América Latina y el Caribe
ante la desesperación de EEUU
Diario octubre / agosto 25, 2025
El consenso
general en América Latina y el Caribe es que el crimen organizado es la amenaza
principal para la seguridad de la región. Lo que generalmente se omite notar es
el papel central del gobierno norteamericano en la manipulación de las
estructuras regionales del crimen organizado y el lavado del dinero para poder
justificar su amenazante presencia militar. La propaganda norteamericana ocupa
la coartada de estar luchando contra el crimen organizado y el narcotráfico
para justificar su extensa presencia militar en la región. Últimamente, ha
servido al gobierno del presidente Trump para amenazar a México con posibles
incursiones militares y para movilizar buques de guerra con capacidad de asalto
anfibio y contingentes y de marines para amedrentar a Venezuela
De hecho, desde
hace décadas se ha demostrado de manera contundente que las instituciones
financieras norteamericanas lavan el dinero del narcotráfico y que las
autoridades norteamericanas fomentan el crimen organizado y el narcotráfico por
medio de la CIA y su llamada agencia antidrogas, la DEA. Hace más de 15 años
las autoridades venezolanas establecieron que la DEA es meramente otro cartel
del narcotráfico regional. Es notorio que la Oficina de la ONU contra la Droga
y el Delito reportó en 2009 que fue dinero del crimen organizado y el
narcotráfico que mantenía a flote el sistema bancaria norteamericana durante el
colapso financiero de 2008-2009.
Los datos del
Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI), establecido por los países
ricos del G7 en 1989 para controlar el lavado del dinero internacional, señalan
que entre 2% y 5% del Producto Interno Bruto del mundo procede de actividades
ilícitas. Las jurisdicciones norteamericanas y británicas se encuentran entre
las cinco más involucradas en el lavado de dinero, junto con la de Suiza. El
mismo FBI norteamericano calcula que en la jurisdicción norteamericana se
procesan más de US$300 mil millones en fondos ilícitos al año. Un monto similar
de fondos ilícitos se procesa en el sistema financiero europeo.
Este año, el
pasado 2 de marzo, el Departamento de la Tesorería del gobierno norteamericano
suspendió la aplicación de la Ley de Transparencia Corporativa, una legislación
supuestamente diseñado para controlar el lavado de dinero. En teoría, la
próxima valoración por el GAFI, programado para febrero del próximo año, tendrá
que asignar la categoría “gris” al sistema financiero norteamericano por no
cumplir con las normas internacionales. Sin embargo, esencialmente, GAFI es
otro protagonista de la farsa perenne en que las instituciones controladas por
el Occidente colectivo asesoran y valoran a sus propios dueños mientras
denuncian y condenan a los gobiernos y naciones que rechazan el control
occidental.
Este teatro
regulador alimenta la implacable guerra psicológica que justifica las
agresiones diplomáticas, económicas y terroristas desplegadas por los países
occidentales para desestabilizar regiones enteras del mundo. Como secuela de la
contundente derrota de la OTAN en su guerra contra Rusia en Ucrania, algunos
observadores occidentales perciben el desarrollo de un nuevo orden
internacional político-militar basado en el concepto de respectivas esferas de
influencia. Este concepto desfasado del Siglo 19 plantea que el poder regional
dominante puede asumir el derecho de imponer su voluntad sobre países vecinos
más débiles.
En cambio,
desde el fin de la Guerra Fría al fin del siglo pasado, los gobiernos de Rusia
y China han desarrollado como guía para las relaciones internacionales el
concepto de la seguridad indivisible logrado por medio del diálogo y el respeto
a los intereses de cada país. En el contexto europeo este principio se
estableció formalmente en la Carta de Istanbul de 1999 y la Declaración de
Astana de 2010. De hecho, los gobiernos de los países de la OTAN lo han
ignorado completamente. Hasta 2022, seguían su amenazante expansión hacia las
fronteras de Rusia y ahora resulta que enfrentan un contundente derrota
estratégica en Ucrania.
Basado en los
mismos principios del diálogo y respeto para los intereses de otros países,
desde 2022 China ha impulsado su Iniciativa de Seguridad Global, la cual lleva
a un nivel y alcance más amplio la visión enunciada en 2014 por la Comunidad de
Estados Latinoaméricanos y Caribeños al declarar nuestra región como una región
de Paz. Sin embargo, el Comando Sur norteamericano protagoniza la política
exterior de su país, basado siempre en la Doctrina Monroe y la diplomacia de
las cañoneras. Esta semana, el jefe del Comando Sur, Almirante Alvin Holsey dio
continuidad al programa intervencionista de la jefa anterior, la General Laura
Richardson, con visitas a República Dominicana, Panamá, Argentina y Paraguay.
La intromisión
norteamericana en la región se ha intensificado notablemente con la fusión en
la figura de Marco Rubio de las funciones de Secretario de Estado y Asesor de
la Seguridad Nacional en el gobierno del presidente Trump. De hecho, la carrera
política del Marco Rubio ha sido como representante de las redes del crimen
organizado, narcotráfico y terrorismo de la mafia cubana en Miami. En enero de
este año, Rubio declaró a una comisión del Senado norteamericano que China es
“el adversario casi a la par nuestro más potente y peligroso que esta nación
haya enfrentado jamás”.
