Elecciones 26-M 2019
País Valencià: situación y futuro de Podemos
Andreu Tobarra
Vientosur
01.06.2019
Sin ninguna
duda Podemos es la gran perdedora del 26-M. Se pierden multitud de votantes en
todas las autonomías y aunque se mantiene en algunas la posibilidad de ser
llave de gobierno, Podemos pierde buena parte de sus diputados (en Castilla-la
Mancha donde entró al gobierno con el PSOE, se queda fuera sin ningún
parlamentario). Pero es en el ámbito municipal donde se ha dado lo peor, los
resultados solo se pueden calificar de extremadamente malos para Podemos. Y
además, con alguna excepción, se han perdido la gran mayoría de ayuntamientos
del cambio de hace cuatro años. Las votaciones europeas, sin ser tan duras como
las de los ayuntamientos para Podemos, no han sido nada favorables, Podemos e
Izquierda Unida han perdido respecto al 2014 seiscientos mil votantes, lo que
supone quedarse de once europarlamentarios en seis.
Los resultados
de las elecciones en el País Valencià, vuelven a pasar varias facturas.
En el terreno
de la derecha, el PP sigue cayendo, pero no lo suficiente para ser igualado o
superado por Ciudadanos, que parece dar síntomas de estancamiento e incapacidad
de conseguir el sorpasso. En la ciudad de Valencia donde el PP tenía imputados
a todos sus diez concejales, Ciudadanos se ha mostrado incapaz de crecer en
votos y escaños respecto al 2015.
El PP de Isabel
Bonig se ha mantenido como la segunda fuerza más votada, obteniendo casi
trescientos mil votos más que Ciudadanos. En Valencia ciudad María José Catalá,
la candidata del PP, queda como segundo partido tras Compromís y por delante
del PSPV, será la jefa de la oposición, dejando a Ciudadanos a un nivel
subalterno. Sin embargo, las alianzas de las tres fuerzas de la derecha son
necesarias para hacer gobiernos municipales, como en Alacant y en esa forma es
muy probable que tengamos a Vox también en los equipos de gobierno de las
alcaldías que controle la derecha.
El PSPV afirma
e incrementa sus resultados en las municipales, tras las generales y las
autonómicas realizadas en nuestro territorio hace un mes. Es el partido con más
votos en los dos terrenos: autonómico y municipal. Incrementa su posición en
una buena parte de las ciudades de más de 20.000 habitantes como Valencia,
Castelló, Elx, Torrent, Sagunt o Paterna. Aunque obtiene un porcentaje de
votantes sustancialmente inferior a las cifras históricas de los años ochenta,
vuelve a tener una posición hegemónica, con un aliento de estabilidad de cara a
los próximos años hasta las siguientes convocatorias electorales.
Compromís, ve
reducirse un tanto su apoyo electoral, pero mantiene las concejalías que
obtiene en todo el País Valencià (incluso las incrementa ligeramente, en gran
parte por la situación de fraccionamiento del voto) y sobre todo repite mayoría
y alcaldía en el buque insignia, la ciudad de Valencia, con el apoyo y
participación solamente del PSPV (Unidas Podemos no obtiene representación) que
queda en tercera posición en la capital.
Unidas Podemos
sigue padeciendo una fuerte sangría elección tras elección, pero esta vez
sobrepasa la línea roja que supone quedarse por debajo del límite del 5% que es
el que permite la representación institucional. Y esto no es algo que suceda
exclusivamente en el ayuntamiento de Valencia, Unidas Podemos retrocede muy
sustancialmente o desaparece en muchos consistorios del País Valencià, así como
en buena parte de municipios del estado y de los territorios que realizaban el
26M sus elecciones autonómicas.
A nivel de
nuestro territorio, la representación obtenida hace un mes al hacerse coincidir
por el PSPV generales y autonómicas, benefició a los socialistas, pero también
benefició a Podemos. Entonces todavía no podíamos saber lo mucho que le
favoreció, aunque es de suponer que de haberse celebrado nuestras autonómicas
el 26M no hubiese obtenido los 8 escaños, con un porcentaje cercano al 8%. La
amenaza de convertirse también en una organización extraparlamentaria a nivel
autonómico era muy plausible.
