La
bifurcación griega
Rebelión
Contretemps
07.07.2015
Traducido del francés para Rebelión por Beatriz
Morales Bastos
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En este artículo Cédric Durand analiza en
caliente la aplastante victoria del No en el referéndum celebrado ayer [domingo
5 de julio de 2015] en Grecia. Como explica, esta victoria vuelve a abrir el
“capítulo de las bifurcaciones” (por retomar la hermosa fórmula de Blanqui),
que las clases dominantes europeas habían puesto tanto empeño en cerrar e
impone nuevos retos a Syriza.
¡Menuda
bofetada! Durante toda la semana hemos visto a los eurócratas temblar de ira
ante la audacia de Alexis Tsipras. ¿Apelar al pueblo en contra de las
exigencias de los acreedores? Era más que inconveniente. Una traición para el
presidente de la Comisión [Europea] Jean-Claude Juncker. Uno de tras otro
Angela Merkel, François Hollande y Matteo Renzi conminaron a los electores griegos
a decir sí a la Europa neoliberal. Afectado, el presidente socialdemócrata del
Parlamento europeo Martin Schultz apela a la constitución de un gobierno
tecnócrata. Desde Fráncfort los banqueros centrales, menos emotivos,
organizaron la asfixia financiera obligando al gobierno a limitar las
jubilaciones y a establecer un control de los capitales. Los medios de
comunicación privados griegos, las federaciones patronales, el principal
sindicato griego y la Confederación Europea de Sindicatos pusieron todo su peso
en la balanza para anular la voluntad de resistencia del pueblo y hacer caer a
Syriza. Para estas fuerzas es más que una derrota, es una humillación política,
el fin de una mascarada sobre la irrevocabilidad del saber de las clases
dominantes europeas.
El
resultado es inapelable. Organizado en ocho días sin el menor percance (hay que
reconocer la eficacia de los funcionarios griegos) el resultado del No es
nítido: con un 61% de votos contra la austeridad, el país se ha unido
mayoritariamente contra la Europa neoliberal. Este resultado, que supera con
mucho todas las previsiones, es la base de la magnífica victoria de un pueblo
que se niega a endeudar más tiempo su futuro, de un pueblo que supera el miedo
y vuelve a abrir el ámbito de los posibles, para la él mismo y para el
continente.
Los
efectos de esta victoria van a resonar durante mucho tiempo en la historia
europea. Por primera vez estalla en pedazos el juego ruin bruselense de la gran
coalición permanente entre le centro-derecha y el centro-izquierda. Se han
enfrentado dos legitimidades en estado puro: la de la democracia del pueblo
soberano y la de las reglas burocráticas pacientemente sedimentadas por las
fuerzas del capital transnacional y de las finanzas. Es un ejemplo para todos
los europeos, la demostración viva de que, a poco valor que tengan sus
dirigentes, pueden impulsar otras opciones.
Una
consecuencia muy inmediata del resultado del domingo es acercar dramáticamente
el horizonte de una salida del euro por parte de Grecia. El mandato dado a
Alexis Tspiras carece de ambigüedad. No puede volver a Atenas con un deal [trato]
que se resuma en aceptar un nuevo memorándum a cambio de una reestructuración
de la deuda. La derecha del gobierno que se había opuesto a la idea del
referéndum no está en posición de avanzar sus peones y, de todas formas, el
gobierno no tendría mayoría en el Parlamento, ni en el país, para votar un
nuevo diktat. Por parte de los acreedores las cosas no son mucho
más abiertas. El método Merkel de gestión de la crisis europea desemboca en un
callejón sin salida. No puede salvar la integridad del euro sin poner en tela
de juicio el núcleo duro de su funcionamiento, esto es, la ausencia de
transferencias financieras entre países y unos mecanismos de ajuste que se
basan exclusivamente en los salarios y en los gastos públicos. No es fácil de
imaginar semejante cambio radical. No más que no parece razonable pensar que
François Hollande pueda derribar la mesa. En efecto, el gobierno
estadounidense, espantado por la incuria de los dirigentes europeos va a hacer
todo lo posible por imponer un compromiso, tendrán lugar últimos tratos, pero
la mecánica que se ha puesto en marcha parece a partir de ahora casi
ineluctable. Los bancos griegos solo tienen 24 horas de liquidez y si el Banco
Central Europeo no abre el grifo (algo que formalmente no puede hacer sin un acuerdo
financiero más amplio), se van a encontrar muy pronto en quiebra. Entonces el
gobierno griego se vería obligado a intervenir creando de una forma u otra una
nueva moneda.
El
plebiscito griego está a punto de hacer bifurcarse al continente. Pero este No
todavía no es más que una promesa que se debe actualizar. Si el gobierno de
Syriza se niega a ceder a las últimas presiones de sus acreedores, va a tener
que dotarse en los próximos días de unas herramientas que le permitan romper el
eterno presente del neoliberalismo. A la vanguardia de los pueblos europeos los
griegos se disponen a escribir una nueva página de la historia de la
emancipación humana. Sus victorias serán nuestras victorias.
Cédric
Durand es economista, profesor dela Universidad Paris-13 y miembro de
Economistes attérés [Economistas Aterrorizados]. Es autor de Le capital fictif (2014) y director de la obra
colectiva En finir avec l'Europe (La Fabrique, 2013).
[Véase el Manifiesto de los Economistas
Aterrorizados, http://www.rebelion.org/noticia.php?id=113378]
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