A dos años de la rebelión popular, todo indica que gane quien gane en las presidenciales, Chile seguirá bajo las leyes del mercado, gracias a una nueva Constitución que avalará su argumentario.
Chile, entre la rebelión popular, las elecciones y una
Constituyente descafeinada
El Viejo Topo
18 noviembre, 2021
La rebelión
popular de octubre de 2019 marca el punto de inflexión en la política
chilena. Su mayor éxito, lograr la convocatoria de un proceso constituyente que
hoy se dirime entre el desencanto y la frustración. No olvidemos que el
llamamiento fue hecho a regañadientes por los partidos del orden y su nuevo
aliado el Frente Amplio, cuya cara es Gabriel Boric. El 15 de noviembre de 2019
firmaron el pacto por la paz y una nueva Constitución definiendo los
límites sobre los cuales podría transitar la nueva Carta Magna. Una redacción
capaz de mantener en pie el edificio neoliberal. Para lograrlo, se exigiría una
mayoría de dos tercios de los convencionales para dar el visto a cada artículo
propuesto. Así, bastaría un tercio de los delegados para rechazar una propuesta
rupturista de los principios neoliberales. Las votaciones para la convención
arrojaron unos resultados sorprendentes. La derecha obtuvo menos de un tercio
de representantes, viéndose la posibilidad de formar consensos progresistas para
romper el pacto de la traición. Pero la ilusión se ha ido al traste. Las
alianzas en la convención recompusieron el cuadro. Lo impensable se hizo
realidad. Los pactos se reditaron cuando los convencionales votaron su
reglamento interno y mantener el quórum de los dos tercios. Así, la derecha, la
ex concertación, el Frente Amplio, independientes no neutrales, logran el
control real y cierran el paso a una redacción con efectos reales para la
ciudadanía. Se podrán reconocer derechos, pero la economía de mercado pondrá
límites al gasto público y de paso no permitirá la inversión en sanidad,
vivienda, educación. Por otro lado, ni pensar que los convencionales determinen
que las riquezas del país no puedan ser vendidas a extranjeros. Las
trasnacionales tendrán carta blanca para explotar los yacimientos de cobre,
litio y de paso repatriar sus beneficios vía tratados de libre comercio. La
Constituyente camina desoyendo las voces que dieron lugar a la rebelión
popular.
La rebelión
plantea preguntas que a dos años siguen sin respuesta. La movilización no ha
cuajado en un proyecto. La crítica a la corrupción, a los partidos políticos, a
la represión del pueblo mapuche, al patriarcado, contra la violencia de género,
el cambio climático, la privatización de la educación, la sanidad, la
desigualdad social no ha sido suficiente para construir una alternativa;
seguramente no era su objetivo. Pero la protesta, debió ser un punto de
partida. Tal vez, las esperanzas se centraron en esa candidatura de
independientes a la convención constituyente La Lista del Pueblo. Tuvo 24
constituyentes, hoy no existe. Se disolvió víctima de los males que combatía.
El personalismo, la corrupción, la mentira, las malas artes políticas.
Las protestas
en estos dos años, han tenido una constante, el grado de violencia con el cual
se han empleado las fuerzas armadas y de carabineros contra los manifestantes.
La gravedad de sus actuaciones se acrecienta. El uso indiscriminado del
material antidisturbios ha significado decenas de muertos, lesiones oculares,
violaciones y miles de detenidos. El Estado chileno no ha tenido límites para
ejercer la represión. El mantenimiento del Estado de excepción, la
militarización del Wallmapu, la aparición de paramilitares contratados por las
empresas madereras para acosar e intimidar al pueblo mapuche, son los síntomas
de la degradación y la perdida de legitimidad del gobierno. A pesar de ello,
las protestas se han mantenido en medio de la pandemia. No es sólo Santiago, se
desarrollan huelgas, paros de sanitarios, profesores, estudiantes, estibadores,
pescadores, movimiento feminista y pueblos originarios. Es en toda su
geografía.
La celebración
de la rebelión popular busca mantener el sentido que llevó a millones de
chilenos a tomar las calles clamando el fin de la Constitución
pinochetista y una sociedad más justa. Hoy se suma a lo dicho, la demanda de
libertad para los presos políticos detenidos durante la rebelión popular de
2019. Mientras, el partido del orden y sus nuevos aliados debaten sobre las
elecciones presidenciales del 21 de noviembre, cuyos índices de abstención
superan 50 por ciento. A pesar de ello, todo parece indicar que Gabriel Boric,
candidato de Apruebo Dignidad y miembro del Frente Amplio, ocupará una plaza.
Lo que se cuestiona es quién lo acompañará en segunda vuelta. La derecha se
divide entre Sichel y el nazifascista José Antonio Kast. Por otro lado, está la
democristiana Yasna Provoste, quien cuenta con apoyos entre las clases medias y
sectores empresariales. En esta disyuntiva, es posible que una parte de la
derecha apoye a Provoste para una segunda vuelta. En conclusión, a dos años de
la rebelión popular, gane quien gane en las presidenciales, Chile seguirá bajo
las leyes del mercado, gracias a una nueva Constitución que avalará su
argumentario.
Artículo publicado originalmente en La Jornada.
*++