LA CANALLADA FINAL CONTRA EL PUEBLO GRIEGO
Rebelión
18.07.2015
Como
era predecible, el establishment político-mediático español (incluyendo el
catalán) ha presentado lo ocurrido en Grecia y en las negociaciones con la
Troika, con el Eurogrupo y con el Consejo Europeo como un completo fracaso del
gobierno Syriza, que en el colmo de su supuesta incompetencia sometió a su
pueblo a un gran sacrificio, el corralito, y a un referéndum que, además de ser
inapropiado, tuvo un impacto contrario al que pretendía, pues en lugar de
conseguir mayores concesiones de las instituciones europeas, estas endurecieron
sus posturas, exigiendo incluso mayores sacrificios de los que ya habían
ofrecido antes de conocerse el resultado del referéndum. Ha sido, pues, un
desastre producto de la incompetencia del gobierno Syriza. El nivel de
hostilidad de este establishment político-mediático español (incluyendo el
catalán) -que también apareció con igual intensidad en los mayores medios de
información alemanes- alcanzó unos niveles nunca antes vistos en contra de un
gobierno europeo. Las medidas impuestas por el establishment financiero europeo
(hegemonizado por el alemán) –y sus instrumentos políticos (la Troika, el
Eurogrupo y el Consejo Europeo)– intentaban humillar al pueblo griego, que ha
sido el único que, a través de su gobierno, se ha rebelado contra el
austericidio forzado por aquel establishment financiero. Esta humillación se
presentaba al público con satisfacción y regodeo por parte de los mayores
medios de información, que alcanzaban lo que algunos humoristas estadounidenses
han definido sarcásticamente como un “orgasmo mediático”. Nunca tanto odio se
había expresado en tales medios con tanto placer para el que lo transmite, y
tanto dolor para el que lo recibe.
La
enorme manipulación de los medios
En
toda esta presentación se olvidaron, además, de la causa justa que el gobierno
Syriza defendía y de algunos elementos clave para entender lo ocurrido,
incluido el enorme desequilibrio de fuerzas en tal conflicto, que alcanzó (como
indiqué en un reciente artículo, “El principio del fin de esta Europa
antidemocrática e injusta”, Público, 07.07.15) niveles bélicos, conflicto que
era parte del existente entre las élites gobernantes en la Eurozona (que están
al servicio del capital financiero) y sus clases populares, un conflicto que mi
amigo Noam Chomsky ha definido no como una lucha, sino como una guerra de
clases, que ha alcanzado su máxima expresión en Grecia. Y los grandes medios de
información al servicio de los intereses financieros que los controlan
ocultaron la mayoría de los hechos, ignorando, cuando no ocultando, esta guerra
de clases. Por un lado estaban las instituciones más poderosas de la Eurozona,
deseosas de destruir al partido Syriza, y así matar al enemigo (y la expresión
no es hiperbólica, pues esta era su intención: destruir al enemigo y al partido
Syriza, expulsándolo del gobierno). Este era su objetivo. Por el otro estaban
las clases populares de Grecia.
La
ocultada guerra de clases
A
fin de conseguir este objetivo, el establishment que gobierna la Eurozona,
liderado por el alemán, siguió paso por paso su plan de destrucción,
iniciándose este solo horas después de la victoria electoral del partido
Syriza, cuando el Banco Central Europeo, el BCE, limitó la liquidez a los
bancos griegos (es decir, disminuyó drásticamente el dinero transferido a
estos), lo que fue seguido por un notable estrangulamiento (días antes de que
se celebrara el referéndum donde se iba a pedir al pueblo griego su acuerdo o
desacuerdo con las medidas impuestas por las instituciones europeas), forzando
al gobierno Syriza a introducir el altamente impopular corralito, con la
intención de atemorizar al pueblo griego y mostrar las consecuencias de que
este votara en contra de lo que deseaban aquellas instituciones. Y después del
referéndum, el BCE continuó limitando la liquidez, amenazando con interrumpirla
en cualquier momento, creando así una parálisis bancaria al país. En cada uno
de estos pasos, el BCE utilizó todo su armamento financiero de destrucción
masiva para presionar al gobierno Syriza. Tales medidas tendrían que haber
generado una gran protesta en la Eurozona, pues el BCE se estaba atribuyendo
funciones que no tenía. Ante estos actos ilegales y canallescos (no hay otra
manera de definirlo), el pueblo griego realizó un enorme acto de valentía y
coraje al votar mayoritariamente en contra del establishment político-mediático
europeo, sabiendo lo que ello podría significar.
