China arrastra al capitalismo mundial a la recesión.
Los defensores
del decrecimiento están de enhorabuena: por primera vez desde 2008, la economía
mundial está en recesión. El PIB mundial disminuirá en el primer trimestre de
este año y en el segundo también.
Dos países del
G8 ya están en recesión. En primer lugar Japón, la tercera economía más
grande del mundo, cuyo PIB se redujo en un 1,6 por ciento en el cuarto
trimestre del año pasado y se espera que siga disminuyendo en el primer
trimestre de éste.
Al haber
sufrido ya una caída del 0,3 por ciento del PIB en el cuarto trimestre de 2019,
se espera que Italia también experimente un segundo trimestre
consecutivo de recesión.
Pero ni Japón
ni Italia son capaces de arrastrar al capitalismo a una recesión mundial. Desde
hace unos quince años, la contribución de Japón al crecimiento mundial ha sido
sólo de 0,06 puntos por año y la de Italia de 0,02 puntos.
En cambio, la
contribución de China al crecimiento mundial es de 1,2 puntos por año
desde 2000. Si el gigante asiático tropieza y su PIB se derrumba, aunque sólo
sea temporalmente, el capitalismo mundial no podrá recuperarse.
El PIB de China
está cayendo bruscamente en el primer trimestre de este año y se espera que la
disminución trimestral sea de alrededor del 1 por ciento.
El crecimiento
medio anual del PIB chino podría desplomarse hasta el 3,5 por ciento a lo largo
del año, el nivel más bajo de la historia estadística moderna de China:
el 3,9 por ciento.
Hablamos sólo
del impacto directo de la recesión china; a ella hay que añadir la indirecta,
que se verá primero en Asia y luego en todo el mundo. Todos los países y
todos los sectores de actividad se verán afectados. No olvidemos que, por
ejemplo, el 60 por ciento del crecimiento del sector del lujo en los últimos 15
años procede de China.
El turismo, los
viajes y el comercio internacional se ralentizarán, si no se colapsan completamente
con la tontería del coronavirus. Eso reducirá aún más el PIB.
El crecimiento
del comercio mundial cayó a un mínimo del 1 por ciento el año pasado. Es
evidente que, con la disminución de este año, el crecimiento del PIB mundial
sufrirá todavía más.
Si bien hace
diez años el capital financiero internacional pudo poner en marcha de nuevo la
maquinaria con la “flexibilidad monetaria”, es decir, a base de endeudamiento,
ahora ya no les quedan más cartuchos. La deuda mundial es impagable y dará
lugar a quiebras en cadena de grandes monopolios.
Al tiempo: lo
que oiremos dentro de poco en la televisión es que la nueva recesión mundial es
consecuencia del coronavirus.
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