La teoría de los tres bloques de Fernández Vara que
puede enmendar Arrimadas
- El presidente extremeño cree que España está dividida en tres bloques: izquierda, derecha y nacionalistas. El centro ha muerto y no hay vasos comunicantes
- Sin embargo, Arrimadas surge como alternativa al nacionalismo, dando opciones al Gobierno y volviendo al centro
Cuarto poder.ee
El domingo, 24 de mayo de 2020
El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo
Fernández Vara. EFE/Jero Morales/Archivo
El presidente
del Gobierno, Pedro Sánchez, afronta la
crisis sanitaria más grave de la democracia con un Congreso que le
recibe con hostilidad. El nerviosismo por amarrar las votaciones y que nada
falle hace que el PSOE quiera explore todas las vías, como el polémico acuerdo
con EH Bildu que luego rectificó. El encaje de bolillos que tiene que hacer en
cada estado de alarma, las caceroladas que tienen gran acogida mediática y la
oposición sin tregua de las derechas no ha hecho, sin embargo, que emerja
una alternativa sólida. Unas horas antes de la última sesión del Congreso,
el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, vaticinaba de
que ni siquiera unas elecciones supondrían un cambio. Para el socialista, la
sociedad española está dividida en tres bloques políticos: la izquierda, la
derecha y el independentismo.Y ninguno se mueve.
La reflexión
del socialista extremeño se produjo el pasado martes, después del Consejo de
Política Territorial del PSOE y horas antes de que tuviera lugar el polémico
pacto con Bildu, que desconcertó a buena parte de los socialistas y visibilizó
las distintas visiones del Gobierno. Sin embargo, sirve para comprender cómo ve
Fernández Vara el terreno de juego y las encrucijadas de la política española:
"La sociedad española no está dividida en dos facciones electorales, sino
en tres: izquierda, derecha y el nacionalismo. No hay movimiento entre
bloques", explicaba. El presidente autonómico auguraba que, aún
habiendo elecciones, las mayorías no variarían, incluso aunque hubiera
transferencia de votos entre partidos: lo que perdiese el PP lo ganaría Vox o
Ciudadanos y lo que perdiese el PSOE lo ganaría Unidas Podemos y viceversa.
"El centro
político desapareció en España", reflexionaba sobre las posturas políticas
moderadas. No es lo único que ha 'muerto' en la política española, también lo
han hecho los vasos comunicantes que permitían las transferencias de electores:
"Lo que ocurría en España que ya no ocurre es que había trasvase entre
bloques". Al no haber posibilidad de configurar otras mayorías,
la consecuencia es que "las decisiones caigan en los partidos
nacionalistas" y el Gobierno tenga que sudar en cada votación.
Rosas y espitas
Esta rigidez
entre los bloques cae sobre los socialistas a la hora de tener que sacar cada
votación en el Congreso: "Los partidos del Gobierno nos hemos sentido muy
solos porque el PP, también Vox, han dimitido de su responsabilidad",
confesaba la portavoz del Ejecutivo, María Jesús Montero, el pasado
viernes tras el Consejo de Ministros. Las consecuencias son que el diálogo
entre bloques tome forma de lo que Sánchez llama "espita",
es decir, que se pongan sobre la mesa otros temas que nada tienen que ver con
el estado de alarma, como la reforma laboral por parte de Bildu o la petición
de reactivar la mesa de diálogo por parte de ERC.
En su
comparecencia del martes, Fernández Vara anteponía las caceroladas contra el
Gobierno a la "mayoría silenciosa", una expresión que ya
utilizó la exvicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría en 2013 cuando las protestas
eran contra la austeridad de Rajoy.
¿Un 'nuevo' centro-derecha como alternativa al bloque nacionalista?
Cada vez que
surge una polémica, presidentes autonómicos como el aragonés Javier
Lambán o el castellanomanchego Emiliano García-Page dejan
claro su preferencia en los acuerdos con Ciudadanos. "Podemos tener
diferencias, pero compartimos un mismo proyecto de país", explicaba
Fernández Vara en RNE el mismo miércoles, cuando le hacían elegir entre ERC y
los naranjas.
En la votación
del miércoles, la quinta prórroga del estado de alarma, Ciudadanos consolidó su
condición de partido bisagra, al menos, en plena emergencia sanitaria y sin
ahorrarse críticas al Gobierno en sus discursos. Inés Arrimadas, además, ha
aguantado la presión. La citada encuesta situaba a Inés Arrimadas como la
segunda líder mejor valorada, con una nota de 4,3, solo por detrás del
presidente Sánchez, que saca un 4,9. Le sigue el 'popular' Pablo Casado con un
3,8. Todos suspenden.
El portavoz de
Ciudadanos, Edmundo Bal dejó muy claro que su 'sí' no es una carta
blanca para el resto de legislatura: "A usted le votamos que no, pero
votamos que sí a los españoles". Pero en contraposición con el PP y
Vox, Ciudadanos apuesta por la "altura de miras", el pragmatismo
y la responsabilidad.
Si hace unas
semanas, Ciudadanos parecía condenado a estar a la sombra de un PP que
conservaba el liderazgo y de un Vox creciente, ahora los 10 diputados naranjas
han cobrado protagonismo y tienen perfil propio dentro de las derechas. Ya no
provocan burlas en las filas socialistas por su irrelevancia, sino que reciben
sus llamadas y amplían su influencia.
Además, venden
su sí como una alternativa al nacionalismo, que además, hasta ahora
Sánchez no tenía. El martes, se jactaban de que el acuerdo con el
Gobierno iba a impedir poner en marcha la mesa de negociación con ERC,
ni los separatistas para dinamitar la igualdad entre españoles.
La insegura mayoría del Gobierno
Con cada vez
más dificultades, el Gobierno español ha ido aprobando hasta cinco prórrogas
del estado de alarma para combatir las crisis del coronavirus, negociando a
varias bandas. Más que "espacios de encuentro" ha abierto espacios en
paralelo con fuerzas tan antagónicas como ERC, Ciudadanos, PNV y ahora, Bildu,
un socio siempre incómodo. El PSOE sabe que firmar un acuerdo con los
abertzales es abrir la caja de los truenos, como bien conoce la presidenta
navarra María Chivite.
La arriesgada
negociación de la abstención de Bildu respondía a la necesidad de ir sobre
seguro a la sesión, ya que sin los abertzales al Ejecutivo también le
daban los números. Esta maniobra deja entrever también la inseguridad que
genera en el Ejecutivo las mayorías ajustadas que maneja en el Congreso. El
PSOE quiso atar la aprobación, incluso si Ciudadanos se echaba para atrás, lo
que sugiere que los socialistas no acaban de fiarse de los naranjas. Tras la
cuarta prórroga, donde ERC votó "no" volvieron a reanudar relaciones
con los catalanes, en señal de que el espíritu de la investidura seguía siendo una
vía abierta para navegar la complicada legislatura.
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