La globalización solo volverá cuando el capitalismo gane una nueva
oportunidad basada en una rentabilidad mejorada y sostenida. Pero parece poco
probable que eso suceda cuando tenemos en el horizonte otra recesión y tal vez
más guerra.
¿Ha terminado la
globalización?
El Viejo Topo
11 mayo, 2022
Aparte de la
inflación y la guerra, lo que preocupa al pensamiento económico actual es el
aparente fracaso de lo que a la corriente principal de la teoría economica le
gusta llamar ‘globalización’. Lo que la economía convencional entiende por
globalización es la expansión libre del comercio y los flujos de capital a
través de las fronteras. En 2000, el FMI identificó cuatro aspectos
básicos de la globalización: comercio y transacciones,
movimientos de capital e inversión, migración y
movimiento de personas, y la difusión del conocimiento. Todos estos
componentes aparentemente aumentaron a principios de la década de 1980 como
parte de la reversión ‘neoliberal’ de las políticas nacionales de macrogestión
adoptadas por los gobiernos en el entorno del orden económico mundial de
Bretton Woods (es decir, la hegemonía estadounidense). Lo que buscaban era
derribar las barreras arancelarias, las cuotas y otras restricciones
comerciales y permitir que las multinacionales comerciasen ‘libremente’,
deslocalizando sus inversiones en el extranjero a zonas de mano de obra barata
para aumentar la rentabilidad. Esto, se aseguraba, conduciría a la
expansión global y al desarrollo armonioso de las fuerzas productivas y los
recursos del mundo.
No había nada
nuevo en este fenómeno. Ha habido períodos de mayor comercio y exportación
de capital desde que el capitalismo se convirtió en el modo de producción
dominante en las principales economías a mediados
del siglo XIX. En 1848, los autores del Manifiesto
Comunista señalaron el creciente nivel de interdependencia nacional
provocado por el capitalismo y predijeron el carácter universal de la sociedad
mundial moderna:“Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía
ha dado un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los
países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su
base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están
destruyéndose continuamente (…) En lugar del antiguo aislamiento y la amargura
de las regiones y naciones, se establece un intercambio universal, una
interdependencia universal de las naciones”.
De hecho,
podemos distinguir períodos anteriores de ‘globalización’. Hubo un período
de 1850 a 1870 en el que el comercio y la inversión se expandieron
considerablemente en Europa y Estados Unidos (después de la guerra civil), bajo
los auspicios de la hegemonía británica. La depresión de la década de 1870
a 1890 vio el final de esa ola. Pero otra ola de expansión global tuvo
lugar en la década de 1890 hasta la Primera Guerra Mundial, cuando las nuevas
potencias capitalistas usurparon la hegemonía británica. Ninguna potencia
estableció su hegemonía y esa ola de globalización fue detenida en seco por la
guerra mundial y continuó revirtiéndose durante la Gran Depresión de la década
de 1930 y hasta la Segunda Guerra Mundial. Luego hubo una nueva ola de
expansión global bajo Bretton Woods y la hegemonía estadounidense, antes de que
la crisis de rentabilidad de la década de 1970 condujera a recesiones y
crisis. Desde mediados de los 80 y hasta los 90, tuvo lugar la mayor
expansión de comercio e inversión transfronteriza en la historia dedel
capitalismo, cuando el capitalismo de EEUU y europeo extendieron sus alas más
aun y China se integró en los mercados globales manufactureros y comerciales.
De hecho, según
la Organización Mundial del Comercio, un indicador clave de la ‘globalización’,
la relación entre las exportaciones mundiales y el PIB mundial, se mantuvo
estable entre 1870 y la Primera Guerra Mundial, cayó casi un 40% en el período
de entreguerras; aumentó un 50% entre 1950 y 1970; luego se estancó
hasta la década de 1990, despegando hasta la Gran Recesión de
2009; después de lo cual, en la Gran Depresión de la década de 2010, la
proporción cayó alrededor de un 12 %, una disminución que no se veía desde la
década de 1970.
La última ola
de globalización comenzó a decaer a principios de la década del 2000, cuando la
rentabilidad global retrocedió.
Penn World Table 10.0, cálculos del autor
En la década de 1990, el comercio mundial aumentó un 6,2 % anual, la inversión transfronteriza (IED) un 15,3 % anual y el PIB global un 3,8 %. Pero en la larga depresión de la década de 2010, el comercio aumentó solo un 2,7 % al año, más lento que el PIB con un 3,1 %, mientras que la IED aumentó solo un 0,8 % al año.
Los flujos de
inversión transfronteriza en activos productivos físicos también dejaron de
crecer en la década de 2010, mientras que el comercio global de la ‘cadena de
valor’ (es decir, transferencias internas de empresas multinacionales) también
se estancó.
