jueves, 15 de junio de 2017

REVOLUCIÓN RUSA Y SOCIEDAD DE TRANSICIÓN






Lenin y Trotsky frente a la burocracia y a Stalin


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Eric Toussaint
VIENTOSUR
25/01/2017
 
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EL DEBATE SINDICAL (1920-1921)
De diciembre de 1920 a la primavera de 1921 se desarrolla en el partido bolchevique el debate sindical. Es con ocasión de este debate cuando Lenin es llevado a poner en evidencia la deformación burocrática que marca el Estado obrero soviético y a deducir de ello que los sindicatos debían constituir un órgano de defensa de los trabajadores en relación a dicho Estado. Trotsky fue uno de los principales protagonistas de este debate y adoptó una posición diferente de la de Lenin que le lastró en su lucha antiburocrática posterior.
¿En qué condiciones comenzó el debate? A comienzos de 1920, la guerra civil no ha terminado pero el Ejército Rojo ha recuperado el control de una gran parte del territorio. Al disminuir el peso de la guerra, se plantea la cuestión de la reorganización de la producción. El ejecutivo de los soviets (febrero 1920) y luego el 9º Congreso del Partido (abril de 1920) deciden organizar un servicio de trabajo y constituir “ejércitos de trabajo”. Se trata de movilizar, organizar y desplazar la mano de obra necesaria para el trabajo de reconstrucción. Es Trotsky el encargado por el Buró Político de la dirección de las discusiones así como de una parte de la ejecución de las decisiones. Se da la prioridad a la reorganización de los transportes y Trotsky recibe en marzo de 1920 el cargo de un nuevo ministerio, se convierte en Comisario de Transporte, conservando su puesto de Comisario de la Guerra.
Demostrará una vez más sus capacidades de organizador reorganizando completamente los ferrocarriles y utilizando para hacerlo a una parte del ejército desmovilizado. Pero para obtener ese resultado, puso de lado la dirección sindical tradicional creando una nueva. Se enemistó con las direcciones sindicales y a ciertos trabajadores.
Frente al agotamiento de la clase obrera, a la desastrosa situación económica, Trotsky proponía la militarización de la clase obrera y de los sindicatos. Consideraba que era necesaria la disciplina militar en la producción, la ausencia en el puesto de trabajo siendo igual a una ausencia en el puesto de combate. Proponía el reemplazo de las direcciones sindicales por direcciones más obreras, y más competentes (lo que implicaba poder recurrir a cuadros provenientes del exterior de la empresa), jugando un papel de correa de transmisión entre el partido, el Estado y la clase obrera. Criticaba los reflejos sindicalistas de defensa de los intereses inmediatos de la clase obrera.
Al comienzo Lenin apoya con firmeza la posición de Trotsky. Luego frente a las protestas de las direcciones sindicales y de ciertos cuadros obreros del partido (a los que hay que añadir la Oposición Obrera), Lenin toma la medida de los peligros que derivaban de la posición de Trotsky y la criticó cada vez más vigorosamente a partir de diciembre de 1920.
Pero tuvo cuidado de circunscribir sus críticas a Trotsky (apoyado por Bujarin y Preobrajenski). No rompió de ninguna forma sus relaciones con Trotsky al contrario de lo que hizo dos años más tarde respecto a Stalin. Lenin sabía medir la amplitud real de las divergencias en el seno de la dirección bolchevique. Lenin dirá en repetidas ocasiones que Trotsky, a partir de que se hizo bolchevique, se convirtió en uno de los mejores! En efecto, Trotsky dirigió la insurrección de octubre de 1917. Fue él quien dirigió a la victoria al Ejército Rojo que contribuyó en gran medida a construir, fue también él quien jugó un papel de primer plano a la cabeza de la Internacional Comunista creada en 1919.
Pero volvamos al debate sobre los sindicatos. Según las posiciones de Trotsky de aquella época, el poder de protesta de los sindicatos respecto al Estado no tiene ya razón de ser en la medida en que ese Estado pertenece a los trabajadores. A esto Lenin replica que el Estado obrero es un Estado con deformaciones burocráticas. Los obreros deben por tanto conservar una herramienta para defenderse contra las deformaciones y los posibles errores de éste. Considera que los sindicatos deben ser escuelas del comunismo para empujar a la clase obrera a trabajar mejor, pero también para defenderla sin recurrir no obstante a las huelgas dado que la situación económica es peligrosa.
Lenin tenía razón contra Trotsky. Tenía también razón contra la Oposición Obrera. Trotsky y la Oposición Obrera se reivindicaban del programa del partido que implicaba que los sindicatos debían ejercer la gestión de la economía. Pero, lo que les diferenciaba, es que la Oposición Obrera manifestaba una profunda desconfianza hacia el Estado burocratizado y partiendo de ahí, se negaba a la fusión entre los órganos estatales y los sindicatos, lo que Trotsky proponía.
