Diagonal
16.05.2016
¿Como explicar el 15M cinco años después, sus
consecuencias, sus límites y sus potencias? No es fácil, pero hay que
intentarlo, porque de cómo lo leamos depende también la apuesta política que
hagamos.
Estas diez tesis no pretenden dar una explicación acabada
ni finalista, sino plantear una serie de cuestiones que nos parecen interesantes
para la acción política transformadora.
El 15M se entiende mejor si observamos otros países
europeos que no han vivido un movimiento similar
Toni Negri dijo hace poco que el 15M produjo una
ruptura antifascista. Esto quizás suene un poco exagerado, pues
presupone un eje de conflicto que no estaba presente en la sociedad española,
al no existir ningún régimen fascista con el que romper, pero es muy útil como
metáfora.
En 2011 la española era una sociedad rápidamente
empobrecida, con una clase media en descomposición y una importante presencia
de población migrante que podía convertirse en el chivo expiatorio de algún
demagogo. Es decir, se daban una serie de condiciones objetivas que en otros
países de Europa han supuesto la base material de populismos de derechas.
Sin embargo, el estallido espontáneo de la
movilización en las plazas dejó claro cuál era el problema. Como decía uno de
los lemas más populares, "no somos mercancías en manos de políticos y
banqueros". A partir de ahí, la crisis no se hizo menos grata, pero sí
menos bárbara.
El 15M no fue sólo un ciclo de movilizaciones, fue un
movimiento
Las movilizaciones suelen plantear una serie de
reivindicaciones concretas, defensivas u ofensivas, que deben ser resueltas por
las instituciones. El 15M se movilizaba, pero era algo más. Proponía
prácticas, formas, anhelos, tan poco concretos y abstractos que "no cabían
en las urnas".
Las asambleas en las plazas pretendían sustituir a los
parlamentos como espacios de deliberación, la democracia directa sustituir a la
ficción representativa, la ciudadanía recuperar la política, el espacio urbano
volvió a ser común durante unas semanas.
Aunque el movimiento nunca consiguió pasar de ser
"anti-poder" a ser "contra-poder", dejó un poso cultural,
una serie de propuestas de prácticas de lucha que reaparecen cuando algún
sector de la sociedad irrumpe para expresar su descontento.
El 15M no llegó a constituir un sujeto político, pero
desarticuló al bloque social dominante
La columna vertebral del 15M fueron los hijos de
las clases medias, esa construcción ideológica basada en la capacidad de
consumo y de endeudamiento.
Construida pacientemente durante décadas por las
élites españolas, la crisis de 2008 supone la descomposición de las
relaciones materiales que sostenían este constructo.
Decenas de miles de jóvenes universitarios (que,
recordemos, no son la mayoría de la juventud) sufren la crisis económica como
una crisis de expectativas: el capitalismo español no ha sido capaz de producir
puestos de trabajo al mismo ritmo que títulos universitarios.
El sector social sobre el cual el régimen del 78 había
basado su estabilidad se deshizo: empezó por los hijos de las clases medias,
pero rápidamente alcanzó a sus padres, convitiendo al 15M en un sentimiento
inter-generacional.
El 15M no fue un movimiento de clase, pero sí fue
"lucha de clases"
Las clases medias en proceso de proletarización no
lucharon durante el 15M como "clase universal", sino que se resistían
precisamente a esta proletarización.
Algunos sectores sociales como los trabajadores del
sector público vinculados a la sanidad o a la educación se incorporaron al
movimiento a través de las "mareas". Otros sectores sociales como la
clase obrera tradicional o el precariado metropolitano miraron con simpatía al
15M, pero no participaron colectivamente en el movimiento.
Aunque el 15M no construyó un sujeto de clase, podemos
decir que fue un episodio atravesado por la lucha de clases, al vincular
economía y política, es decir, desnundando los vínculos que ligan la obtención
de beneficios al poder político y viceversa.
Eso sí, el 15M ataca las consecuencias de la relación
estructural que existe bajo el capitalismo entre política y economía, pero
nunca llega a cuestionar la propia relación.
El 15M no fue de izquierdas ni de derechas, pero sí
que tuvo un alma radical
Contaré una anécdota para ilustrar esta tesis. En una
asamblea del 15M, tras horas de debates entre izquierdistas, una chica coge el
micrófono. Cansada de tanta palabrería, dice: "Yo no sé si soy de
izquierdas o de derechas, pero sí sé cómo me siento cuando me levanto por la
mañana para ir a trabajar: me siento explotada".
Creo que es una metáfora ilustrativa de la crisis de
la izquierda, de sus códigos, de su política, de sus expresiones culturales.
¿De qué sirve todo el aparato ideológico de la izquierda tradicional si no
sirve para expresar el odio contra la explotación?
