Correlación de fuerzas en la lucha de clases actual
Diario Octubre / 11.11.2020
F.J.
Ferrer.— Por correlación de fuerzas, dentro
del marco de la lucha de clases, se debe entender la forma en que las distintas
fuerzas sociales se agrupan, con el objetivo de imponer sus particulares
intereses de clase, dependiendo de su capacidad para hacerlo, en un momento
determinado.
En
el marco del Estado español, esta correlación de fuerzas viene marcada por la
situación en la que se encuentran las diversas clases sociales y las
posibilidades con las que cuentan para mantener su hegemonía o adquirirla, si
aún no la tiene. Esta correlación de fuerzas está íntimamente ligada a la que
se da en el marco internacional, donde el imperialismo, ya sea de los EE. UU.,
la Unión Europea u otros países capitalistas, influye de forma decisiva en las
distintas burguesías nacionales dependiendo de su puesto en la cadena
imperialista.
Así
pues, para determinar la situación de estas fuerzas sociales, debemos examinar,
aunque de forma somera dada la limitación de espacio de este artículo, los
siguientes aspectos. Por un lado, la burguesía, trata por todos los medios de
sobrevivir en un marco de profunda crisis estructural del sistema, agravada en
estos momentos por la pandemia de la COVID-19. El proceso de concentración del
capital que se da en esta fase imperialista hace que la oligarquía consiga
desplazar amplias capas de la pequeña y mediana burguesía, arruinándolas y
“proletizándolas”, eliminando de este modo una competencia a sus intereses en
el mercado. De igual forma, las grandes empresas de la oligarquía (participadas
mayoritariamente por capital extranjero), que controlan los sectores económicos
estratégicos y que acumulan casi toda la riqueza del país, imponen, de forma
férrea, sus condiciones en el marco institucional del Estado, dictando las
pautas necesarias para consolidar su posición de dominio absoluto sobre el
mercado, incluido el mercado laboral, así como su hegemonía de clase.
Ante
la agudización de la crisis general del sistema, la burguesía se ha visto
obligada a facilitar el acceso a sus instituciones políticas a la
socialdemocracia y oportunistas con el objetivo de prolongar, en lo posible, el
pacto social y así seguir manteniendo su actual dictadura. En esta crisis,
todas sus superestructuras están quebrando, desde la monarquía al poder
judicial, pasando por la institución parlamentaria, que se ha convertido en un
circo incapaz de dar soluciones a los problemas que afectan a la mayor parte de
la población del Estado español y donde los partidos políticos que representan
a las distintas facciones de la burguesía se encuentra enzarzados en una
batalla que nada tiene que ver con la situación real en la que se encuentra la
clase obrera y los sectores populares, quienes comienzan a ejercer una
incipiente presión.
De
otro lado y como eje antagónico, la clase obrera en el Estado español se
encuentra hoy tratando de hacer frente a la brutal acometida que la oligarquía
viene desencadenado contra sus derechos y condiciones de vida, agravada por la
deficiente e ineficaz gestión de la crisis sanitaria provocada por la pandemia.
Hoy por hoy, las trabajadoras y trabajadores no estamos luchando por obtener
nuevos derechos o por mejorar nuestras condiciones de vida, sino que estamos
luchando por no perder derechos ya adquiridos y porque nuestras condiciones de
vida no empeoren. Y esto extendido a todos los ámbitos de nuestra vida. Se
pelea, cuando se hace, para que se cumplan los convenios, para que no cierren
esta o aquella fábrica, contra la precarización laboral, contra las jornadas
extenuantes, contra el paro, contra los desahucios, contra el desmantelamiento
de los sistemas públicos de salud y enseñanza, por mantener las pensiones, ya
de por sí exiguas e insuficientes, etc. Es decir, la clase obrera se encuentra
a la defensiva.
Esta
situación viene determinada, en gran medida, por las maniobras de la patronal
que, contando con el apoyo de organizaciones sindicales colaboracionistas,
neutralizaron el movimiento obrero desviándolo hacia formas de actuación
exclusivamente enmarcadas en el ámbito institucional, propiciando consecuentemente
la pérdida de su autonomía e independencia como clase en la defensa de sus
intereses. Se desmantelan y desarticulan las tradicionales herramientas y
métodos de lucha de la clase obrera, sustituyéndolas por el pacto o acuerdo
social que estrangula cualquier forma de lucha que se salga del marco puramente
institucional. Unido a esto, el avance de leyes represivas como la Ley Mordaza
(Ley Orgánica 4/2015, de 30 de marzo, de protección de la seguridad ciudadana)
y las sucesivas reformas del Código Penal, entre otras, han permitido a la
oligarquía neutralizar en gran medida las movilizaciones de las masas
trabajadoras e imponer su dictadura, sin olvidarnos del enorme poder que tienen
sus medios de comunicación para interferir en la vida cotidiana de toda la
población.
De
igual forma, la atomización del movimiento sindical, más preocupado por la
supervivencia de sus siglas que por lograr una efectiva unidad de acción, hace
que el movimiento obrero no pueda presentar un frente reivindicativo amplio y
unido frente a los ataques de la patronal.
En
este marco, es claro que la correlación de fuerzas favorece a la oligarquía
frente a la posición de resistencia de la clase obrera.
Por
ello, es absolutamente necesario que la clase obrera cuente con su partido de
vanguardia, que la oriente y dirija en su lucha contra los ataques de la
patronal y por su emancipación. El Partido Comunista de los Pueblos de España,
tras la celebración de su XI Congreso, asume como una de sus tareas
prioritarias lograr la necesaria implantación del Partido entre la clase
obrera, con el objetivo de contribuir a cambiar la correlación de fuerzas a
favor de la clase obrera y demás sectores populares, pues las condiciones
materiales para derrotar el caduco sistema capitalista están ya dadas.
“Ninguna
formación social desaparece antes de que se desarrollen todas las fuerzas
productivas que caben dentro de ella y jamás aparecen nuevas y más altas
relaciones de producción antes de que las condiciones materiales para su
existencia hayan madurado en el seno de la propia sociedad antigua. Por eso, la
humanidad se propone siempre únicamente los objetivos que puede alcanzar, pues
bien miradas las cosas, vemos siempre que estos objetivos sólo nacen cuando ya
se dan o, por lo menos, se están gestando, las condiciones materiales para su
realización”. (Marx, Prólogo a la Crítica de la Economía Política).
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