La
OTAN está arriesgando un holocausto nuclear por Dinero
KAOSENLARED
12 de junio de 2024 / Por
En este artículo no
pretendemos hacer una auditoría de los estragos causados por el conflicto en
Ucrania y la destrucción de innumerables vidas, no sólo de hombres jóvenes
reclutados de ambos lados, sino también de los civiles, la cual es una
característica típica de la guerra sin cuartel.
No cabe duda de que hay
niveles incalculables de sufrimiento, sabemos que pasará mucho tiempo para que
podamos contabilizar el costo humano y material de esta guerra. En esta
ocasión, sin embargo, nos gustaría ocuparnos de una posibilidad todavía -si
cabe- más aterradora, que incluye el futuro de toda la humanidad: un holocausto
nuclear. Nos vemos avocados a hablar de esto debido a que, como han opinado
múltiples observadores, estamos en el periodo de tiempo más peligroso desde la
crisis de los misiles cubanos (1962), aunque esta vez con mucha menos
visibilidad y sentido de urgencia por parte de los medios y el público en
general.
La guerra en Ucrania era
probablemente evitable si Putin hubiera optado por agachar la cabeza y aceptar
el incumplimiento de las promesas por parte de la OTAN, pero también, lo que es
más importante, si los Estados Unidos en particular y la OTAN en general,
hubieran optado por buscar seriamente canales diplomáticos para detener la
invasión antes de que comenzara en enero de 2022.
Exactamente un mes antes de
la invasión rusa, Charles Maynes escribió un artículo explicativo
para NPR detallando lo que Rusia quería de las negociaciones. La principal
exigencia de Rusia es que la OTAN se comprometa a poner fin a su expansión
hacia las antiguas repúblicas soviéticas, especialmente Ucrania, y cito
textualmente:” Rusia quiere que la OTAN rescinda una promesa de 2008 de que
Ucrania podría unirse algún día a la Alianza de Defensa, pero Estados Unidos se
negó.”, resumiendo: un mes antes del estallido de la guerra, varios
historiadores, entre ellos Charles Maynes plantearon claramente que la única
forma de evitar la guerra era que la OTAN desistiera de la promesa que Ucrania
pudiese entrar a la OTAN.
Las casi tres décadas desde
la caída de la Unión Soviética se han caracterizado por una larga serie de
provocaciones fomentadas por Estados Unidos, concretamente, por la OTAN. Empezaron
ya por 1990 cuando la Unión Soviética estaba al borde del colapso. Mientras los
dirigentes occidentales y soviéticos negociaban la reunificación de Alemania,
el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania Occidental, Hans-Dietrich
Genscher, declaró en un discurso público que la OTAN debía descartar una
expansión de su territorio hacia el este. El discurso fue resumido en un cable
escrito por la embajada de EEUU en Bonn, uno de los muchos documentos recogidos
por el Archivo de Seguridad Nacional (NSA) de la Universidad George Washington.
En dicho documento se menciona que en 3 ocasiones el secretario de Estado
norteamericano, James Baker, aseguró a Gorbachov que la OTAN no se ampliaría
“ni una pulgada hacia el este” y lo mismo hizo el Canciller de Alemania
Occidental (Helmut Kohl) al día siguiente. En mayo de ese año, el secretario
Baker aseguró nuevamente a Gorbachov la promesa de no expansión de la OTAN,
misma promesa que reiteraría el primer ministro británico John Major. Incluso
el secretario general de la OTAN de la época, Manfred Wörner, dijo a un equipo
de diputados del Soviet Supremo que él, y la OTAN, estaban en contra de la
expansión.
De este modo, cuando llegó
el final de la Unión Soviética, Gorbachov tenía la seguridad que Occidente no
amenazaría la seguridad rusa, la evidencia de ello era no ampliando la OTAN.
Con la caída de la Unión Soviética llegó una crisis para la industria de defensa. Fue un periodo inusual de relativa paz, entre la Guerra Fría y la Guerra contra el Terror. Los contratos de defensa cayeron a la mitad de lo que eran una década antes, el ejército disminuía su número de unidades de combate, la Marina reducía su número de buques, y la amenaza de la extinción nuclear parecía una pesadilla del pasado, ante esta situación, la industria militar no iba a quedarse de manos cruzadas.
