domingo, 1 de marzo de 2020

LOS DE PENSAMIENTO CORTITO Y VIOLENCIA DE SOLERA LARGA, LOS FASCISTAS: SIMPLICIDAD MENTAL Y UNILATERALIDAD, PRETENDEN BORRAR, POBRETES MÍOS, LA FECUNDIDAD DEL PENSAMIENTO MARXISTAN



«Comunistas» subiéndose al carro de moda: el feminismo; Equipo de Bitácora (M-L), 2020.

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«Parafraseando a Fourier, Marx dijo:

«El grado de emancipación femenina determina naturalmente la emancipación general». (Karl Marx y Friedrich Engels; La sagrada familia, 1844)

Las posiciones políticas del Partido Comunista de España (marxista-leninista) de 1964-1985 sobre la mujer estuvieron inspiradas claramente en las nociones marxistas sobre el tema:

«En efecto, puede hoy afirmarse que la familia conyugal ha nacido de las contradicciones económicas que aparecen en el momento en que el trabajo se ha hecho más productivo, es decir, ésta ha nacido de la propiedad privada y se ha consolidado con ella, al mismo tiempo que se precisaban en toda la sociedad los antagonismos de clase. Por consiguiente los conflictos y las luchas que se desarrollan en el seno de la sociedad han de reflejarse, y de hecho se reflejan, en la oposición existente inicialmente entre los hombres y las mujeres en el seno del matrimonio conyugal. La noción de la inferioridad de la mujer se explica fundamentalmente por el hecho de que desde el momento en que los hombres obtienen su supremacía, han impuesto la idea de que las mujeres son de una naturaleza distinta, que poseen por naturaleza caracteres distintos y que sus capacidades son normalmente inferiores. A este respecto no podemos dejar de señalar el papel determinante que en la era cristiana ha jugado la «Santa Madre Iglesia», cuyos fundadores sostenían incluso la idea de que la mujer era un ser intermedio entre el hombre y el animal, un ser impuro e inferior en todos los órdenes.

Todas las clases opresoras tratan de justificar su opresión imponiendo la idea de que el ser oprimido es inferior. Así tenemos el caso de la política racista que trata de justificar la inferioridad de los pueblos de color, para mejor asegurarse su explotación y opresión. Otro tanto ocurre con la mujer utilizada hoy por el capitalismo como mano de obra barata y como reserva en la producción. Ahora bien, como la clase dominante, en este caso la burguesía capitalista e imperialista, es la clase que impone su ideología al conjunto de la sociedad, la noción de la inferioridad de la mujer también existe entre la clase obrera, e incluso entre no pocas mujeres.

Frente a la ideología reaccionaria burguesa, los marxista-leninistas oponemos nuestros principios de la igualdad total entre el hombre y la mujer y rechazamos de plano toda idea de discriminación hacia la mujer y de considerarla como un ser inferior. Afirmamos a este respecto:

1) Que la subordinación de la mujer no se basa en una inferioridad congénita, sino que es la consecuencia histórica de un hecho económico, es decir, del desarrollo de la productividad del trabajo y el acaparamiento por los hombres de las principales riquezas creadas por esta productividad acrecentada.

2) Que el desarrollo de la propiedad privada monopolizada por los hombres, ha hecho posible el reforzamiento hasta el extremo de la autoridad del marido en la familia y ha convertido a la mujer prácticamente en una esclava doméstica, totalmente sometida a los deseos y a la voluntad del marido.

3) Que dada la estructura familiar basada en la transmisión de la propiedad privada, no existe esperanza alguna bajo el régimen capitalista de que la mujer se libere totalmente, ya que los hombres de las clases dirigentes tienen sus intereses de clase ligados a esa estructura familiar.

4) Que la degradación de la familia actualmente, ha comenzado con el desarrollo de la gran industria que ha arrancado a la mujer de la servidumbre doméstica para imponerla otras nuevas.

5) Que la incorporación de la mujer a determinadas actividades y funciones reservadas hasta el presente a los hombres, anuncia su eventual independencia económica y ya en algunos países les ha permitido cierto grado de igualdad jurídica con los hombres.

6) Que el modo cómo las mujeres desempeñan las funciones sociales y profesionales demuestra que sus capacidades intelectuales, su poder de decisión y su espíritu de organización, no son en modo alguno inferiores a los hombres». (Elena Ódena; La mujer española y la lucha contra la dictadura franquista, 1967)

Por ello, en el IIº Congreso del PCE (m-l) de 1977 ante el auge de los movimientos feministas, se instaba a abordar la cuestión de género en base a la visión marxista del partido y no siguiendo la versión idealista de las organizaciones feministas:

«Actualmente las organizaciones femeninas y feministas de diversa naturaleza y tendencia pequeño burguesa están logrando organizar y movilizar a amplios sectores de la mujer y sólo si nosotros, el partido en primer lugar, el FRAP, la UPM, la OSO, la Convención Republicana, somos capaces de tomar seriamente en nuestras manos la defensa de los derechos y la lucha por la liberación de la mujer, lograremos incorporar al torrente revolucionario a una buena parte del más del 50 por 100 de nuestra población. De otro modo, esta mitad de nuestro pueblo se convertirá en una fuerza y una reserva de la reacción, o, en el mejor de los casos, de las corrientes pequeño burguesas. Pero se trata, además, de insistir en el partido en la necesidad de comprender que el problema de la mujer no incumbe exclusivamente a la mujer, ya que si no comprendemos esto no lograremos llevar nuestra voz y nuestra política a las amplias masas femeninas, aparte de que estaremos también reflejando las corrientes pequeño burguesas feministas tendentes a separar tajantemente la lucha de la mujer por su liberación de la lucha general de todo el pueblo». (Partido Comunista de España (marxista-leninista); Documentos del IIº Congreso del PCE (m-l), 1977) 

No por casualidad se confrontaba abiertamente al feminismo. En el artículo «Importantes orientaciones de la IIº Conferencia Nacional del partido para nuestra lucha por los derechos de la mujer», se decía:

«Se trata de comprender correctamente, que la lucha por los derechos de la mujer y por su liberación de toda una serie de opresiones y discriminaciones de toda índole –morales, sociales, económicas, familiares, etc.– que pesan con particular brutalidad sobre ella, no es un asunto exclusivo de la mujer sino que incumbe tanto a la mujer como al hombre, si bien la mujer, como principal y directa interesada, ha de desempeñar el papel más directo e importante. (…) En segundo lugar está la cuestión de nuestra actitud de cara a los movimientos feministas pequeño burgueses y también, la de nuestros planteamientos en relación con toda una serie de reivindicaciones que atañen exclusivamente a la mujer y que no pueden dejarse de lado con la conocida posición de que «solo bajo el socialismo podrá resolverse verdadera, ente el problema de la mujer». (…) Actualmente las organizaciones femeninas y feministas de diversa naturaleza y tendencia pequeño burguesa están logrando movilizar a amplios sectores de la mujer, y solo si nosotros, el partido. (…) Somos capaces de tomar seriamente en nuestras manos la defensa de los derechos y la lucha de la mujer, lograremos incorporar al torrente revolucionario a más del cincuenta por ciento de nuestra población. De otro modo, esta media mitad de nuestro pueblo se convertirá en buena parte en una fuerza y en una reserva de la reacción o en el mejor de los casos de las corrientes pequeño burguesas». (Vanguardia Obrera; Nº149, 1976)

¿Y qué ha quedado de dichas posturas en el PCE (m-l) actual refundado en 2006? Nada. Cierto es que en sus artículos ataca a ramas del feminismo actual, pero igualmente tiene publicaciones donde dice lo contrario, e incluso alaba a otras corrientes. Lo que demuestra que existen en su interior han florecido las «cien flores y cien escuelas de pensamiento» al estilo maoísta. Hace poco, J.P. Galindo nos decía lo siguiente en su artículo «Marxismo y feminismo» en un tono muy parecido a la izquierda institucional:

«Será una autora francesa, Simone de Beauvoir, quien construya el buque insignia de esta etapa con su libro de 1949 «El Segundo Sexo» donde se analiza la creación artificial de la identidad femenina a través de la imposición de prejuicios sociales derivados directa o indirectamente del patriarcado familiar y moral. (…) Esta visión provocará un avance significativo en la conciencia femenina como ente colectivo y sujeto social propio «No se nace mujer, se llega a serlo» será la máxima expresión de este análisis y su objetivo es cuestionar la institución imprescindible para la reproducción de esa situación mental y social. (…) El cuestionamiento de la familia tradicional entroncará íntimamente con la revolución sexual. (…) Esa moral será también cuestionada por las filosofías Beat, Hippie, Existencialista o Estructuralista, provocando conjuntamente un cambio de paradigma global. (…) Expresado en lo que se conoce como Mayo del 68, como una explosión de contestación y rebeldía contra toda la construcción social previamente establecida. (…) El feminismo La Segunda Ola se da por finalizada sin alcanzar resultados tan abrumadores y evidentes como la Primera, pero con una continuidad discursiva que enlaza inmediatamente con la postmodernidad naciente a finales del siglo XX, donde la desaparición del bloque socialista da pie al cuestionamiento del feminismo marxista por no lograr un éxito total en la transformación social e impregna de cierto nihilismo esta nueva visión feminista, al presentar un replanteamiento de todos los aspectos sociales desde perspectivas originales hasta entonces, tales como la teoría queer o el ecofeminismo y cuestionando posicionamientos previamente dados por sentados, como el caso de la prostitución o la pornografía, desde ópticas liberales de autonomía individual del individuo sin prejuicios de género o sexo». (Octubre; Órgano de expresión del PCE (m-l); Nº114, 2018)

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