Un poder imperial en la cuesta abajo
UN DESAFIO AL PODER DE ESTADOS UNIDOS (I)
Rebelión
TomDispatch
17.05.2016
1/5
Traducción del inglés para Rebelión de Carlos Riba
García.
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Los desafíos de 2016
Introducción de
Tom Engelhardt
El otro día
cogí un ajado ejemplar del estante “El lector de Chomsky” de mi biblioteca.
Hojeando algunos ensayos de la época de la guerra de Vietnam que nombraba aquel
libro en rustica publicado en 1987 recordé al joven Tom Engelhardt, que en la
segunda mitad de los sesenta del siglo XX estaba realizando una sorprendente
transformación: la que iba desde el sueño de servir a su gobierno hasta
oponerse a él. Los escritos de Noam Chomsky tuvieron algo que ver con esa
transformación. Me detuve en su escalofriante ensayo de 1970 After Pinkville, que recuerdo haberlo leído apenas se publicó
(‘Pinkville’ [Villa Rosada], que connotaba la influencia comunista, era la
expresión de la jerga militar utilizada para nombrar la aldea donde tuvo lugar
la infame masacre de My Lay). No era el primer ensayo de Chomsky que leía. Este
honor le podría corresponder a The Responsibility of Intellectuals [La
responsabilidad de los intelectuales, en castellano, 1969], que él
escribió en 1966 (“La responsabilidad de los intelectuales es hablar la verdad
y poner al descubierto las mentiras, Lo menos que puede decirse de esto es que
parece ser toda una perogrullada; sin embargo no lo es. Para el intelectual
moderno no es algo tan obvio”).
After Pinkville
todavía permanece muy vívido en mi conciencia, desde el momento en que una
creciente sensación de horror provocada por una remota guerra estadounidense,
que iba siendo cada vez menos ajena y más bruta,l me lanzó al activismo contra
la guerra. Sus primeras frases continúan yendo al corazón de las cosas: “Es
importante entender que la masacre de la población rural de Vietnam y su
forzado desplazamiento no es un subproducto fortuito de la guerra. Antes bien,
es la esencia misma de la estrategia de Estados Unidos”. Después de que él lo
escribiera, Chomsky colocaría la matanza indiscriminada de unos 500 vietnamitas
–hombres, mujeres y niños– en el penoso contexto de los mayores crímenes de la
época. Tal vez sea notable que ninguno de ellos pareció ocasionar demasiada
preocupación (en EEUU). Solo se trataba de la acción de una compañía de
soldados medio locos que fue vista como un escándalo y una desgracia para
Estados Unidos. Ciertamente, habría sido un escándalo nacional –si asumiéramos
esa posibilidad– solo si hubieran sido llevados a los tribunales, aunque no lo
fueran quienes habían creado y aceptado la atrocidad con la que aquellos habían
contribuido con un detalle: apenas algunos centenares más de vietnamitas
asesinados”.
Tantas décadas
después, todo esto sigue siendo penosamente familiar. En parte debido a la
naturaleza de nuestro momento mediático, continuamos absortos frente al
televisor mirando los espantosos actos cometidos contra europeos y
estadounidenses. Aun así, la ‘preocupación’ por lo que ha hecho Estados Unidos
en nuestras lejanas guerras –desde el asesinato de civiles en bodas, funerales
y ceremonias conmemorativas hasta la voladura de hospitales, secuestros e
incluso el asesinato de prisioneros, los ataques con drones tan ‘quirúrgicos’ y
‘precisos’ que cientos de personan son asesinados a pesar de que hayan sido
solo unos pocos los seleccionados oficialmente para morir– parece haber
desaparecido en acción desde hace mucho tiempo. Al contrario de lo que fue en
la época de la guerra de Vietnam, “nada de esto”, para citar a Chomsky, “parece
que preocupe mucho”. Ciertamente.
No obstante,
hay excepciones; permitidme que mencione una de ellas. Cincuenta años después,
Noam Chomsky sigue escribiendo con la misma escalofriante elocuencia sobre la
versión actualizada de la guerra contra el terror de esta pesadilla
estadounidense. Su ‘preocupación’ no ha quedado atrás, algo que es imposible de
dejar pasar en su nuevo libro, Who Rules the
World? [¿Quién gobierna el mundo (N. del T.)], que se ocupa, entre
otras cosas, de lo que en tiempos de la guerra de Vietnam podría haberse
llamado ‘la arrogancia del poder’. En momento en que el avión de bombardeo
preferido en Vietnam, el B-52, vuelve a ser utilizado en la guerra contra el
Estado Islámico [en adelante, Daesh], él también ha vuelto a la acción.
A continuación, la primera parte de un resumen de su libro sobre el poder de
Estados Unidos y el mundo.
* * *
Amos de la
humanidad (Parte 1)*
Generalmente,
cuando preguntamos “¿Quien gobierna el mundo?”, lo hacemos en el marco de la
convención estándar de que los actores de los asuntos internacionales son
países, sobre todo las grandes potencias y pensamos en sus decisiones y en la
relación existente entre esas decisiones. Esto no está mal. Pero estaría mejor
que recordáramos que este nivel de abstracción puede ser también muy engañoso.
Por supuesto,
las naciones tienen una compleja estructura interna, y las opciones y las
decisiones de sus líderes políticos están intensamente influidas por la
concentración interna del poder, mientras que la población está a menudo
marginada. Esto es así incluso en las sociedades más democráticas; obviamente,
en las que no lo son. No podemos llegar a una comprensión realista de quién
gobierna el mundo si ignoramos a los “amos de la humanidad”, como los llamó
Adam Smith: en su tiempo, los comerciantes y los dueños de las fábricas de
Inglaterra; en el nuestro, los conglomerados multinacionales, las mayores
instituciones financieras, los imperios de la venta al por menor y otros por el
estilo. Aun así, según Smith, también es sensato prestar atención a la “maldad
máxima” a la que se consagran los “amos de la humanidad”: “Todo para nosotros y
nada para el pueblo”, una doctrina también conocida como lucha de clases, una
lucha cruda e incesante, frecuentemente unilateral, en gran parte en detrimento
del pueblo del país del que se hable y del mundo.
En el orden
global contemporáneo, las instituciones de los amos detentan un enorme poder,
no solo en el escenario internacional sino también en el interior de su país,
en las que confían para proteger su poder y proporcionar apoyo económico con
una gran variedad de medios. Cuando pensamos en el papel de los amos de la
humanidad, nos referimos a las prioridades del estado policial de este momento,
como el Acuerdo TransPacífico (TPP) uno de los acuerdos reivindicativos de los
derechos de los inversores mal llamados “de libre comercio” en la propaganda y
los comentarios. Aparte de los cientos de abogados corporativos y los lobbistas
que se ocupan de redactar los detalles decisivos, se negocian en secreto. El
objetivo es su aprobación en el mejor estilo stalinista con procedimientos de
‘vía rápida’ diseñados para impedir la discusión y permitir solo la opción por
sí o por no (o sea, sí). En general, sus diseñadores lo hacen bastante bien. El
pueblo llano es algo meramente incidental, con las consecuencias que es posible
anticipar.
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