Los votos en el
País Valencià suponen un resultado de unas 45 concejalías en todo el
territorio, contando tanto a Podemos en solitario como a Podemos más Esquerra
Unida, allá donde decidieron ir unidos. Una cifra a mucha distancia de los más
de un centenar largos que obtiene EU en los municipios donde se presenta en
solitario.
Si comparamos
con el 2015 las pérdidas que revelan los datos son muy preocupantes, puesto que
solo EU en solitario entonces ya obtuvo 214 y entonces además estaban todas las
candidaturas de unidad popular que apoyaba y participaba Podemos.
Desde la ciudad
de Valencia, que es donde vive el que escribe estas líneas, el retroceso
electoral es también lamentablemente espectacular. Unidas Podemos queda fuera
tras obtener en torno a 16.000 papeletas, superando a duras penas el 4%, cuando
la barrera legal obliga a superar el 5%.
Si retrocedemos
cuatro años para comparar los resultados obtenidos por Unidas Podemos, en el
2015 sumando los votos de Valencia en Comú (40.000) y los de EU (muy cerca de
20.000), se obtuvieron 60.000, mientras que cuatro años después en el 2019 se
han convertido en muy poco mas de 16.000. En resumen, se han perdido en una
sola legislatura 44.000 votos1.
Esto supone quedarse fuera de la institución tras perder el 73% de los votos y
convertirse en una fuerza cercana a lo marginal después de “haber estado cerca
de tocar el cielo”. La velocidad del drama no puede menos que dar vértigo.
En Alacant,
donde el PP perdió la alcaldía en el 2015, la volvería a recuperar ahora con la
suma de Ciudadanos y Vox. Los 6 concejales de Guanyar Alacant (más de 28.000
votantes que supusieron cerca del 19% ) se convierten ahora en 2 para
Podem-EUPV (poco más de 12.000 votos, que su ponen el 9%). Se han evaporado el
57% de los apoyos electorales en estos cuatro años.
En Elx, la
situación ahora es como la de Valencia, no se llega al 5% con 4.600 votos y
Podemos se queda con cero conejales fuera del consistorio. El PSPV que tenía la
alcaldía la mantendrá al mejorar sus resultados.
En Castelló, en
el 2015 Castelló en Moviment obtuvo 4 concejales (10.400 votantes, con el
13,06%. EUPV no llegó al cinco por cien y con casi 3.000 votos se quedó fuera).
En el 2019 se añaden a la candidatura Podemos y EUPV para quedarse en 2
concejales (4.800 votantes, con un 6,55%). Se pierden un 64% de apoyos en la
ciudad de Castelló. El PSPV mantendrá la alcaldía que ya consiguió hace cuatro
años.
En definitiva,
esta es una buena parte de la expresión electoral de la situación municipal de
Podemos en el País Valencià, se pierden apoyos de tal forma que en las mejores
situaciones supone dejarse el 60% de los votantes e implica quedarse fuera de
la representación institucional de una buena parte de ayuntamientos valencianos
y de las diputaciones.
¿Que hemos
hecho para merecer esto?
Eliminadas las
anécdotas, nos deberíamos quedar con los elementos más relevantes para intentar
entender por qué Podemos ha dejado de ser lo que fue en tan poco tiempo. Estas
son las que me parecen algunas de las cuestiones más significativas, sin que el
lugar en que las escribo suponga que las estuviese ordenando por importancia:
- El hecho de que la pugna interna en el reparto de posibles futuros cargos ha cerrado a Podemos hacia una necesaria apertura a la incorporación de activistas sociales. Los problemas de construcción de listas y programas con muy escasa o nula participación de los movimientos y del activismo social, con un vaciado de candidatas y candidatos que tengan que ver con ellos es un elemento importante de resta que se añade al declive en que ha entrado Podemos a nivel estatal.
- El desplazamiento, por no calificarlo de arrinconamiento, fuera de los puestos de salida en las listas, de personas que habían hecho un trabajo más que digno en la representación institucional con una vinculación real a la organización y a los movimientos sociales.