La
respuesta de las élites gobernantes en la Eurozona al rechazo de sus propuestas
fue incrementar aún más su hostilidad, exigiendo medidas que convertían a
Grecia en un “protectorado” de la Troika, recuperando la fórmula política
imperial que había dejado de existir desde el periodo de descolonización que
siguió a la II Guerra Mundial. Una de las medidas más humillantes y difíciles
de aceptar para el gobierno Syriza fue que Grecia tendría que venderse el
equivalente a 50.000 millones de euros en propiedades públicas y ponerlos
aparte en un fondo supervisado por la Troika, con el fin de pagar a los
acreedores. Estos son los Estados de la Eurozona, que habían comprado la deuda
pública griega que tenían los bancos privados (predominantemente alemanes y
franceses), los cuales la habían obtenido a unos intereses desorbitados y
escandalosamente altos (debido en parte al hecho de que el BCE –que es un lobby
de la banca- no tenía como función proteger a los Estados, como hace cualquier
banco central digno de su nombre, ayudando en su lugar a la banca privada). El
BCE, en lugar de ayudar a los Estados de la Eurozona prestándoles dinero, lo
que hacía era prestar dinero a unos intereses ridículamente bajos a los bancos
privados para que estos se lo prestaran a los Estados a unos intereses
elevadísimos, que en el caso de Grecia alcanzaron unos niveles escandalosamente
altos, una de las causas de que la deuda pública griega sea tan elevada.
Cuando
estos bancos privados, que se habían enriquecido enormemente a base de comprar
bonos del Estado griego, sumamente rentables, vieron que el Estado griego
podría colapsar y no pagarles los intereses, e incluso perder el principal de
la deuda (es decir, los bonos públicos, generadores de renta), pidieron a los
Estados que les compraran su deuda, evitando así el colapso de los bancos, y
ello a costa de que los Estados fueran ahora los que tenían los bonos públicos,
compra (en realidad, el mejor término es rescate bancario) que los Estados
hicieron sin que tuvieran ningún mandato popular para ello, pues salvar a los
bancos no estaba en la oferta electoral de ninguno de los partidos gobernantes.
Y su población tampoco fue llamada a referéndum para preguntárselo. La gran
mentira y falsedad promovida en los medios era presentar esta compra de bonos
públicos griegos (que se habían adquirido en condiciones abusivas) como la
ayuda de los pueblos de la Eurozona al pueblo griego. En realidad, era la ayuda
de las élites gobernantes, próximas al capital financiero, a sus bancos. De
ayuda a Grecia no había nada. Y ahora, en las negociaciones querían que Grecia
les pagara la deuda, utilizando todo tipo de presiones para conseguirlo.
La
gran falsedad de presentar la ayuda a los bancos como un acto de solidaridad
con el pueblo griego
Con
un ejercicio de gran cinismo, estos Estados que habían rescatado a los bancos
con dinero público a costa del bienestar de sus clases populares, presentaban
ahora a Syriza como el malo de la película por no querer pagar a los
pensionistas europeos el dinero que dichos pensionistas habían prestado a los
pensionistas griegos (los cuales, indicaron todos los medios, gozaban de una
pensión supuestamente exuberante). El objetivo de esta propaganda era evitar
que las clases populares de los países de la Eurozona se aliasen en contra de
sus propios establishments, liderados por el alemán. Leer la prensa alemana o
española da idea del extremo hasta el que tal establishment es capaz de
manipular para dividir a las clases populares, estimulando su movilización a
favor suyo y en defensa del establishment financiero. Oír al Ministro Guindos
(el mismo exbanquero de la banca más tramposa que haya existido, la Lehman
Brothers) decir que el gobierno Syriza tiene que devolver el dinero a España
para que se puedan mejorar las pensiones, alcanza dimensiones vomitivas. Las
clases populares griegas y las españolas vivirían mucho mejor si ambos países
hubieran podido nacionalizar o intervenir la banca privada y ponerla al
servicio de sus clases populares.
