miércoles, 27 de agosto de 2025

El insulto y la mentira como estrategia política [España]

 

El insulto y la mentira como estrategia política

 

Quim González Muntadas

Kaosenlared 

27/08/2025

 

Fuentes: Nueva Tribuna


La derecha española ha hecho del insulto una seña de identidad y un instrumento de agitación, una bandera emocional que les resulta rentable en votos.

A la directora de Protección Civil, Virginia Barcones, le están lloviendo insultos desde la derecha, especialmente después de que el vicesecretario de Política Autonómica y Municipal y Análisis Electoral del PP, Elías Bendodo, la llamara “pirómana”. No son exabruptos espontáneos ni un calentón de tertuliano, son parte de una estrategia política bien calculada. En vez de responder con datos, se recurre a la descalificación. El insulto sirve para desviar la atención, movilizar a los propios, ocupar titulares y sustituir el debate racional por el sobresalto emocional.

El insulto no es “solo expresarse”, es un acto agresivo, un ataque que añade a la palabra un componente de violencia. En ese sentido tiene una doble dimensión. Por un lado, refleja la carencia de argumentos y la incapacidad de sostener un diálogo deliberativo. Por otro, activa emociones colectivas —ira, miedo, resentimiento— que se difunden mucho más rápido que cualquier propuesta seria. El Partido Popular lo sabe bien, cuanto más estridente sea un insulto, más eco tendrá en prensa, televisión y redes.

La derecha española ha hecho del insulto una seña de identidad y un instrumento de agitación, una bandera emocional que les resulta rentable en votos. Actúa como mecanismo de movilización negativa, degradando y empobreciendo el debate democrático. Vemos cada día cómo el insulto puede incluso deshumanizar poblaciones enteras, como ocurre con los inmigrantes o con los menores extranjeros no acompañados. O cómo se convierte en un apodo infame, “Perro Sánchez”, para ridiculizar al presidente del Gobierno y convertirlo en chivo expiatorio de todos los males.

El insulto revela, en definitiva, la incompetencia para el argumento racional y solvente. Se utiliza porque es fácil, porque genera visibilidad y porque evita hablar de lo que importa. Pero al hacerlo, destruye la posibilidad de un debate serio, introduce una negatividad tóxica en la esfera pública y desplaza el interés ciudadano hacia lo anecdótico.

No se trata de pedir buenos modales ni discursos edulcorados. La política puede y debe ser dura, incisiva, combativa. La crítica fuerte y la denuncia son necesarias. Pero una cosa es confrontar con datos y razones, otra muy distinta es reducir al adversario a un insulto. Lo primero fortalece la democracia, lo segundo la corroe.

Y sin embargo, incluso peor que el insulto es la mentira calculada y la manipulación de la verdad. Porque si el insulto degrada, la mentira envenena. Eso es exactamente lo que está haciendo Dolors Montserrat, secretaria general del PP europeo, al presentar el reciente Informe Especial 16/2025 del Tribunal de Cuentas Europeo, “Financiación de la UE para luchar contra los incendios forestales”, como si fuera una condena exclusiva al Gobierno central y a Pedro Sánchez. El informe señala que España destinó 221 millones de euros frente a los 837 de Grecia o los 615 de Portugal. Pero omitir que allí la competencia es estatal y aquí está transferida a las Comunidades Autónomas es falsear la realidad.

Dolors Montserrat sabe que el Tribunal de Cuentas critica a algunas comunidades autónomas, por ejecutar mal o de forma insuficiente las medidas de prevención. Lo sabe, porque lo dice el propio informe con ejemplos concretos, como el de Galicia y los cortafuegos. Pero prefiere esconderlo para atacar al Gobierno central, aunque eso signifique engañar a la opinión pública y tapar la responsabilidad de sus barones autonómicos. Esa manipulación es, si cabe, más grave que el insulto de Bendodo.

Porque insultar a una directora de Protección Civil es miserable, pero manipular informes europeos para fabricar culpables y proteger a los propios es aún peor: es hacer política a base de engaños, es dinamitar la confianza ciudadana en las instituciones, es demostrar que la mentira también se ha convertido en estrategia.

Decía alguien que “cuando uno insulta, deja de pensar”. En política es todavía peor: cuando se insulta o se miente, se pretende que los demás no pensemos.Y eso, en democracia, es despreciable.

Fuente: https://www.nuevatribuna.es/articulo/actualidad/insulto-mentira-como-estrategia-politica/20250826142908241702.html

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