- La supuesta coalición con Esquerra Unida, que no es tal. Poco que ver con la confluencia que se realizó en Andalucía, en que las bases de Podemos y de Izquierda Unida fueron actores reales de un debate con votaciones finales refrendando la unidad, ilusionando también a otros sectores. Aquí en Valencia simplemente se puede explicar el acuerdo electoral de tal forma que en la mayoría de barrios de la ciudad los colectivos de Podemos y de EU, iniciaron la campaña municipal del 26-M sin haberse encontrado ni conocido y la acabaron en las mismas condiciones. El acuerdo firmado en los últimos momentos con Esquerra Unida, largamente estancado y aireado como una vulgar disputa entre aparatos sin diferencias políticas conocidas, por los puestos en las listas que se consideran con posibilidades reales de alcanzarse, no se puede presentar como un paso adelante. Supone un descrédito social merecido para aquellos que se llenan la boca con discursos repletos de construcción de alianzas, de solidaridades, de lazos, de apoyos mutuos, de complicidades… y en la práctica se visibilizan comportamientos bien alejados de esas palabras dentro de los relatos.
- Esto va de la mano de la crisis, por no calificarla de desaparición, de una buena parte de las candidaturas de unidad popular con las que nos presentamos en las últimas elecciones a los ayuntamientos. Y no se trata solamente de que hayan dejado de existir como puede ser el caso de València en Comú, que dicho sea de paso ha ocurrido de no muy buenas maneras por parte de la dirección de Podemos en Valencia ciudad, sino, y es lo más importante, que buena parte del caudal de ilusiones y apoyos, se haya perdido y no se puede esperar que a nivel de votos se traslade y mantenga en algunas de las propuestas y listas municipales que está haciendo Podemos.
- Los diferentes giros políticos dentro de una permanente obsesión por lo electoral, con un último movimiento que parece presidir buena parte de los actos y declaraciones con la finalidad de tener puestos en un gobierno del PSOE, tanto estatal como territoriales. Podemos acentúa su moderación política y su casi desesperado gobernismo con los socialistas a medida que se desangra y debilita cada vez más.
- A todo ello se añade que internamente se vive una situación escasamente democrática de la organización en la que las diferencias se afrontan por los grupos de afinidad en la dirección de mala manera con golpes de efecto, acuerdos contra natura, caídas en desgracia y rupturas con escenificaciones públicas impropias de un grupo humano que lucha por construir solidaridades y valores éticos. Todo ello aireado desmesuradamente por los media a los vientos de la opinión pública, con un tratamiento bien diferente respecto a Podemos que al que se aplica a las otras organizaciones políticas, construyendo el relato de que PSOE, Ciudadanos y PP resuelven problemas con menos cainismos y mucha más talla política y talento.
¿Podemos tiene
solución?
Lo que podemos
constatar de momento es que el ciclo sigue cerrándose, primero pensábamos que
habíamos entrado en otro periodo diferente al que se abrió con el 15M que había
que darlo por terminado en muchos aspectos importantes, sin embargo ésto quizá
no sea suficiente y debemos plantearnos si no está ocurriendo en estos momentos
lo mismo con Podemos.
Una buena
política municipal, no nos hubiese librado de los efectos de la caída general
de Unidas Podemos, pero habría impedido que quedásemos fuera de la institución
con unas pérdidas de votos espectaculares. No es de recibo que algunas
secretarias generales se escondan detrás del hundimiento general, que viene a
ser algo así como proclamar que la culpa es de todos a nivel estatal (o de la
figura de Pablo Iglesias sobre todo), diciendo que no se podía hacer gran cosa a
nivel de nuestro municipio, porque se hubiese hecho lo que hubiese hecho, el
resultado vendría dado por el descredito de Podemos exterior al municipio.
Relato perfecto para culpabilizar a un enemigo externo sobre lo que se ha hecho
y sobre lo que se ha dejado que hacer en el municipio.
Asistiremos,
sin dudas, a un periodo de nuevos descorazonamientos militantes en el que tras
la resaca electoral llegarán las primeras desafecciones, unas por desánimo tras
la acumulación de fracasos y la falta de espacio para hacer política real en la
estructura de Podemos. A éstas se añadirán las de aquellos y aquellas que ven
cerrado su proyecto personal en Podemos y optarán por dimisiones o dejar la
organización para intentar buscar otras agencias de colocación, desgraciadamente
a estas alturas es imposible negar que este tipo de personas también existen en
Podemos y han medrado en él y en sus listas electorales.
