Una OTAN para el Pacífico, donde Estados Unidos ha
perdido la hegemonía militar.
DIARIO OCTUBRE /septiembre 24, 2019
Matthew Ehret.— Esta semana el Secretario de Defensa de Estados Unidos, Mark Esper, ha
comentado la retirada de Estados Unidos del Tratado INF sobre armas nucleares
de alcance medio, asegurando que es una forma de reunir una fuerza militar
contra China.
El 21 de agosto
ante la cadena Fox, Esper dijo: “Queremos asegurarnos de que tenemos la
capacidad, como deberíamos, para desalentar el mal comportamiento de los
chinos… China es la prioridad número uno de este departamento. Se describe en
la estrategia de defensa nacional, por qué pensamos que es un competidor
estratégico a largo plazo y está llevando a cabo una campaña de maximización,
si se quiere, en todo el teatro indopacífico, política, económica y
militarmente”.
Hay un “cambio
planificado” de un “conflicto de baja intensidad que ha durado 18 años, a
conflictos de alta intensidad contra competidores como Rusia y China”, añadió
Esper.
Mientras
Estados Unidos llevaba a cabo ejercicios militares en el Pacífico a las puertas
de China a un ritmo acelerado desde el anuncio del “viraje hacia el este” de
Obama en 2011, Pekín no ha permanecido de brazos cruzados.
En respuesta a
la amplia gama de infraestructuras militares que el Pentágono está construyendo
en la frontera china, Pekín ha respondido revelando tecnologías avanzadas de
misiles antibalísticos, incluidas armas hipersónicas para contrarrestar la
amenaza estadounidense. Gran parte de la respuesta defensiva de China incluye
el sistema ruso de defensa de misiles SS-400, también adoptado por India,
Turquía, Siria y Emiratos Árabes Unidos como un sistema unificado que hace que
los sistemas THAAD y ABM de Estados Unidos queden obsoletos.
Los generales
estadounidenses temen que China esté construyendo una base naval conjunta en la
provincia de Preah Sihanouk, en Camboya, lo que le daría a China un fácil
acceso a las aguas costeras del Golfo de Tailandia y el Mar de China
Meridional.
La impotencia
militar de Estados Unidos frente a las nuevas tecnologías avanzadas reveladas
por Rusia y China se puso de manifiesto en un reciente informe publicado por el
Centro de Estudios de Estados Unidos de la Universidad de Sydney, en el que se
afirmaba que “América ya no goza de la hegemonía militar en la región
Indopacífica y su capacidad para mantener un equilibrio de poder favorable es
cada vez más incierta”. Refiriéndose a las avanzadas armas antiaéreas de China,
el informe afirma que “los sistemas chinos de contraintervención han socavado
la capacidad de Estados Unidos para proyectar su poder en la región del
Indopacífica”, lo cual podría hacer que las fuerzas estadounidenses se quedaran
sin poder desde las primeras ocho horas de conflicto, según los autores del
informe.
En lugar de
utilizar esta información para proponer una nueva doctrina de seguridad basada
en la cooperación, como China ha propuesto en repetidas ocasiones, los autores
del informe se unen al mundo imaginario de Esper para pedir una estrategia de
“defensa colectiva” similar a la de la OTAN del Pacífico, que permitiría a
todos los aliados de Estados Unidos en el Pacífico unirse a una alianza militar
antichina y aligeraría la carga que recae sobre Estados Unidos, que no es capaz
de soportara por sí solo una guerra en la región.
Sabemos que
esta OTAN del Pacífico ha sido objeto de debate durante algún tiempo y que en
mayo de este año fue el centro de unos ejercicios navales entre Estados Unidos,
Australia, Japón y Corea del Sur, durante los cuales 3.000 soldados, dos
destructores japoneses, un destructor surcoreano y dos fragatas australianas participaron
en su primer ejercicio de guerra conjunto. Esta perspectiva también sirvió de
base para el ejercicio naval de agosto organizado por Malasia, Estados Unidos,
Nueva Zelandia y Australia en Guam. Estados Unidos tiene 54.000 soldados en
Japón y 28.000 en Corea del Sur.
Cuando en julio
de este año China y Rusia realizaron su primera patrulla aérea conjunta de
largo alcance en la región de Asia y el Pacífico, Corea del Sur y Japón
lanzaron sus aviones de combate para interceptar aviones chinos y rusos, y
Corea del Sur disparó cientos de tiros de advertencia. Con el apoyo de Estados
Unidos, los dos países asiáticos gritaron alto y claro (y sin pruebas) que su
espacio aéreo había sido violado.
En respuesta a
los comentarios de Esper y al informe australiano, el Ministerio de Asuntos
Exteriores chino declaró: “China está firmemente en el camino del desarrollo
pacífico y nuestra política de defensa nacional es de naturaleza defensiva”.
Pero China ha ido más allá al proporcionar un marco para la cooperación en el
marco de la iniciativa de la Nueva Rutas de la Seda, que ofrece soluciones
diplomáticas a las tensiones geopolíticas mediante estrategias de desarrollo
económico.
No sintiéndose
cómodos en el fuego cruzado de un intercambio nuclear, Japón y Corea del Sur
también llegaron a crear un nuevo acuerdo de cooperación trilateral con China
el 21 de agosto, basado en “proyectos de intercambio de próxima generación en
tres países… Esperamos discutir futuras asociaciones y asuntos regionales,
incluyendo Corea del norte”. El acuerdo también permite la inversión
internacional conjunta en todos los países que operan bajo la Nueva Ruta de la
Seda. Juntos, estos tres países representan más de la cuarta parte de la
productividad mundial.
Rusia y China
han cambiado las reglas del juego en multitud de niveles y pueden reaccionar
con suficiente fuerza ante cualquier ataque a su suelo, gracias a la última
generación de armas cuyas consecuencias irán más allá de lo que los teóricos
occidentales encerrados en su torre de marfil puedan imaginar.
El barco de la
historia del mundo ha cambiado de rumbo y se ha alejado de los rápidos de la
guerra y el colapso económico, ya que la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda
alcanza proporciones inimaginables hace unos años, y los próximos meses serán
decisivos, ya que Occidente está mirando hacia dentro y debe decidir qué futuro
planea tener.
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