Según la Oposición Obrera, los sindicatos debían estar en el poder, debían dirigir las fábricas porque representaban verdaderamente a los obreros a diferencia del Estado alcanzado por las deformaciones burocráticas.
Pero hacer de forma que los sindicatos se conviertan en la dirección de las fábricas no constituye una salvaguardia contra la burocracia; es, al contrario, a medio plazo, catalizar la burocratización de los sindicatos y del Estado obrero.
En efecto, si los sindicalistas se convierten en gestores, pierden la posibilidad de controlar la gestión pues la ejercen directamente y corren gravemente el riesgo de convertirse en una rueda de la burocracia. Dar la gestión de las fábricas a los sindicatos es catalizar la burocratización de los sindicatos y del Estado obrero. Hay que mantener, en efecto, una relación dialéctica entre gestión estatal o pública de una parte y control obrero de otra. Las posiciones de Trotsky, Bujarin, Preobrajensky, Rakovsky, Piatakov, de una parte y las de la Oposición Obrera de otra no permitían mantener una dinámica de control obrero.
Sin embargo, sería erróneo presentar la política defendida por Trotsky como una política de naturaleza burocrática. Quería mediante esta propuesta permitir una ampliación de la democracia obrera. Consideraba que las masas debían jugar el papel esencial en la reconstrucción del aparato económico devastado durante la guerra civil. El problema está en que no veía la necesidad de asegurar la autonomía de los sindicatos en relación al aparato de gestión económica y más en general en relación al Estado. Otro elemento que muestra que la motivación de Trotsky no era burocrática es que estaba apoyado por dirigentes bolcheviques como Preobrajensky, Rakovsky, I.N. Smirnov que a lo largo de los años 20 llevaron a cabo de forma constante una lucha contra la burocracia. Pero si Trotsky no partía de un punto de vista burocrático, las posiciones que defendió en el debate sobre los sindicatos podían alimentar, acelerar la burocratización.
EL ÚLTIMO COMBATE DE LENIN (fin 1922-comienzos 1923)
En octubre de 1921, Lenin declaraba: “El proletariado industrial debido a la guerra, la ruina o las terribles destrucciones, está desclasado... y ha dejado de existir en tanto que proletariado” (Obras, tomo 33, p. 59). Hablaba también de un Estado obrero con deformaciones burocráticas pronunciadas y declara en particular en el XI Congreso del Partido bolchevique (1922): “Si consideramos la máquina burocrática, ¿quién dirige y quién es dirigido? Pongo muy en duda que se pueda decir que los comunistas dirigen. A decir verdad, no son ellos quienes dirigen. Son ellos quienes son dirigidos” (Obras tomo 33, p. 293).
¿Quién dirige pues esta máquina burocrática? Es la masa de funcionarios que en gran parte proviene del antiguo aparato de Estado zarista destruido. El poder soviético ha debido guardar toda una serie de especialistas e incluso de oficinistas del zarismo. Hay cifras alucinantes a nivel de la proporción de los funcionarios zaristas en partes del nuevo aparato del Estado.
Lenin encarga a Stalin un estudio sobre esta situación. Éste da los resultados siguientes: para la región de Viatka, de 4766 funcionarios permanentes, hay 4430 que lo eran ya bajo el zarismo. Es naturalmente una masa de funcionarios difíciles de guiar desde un punto de vista comunista.
A finales de 1922, comienzos de 1923, Lenin se lanza a una batalla terrible sobre esta cuestión. En una serie de textos destinados al Comité Central y a todo el partido, en artículos publicados en Pravda, propone soluciones radicales para salir del “marasmo burocrático en el que se ha atascado la revolución”.
El partido: salvaguarda antiburocrático
En primer lugar considera que el salvaguarda contra las deformaciones burocráticas es el partido bolchevique. Es preciso por tanto proteger al partido contra las deformaciones y menciona en una parte de su “testamento” escrito a finales de 1922-comienzos de 1923, que es absolutamente necesario ampliar el Comité Central. Éste debería duplicarse haciendo entrar en él a unas decenas de obreros de la producción.
Lenin precisa que éstos no deben pasar por el aparato de los soviets (burocratizado) ni haber abandonado la producción desde un cierto tiempo.
Un cierto número de campesinos “sencillos” deben también ser incluidos.
Son precisos obreros de la producción, comunistas de la producción.