Comercio de la cadena de valor mundial
Organización Mundial de Comercio
Por supuesto,
la teoría económica marxista podría haber revelado este resultado de la
globalización. La ‘teoría deductiva’ de la ventaja comparativa de David
Ricardo siempre ha sido demostrablemente falsa. Bajo el capitalismo, con
mercados abiertos, las economías más eficientes se harán con cuotas de comercio
de las menos eficientes. Por lo tanto, los desequilibrios comerciales y de
capital no tienden hacia el equilibrio y la compensación a largo
plazo. Por el contrario, los países tienen enormes déficits y superávits
comerciales durante largos períodos, tienen crisis monetarias recurrentes y los
trabajadores pierden puestos de trabajo ante la competencia del exterior sin
conseguir nuevos puestos en sectores más competitivos (ver Carchedi, Frontiers
of Political Economy p282). No son las ventajas comparativas ni
los costes los que impulsan las ganancias comerciales, sino los costes
absolutos(en otras palabras, la rentabilidad relativa). Si los
costes laborales chinos son mucho más bajos que los costes laborales de las
empresas estadounidenses, entonces China ganará cuotas de mercado, incluso si
Estados Unidos tiene alguna de las llamadas “ventajas comparativas” en diseño o
innovación. Lo realmente decisivo es el nivel de productividad y
crecimiento de una economía y el coste de la mano de obra.
Contrariamente
a las opiniones de la corriente económica principal, el capitalismo no puede
expandirse en un desarrollo armonioso y equilibrado en todo el mundo. Por
el contrario, el capitalismo es un sistema plagado de contradicciones generadas
por la ley del valor y el afán de lucro. Una de esas contradicciones es la
ley del desarrollo desigual bajo el capitalismo: algunas economías nacionales
competidoras funcionan mejor que otras. Y cuando las cosas se ponen
difíciles, los más fuertes empiezan a comerse a los más débiles. Como dijo
una vez Marx, “los capitalistas son como hermanos hostiles que se reparten
el botín del trabajo de los demás”. (Teorías de la Plusvalía
Vol 2. p29). A veces los hermanos son fraternos y la globalización se
expande como a fines del siglo XX; a veces son hostiles y la
globalización se desvanece, como en el siglo XXI siglo.
Para la teoría
marxista, globalización es ante todo sinónimo de la expansión del
imperialismo. El siglo XX comenzó con el capitalismo mundial
cada vez más dividido entre un bloque imperialista y el resto, siendo estos
últimos incapaces (con muy pocas excepciones) de cerrar la brecha con las
economías más avanzadas en los siguientes 100 años. En el siglo XXI, el
control del imperialismo permanece y si las economías
imperialistas comienzan a luchar por la rentabilidad como ahora, entonces
comienzan a luchar y no cooperar, sentando las bases para el conflicto y la
división.
Incluso la
corriente económica principal es consciente ahora de que el libre comercio y la
libre circulación de capitales que se aceleraron a nivel mundial en los últimos
30 años no han generado ganancias para todos, contrariamente a la teoría económica dominante de la
ventaja comparativa y la competencia. Lejos de que la
globalización y el libre comercio conduzcan a un aumento de los ingresos para
todos, con la libre circulación de capitales propiedad de las transnacionales y
el libre comercio sin aranceles ni restricciones, los grandes capitales
eficientes han triunfado a costa de los más débiles e ineficientes y los
trabajadores de esos sectores reciben el golpe. En lugar de un desarrollo
armonioso e igualitario, la globalización ha aumentado la desigualdad de
riqueza e ingresos, tanto entre las naciones como dentro de las economías, a
medida que las corporaciones transnacionales trasladan sus actividades a zonas
con mano de obra más barata e incorporan nuevas tecnologías que
requieren menos mano de obra.
Estos
resultados se deben en parte a la globalización del capital multinacional que
lleva fábricas y puestos de trabajo a lo que solía llamarse el Tercer
Mundo; y en parte debido a las políticas neoliberales en las economías
avanzadas (es decir, la reducción del poder sindical y los derechos laborales,
la precarización del trabajo y la reducción de los salarios, la privatización y
la reducción de los servicios públicos, las pensiones y los beneficios
sociales). Pero también se debe a colapsos o recesiones regulares y
recurrentes en la producción capitalista, lo que condujo a una pérdida de
ingresos familiares para la mayoría que nunca ha podido restaurarse en ninguna
‘recuperación’, particularmente desde 2009. El mundo capitalista nunca fue
plano, ni siquiera a finales del siglo XX, y ciertamente
es montañoso hoy.
por ejemplo, los aranceles y las medidas proteccionistas: el anatema de los teóricos de la globalización. Ha habido una tendencia al alza en las investigaciones sobre derechos antidumping y compensatorios en los últimos diez años (ver cuadro a continuación).
La Gran
Recesión, la débil recuperación posterior a la Larga Depresión, la pandemia de
COVID y ahora el conflicto entre Rusia y Ucrania, ha destruido las cadenas de
suministro mundiales, bloqueado el comercio mundial y detenido los movimientos
de capital.
