por la
madrugada y acabando a las tres de la tarde del día siguiente. Reconoce que no
le fue fácil al principio porque era más joven y su pinta, cuenta, no era la
que inspira confianza sobre todo a los viejos. “Luego me di cuenta de que la solución
era simplemente pasar tiempo con ellos aprendiendo los códigos y el respeto que
hay que tener de por sí, y acercándome a los mayores porque uno de los valores
más importantes que tiene el pueblo gitano es ese. Cuando esas personas ven que
te acercas de corazón porque te interesa, te gusta, te atrae el flamenco más
allá del exotismo, entonces te comienzan a aceptar”.
Observar mucho y
escucharles, preguntar por la familia, por cuestiones personales pero sin
invadir. “Se trata de generar un lazo suficientemente fuerte para que se
relajen, se sientan cómodos y sean como ellos son delante mía, aunque yo sea
una extraña. Esa es la manera de trabajar... con mucha psicología a la hora de
trabajar sin molestar, sin estar por el medio, no tiene más”, admite la
fotógrafa.
La saga de Utrera. El arte de Mari Peña es heredero de una larga tradición en su pueblo, ejemplificada en los nombre de Fernanda y Bernarda. CLAUDIA RUIZ CARO
La paciencia y la
humildad en plena fiesta flamenca han recompensado a Ruiz Caro con instantáneas
únicas, en movimiento o en pausa, por alegrías o por soleares, con naturalidad
pero con pasión, con dignidad flamenca. “Es importante saber cuál es el
momento, para que ese momento se pueda captar sin ofender a nadie, con la gente
cómoda y sin romper el momento, sin cargarte esa intimidad de arte, ese ratito
que están teniendo entre ellos, y que tú estás ahí como privilegiada pudiendo
asistir a ello. Muchas veces vale más asistir y vivirlo que sacar la cámara”,
afirma con la sabiduría que le ha dado curtirse en largas madrugadas de arte
jondo. “Me ha pasado mucho ir, por ejemplo, a una fiesta con la cámara y a lo
mejor no la saco, o a lo mejor la saco a las cinco horas, tomo fotos, y la
vuelvo a guardar porque al final es como estar en un salón de una casa, es muy
íntimo”.
Una anécdota: Antonio Agujetas
Una larga lista de leyendas vivas del arte flamenco ha visto Claudia desde la mirilla de su cámara. A cada cual le pertenece una anécdota particular. Miradas hacia el infinito, un ensayo, una fiesta familiar en el patio, la intimidad del camerino o de una habitación. Y el blanco y negro como elemento democratizador. Los brillos y colores chillones se convierten en puro contraste. Recuerda especialmente la foto de Antonio Agujetas que causó polémica entre los más puristas del mundillo. La sesión se hizo en un centro de recuperación donde le cuidaban unas monjas después de un accidente y de haberlo pasado muy mal. “Hice la foto en su propia habitación. Le puse al lado de la ventana que era por donde entraba buena luz, y él mismo quiso salir sin camisa porque estaba orgulloso. Quiso salir así, como diciendo, estoy vivo”.
Las huellas de la vida. La dignidad por encima de todo de Antonio de Los Santos Bermúdez (Jerez de la Frontera, 1966) conocido como Antonio Agujetas. CLAUDIA RUIZ CARO
A alguna gente del
ambiente no le gustó. Alegaban como falta de respeto que un cantaor saliera sin
camisa. “La interpretación depende mucho de tu propia sensibilidad. Seguramente
tú ves esa foto y te transmite algo totalmente diferente de lo que le transmite
a esa otra que se ofendió, cuando yo realmente lo único que quiero es
dignificarlo estéticamente”, sostiene Claudia. Y se reafirma en su filosofía de
trabajo: “No busco otra cosa más allá de hacer un archivo antropológico de
todos ellos. Mi única misión es que salgan bien y que esa foto sirva luego de
referente para acordarse de esa persona”.
Muchos artistas le han pedido quedarse con alguna foto suya. “Cuando tú ves que esa foto la ponen en su casa, esa pieza tiene ya una vida. Una foto en la que no te reconozcas puede estar muy bien hecha, pero si no te gusta no la vas a recordar. En cambio, una foto en que tú te ves tú —que eso es muy difícil—, queda para ti, para la historia, y para todo el que te vea y piense en ti”.
Familia Flamenca. La bailaora Saray García (Jerez de la Frontera, 1986) se arranca en el patio familiar por bulerías. CLAUDIA RUIZ CARO
De casta le viene. Mirada con poderío en el semblante de Juana la del Pipa (Jerez de la Frontera, 1948) tanto como el de su cante, que le ha valido el sobrenombre de "la Tina Turner del flamenco". . CLAUDIA RUIZ CARO
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