Pero
lo que alcanzó unos niveles nunca antes vistos fue la exigencia de los 50.000
millones de euros, extraídos de la venta de propiedad pública griega, que
deberían ser pagados por el Estado griego a los acreedores. Con ello, además de
los recortes y de la austeridad, se añadía un latrocinio al pueblo griego,
robándole el equivalente a un 17% del PIB griego para pagar el rescate a los
bancos por parte de los Estados. En cuanto a las medidas de austeridad, estas se
incrementaron, con lo cual el descenso del PIB (que ha sido de un 25% en cinco
años) aumentaría todavía más (se calcula que un 5% más).
¿Por
qué Syriza aceptó estas demandas?
La
enorme negatividad contra Syriza que apareció en los medios ocultaba que el
gobierno griego tenía muy poco espacio para poder responder a esta belicosa
hostilidad. Y a pesar de ello, es notable lo que también consiguió, cosa que
naturalmente y predeciblemente no salió en los medios. El hecho de que el
rechazo a tales medidas impuestas por la Troika alcanzara un nivel tan elevado
(un 62%), le permitió conseguir un grado de unidad en su país impensable antes
del referéndum, de manera que las propuestas hechas después del referéndum eran
firmadas por la gran mayoría de partidos, además de Syriza. Esto fue lo que
originó cambios, incluido el que, en lugar de continuar discutiendo el segundo
rescate aprobado por el gobierno anterior, se discutiera ahora un nuevo
rescate, de una cantidad mucho mayor, que podría alcanzar 80.000 millones, con
una promesa de iniciar el proceso de reestructuración de la deuda griega, aun
cuando no se especificaran las condiciones.
Otras
medidas también importantes que se consiguieron fueron la disminución de la
exigencia a Grecia de tener un superávit primario en las cuentas del Estado (es
decir, tener un balance positivo entre los ingresos y los gastos, sin incluir
los gastos para pagar los intereses de la deuda) que fuera equivalente a un 4%
del PIB, utilizando este superávit para pagar la deuda, lo cual hubiera causado
un colapso de la economía griega. Syriza consiguió que el superávit fuera
equivalente a un 1% del PIB el primer año, un 2% el segundo año, y un 3% en el
tercer año, exigencias que también serían perjudiciales para Grecia, pues aun
cuando no crearían un colapso, impedirían su recuperación. El gran problema fue
que Syriza consiguió mejoras, pero dentro del marco definido ya en el rescate
anterior. Y este era el punto flaco del nuevo rescate que entraba en clara
contradicción con lo que el pueblo griego había votado. De ahí que lo que se le
ofrecía a Grecia por parte de las instituciones europeas era más de lo mismo.
¿Qué
podría haber hecho Syriza?
El
poder de Syriza en las negociaciones estaba muy limitado por las condiciones
que se daban a los dos lados de la mesa negociadora. Y una constante por parte
de Syriza era su deseo, reflejando lo que deseaba la gran mayoría del pueblo
griego, de mantenerse en la Eurozona. Esta era una condición sine que non. Se
consideró, desde el principio de su mandato, que la salida del euro por parte
de Grecia no era ni posible ni aconsejable. El mismo por entonces Ministro de
Finanzas, el Sr. Yanis Varoufakis, había indicado en The Guardian que “la
salida de Grecia del euro, creando una nueva moneda, sería dificilísima. En
Irak la introducción de una nueva moneda duró casi un año, con el desarrollo de
una enorme infraestructura que no existe en Grecia. De ahí que el anuncio de la
salida de Grecia del euro sería equivalente a anunciar una devaluación de la
moneda con 18 meses de antelación. Sería una receta para eliminar todo el
capital, que abandonaría el país por todos los medios”.