En 1993 Clinton nombró a William J Perry Subsecretario de Defensa, quien convocó una reunión conejecutivos de los mayores contratistas de defensa del país, a una cena secreta que ahora se conoce como The Last Supper, (Última Cena). Perry advirtió a los ejecutivos que los recortes presupuestarios de la posguerra fría, y la caída de la demanda de satélites, misiles y aviones de combate eran una sentencia de muerte para sus empresas, aterrorizados, los ejecutivos salieron corriendo de la reunión para desencadenar una de las transformaciones más rápidas de cualquier industria moderna estadounidense. Unos 12 contratistas se fusionaron en sólo cuatro. Una de ellas, la fusión de Lockheed y Martin Marietta, crearía la mayor empresa de armamento del planeta, dichas empresas iniciaron una carrera en busca de nuevos mercados. Así lo pone un artículo de la época el NYT: “Los contratistas de defensa están actuando como diplomáticos que saltan por el mundo para fomentar la expansión de la OTAN, que creará un enorme mercado para sus mercancías”
Lo que le vendían a las
naciones centroeuropeas para que se unieran a la OTAN era un enorme prestigio
político, al ponerse del lado de EE.UU., en su momento de máxima influencia,
pero pagando un precio: jugar según las reglas de la OTAN que exige inversión
en armas y equipos militares occidentales. Sin embargo, no pocos advirtieron lo
que esta apuesta a corto plazo implicaría para la estabilidad de la región con
el paso de los años, en particular George Kennan, el legendario diplomático e
historiador, declaró en 1997 que la ampliación de la OTAN sería el error más
funesto de la política estadounidense en toda la era posterior a la Guerra
Fría. Ese mismo año, una legión de pesos pesados de la política exterior
estadounidense redactaron una carta de
46 firmantes -entre ellos dos ex-embajadores en Moscú, el ex director de la CIA
Stansfield Turner, Sam Nunn quien dirigió el Comité de Servicios Armados del
Senado, Robert McNamara, etc- advirtiendo que la expansión de la OTAN sería un
error político de proporciones históricas.
A pesar de estas súplicas,
la expansión de la OTAN comenzó, y en 1999 se admitieron tres nuevos países:
Polonia, la República Checa y Hungría. Al año siguiente, el ex director de la
CIA Robert Gates criticó que se siguiera adelante con la expansión de la OTAN
hacia el este “cuando a Gorbachov y a otros se les hizo creer que eso no
ocurriría”. Un año después, Estados Unidos, ya con el liderazgo de Bush, se
retiraría unilateralmente del Tratado sobre Misiles Antibalísticos (ABM) con la
excusa de proteger al país del terrorismo internacional.
La respuesta de Rusia ante esto fue desarrollar, desde el 2004, una nueva colección de sistemas vectores de armas nucleares, incluyendo misiles y torpedos, ese mismo año la expansión de la OTAN alcanzó otro nivel con la admisión de siete países más.
Las ganancias de las
grandes empresas armamentísticas no se hicieron esperar: por ejemplo, Lockheed
ganó un contrato por 3.500 millones de USD para venderle F-16s a Polonia, y
Rumania le compró 1.400 millones de USD a Textron de helicópteros Cobra. El
caso de Rumania es especialmente diciente ya que a pesar de ser un país pobre se
le dijo que la compra haría más fácil su anexión a la fraternidad atlántica.
Para el 2008, la OTAN ya
tenía una frontera con Rusia y había anexionado 10 países, pero esto no era
suficiente para la organización, en el memorándum de Bucarest dejaba clara su
intención de absorber 2 países en su órbita con una relación directa con Rusia:
Ucrania y Georgia. En una comunicación desclasificada por
Wikileaks, el actual director de la CIA William Burns anotó: “Las aspiraciones
de Ucrania y Georgia a la OTAN no sólo tocan un nervio sensible en Rusia, sino
que engendran serias preocupaciones sobre las consecuencias para la estabilidad
de la región. Rusia no sólo percibe el cerco y los esfuerzos por socavar su
influencia en la región, sino que también teme que se produzcan consecuencias
impredecibles e incontroladas, consecuencias, que afectarían gravemente a los
intereses de seguridad rusos”. En respuesta a esta provocación, Rusia invadió
Georgia para evitar este país uniera a la OTAN. Ucrania no fue invadida
entonces porque, decidió en ese momento prescindir de la petición de membresía.
Para el 2014, 2 nuevos
miembros, Albania y Croacia eran admitidos a la OTAN. Los 12 países
postsoviéticos que ahora gozaban de su estatus de miembro de la OTAN, habían
comprado armamento estadounidense por valor de 17.000 millones de dólares. Un
verdadero torrente de armas y dinero iba y venía de Estados Unidos a Europa
Central y Oriental. Con un nuevo gobierno prooccidental al frente de Ucrania,
los mercaderes de armas pusieron sus ojos de nuevo en el país eslavo. Desde el
2014, cuando Rusia invadió Ucrania por primera vez hasta el inicio del actual
conflicto, Estados Unidos había comprometido más de 42.000 millones de dólares
en “Ayuda a la Seguridad, ayudar a Ucrania a preservar su integridad
territorial, asegurar sus fronteras y mejorar la interoperabilidad con la
OTAN”.
