La gripe española de 1918 y el ascenso del nazismo:
tomen nota
Rebelion
Fuentes: Público
23/05/2020
Foto: Hospital militar de emergencia durante la epidemia de Gripe Española,
en Camp Funston (Kansas, EEUU). Museo Nacional de Salud y Medicina
Los estudios
científicos que han demostrado la alta correlación existente entre el deterioro
de la vida económica y el ascenso de la extrema derecha son muy abundantes.
Más
concretamente, se han podido demostrar algunos hechos que deberían ser tomados
muy en cuenta por nuestros políticos y gobernantes.
En primer
lugar, sabemos que el ascenso de la extrema derecha no se produce como
consecuencia de cualquier tipo de crisis, sino de las financieras y cuando el
periodo de recesión posterior a la crisis es duradero.
También sabemos
que las políticas de austeridad, los recortes en el gasto público que llevan
consigo disminución de las prestaciones sociales y deterioro de los servicios
públicos, están altamente correlacionadas con el ascenso del la extrema
derecha. Algo que se ha podido demostrar perfectamente en el caso alemán: tras
las políticas de grandes recortes que se llevaron a cabo entre 1930 y 1932, el
partido nazi multiplicó su voto, pasando de tener poco más del 2% en 1928 a
casi el 45% en 1933.
Desde hace unos
días sabemos un poco más sobre el ascenso del nazismo en Alemania pues un
economista de la Reserva Federal de Nueva York, Kristian Blickle, ha publicado
un estudio, todavía en versión preliminar, en el que se demuestra la gran
influencia que la pandemia de gripe española tuvo en el éxito posterior de
Adolf Hitler (puede leerse aquí).
Blickle ha
analizado las muertes producidas por aquella pandemia en las diferentes
regiones y ciudades alemanas y ha podido comprobar que allí donde la mortalidad
fue más alta se registró tiempo después un mayor apoyo electoral a los partidos
de extrema derecha y particularmente al nazi.
Su análisis
pone de manifiesto que las ciudades y regiones donde hubo más muertos a causa
de la pandemia registraron luego más desempleo y recortes de gasto público.
Estos dos factores están claramente relacionados con el ascenso de la extrema
derecha, según el análisis de Blickle, aunque igualmente demuestra que ni el
mayor nivel de paro ni las políticas de austeridad fueron las únicas vías por
las que la pandemia terminó produciendo un aumento del voto al partido nazi. De
hecho, señala que otras enfermedades, como la tuberculosis, que producían más o
menos las mismas muertes que provocó la gripe española, no tuvieron el mismo
efecto sobre el electorado.
En su opinión,
lo que ocurrió fue que aquella pandemia concentró principalmente sus efectos
sobre la juventud, primero en cuanto a mortalidad se refiere y, más tarde y a
consecuencia del recorte de gasto y del cambio demográfico, en la mentalidad y
en las actitudes sociales. Blickle señala, por ejemplo, que los recortes
afectaron a servicios disfrutados especialmente por la población más joven y
que el origen foráneo del virus fomentó el resentimiento hacia los
extranjeros que fueron vistos como responsables de la pandemia. De hecho,
muestra que el porcentaje de votos para los extremistas de derecha aumentó
particularmente en las regiones que históricamente habían culpado a las
minorías de las plagas medievales.
En todo caso,
el ascenso del nazismo seguramente no pueda explicarse sólo por ese tipo de
razones económicas. También se ha comprobado que influyó decisivamente la
enorme polarización social y política de aquel periodo. Leon Trotski retrató
muy gráficamente lo que ocurría en esa Alemania donde germinaba el terror.
Decía que era como una pirámide en cuyo vértice superior había una bola que la
extrema derecha, por una parte, trataba de volcar hacia la izquierda para
romper la espalda del movimiento obrero mientras que el partido comunista, por
otra, la empujaba hacia el otro lado, para rompérsela al capitalismo.
Después de 2008
sufrimos una recesión larga y muy dura, durante unos años que han visto crecer
la extrema derecha en casi todos los países del mundo, hasta el punto de que
son bastantes los que están gobernados por líderes extremistas como Trump,
Orban o Bolsonaro. El Royal United Service Institute, un centro de
estudios inglés bastante conservador, acaba de publicar un pequeño informe en
el que se indica que el nivel de amenaza del extremismo de derecha amplificado
por la crisis global es alto (aquí). Por un lado, porque está extendiendo la
idea de que «la reconstrucción de un orden mundial racialmente puro requiere
avivar el caos mediante ataques masivos y tomar las armas para desencadenar una
guerra racial»; y, por otro, por el riesgo de que un colapso económico
provocado por las medidas necesarias para atajar la pandemia produzca
disturbios civiles masivos que desestabilicen a los gobiernos y fuerzas de
seguridad.
La covid-19 no
es una pandemia exactamente igual que la provocada por la gripe española, pero
deberíamos tener cuidado pues sus antecedentes y la situación que se está
generando tienen casi todos los ingredientes que facilitaron la llegada al
poder de los nazis: el deterioro económico es evidente, los recortes ya los
hemos sufrido y otros nuevos están a la vuelta de la esquina, el desprecio de
la política democrática como instrumento de gestión de los asuntos públicos es
extraordinario, la polarización agobiante y la xenofobia tremenda. ¿Qué se
puede esperar cuando nada más y nada menos que el portavoz del Departamento de
Salud y Servicios Humanos de la primera potencia mundial, Michael Caputo, dice
que la covid-19 se produce porque «millones de chinos chupan la sangre de los
murciélagos rabiosos como aperitivo y se comen el culo de los osos
hormigueros», o que «los demócratas están presionando para que el virus mate a
mucha gente»? (aquí).
A mi juicio, la
conclusión ante estos estudios históricos y ante la situación en la que nos
encontramos es bastante clara. Hay que ser muy pragmáticos porque lo mejor
suele ser enemigo de lo bueno: hay que evitar, antes que cualquier otra cosa,
que la economía, la situación de las empresas y las condiciones de vida de la
gente se deterioren. Y, además, hay que luchar contra la polarización política
y tratar de evitarla por todos los medios. Insistir hoy día en una estrategia
de confrontación entre derecha e izquierda es la forma más rápida y segura de
provocar un choque social de consecuencias nefastas que sufrirán en mayor
medidas las clases trabajadoras y las personas menos favorecidas. Es
imprescindible diseñar un proyecto político de mucha más amplia mayoría, basado
en la defensa de los derechos humanos, de la democracia, de la transparencia,
la libertad, la solidaridad y la justicia; un proyecto que sólo tenga enfrente
a quienes se atrincheran en el búnker de sus privilegios y de su inmenso
egoísmo, y no a la mitad de la sociedad.
Juan Torres
López es Catedrático de Economía Aplicada de la Universidad de Sevilla.
Dedicado al análisis y divulgación de la realidad económica, en los últimos
años ha publicado alrededor de un millar de artículos de opinión y numerosos
libros que se han convertido en éxitos editoriales. Los dos últimos, ‘Economía
para no dejarse engañar por los economistas’ y ‘La Renta Básica. ¿Qué es,
cuántos tipos hay, cómo se financia y qué efectos tiene?’
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