Medidas científicas,
medidas ideológicas
Rebelión
12/11/2020
Los domingos
participo en el programa La
galería de EITB. Como solo me dio para 10 minutos (que podéis
escuchar aquí) y tenía
muchas notas, he escrito este texto-guión.
Una amiga me
contaba que un sábado, a las 9 de la mañana, iba por el casco viejo bilbaíno de
camino al trabajo, una peluquería, esteticista, a echar 10 horas de trabajo, y
le gusta fumarse “un piti” antes de entrar. Mientras maldecía en silencio el
madrugón de fin de semana, un coche patrulla se le cruza, baja la ventanilla, y
el agente le dice que se suba la mascarilla, ella se niega, que está fumando,
que está sola en la calle. 70 € de multa. Aún está esperando que esa misma
policía se pase por su centro de trabajo, por el de millones de trabajadores,
para garantizar que se cumplan los horarios, las distancias, la ventilación,
los EPI…
¿qué
evidencia hay detrás de las medidas
coercitivas que se están tomando?
Tenemos dos
tipos de evidencia, la que nos da la física y la biología, que muestra que el
virus, respiratorio, se transmite por las partículas que se producen al hablar,
estornudar o toser. El virus, para ser infectivo, necesita de humedad, así que,
la eficiencia, la capacidad de infección es, por este orden, por gotas,
aerosoles y superficies (fomites). Para que la infección se produzca por gotas
se tiene que estar a menos de dos metros. Los aerosoles por su tamaño, flotan y
se mantienen más tiempo y distancia. Y las superficies parece que no están
siendo relevantes para la transmisión del SARS-Cov2 más allá de ámbitos donde
la carga viral es altísima como pueden ser habitaciones UCI.
Y después
tenemos la evidencia de las ciencias sociales, donde podríamos incluir la
epidemiología al uso. Estas nos hablan de quiénes tienen más probabilidades de
contagiarse y morir. Éstas nos demuestran que estamos ante una pandemia de la
desigualdad.
En la
revista española de salud pública se ha
publicado un estudio sobre los determinantes sociales en la
incidencia de la COVID-19 en Barcelona. Algunas conclusiones que extrae son: “Los
barrios del quintil de menor renta presentaban un 42% más de incidencia que
aquellos del quintil con más renta.” Esta correlación es debida a la
desigualdad en salud, más enfermedades crónicas (obesidad, diabetes, sedentarismo,
tabaquismo, etc.) y menos recursos sanitarios en general.
Hay otro
dato que no lo explica del todo bien la biología o la física de aerosoles:
alrededor del 70% de las muertes se produjeron en las residencias geriátricas.
Sí, allí se concentran (nunca mejor dicho), aquellas personas con más riesgo de
fallecer, pero la distribución no es homogénea entre toda la población de esas
edades, o sea, estar en una residencia, además de por la edad, es un factor de
riesgo importante.
La
comunicación de ambas evidencias y la cuestión del riesgo es también crucial.
Como con la metáfora del árbol que hace ruido en un bosque sin gente, la
evidencia científica no es tal sino se hace realidad en la sociedad y los
agentes decisorios. Así, la comunicación basada en una guerra contra el virus,
en que hay que doblegar la curva, y en la responsabilidad social, está
escondiendo y tergiversando la evidencia, al menos parte de ella. Poniendo el
énfasis en parar todos los contagios, se pierde de vista que
no todos los contagiados tienen la misma probabilidad de contagiar,
contagiarse, enfermar y de morir, y que por tanto, a lo mejor habría que hacer
un esfuerzo mayor en reducir los contagios en aquellos sectores de la población
más vulnerables, y que no solo hay que hacerlo disminuyendo el
riesgo de contagio total, sino el riesgo de enfermar, y como este último tiene
que ver con la inequidad, lo que habría que atacar es esta.
Así que la
comunicación de la(s) evidencias está sirviendo para que una, la biologicista,
sea la hegemónica, mientras que la proveniente de las ciencias sociales y que
va más allá del virus, prácticamente desaparezca.