Todo empezó a calentarse de
nuevo en el 2017, cuando Trump dio marcha atrás en la política estadounidense
de venta de armas letales a Ucrania. Era solo cuestión de tiempo que la
situación comenzara a escalar, al comenzar la era COVID, EE.UU. y Rusia ya corrían
hacia el borde del abismo. En 2020, los militares estadounidenses y estonios
llevaron a cabo un ejercicio con fuego real utilizando sistemas de lanzamiento
múltiple de cohetes M270 a sólo 70 millas de la frontera rusa. La embajada rusa
en Washington calificó el ejercicio de provocador y extremadamente peligroso
para la estabilidad regional, preguntando: ¿Cómo reaccionarían los
estadounidenses en caso de que militares rusos disparasen en la frontera sur de
EE. UU? El siguiente año el ejercicio continuó esta vez en el Mar Negro, hogar
de la flota rusa. En noviembre de ese año la administración Biden redactó la
llamada Carta sobre la Asociación Estratégica con Ucrania, en la que, guiándose
por la Declaración de la Cumbre de Bucarest de 2008, Estados Unidos apoyaba las
aspiraciones de Ucrania de ingresar en la OTAN: Como en Georgia, una línea roja
rusa fue cruzada.
Rusia había desplegado unos
100.000 soldados en la frontera de Ucrania, listos para invadir cuando se les
ordenara. Finalmente, Putin decide invadir Ucrania en enero de 2022.
Dos meses después de la
invasión, Reuters informó de que el Pentágono había pedido a las ocho
principales empresas armamentísticas que se reunieran para discutir la
capacidad de la industria para satisfacer las necesidades de armamento de
Ucrania si la guerra con Rusia duraba años. Como vimos con Rumanía, esto es
normal, ya que comprar armas occidentales es la forma de acceder más fácilmente
a la OTAN. El establishment de defensa está hoy inundado de nuevos contratos,
no sólo en Ucrania, sino también con los miembros de la OTAN en Europa. Tras la
invasión, las ventas de armas a la OTAN se duplicaron. Podemos sólo especular
por qué estas compañías están ansiosas de unir a Ucrania en la OTAN, como
dicen: follow the money.
¿Harán Ucrania y la OTAN
que Europa sea más segura? ¿Un mundo más seguro? Toda la evidencia histórica
nos demuestra lo contrario. No nos gusta pensar demasiado en lo que eso
implicaría esto para la humanidad, recordemos que el elefante en el cuarto son
los arsenales nucleares que aguardan una orden a lado y lado de la línea de
guerra.
¿Sirve pues la OTAN para
proteger a pueblos o para servir a los intereses de un estrecho sector que
representa a una ínfima parte de la humanidad? ¿Vale la pena poner el destino
de la humanidad en riesgo para que las acciones de empresas inescrupulosas
suban su valor de manera importante?
Referencias:
- https://www2.memri.org/espanol/
- Sending
troops to Ukraine would risk provoking nuclear war, Putin tells Nato |
Vladimir Putin | The Guardian
- Opinion |
Nuclear War: The Rising Risk, and How We Stop It – The New York Times
(nytimes.com)
- ¿Qué es y
qué significa el Reloj del Apocalipsis o del Juicio Final? ¿Qué hora marca
y qué pasa a las 12? (cnn.com)
- 4 things
Russia wants right now (NPR)
- La
Alemania de Kohl quiso impedir la ampliación de la OTAN hacia el este –
SWI swissinfo.ch
- NATO
Expansion: What Gorbachev Heard | National Security Archive (gwu.edu)
- Cronología
de la relación Rusia y Estados Unidos: la Guerra Fría que no acaba
(elconfidencial.com)
- Baker a
Gorbachov: “La OTAN no se expandirá ni una pulgada hacia el Este”, por
Ernesto Ekaizer – El Periódico de España (epe.es)
- After the
Cold War: Living With Lower Defense Spending (fas.org)
- After the
Cold War: Living With Lower Defense Spending (Part 3 of 11)
(princeton.edu)
- ‘The last
supper’: How a 1993 Pentagon dinner reshaped the defense industry | On
Point (wbur.org)
- HOW A
DINNER LED TO A FEEDING FRENZY – The Washington Post
- 30 Years:
William Perry — Reshaping the Industry (defensenews.com)
- Arms
Makers See Bonanza In Selling NATO Expansion – The New York Times
(nytimes.com)
- Opinion |
A Fateful Error – The New York Times (nytimes.com)
- George
Kennan: la extensión de la OTAN al este, «un error fatal» | Conversacion
sobre Historia
- In Letter,
Experts Decry NATO Expansion – Los Angeles Times (latimes.com)
- Memorándum
de Budapest: ¿por qué Ucrania renunció a su arsenal nuclear hace tres
décadas? (el tercero más grande del mundo) – BBC News Mundo
- Cable:
08MOSCOW265_a (wikileaks.org)
- Pentagon
asks top 8 U.S. weapons makers to meet on Ukraine -sources | Reuters