Con razón la
Cancillería china ha criticado “la mentalidad de Guerra Fría” de Marco Rubio.
De hecho, la guerra de aranceles desatada por el presidente Trump ha demostrado
que la economía norteamericana está muy por detrás de la capacidad productiva y
comercial de China. De igual manera, el poder militar norteamericano tampoco
está a la par de las fuerzas armadas de la Federación Rusa. El creciente
reconocimiento de esta realidad y del cada vez mayor cooperación entre los
países del mundo mayoritario en defensa de sus intereses ha forzado a la clase
gobernante norteamericano enfocar su atención mucho más en América Latina y el
Caribe con el fin de asegurar su acceso a los recursos naturales de la región.
A primera vista
el panorama político de la región parece bastante favorable para los intereses
norteamericanas, porque predominan las fuerzas políticas de derecha o
centro-derecha. Pero hay que señalar varios factores que contrarrestan el
criminal impulso norteamericano para ampliar y profundizar su control
neocolonial de la región. Primero, el control político interno de los gobiernos
aliados norteamericanos es frágil por motivo de la precariedad socioeconómica
de la mayoría de sus poblaciones y la fortaleza de los movimientos sociales
para resistir las políticas neoliberales de los gobiernos.
En segundo lugar,
para mantener la estabilidad comercial y financiera, estos gobiernos
reaccionarios necesitan colaborar e intercambiar con la economía de la
República Popular China y con las economías asiáticos en general. Saben
perfectamente que su relación con la economía norteamericana es una de servir
como territorios a ser saqueado a cambio de nada, aparte del desprecio y
soberbia de siempre. Entrelazado con estas dos consideraciones está el aspecto
fundamental político-afectivo que es inseparable del tema de la reducción de la
pobreza.
Casi todos los
gobiernos de la región sufren bajos niveles de crecimiento económico y casi
todos, con diferentes niveles de seriedad y compromiso, pretenden querer
reducir la pobreza. Pero la reducción de pobreza toma diferentes formas en
dependencia de la visión económica de los respectivos gobiernos. Los gobiernos
de Chile, Ecuador, Paraguay o Perú priorizan las ganancias de sus élites y una
economía que deja caer hacia abajo algunas gotas de riqueza para las mayorías.
Los gobiernos de Brasil, Colombia y México, se distinguen por mayor compromiso
con la reducción de pobreza por medio de robustas intervenciones estatales. La
variedad revolucionaria de la reducción de pobreza en Cuba, Nicaragua y
Venezuela ha priorizado la democratización económica para hacer florecer el
potencial humano de sus familias, de la juventud, enfocada en el desarrollo de
la persona humana.
Es precisamente
el imperativo fascista de sofocar esta democratización revolucionaria que
motiva el genocida bloqueo contra Cuba y las agresivas medidas coercitivas
unilaterales de parte del gobierno norteamericano y sus aliados europeos contra
Venezuela y Nicaragua. No es casualidad que Brasil, Colombia y México hayan
incurrido en el disgusto del gobierno norteamericano porque abogan por una
visión del desarrollo humano más alineado con la visión china de un destino de
futuro compartido de la humanidad. La cuarta Cumbre
China-CELAC en mayo de este año confirmó la determinación de la República
Popular China de sostener sus relaciones del desarrollo económico hacia un
futuro compartido con todos los países de la región.
Al final, la
desesperación de las élites gobernantes norteamericanas es que no pueden frenar
el desarrollo de la región con la República Popular China de las relaciones
comerciales, financieras y de inversión en infraestructura para la
conectividad. Tampoco pueden sofocar la visión político-afectivo compartido con
China de hacer florecer el potencial de los pueblos creando mayores espacios de
todo tipo para el desarrollo de la persona humana. Las oligarquías locales de
nuestra región se debaten entre la necesidad de desarrollar buenas relaciones
con China y su sumisión tradicional a las élites gobernantes norteamericanas.
El terrorista
quehacer de Donald Trump y Marco Rubio alrededor del mundo responde a la
desesperación de las criminales élites gobernantes que los patrocinan.
En el caso de
América Latina y el Caribe, nuestro Copresidente Comandante Daniel expresó esta
realidad en la XIII Cumbre Extraordinaria del ALBA-TCP cuando observó:
“A eso es que
le tienen terror los Imperialistas, a lo que es la fuerza de los pueblos cuando
se deciden a luchar y cuando hay dirigentes como Chávez, en el caso de
Venezuela, que asumió de frente el reto, el desafío, de luchar por la paz,
luchar por el beneficio de los pueblos. No se planteó ninguna guerra Chávez,
igual Nicolás. Pero está el ejemplo que son revoluciones y está el
ejemplo de la Revolución Cubana y está el ejemplo de la Revolución Sandinista.
Entonces hay que liquidarlas, para que los imperialistas puedan adueñarse de la
soberanía de los pueblos de América Latina y el Caribe. Pero ¡no podrán! ¡Ni
pudieron, ni podrán!”.
Fuente: radiolaprimerisima.com
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