La
comunicación es tan importante que a su vez es fuente de evidencia nueva,
aunque sesgada. Es el caso de las encuestas de lugares de contagio. En esta
entrevista, Javier Segura decía que el Centro de coordinación de
alertas y emergencias sanitarias (CAES) hace una encuesta de casos sin tener en
cuenta variables sociales (ocupación laboral, clase social, etc) que daría
mucha información de qué profesiones tienen más riesgo de enfermar. En otros
países sí se hace. Nos hablan de % de ámbitos de contagio, pero en Madrid en el
75 % de los casos esta variable no se ha recogido. Aún así, medios y políticos
han puesto el foco en el ocio, cuando el ámbito social es el 30%, el resto es
el laboral y el educativo. Individual vs colectivo. “Esta pandemia es una
pandemia de la desigualdad, un vector muy importante de contagio y uno de los
factores es la precariedad laboral”
No quieren
poner el énfasis en los riesgos. Estos se entrecruzan, son complejos, pero le
quitan efectismo al marketing del solucionismo tecnológico. Los vendedores de
mascarillas FPP2 ahora dicen que las quirúrgicas no valen, pero ninguno dice
que cualquier prevención tecnológica lo que puede hacer es reducir el riesgo, y
esta reducción es cada vez más difícil cuanto más cerca de cero está el riesgo.
Hay cuatro
factores que afectan al riesgo de infección que interaccionan:
la situación del hospedador, los factores socioeconómicos, el patrón de
contacto y lo ambiental.
El énfasis
se pone en las medidas biofísicas: ventilación de lugares cerrados, mascarilla
y aire libre; potenciales vacunas y fármacos, ¡hospitales! Ignorando la
incertidumbre, culpabilizando a los individuos. Pero luego se ignoran esas
mismas evidencias cuando tocan el corazón del sistema, el trabajo y la
explotación. Ahí, mascarillas, distancia o ventilación no son relevantes, ahí
no hace falta distanciamiento social.
Como todo el
mundo está siendo bombardeado por el origen social de los contagios, cuando al
dar positivo se le pregunta dónde cree que se ha contagiado, se tiende a
responder “el bar” donde se tomó el café, en vez del metro o el trabajo, porque
no forman parte del imaginario de posibles, o en menor medida. Por supuesto,
esto último tiene que ver con la poca calidad de los datos epidemiológicos que
tenemos. Un elemento fundamental de los recortes en Salud pública de la última
década.
La hegemonía
de la evidencia biologicista lleva a poner el énfasis en el individuo, en el
mito de la responsabilidad personal, y no en las medidas estructurales para
reducir el riesgo de enfermar y morir. Y esto, y el sesgo ideológico de
técnicos y políticos, afecta a qué medidas se toman y cuáles no.
Un ejemplo
es este reportaje
de El País: “Un salón, un bar y una clase: así contagia el coronavirus en el
aire. … estas son las probabilidades de infección en estos tres escenarios
cotidianos dependiendo de la ventilación”. En este reportaje se centran en
las evidencias biofísicas, sin embargo, ¿tienen en cuenta otras? A golpe de
google encuentro dos que interesan: según la EPA, en el Estado español hay 19
millones de personas trabajando, y según la OIT, el
27% de las personas trabajadoras en el Estado español trabaja sin contrato, sin
que se cumplan sus derechos. Por lo que es fácil deducir que buena parte de los
trabajadores pasarán más de 40 horas semanales en su puesto de trabajo, e
igualmente, es fácil deducir que en muchísimas ocasiones no se cumplen las
normas de seguridad. Por tanto, no deja de sorprender que los escenarios
cotidianos para esos autores sean todos menos donde pasamos más de un tercio de
nuestra vida.
Cuesta mucho
creer que el trabajo no sea “un escenario cotidiano” de transmisión cuando hasta
el 7 de noviembre no era ni siquiera obligatoria la mascarilla.
Si a esto sumamos el tiempo en el puesto de trabajo, los niveles de
precariedad, la temporalidad, falta de prevención de riesgos laborales e inspecciones
de trabajo, condiciones del transporte público, etc; nos hace pensar que el
titular de esa infografía huele a propaganda.
El ejemplo
probablemente más flagrante es el de las residencias. Como decía, suponen hasta
el 70 % de los muertos en algunas comunidades. En País Vasco, un 40 %, y eso
porque a pesar de tener una norma nueva, en las
residencias vascas se sigue utilizando el Decreto 41/1998, de
10 de marzo, sobre los servicios sociales residenciales para la tercera edad.