Tras haber
formado parte de este ciclo de Podemos desde sus orígenes, a estas alturas
tengo una convicción muy fuerte en afirmar que si Podemos toma dos decisiones
estratégicas equivocadas, su situación será irreversible. Ni siquiera podemos
estar seguras de que decidiéndolas correctamente lleguemos a tiempo de evitar
el naufragio definitivo, pero como en muchas encrucijadas y puntos de
inflexión, lo que toca hacer es intentarlo, para salvar al menos todo lo que
podamos y no tener que volver a empezar de cero o incluso desde valores
negativos.
La primera gran
decisión sería la de no entrar al gobierno del PSOE-PSPV.
Hemos
argumentado repetidas veces que los costes serían muy superiores a las
hipotéticas ganancias de hacer cambios sociales y de mejorar la visibilidad.
Hemos puesto también encima de la mesa el balance nefasto que en el estado
español y en Europa ha supuesto entrar a gobernar en minoría con la
socialdemocracia, tenemos ya ejemplos propios como lo ocurrido en Castilla la
Mancha.
Podemos está
jugando con fuego, las tesis errejonistas se han quedado en Podemos a pesar de
su marcha y el nuevo giro de cintura de conseguir presencia en un hipotético
gobierno dirigido por Pedro Sánchez -o Ximo Puig a nivel valenciano- son las
que prevalecen como principal objetivo a corto plazo y a nivel estratégico. Si
para ello hay que relajar no solo las formas, dulcificándolas hasta recibir
alabanzas por parte de muchos medios y tertulianos hasta ahora enfrentados a
Podemos, se añaden detalles sustanciales de la que sería la agenda de gobierno
de Podemos, en las que se ha producido un vaciado de objetivos claramente
considerados como maximalistas para la dirección actual, y a cambio aparecen
propuestas de buena gestión que podrían ser negociables con la organización
socialista.
Si añadimos que
la entrada se puede aprobar en los próximos días por parte la dirección
autonómica, presentándola como una necesidad indiscutible e irreversible ya
negociada y pactada en petit comité con el PSPV y Compromís, yendo en el
mejor de los casos a una de las habituales pseudo-ratificaciones plebiscitarias
que tienen poco que ver con un buen proceso de debate colectivo antes de su
ratificación por mayorías en una votación. Es difícil recordar una organización
grande como Podemos que se llene la boca de ética y principios, al mismo tiempo
que los incumple en su funcionamiento.
Ahora además
tenemos que añadir lo que supondría entrar al gobierno de Ximo Puig (y Pedro
Sánchez) con la situación de extrema debilidad, con pérdida de militancia y
vaciamiento de los círculos en la que nos encontramos. ¿De verdad no se tiene
conciencia de lo que va a suponer este hecho en aumentar la vía de agua
acelerando el desmoronamiento y sus consecuencias?
Ya hemos vivido
la inmensa absorción de esfuerzos y recursos de las candidaturas de unidad
popular cuando entraron a gobernar los ayuntamientos, que afectó a muchísimo
más que a los cargos y sus asesores. Las discusiones, el seguimiento político,
una buena parte de los asuntos y la vida política empezaron a girar cada vez
más y más en torno a lo institucional, y el resto de temas y el insustituible
activismo social fue cediendo tiempo primero, importancia después y finalmente
esta nueva jerarquía de valores que gira sobre la institución adquiere estatus
de normalización.
La situación de
la representación autonómica de Podemos, que es prácticamente el único islote
institucional relevante en todo el PV, es mejor que sea la llave para forzar
políticas sociales de gobierno, pero sin estar dentro. En esa forma las
diputadas y diputados en el parlamento autonómico, así como la dirección
autonómica, estarán en mucho mejores condiciones para invertir energías
políticas en levantar, reforzar las bases y la vida de la organización, y la
mejor forma de tener tiempo y espacio para hacerlo es quedarse fuera del
gobierno. No es suficiente con la voluntad de querer remontar, hay que tomar
decisiones que permitan hacerlo, y la de entrar al gobierno lo impediría desde
muy corto plazo y añadiría el descrédito y la desafección hacia Podemos en poco
tiempo más (no va a ser ninguna excepción diferente a lo que le paso a IU entre
nosotros, o a los Verdes en Alemania o a Refundación en Italia)
La segunda gran
decisión es reintroducir los funcionamientos horizontales y democráticos dentro
de Podemos.