Lo que se expresaba en el 15M era difuso y
heterogéneo, pero también radical. Por eso, cuando en el 15M se dijo que
"somos los de abajo contra los de arriba", no hubo ninguna renuncia
ideológica, sino que se expresó una nueva radicalidad que la izquierda
realmente existente era incapaz de portar.
El 15M no fue anticapitalista, pero se articuló en
torno al mayor enemigo del capitalismo: la democracia
La teórica marxista Ellen Meiksins Wood planteó en un
famoso ensayo que el eje de lucha por la emancipación humana debía ser
"democracia contra capitalismo". Eso significa que el capitalismo,
como construcción histórica, entra cada vez más en contradicción con los
planteamientos democráticos.
El neoliberalismo ha logrado subsumir en las lógicas
capitalistas a espacios que estaban parcialmente fuera de ellas, como ciertos
derechos otrora considerados fundamentales en la Europa del Welfare, por
ejemplo, la sanidad y la educación.
El 15M fue una rebelión profundamente democrática,
pues trató de recuperar el hilo entre derechos y ciudadanía, quebrado por el
contra-reformismo neoliberal.
Aunque nunca llegó a plantear nada parecido a una
alternativa socialista, con sus prácticas y sus anhelos fue capaz de cuestionar
profundamente la hegemonía neoliberal.
Por desgracia, la rebelión democrática del 15M se
detuvo a las puertas de los centros de trabajo, permitiendo que el secreto de
las relaciones de poder al que se refería Marx se mantenga todavía inaccesible.
El 15M no era inevitable, pero era necesario
Gramsci advertía al marxismo mecanicista de que
"se puede excluir que, por sí mismas, las crisis económicas inmediatas
produzcan efectos fundamentales; sólo pueden crear un terreno más favorable a
la difusión de ciertos modos de pensar, de plantear y resolver las cuestiones
que implican todo el desarrollo ulterior de la vida estatal".
Eso significa que el 15M no tenía que ocurrir
inevitablemente, pero que estaba implicito en la situación. Y ocurrió,
provocó una mutación en la "crisis". De ser una crisis vivida con
extrema dureza y de forma dispersa, pasó a ser una crisis de régimen, una
crisis del sistema político.
El 15M no resolvió la cuestión de la organización,
pero sí que la planteó
Lejos de ver el 15M como un momento de celebración, el
15M, por usar una expresión del filósofo Daniel Bensaid, fue un momento de reapertura
de la cuestión estratégica.
Después de llevar la crisis de lo económico a lo
político: ¿Cómo convertir la indignación en conquistas sociales efectivas?
¿Cómo organizarnos cuando ha quedado claro que las viejas formas políticas de
la izquierda ya no sirven? ¿Como evitar caer en el "happening
permanente" que proponían determinados sectores del movimiento y pasar a
una "guerra de posiciones" paciente, a contrapelo de los ritmos
propuestos por la politica posmoderna?
Muchas preguntas, pero una constatación: no surge
ninguna organización del propio movimiento. Sólo esto permite explicar nuestra
siguiente tesis.
Podemos no es el 15M ni viceversa, pero sin el 15M,
Podemos no existiría
El 15M genera las condiciones para que surja Podemos,
pero Podemos no surge del 15M. Podemos surge por el agotamiento del
15M y de sus expresiones ulteriores como las mareas, incapaces tanto de lograr
conquistas concretas como de dar el salto a la lucha por el poder.
De esta combinación entre la posibilidad (el 15M crea
una base social impugnatoria) y la incapacidad (esa base social es incapaz de
auto-organizarse de forma estable) surge Podemos.
Por eso, Podemos vive permanentemente en una relación
de tensión: heredero del legado del 15M, ha sido incapaz de desarrollar más
allá del terreno electoral las potencias de auto-organización social que el 15M
había propuesto.
El 15M ya no está, pero vuelve una y otra vez
Si hubo un momento decisivo en la campaña electoral
del 20D, fue el famoso minuto de Pablo Iglesias. Podemos llegaba muy desgastado
a esa campaña electoral y en un debate entre los principales candidatos, Pablo
Iglesias apeló a la "fidelidad" al "Acontecimiento" del
15M, interpelando a través de la televisión a millones de personas.
La apelación funcionó. Aunque ya no quede movilización
en las plazas ni auto-organización en asambleas o en las mareas, el 15M sigue
siendo una forma de decir justicia social y democracia.
Una de las características que Badiou considera en un
"Acontecimiento" es que es irrepetible. Sin embargo, el 15M ha
propuesto formas de lucha y de organización que vuelven cuando aparece lo único
previsible en la sociedad capitalista: el conflicto.
Ahora, en cierto modo, el 15M es "la sonrisa del
fantasma".
Brais Fernández, militante de Anticapitalistas, forma
parte de la redacción de 'Viento Sur'.
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/movimientos/30377-diez-tesis-para-explicar-cinco-anos-del-15m.html
Fuente: http://www.diagonalperiodico.net/movimientos/30377-diez-tesis-para-explicar-cinco-anos-del-15m.html
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