Se
indicaba también por parte de sectores de la dirección de Syriza que el caso de
Argentina (que muchos presentaban como punto de referencia para salirse del
euro) no tenía validez para Grecia, pues Argentina tenía ya su moneda, el peso
argentino, y toda la infraestructura para operarla en el momento que decidió
separarse del dólar, cambiando el valor de su moneda. Pero Grecia no tenía una
nueva moneda. Ante esta situación, lo único que podría haber hecho el Estado
griego frente a la amenaza del BCE de interrumpir toda liquidez a los bancos
griegos hubiera sido lo que el ministro Varoufakis propuso al Primer Ministro
Tsipras el día antes del referéndum en previsión de lo que podría pasar, es
decir, nacionalizar algunos bancos griegos e intervenir el Banco Central
Griego, imprimir euros por parte del Banco Central Griego, emitir una nueva
moneda por parte del Estado y controlar la movilidad de capitales. Pero Tsipras
no lo aceptó, pues temía que ello implicara la expulsión inmediata de Grecia
del euro, que era lo que quería evitarse por todos los medios.
Es
interesante subrayar que el BCE –que, como dije antes, es principalmente un
lobby de la banca- quería castigar al Estado griego y expulsar a Syriza del
gobierno, pero no (como he indicado en otro artículo en Público, 11.06.15)
sacar a Grecia del euro. El capital financiero alemán no deseaba que ello
ocurriera, en parte por la enorme inestabilidad que ello crearía. De ahí que en
las reuniones del Eurogrupo el Sr. Mario Draghi, Presidente del BCE, incluso se
enfrentara con el Ministro alemán de Finanzas, el Sr. Wolfgang Schäuble, que no
excluía sacar a Grecia del euro por un periodo de cinco años. Draghi indicó que
ello ya ahora crearía un gran desequilibrio, punto de vista compartido pero no
enunciado por la Sra. Merkel, que tenía que equilibrar su deseo de estabilidad
financiera con la demanda de su partido de castigar duramente a Grecia. Ahí
radica el origen del fondo general de 50.000 millones de euros (basado en la
venta de propiedad pública griega) propuesto por la Sra. Merkel.
Es
interesante subrayar que los mayores aliados del gobierno alemán, en su mano
dura, han sido los gobiernos español, portugués e irlandés, pues –como indica
Varoufakis en su entrevista en el New Statesman (13.07.15)– odian a Syriza y
querían destruirla, temerosos de que fuerzas políticas antiausteridad que
existen en sus países –como Podemos en España- se beneficiaran de cualquier
mejora que pudiese conseguir Syriza. La preocupación del gobierno Rajoy frente
a Podemos, tal como informa Varoufakis, ha estado detrás de su apoyo a las
propuestas alemanas.
¿Y
ahora, qué?
Lo
ocurrido en estos días tendrá un enorme impacto en la Eurozona. Europa nunca
será a partir de ahora como fue antes. La Europa punto de referencia mundial
para aquellos que desean vivir en países democráticos y justos, ha
desaparecido. El rechazo hacia esta Europa neoliberal, antidemocrática y
reaccionaria, al servicio del capital financiero, se está extendiendo a lo
largo de su territorio, y se ha creado una nueva situación que abre toda una
serie de oportunidades. Los hechos han mostrado con una enorme claridad que el
gobierno alemán de la Sra. Merkel domina el Eurogrupo y dicta sus políticas, y
lo hace pensando única y exclusivamente en sus intereses de clase. Y digo de
clase porque la clase trabajadora alemana es una de sus víctimas (merece
destacarse, por cierto, el apoyo valiente de las izquierdas alemanas, Die
Linke, y de los sindicatos alemanes a las demandas antiausteridad griegas). La
crueldad y dureza de las medidas, apoyadas por una movilización mediática que
también hemos visto en España (con tonos claramente racistas, menospreciando al
pueblo griego y a sus gobernantes), recuerda a situaciones anteriores en su
historia, tanto en Alemania como en España.