Hay voces que
piden la dimisión de secretarios generales, pero aun compartiendo que hay
secretarios y secretarias generales que hace tiempo no deberían ejercer esa
función, eso no es tan simple. Una nueva secretaria general o una gestora no
soluciona el problema, la simple sustitución de personas si no se modifican
funcionamientos y la anómala estructura que padecemos, no va a cambiar
sustancialmente la situación.
Por otro lado,
han vuelto a aparecer las potentes voces que cierran filas en torno a Pablo
Iglesias, atribuyendo buena parte del problema a las críticas y disidencias que
se airean en público. ¿De verdad que lo mejor que se puede construir como
explicación es convertir las opiniones políticas diferentes en el problema, y
afirmar que si éstas no existieran o no se expresasen las cosas hubiesen sido
diferentes?
La tentación
permanente de depositar en enemigos exteriores e interiores el problema, suele
ser una gran forma de construir una explicación en la que siempre son otras las
responsables y eso evita tener que asumir cualquier responsabilidad y
rectificación. Compartimos con otras voces que no hay que salir corriendo a
tomar decisiones, pero nuestra opción es que la toma de decisiones sin
precipitaciones es la mejor forma de hacer cambios de calado, pero siempre
precedidos de buen debate y deliberación. En absoluto se trataría de ganar
tiempo para no hacer nada y seguir manteniendo el control de los puestos
internos, la dirección política y los escasos puestos externos que se han
obtenido.
Si miramos
hacia abajo vemos los círculos vaciados y desencantados, muy alejados de
cualquier posibilidad de seguir y participar mínimamente en las decisiones
políticas municipales. Si lo hacemos hacia arriba, tenemos las direcciones que
no funcionan como tales, en la práctica es el secretario o la secretaria general
junto con un pequeño grupo de confianza quienes muñen las decisiones y buscan
acuerdos y maniobras contra los que consideran enemigos en el interior de
Podemos. El Consejo Ciudadano es sorteado como órgano real por varios
mecanismos, uno ha sido orquestado en origen gracias a las listas plancha y la
representación no proporcional que garantiza muchas veces brazos de madera
incondicionales a cualquier debate y posición. En segundo lugar, los acuerdos
se orquestan por fuera del órgano, lo cual añade más profundidad al vaciado de
la dirección como órgano de representación y debate para la dirección política,
hasta convertir a los Consejos Ciudadanos en direcciones semivacías, sin
papeles, sin debates, situación que se utiliza para reforzar más todavía la
necesidad de que el secretario o la secretaria general actúe libremente y al
margen de todo órgano y control, para compensar el problema que él mismo ha
contribuido a crear y así se alimenta el problema sin el más mínimo atisbo de
solución. Se trata de un buen ejemplo de profecía autocumplida.
Las
direcciones, los Consejos se han convertido en algunos casos en verdaderos
nidos de conspiración, que dedican el 90% de su tiempo a resolver situaciones
internas de tal forma que les permitan prevalecer. Estos últimos años se han
consolidado camarillas en los órganos que son las que ejercen la dirección real
al margen de la propia estructura oficial y lamentablemente hay que añadir el
elemento no menor de que han servido para que aprendiesen algunas de esas personas
algunos de los más desdeñables comportamientos y fingimientos de la política.
Uno de los problemas más importantes que vivían ellos y ellas dentro de Podemos
era en términos de legitimidad y cuestionamientos que podrían afectarles. Han
vivido de la imagen y popularidad inmensa de la organización construida en sus
inicios junto al paraguas de Pablo Iglesias como secretario general y figura
mediática. Pero cuando han tenido que ofrecer un balance de resultados en sus
localidades fuera de la protección de la marca que parecía poder garantizar
votos suficientes, como ha ocurrido en estas últimas municipales, la resultante
ha sido constatar que ya hacía tiempo se había producido el abandono de una
buena parte de los votantes, empezando por los sectores más activos y
concienciados.