La inspección obrera: hay que reformarla pues está burocratizada
En segundo lugar, Lenin observa que el gobierno y el partido han comenzado a tener doble empleo: considera que éstos funcionan a menudo de forma poco eficaz y quiere una reforma profunda del sistema de dirección del país que permita precisar mejor la frontera entre partido y gobierno mediante el establecimiento de responsabilidades precisas y la puesta en pie de mejores órganos de control de los aparatos. Lenin declara que hay que reformar completamente la Inspección Obrera y Campesina así como la comisión central de Control. Dos años antes, en 1920, se había creado esta institución soviética a fin de investigar sobre todas las deformaciones burocráticas. Todo ciudadano soviético debía poder denunciar ante esta institución, incluso contra cualquier responsable soviético, hasta el más alto rango. Lenin constata, a finales de 1922, que esta institución de 12.000 funcionarios dirigida por Stalin, se ha convertido en un órgano perfectamente burocrático; es una rueda que se añade al aparato burocrático, es preciso por tanto de forma absoluta reformar la Inspección pues ésta no sirve en absoluto para los finales para los que está destinada.
Lenin ataca a Stalin por su funesto papel en la cuestión nacional
El tercer punto de la reflexión de Lenin se refiere a la cuestión de las nacionalidades, al haber “integrado” el imperio zarista por la fuerza a toda una serie de nacionalidades oprimidas. Sin entrar en los detalles sobre este punto, hay que señalar que Lenin pone el acento no solo en la obtención de la igualdad de derechos para las naciones oprimidas, como los ucranianos, georgianos, tadjicos, uzbekos, turkmenos, armenios, etc, sino también sobre la garantía de una situación que les permita ponerse al mismo nivel que la nación rusa tradicionalmente dominante. Considera indispensable que las diferentes naciones oprimidas puedan desarrollar su propia cultura y comunicarse en su lengua con la autoridad central de Moscú. En este marco, había que poner en pie una Federación de Repúblicas Soviéticas, y no una única república multinacional. El responsable de la cuestión nacional en el seno del partido y del Estado es Joseph Stalin. Lenin se enfrenta con él a partir de la cuestión georgiana. Stalin había entrado en conflicto con la dirección bolchevique georgiana que reclamaba una autonomía relativa para llevar a buen puerto la política comunista en Georgia. Stalin, georgiano él mismo, envió a uno de sus “representantes”, Ordjonikidze, para controlar a la dirección georgiana. El método empleado fue particularmente brutal puesto que Ordjonikidze llegó a golpear a un dirigente comunista georgiano durante una reunión de la dirección. Al enterarse Lenin de esto, envía una carta a la dirección comunista georgiana en la que se declara totalmente solidario con ésta y decide ocuparse a fondo de la cuestión. Redacta un texto que es una verdadera denuncia de los métodos de Stalin al que designa con el término de “Gran ruso chauvinista”.
Los días 30 y 31 de diciembre de 1922, Lenin dicta el texto siguiente: “Un papel fatal ha sido jugado por la prisa de Stalin en su celo de administrador... el internacionalismo del lado de la nación llamada grande (aunque solo sea grande igual que lo es el carcelero), debe consistir no solo en el respeto de la igualdad formal de las naciones, sino también en el esfuerzo hacia una igualdad (real) compensando... la desigualdad que se manifiesta prácticamente en la vida.... El georgiano (Stalin, ndlr) que considera con desdén este lado del asunto, que lanza desdeñosamente acusaciones de “socialnacionalismo” (cuando él mismo no solo es un verdadero, un auténtico social-nacionalista, sino también un brutal carcelero gran ruso), ese georgiano ataca en realidad a la solidaridad proletaria de clase...” (Lenin, Obras, tomo 36, p. 621 y 622. Edición de Moscú).
La composición de la dirección
Cuarto punto, Lenin decide pronunciarse sobre la composición del Buró Político. Parece a primera vista un poco raro que el dirigente principal del partido se dirija al Comité Central y a todo el congreso del partido para decir lo que piensa de otros miembros de la dirección y para repartir lo que parece ser buenos y malos puntos. Naturalmente lo que está en juego es en parte el futuro del partido tras la desaparición de Lenin. Este está extremadamente enfermo desde hace varios meses; en cama, escribe lo que se llamará pronto su “testamento”. Teme una escisión en el partido en caso de desaparecer. Considerando que el partido es el último salvaguarda contra los peligros de deformaciones burocráticas del Estado, que la dirección del partido es un punto vital, Lenin desea por tanto pronunciarse sobre la cuestión de la composición del Buró Político. Es la razón de que haga un juicio sobre las personas que lo componen y diga en particular que Stalin debe ser apartado del puesto de Secretario General del Partido. Justifica su posición fustigando su comportamiento brutal, aún tolerable en el plano personal, pero intolerable cuando se trata de alguien que ocupa tales funciones. Por otra parte, valora a Trotsky, “Es indudablemente el hombre más capaz del actual Comité Central” (Lenin, t.36, p. 345, traducido del ruso por Moshé Lewin, El último combate de Lenin, p.88), aunque éste, diga, peca de una visión administrativa de las cosas. Este tipo de defecto de Trotsky añade, ha sido demostrado en debates anteriores sobre los sindicatos y la militarización del trabajo.
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