No
hay que olvidar que los que gobiernan España, el PP, son los herederos de
aquellas fuerzas que se alzaron contra una democracia, venciendo (a pesar de la
enorme resistencia de las clases populares de todos los pueblos y naciones de
España) gracias al apoyo de las fuerzas nazis alemanas, que dominaron y
oprimieron a otros muchos pueblos europeos, incluyendo Grecia, asesinando,
destruyendo y robando a aquel país, sin que el Estado alemán, sucesor del
Estado nazi, haya pagado ninguna reparación a las víctimas de tanta opresión en
aquel país (ver mi artículo “Los costes del nazismo alemán para Grecia (y para
España)”, Público, 24.03.15). Y para mayor indignación, al Estado alemán, que,
por fin, fue derrotado, se le perdonó más de la mitad de la deuda pública con los
acreedores extranjeros en el año 1953 , permitiéndole que pagara la otra mitad
de la deuda en treinta años y solo en periodos de crecimiento. Grecia, que fue
uno de los Estados que le perdonó la deuda, es ahora el país al que el Estado
alemán, heredero de aquel otro de 1953, no deja que se le permita conseguir lo
mismo que se le permitió a Alemania por parte de los aliados, incluyendo
Grecia. Nunca históricamente se habían visto ejemplos de mayor innobleza,
desvergüenza y merecedores de condena por su inmoralidad, como el
comportamiento del Estado alemán y de los medios de información alemanes hacia
Grecia.
Lo
ocurrido ha reabierto heridas que se creían cerradas. Hoy al gobierno alemán,
aliado con los establishments financieros en cada país, se le ve como el centro
de un poder que es profundamente antidemocrático y antisocial. Existe una
alianza de las élites gobernantes en la Eurozona, las castas que representan
los intereses económicos y financieros dominantes, que no tiene límite en su
hostilidad hacia las clases populares y el mundo de trabajo de cada país,
incluyendo el griego. Es, repito, lo que Noam Chomsky ha definido acertadamente
como la guerra de clases.
Ahora
bien, hay también motivos de gran esperanza. El enorme sacrificio del pueblo
griego no será en vano. Hoy Europa está llena de movimientos de protesta y
rechazo hacia esta Europa mezquina, antidemocrática y profundamente injusta. Y
ya vemos algunas grietas en el edificio que sostiene el imperio del
establishment alemán. No puede descartarse que se establezcan divisiones en la
estructura de gobierno de la Eurozona, con posibles tensiones con Francia e
Italia, que ya aparecieron, pero que fueron totalmente insuficientes para
cuestionar el dominio y hegemonía del gobierno alemán. Pero lo que es más
urgente es que las clases populares –a través de movimientos sociales y
sindicales, y partidos políticos- establezcan lazos de cooperación y asociación
para parar las medidas de austeridad, estableciendo las bases para un cambio
profundo de esta Europa reaccionaria hacia otra Europa justa y democrática. Y
la estrategia de cambio debería ir más allá del debate “euro sí” o “euro no”,
cambiando la gobernanza de esta moneda y de toda la Eurozona, con alianzas, a
nivel europeo, que puedan ya expresar un Basta Ya, con una petición y exigencia
de cambios democráticos en cada uno de los países de la Eurozona, como está
ocurriendo hoy en España. Soy consciente de que esta expresión podrá verse como
un deseo inalcanzable, pero ¿quién hubiera dicho en España hace solo un año que
habrían ocurrido los cambios que ocurrieron en las últimas municipales, que
fueron ni más ni menos que un tsunami político, y que cambiaron toda España y
toda Europa? En realidad la hostilidad del establishment europeo, liderado por
el gobierno alemán, a las clases populares griegas era un mensaje que intentaba
atemorizar a las clases populares españolas.
Una
última observación. Ni que decir tiene que la situación en España es distinta a
la griega, y por lo tanto las soluciones para cada país son distintas. El
intento de presentar a Podemos como la Syriza española es un indicador más de
una manipulación, confundiendo la necesaria y noble solidaridad de Podemos con
el pueblo griego y con su mejor representante, Syriza, con el desarrollo de sus
políticas, que necesariamente serán distintas, puesto que las realidades que
reflejan son muy diferentes. Hoy en Grecia no hemos visto el fin, sino el
inicio de un proceso de cambio que impactará a toda Europa, ayudando a todas
las fuerzas en este continente que se oponen al enorme austericidio que se ha
estado imponiendo y que ha hecho tanto daño al pueblo griego y al español.
Fuente
original: http://www.caffereggio.net/2015/07/16/la-canallada-final-contra-el-pueblo-griego-de-vicenc-navarro-en-publico/