En su descargo
hay que resaltar que no son comportamientos individuales que ya se traían de
antes, ni caer en explicaciones psicologicistas de perfiles de personas
perversas. Hay dentro de Podemos una estructura que realmente impide debatir y
discutir democráticamente su política. Los círculos están diseñados para otras
cosas, para unos escalones menores y sin posibilidades de influir en las
grandes decisiones políticas que toman las direcciones y las secretarias
generales. Ergo el que desea hablar y compartir para que se pueda
decidir colectivamente por los miembros activos de la organización algo de la
política cotidiana, no tiene más remedio que actuar utilizando canales
informales, puesto que los formales o no lo permiten o no existen. Y al final,
todo el que sigue vivo dentro de Podemos ha acabado haciendo exactamente eso,
esté en una dirección, sea secretario general o simple militante de algún
círculo. Las asambleas se han convertido en algo raro y más parecido a una
representación teatral oxidada que a un ejercicio de la democracia más viva y
buena parte de lo relevante se mueve en relaciones de afinidad, de simpatía
personal o enemistad o cualquier cosa que forma demasiadas veces parte de las
sombras y de una antidemocrática informalidad, contra la que no puedes luchar
ya que “no existe” en ningún código ético, estatuto o reglamento.
Desde hace unas
semanas uno de los más señalados grupos informales de la dirección en el País
Valencià, está estudiando qué hacer con los restos de Podemos para construirse
a su medida otra organización. Por otro lado, el fracaso parcial de la
operación de Errejón hace que el lanzamiento de una nueva organización estatal
a partir de la consolidación del proyecto en Madrid, tal y como su grupo de afinidad
tenía planeado, quede de momento en suspenso. En el País Valencià, como en
otros sitios, hay personas que esperaban con ilusión ese nuevo proyecto
organizativo sobre los restos a derribo de su antigua organización y ocupar el
espacio del viejo Podemos. Estos asuntos que afectan y mucho, a todas las
personas vinculadas a Podemos, no se conocen salvo que se tenga alguna relación
informativa que otra no tiene, tampoco se escriben ni se discuten
colectivamente y, sin embargo, ahí están agazapados esperando los tiempos que
las y los iniciados consideren, no para compartir sino porque supongan una
hábil elección del momento y de las alianzas que les permita lanzar sus
proyectos y prevalecer sobre el resto.
Podemos debe
retomar las mejores tradiciones de los movimientos sociales: Frente a
secretarías políticas multipoderosas, órganos y acción colegiada. Frente al
voto en plancha y elecciones que modifican los votos emitidos, proporcionalidad
y listas abiertas. Rotatividad frente a permanencia. Frente a votaciones
telemáticas y asambleas ritualizadas, sin debate ni documentos ni expresión de
crítica, establecer la deliberación real previa al refrendo o votación…
En definitiva,
apostar decididamente por un Vistalegre del País Valencià (y uno estatal por
supuesto) que refunde Podemos con una hoja de ruta que en el terreno externo
nos devuelva a los orígenes y al mejor activismo social con y en las luchas
sociales, y en el terreno interno iguale Podemos a las mejores prácticas y
formas de trabajo de las ya muy largas experiencias acumuladas y ensayadas por
los movimientos sociales.
Andreu Tobarra. Miembro de Anticapitalistas y profesor del Departamento de Sociologia y
Antropología Social de la Universitat València
31/5/2019
Notas
1/ En realidad, la perdida de votantes es mayor ya que en las municipales del
2015, València en Comú no fue conocida por todos los votantes de Podemos como
la opción municipal a la que se apoyaba y en la que se participaba. Esto hizo
que no llegase a recibir todos los votos que podía proporcionar Podemos a la
candidatura de unidad popular. Podemos en aquellas fechas se movía como mínimo
en los 50.000 votos en la ciudad de València, esto supone que los votantes reales
conjuntos de Podemos más los de EUPV en aquel momento eran al menos 70.000. Por
tanto, la perdida de votantes del 2015 al 2019 puede calcularse en un mínimo de
54.000, lo que supone que han desaparecido más del 77% de apoyos electorales en
una sola legislatura.
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