Durante las
décadas de 1990 y 2000, la corriente principal de la teoría económica (con
pocas excepciones) se alineó con Ricardo y defendió los méritos intachables de
la globalización. Basta leer este artículo para ver
la lista de los sospechosos habituales. A pesar de las
tendencias actuales, algunos expertos de la corriente
económica principal aún se aferran a la opinión de que la
globalización volverá. “Fue la inflación lo que ayudó a crear un nuevo
entorno político a mediados del siglo XIX y en la década de 1970. A medida
que los costos económicos y políticos de la inflación se hicieron más evidentes
y dañinos, pareció más atractivo buscar formas de calmar las presiones inflacionarias. Sin
duda, la cura desinflacionaria (más globalización y un gobierno más eficaz) fue
temporalmente incómoda. Pero impulsó al mundo a aprovechar las
oportunidades técnicas y geográficas que alguna vez fueron ignoradas o
desatendidas. Hay, en resumen, un futuro post-conflicto que podemos
esperar con cierto grado de esperanza”.
Un experto afirmó que “Finalmente,
llame a esto fe ciega, pero se han oficiado las exéquias de la globalización
varias veces, y en cada ocasión, ha rebotado de su lecho de enferma bastante
animada. Las empresas han sido ingeniosas, han apoyado la tecnología e
incluso gobiernos activamente destructivos no han acabado con ella ”.
Es evidente que el comercio mundial y la inversión transfronteriza no van a
desaparecer y seguirán creciendo (algo) a pesar de las pandemias, las guerras y
las cadenas de suministro colapsadas. Pero ese no es un argumento para
decir que la ola de globalización anterior no ha terminado.
El argumento es
que a la crisis de rentabilidad e inflación de la década de 1970 siguió la ola
de globalización de las décadas de 1980 y 1990. Y esto podría volver a
suceder. No es un escenario muy convincente. La década de 2020 se
parece más al período previo a la Primera Guerra Mundial, con poderes
económicos rivales que luchan por obtener una parte de las ganancias (los
«hermanos hostiles»). Escribiendo a fines de la década de 1880, Engels
pronosticó, no una expansión global armoniosa como pensaba el líder y teórico
socialdemócrata alemán Karl Kautsky, sino una mayor rivalidad entre los poderes
económicos que competían que acabó en una nueva guerra europea: “las depredaciones
de la Guerra de los Treinta Años (del siglo XVII) se comprimirían en tres o
cuatro años y se extenderían por todo el continente… con una reubicación
irremediable de nuestro sistema artificial de comercio, industria y crédito.”,(ver
mi libro Engels 200 p129). No hay retorno a la expansión
global de 1850-70.
Los keynesianos
buscan volver a los días de Bretton Woods con sus tipos de cambio fijos,
estímulo fiscal gubernamental y aranceles gradualmente reducidos. Los
keynesianos afirman que esto conduciría a un resurgimiento del
‘multilateralismo’ y la cooperación global. Esto aparentemente puede
restaurar un orden mundial de paz y armonía. Pero es simplemente negar la
historia y la realidad de la década de 2020. Las organizaciones multilaterales
de la era de la posguerra como el FMI, el Banco Mundial y la ONU estaban todas
bajo la amable ‘guía’ del capitalismo estadounidense. Pero ahora la hegemonía
estadounidense ya no está asegurada; pero lo que es más
significativo, la alta rentabilidad de las principales economías posteriores a
1945 ya no existe. Los hermanos ya no son fraternos,
sino hostiles. El intento actual de Estados Unidos de mantener
su hegemonía se parece más a tratar de meter gatos en una bolsa.
Es perfectamente posible argumentar que para
el capital , «la desglobalización disminuiría la eficiencia de
las empresas al aumentar los precios y reducir la competencia y que «con
cualquier reversión prevista de desaceleración del crecimiento, el mundo
desglobalizado sería «muy inferior» a los últimos 30 años de libre comercio.” Un estudio reciente de la Organización
Mundial del Comercio, basado en la medición del impacto
dinámico de la pérdida de comercio y difusión de tecnología, encontró que
“una posible separación del sistema de comercio global en dos
bloques, uno centrado en EEUU y otro centrado en China, reduciría el bienestar
global en 2040 en comparación con una línea de base en aproximadamente un
5%. Las pérdidas serían mayores (más del 10 %) en las regiones de bajos
ingresos que más se benefician de los efectos indirectos positivos de la tecnología
del comercio”. De hecho, el colapso de la globalización podría
convertirse no solo en una batalla entre dos bloques, sino en una mezcla de
unidades económicas en competencia.
Pero la
globalización solo volverá cuando el capitalismo gane una nueva oportunidad
basada en una rentabilidad mejorada y sostenida. Parece poco probable que
eso suceda cuando tenemos en el horizonte otra recesión y tal vez más guerra.
Publicado originalmente en el blog de Michael Roberts. Traducción de
G. Buster en Sin Permiso.
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