Una norma de hace 22 años. Así, cuando el gobierno vasco confina los
municipios, pero no pone los recursos para que se cumpla la nueva ley, y así
reducir el riesgo de personas vulnerables, está claramente priorizando en base
a prejuicios ideológicos, porque para reducir el riesgo de esas personas
tendría que ir contra su espíritu privatizador (liberal).
Medidas
tecnológicas y medidas sociales.
Algunos
sectores ecologistas plantean que existe una forma de negacionismo de la crisis
ambiental por parte de aquellos defensores del Green New Deal al ignorar (más o
menos conscientemente) la imposibilidad del planeta Tierra de suplir de
recursos materiales y energéticos para sus sueños de “crecimiento sostenible”.
De la misma
forma, aquellos que han ignorado ciertas evidencias con respecto a la pandemia
son negacionistas. Primero se ignoró que esto iba a pasar, que el aumento de
las zoonosis por la destrucción de ecosistemas nos iba a llevar a sufrir una
gran pandemia. Después, pasó y aceptamos con responsabilidad un estado de
alarma y un largo confinamiento, sabiendo que muchas de las medidas eran no
solo injustas sino contraproducentes al causar yatrogenia (como la de no dejar
salir a los niños). Y las consecuencias que iban a tener sobre la salud. Exceso
de mortalidad de 60.000. Más tarde nos dijeron que en la nueva normalidad se
revertirían los años de recortes en salud pública y atención primaria. Y no se
ha hecho, se han cruzado los dedos todo el verano. Llega la segunda ola en las
mismas condiciones: sin atender ni siquiera tibiamente los principales
elementos que aumentan el riesgo de contagio que son la densidad poblacional,
sin rastreadores suficientes, sin la atención primaria reforzada, sin recursos
ni medidas para las cuarentenas. Y se toman medidas ideológicas,
sensacionalistas, no basadas en la evidencia.
Según Javier
Segura, el toque de queda es un elemento de distracción, medidas aparentemente
muy contundentes pero que no lo son en realidad. Dejan fuera las que realmente
hay que tomar: refuerzo de atención primaria y salud laboral; y apoyo social y
laboral.
Como dice Juan Diego
Areta Higuera, “Deberíamos estar aplicando eficazmente medidas que
sabemos que han funcionado: rastreo desde Salud Pública, refuerzo de Atención
Primaria (que incluye la domiciliaria) y del sistema educativo, fomento de
actividades al aire libre… Si eso no puede hacerse porque nuestro Estado no
tiene capacidad para hacerlo, tal vez sería mejor hacerlo público y se hará lo
que se pueda.”
Decía
también: “Sin informar a la población adecuadamente, sin reconocer los
errores cometidos, las incertidumbres en el conocimiento existente sobre
COVID19 ni las limitaciones que tiene nuestro Estado, no podemos
responsabilizar a la población, pues sólo le estamos dejando dos alternativas
probablemente erróneas: o someterse ciegamente a medidas tomadas por razones no
explicadas o rebelarse contra ellas”.
Los medios
con el biologicismo hegemónico están creando una bomba de tiempo.
Si
científicos y medios nos hubieran dicho a diario durante meses que da “igual”
(entre muchas comillas) cuántos positivos haya siempre que nuestras poblaciones
vulnerables estuvieran totalmente protegidas, entonces se entendería aún menos
el que se confinara a los niños y niñas y se cerraran los parques. “Nos
prohíben tomarnos un café a media mañana pero no pasar 10 horas quitando cejas
a varios centímetros de distancia”.
Es cierto
que las movilizaciones negacionistas están controladas por la extrema derecha,
pero el caldo de cultivo de este descontento, desconfianza, caos informativo,
etc. no es de su cosecha, sino de medios y biologicistas.
Referencias:
Más sobre
residencias:
María Luisa Torijano Casalengua,
Javier Sánchez Holgado, Cecilia Calvo Pita y María Pilar Astier Peña https://sano-y-salvo.blogspot.com/2020/05/la-terrible-pandemia-sobre-nuestros.html
Joan Benach https://ctxt.es/es/20201001/Politica/33862/#.X56MTELay4M.twitter
Javier
Padilla y Pedro Gullón, Epidemiocracia, https://capitanswing.com/libros/epidemiocracia/
Fuente: https://cienciamundana.wordpress.com/2020/11/08/medidas-cientificas-medidas-ideologicas/
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