Adiós
El Viejo Topo
30.03.201
No es fácil
escribir este artículo. Cuando Sato me informó que cuartopoder
se cerraba me afectó mucho. Llevo muchos años formando parte de este
colectivo de hombres y mujeres que luchaban denodadamente por una información
veraz y por formar opinión que necesariamente tenía que ser crítica.
La última época el periódico estuvo dirigido por un grupo de jóvenes valientes
y decididos. No ha podido ser. Una batalla más que se pierde, que perdemos.
Me aburre la
letanía que habla de periódicos cerrados y de reducción de los espacios de
libertad. Mis sentimientos son de rabia y de impotencia. Se está
clausurando el espacio de lo público colonizado por los grandes grupos
informativos y los monopolios empresariales y financieros. La captura
del Estado por las élites va acompañado de una penetración cada vez más firme
en eso que llamamos sociedad civil. Es una ley universal, cuanto más se ensalza
la libertad, menos libertades reales tienen las personas, los colectivos
sociales, las clases; sí, clases, las subalternas.
Socialismo o
libertad; comunismo o libertad. La burguesía patrimonialista madrileña ofrece
una comunidad y un país en venta. Todo se puede comprar y todo tiene
precio. Madrid asegura libertad a cambio de vidas humanas. ¡Jóvenes del
mundo, uníos! Aquí hay de todo y sin restricciones. Aceptamos el reto:
muertos por libertad de comercio; muertos por darle vida a los negocios;
muertos por la libre movilidad de las personas; muertos por la libertad de las
grandes compañías hoteleras. No pasarán ni las políticas públicas ni las
políticas sanitarias que salvan vidas. ¡Vive peligrosamente! No aceptes el
rebaño; enfréntate al gobierno social-comunista consumiendo en las calles,
rompiendo con los horarios establecidos y quitándote el bozal que los viejos
enemigos de la libertad nos imponen.
Libertad con
muerte: la seguridad es cosa de pobres, de obreros, de jóvenes
incapaces de superar la vieja cultura de la cooperación y la solidaridad
convertida en derechos. Menos Estado y más competencia: que los mejores no
se vean limitados por la mentalidad igualitarista de una masa adocenada por
años de bienestar y control político de una izquierda que ha hecho del
resentimiento, política. Ellos quieren ser como nosotros; ellos contra nuestras
libertades. Volvemos para ganar. Nuestra libertad frente a vuestras libertades.
Se cierra un
periódico. La izquierda nada hace. No cree en lo que dice. A la hora de la
verdad prefiere pactar influencia con los grandes grupos mediáticos o crear
artilugios que aseguren la voz univoca de la dirección del partido. Viven al
día y lo llaman realismo. No sé si al final se traducirá el libro Dominio de
Marco D’Eramo (Ed. Feltrinelli, 2020). Cuenta con todo lujo de detalles el
nacimiento, reproducción y desarrollo -férreamente organizado- de la cultura
neoliberal en EEUU. Sociedades, fundaciones, universidades, medios de
comunicación comprometidos con la libertad y frente al colectivismo. Por
delante y por detrás, grandes grupos de poder económico. Su secreto: no
pactar la ideología, cooptar a los operadores culturales, organización,
tenacidad, dinero, mucho dinero: invertir en hegemonía es garantizar que el
futuro sea nuestro, nos pertenezca.
D’Eramo señala
una paradoja. Mientras que la izquierda siempre emplea un discurso
centrista, pactista, moderado con los neoliberales, estos nunca retroceden:
defiende el programa máximo, la acracia liberal y de mercado. Es como si la
izquierda defendiera la dictadura del proletariado, la transición socialista y
la expropiación de los capitalistas. ¿Qué consiguen? Dar coherencia y firmeza
al proyecto. Como entre la realidad y el programa hay muncha distancia siempre
se puede echar culpa a algo externo (debilidades propias; males ajemos;
sabotaje de los tradicionales adversarios; imponderables varios). El
proyecto neoliberal nunca fracasa; cuando falla es porque se aplica mal y de
modo insuficiente. Los culpables son siempre los equipos, las personas, las
fuerzas políticas, las poblaciones no suficientemente preparadas para asumir un
mensaje de semejante contenido. Perseverar, siempre perseverando y a la
ofensiva.
No hay que caer
en el idealismo. Los que defiende estos proyectos navegan a favor de corriente;
ellos son los grandes poderes económicos, las elites intelectuales
funcionales al sistema. Hoy nos damos cuenta lo poco que se ha entendido a
Antonio Gramsci. Todo han sido adornos y legitimaciones discursivas.
Tomarse la hegemonía en serio significaba hablar de ideas organizadas;
de proyecto nacional-popular; de pedagogía de masas y de insertarse
productivamente en un sentido común para darle coherencia y homogeneidad; de
socializar la política y cambiar la vida cotidiana de las personas. Un partido
orgánico diverso y plural conectado con el partido-institución sin confundirse
con él.
Cuartopoder se
cierra. Seremos menos libres, menos cultos y con menos capacidad para analizar
críticamente el presente. Algunos amigos y amigas se quedan sin trabajo y
entran en duro mundo de la búsqueda de empleo. La pregunta debe hacerse: ¿no ha
llegado el momento para organizar la cooperación, la solidaridad, en torno a
una plataforma político-cultural alternativa a los poderes oligárquicos
dominantes?
Adiós queridas amigas, queridos amigos.
Artículo
publicado originalmente en Cuarto Poder
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario