Dinero público, megalomanía y políticos corruptos
«Pormishuevismo», la historia
de los pelotazos urbanísticos de España
Rebelion / España
Fuentes: El Diario
02/12/2023
Erik Harley se ha dedicado investigar y explicar el contexto que dio lugar
a los grandes hitos arquitectónicos que arruinaron las arcas públicas de
diferentes ciudades y pueblos en la España ‘torrentesca’ del ladrillo; una
época donde, tanto en política como en economía, “más era poco»
Erik Harley
(1993) es graduado en Bellas Artes, experto en estudios urbanos, amante de las
rotondas y el creador del falso movimiento constructivo del pormishuevismo.
Se inspiró en la película de Bigas Luna Huevos de oro, que centra
su trama en la construcción de un rascacielos en la ciudad de Benidorm, para
denunciar de una forma muy gráfica la actitud que propició aquellos proyectos
especulativos, gentrificadores y corruptos que se diseminaron por todo el
territorio español desde finales de los años 60 y hasta principios del 2000.
Con su voz grave y profunda, delicada esbeltez, outfit extravagante
de clubbing berlinés, casco de obra y un carisma y una
capacidad comunicativa desbordantes, @preferiria.periferia se ha dedicado a
investigar y explicar el contexto que dio lugar a los grandes hitos
arquitectónicos que arruinaron las arcas públicas de diferentes ciudades y
pueblos del país y que siempre tienen como denominador común un político
corrupto, un empresario de dudosa moral y un arquitecto megalómano que
demasiado a menudo se llama Santiago y se apellida Calatrava.
Recientemente,
Harley ha publicado con Blackie Books Pormishuevismo,
un movimiento artístico. Se trata de un libro jocoso e incisivo
donde el autor no solo recoge un compendio de arquitecturas y promociones
inmobiliarias fallidas y fraudulentas, sino que retrata la España torrentesca del
sector del ladrillo en una época donde, tanto en política como en economía,
“más era poco”. La edición mezcla perfectamente toda la documentación
periodística que hay detrás de la investigación de Harley a través de textos
cargados de sorna, cinismo e irreverencia con la visualidad y la estética tan
particular del contenido que genera para las redes y la televisión.
Empecemos por el pormishuevismo, ¿por qué este movimiento ha
gozado de tantos momentos gloriosos en España a diferencia de otros países?
Porque aquí tenemos muy poca vergüenza. Obviamente el pormishuevismo no se limita solo al territorio español, pero sí que aquí tenemos un talante pormishuevista muy arraigado en la forma de hacer las cosas. No nos escondemos de confesar que muchas cosas las hemos hecho simplemente porque nos salía de los huevos. En las rutas que hago a veces explico que la historia de España, por desgracia, no se ha escrito por necesidad socioeconómica sino porque a algún señor, de repente en un despacho, le dio por dar un pollazo sobre la mesa. Véanse las Olimpiadas del 92, la Expo de Sevilla, la Expo de Zaragoza y tantos otros ejemplos en los que se ha gastado una cantidad ingente de dinero público. Se trata de una historia definida por personalismo y egos, no por movimientos o conciencias colectivas. Y si queremos referirnos a otros países… pienso que allí donde haya trabajado Calatrava seguro que también encontraremos pormishuevismo.
En el mundo de la arquitectura se ha reformulado varias veces el famoso
eslogan de Mies Van der Rohe del “menos es más”. Es el caso de Bjarke Ingels
con el “yes is more” o de Pier Vittorio Aureli con el “menos es suficiente”.
El pormishuevismo se basa en el“más es poco”.
Es una broma
que creo que sólo entendéis los arquitectos… Efectivamente, los artistas pormishuevistas defienden
que si se puede hacer más grande es que se está haciendo mal. Los proyectos que
este movimiento aglutina se defienden siempre por la cantidad y no la calidad.
Para un promishuevista, evidentemente, Mies no conocía el
significado exacto de la palabra “abundancia”, sino todo lo contrario.
Desarrollan proyectos que no responden a mejorar nada, sino simplemente a
hacerlo lo más grande posible para así llevarse un margen económico también más
grande. Es decir, hay una voluntad expresa de aumentar al máximo la superficie
para que repercuta en el coste. Cuanto más grande, ¡mejor! Cuanto más terreno
público ocupado, ¡mejor! Cuanto más ecocidio se haga, ¡mejor!
¿Ecocidio? Entiendo que el pormishuevismo no atiende a
conceptos tan en boga hoy en día como la sostenibilidad, el decrecimiento, la
descarbonización o la recuperación del territorio. Cuando oyes a políticos que
hablan de aumentar aeropuertos, construir complejos como el del Hard
Rock, Eurovegas o
parques temáticos en medio del desierto, ¿qué está ocurriendo? ¿Es una nueva
suerte de terraplanismo?
No sé si es de
terraplanismo, de no estar ubicado en la actualidad o de no haberse leído un
puto libro en la vida. Nuestras instituciones están llenas de gente que no está
a la altura de las necesidades y del contexto social y económico que vivimos.
Nos llenamos la boca con el reciclaje, la reutilización y la rehabilitación, y
luego ves que se aprueban proyectos que van en una línea totalmente contraria.
Lo que pasa es que en los renders que nos venden se ponen
muchos árboles y pagan para que les den etiquetas ecológicas. Pienso por
ejemplo en una querida pormishuevista como Isabel Díaz Ayuso
que proponía arrancar árboles para ponerlos en los balcones de
los conciudadanos y así luchar contra la crisis climática. O en la provincia de
Alicante, en la Nucía, un pequeño pueblo donde, a juzgar por lo que están
construyendo, parece que tengan que albergar de aquí a poco unas olimpiadas y
han arrasado los bosques de pinos.
Siguiendo con este tipo de ejemplos, en unas semanas voy a ir a grabar a Vigo. Vivimos en un país donde las energías renovables aún no están tan presentes como sería necesario y, sin embargo, hay un alcalde que, porque le ha salido de los cojones, ha decidido que la Navidad empieza en su ciudad y que la va a tener obscenamente iluminada durante tres meses.
Foto: Playa de
Benidorm, ejemplo del urbanismo ‘promishuevista’. Cortesía de Blackie Books
¿Hay alguien que se tome en serio lo de la sostenibilidad?
En este país no
mucho e incluso se ha utilizado para enmascarar más atrocidades. Con la excusa
de promover proyectos eco se han justificado nuevos campos de
golf o la destrucción del último kilómetro virgen que quedaba de una playa.
Aunque hablo siempre de todo con cierta ironía yo ya he perdido las ganas de
reírme de esto. En España el 75% del territorio está en riesgo de desertificación y un
20% ya no tiene solución. En lugar de decir “¡paren las rotativas!”, llevamos
tres meses hablando de Puigdemont.
Nos vamos a
acabar extinguiendo en cien años como mucho y, hasta entonces, habremos seguido
construyendo urbanizaciones de casas adosadas o manteniendo hoteles ilegales en primera línea de la
costa que tienen doce sentencias de demolición como el del Algarrobico en
Almería. Tenemos que hacer un esfuerzo para que el urbanismo y la
arquitectura formen parte del debate público porque es la forma más rápida de
mejorar nuestro contexto más inmediato. Nuestro entorno construido y la
naturaleza que hay a su alrededor es la escenografía de nuestra vida. Hasta las
tesis más neoliberales defienden que hay que cuidar el medioambiente que nos
rodea o no habrá forma de seguir viviendo de él.
En todos estos escándalos y en los que destacas a lo largo del libro,
obviamente no quedan en buen lugar los arquitectos, urbanistas y constructores
que los perpetraron. Sin embargo, detrás siempre hay un político que les pagó
la fiesta con dinero público. ¿Qué porcentaje en distribución de culpabilidad
le atribuyes a cada uno?
Yo siempre
intento defender en cierto modo el papel de los arquitectos. Al fin y al cabo,
se trata de profesionales, con una moral u otra, que ejercen su trabajo por
unos honorarios. En el caso del político, en cambio, su trabajo principal
consiste en mejorar la calidad de vida de la mayoría de la ciudadanía, le haya
votado o no. Por lo tanto, el porcentaje más elevado de culpa se la llevan
ellos, sin duda. Los arquitectos, urbanistas o ingenieros de nuestro país
pueden ser más o menos buenos, pero detrás tienen que tener administraciones
públicas que fiscalicen y controlen lo que hacen y que, por lo tanto, contraten
solo a aquellos que contribuyan a mejorar nuestras ciudades.
Fijándonos por ejemplo en tu fenómeno favorito, ¿por qué le siguen
encargando edificios y puentes a Santiago Calatrava, que tiene querellas y
demandas en infinidad de sitios en los que ha construido?
Es una buena
pregunta… ¿Es culpa de Santi? Pues igual no. Al final, podemos discutir si es
mejor o peor persona, pero detrás siempre hay algún político que muerde el
anzuelo. Justo ahora estamos preparando unos vídeos sobre las Canarias y vamos
a tratar el caso del Auditorio de Tenerife. Originalmente estaba encargado a un
equipo de arquitectos en un emplazamiento concreto y, de repente, Calatrava se
enteró del proyecto, viajó a Santa Cruz de Tenerife y le vendió al concejal de
urbanismo que les podía hacer una nueva opera de Sídney si se lo daban a él.
Así lo hicieron. Calatrava cambió su ubicación y levantó un edificio que costó
74 millones de euros, muy por encima de los 27 por los que estaba presupuestado
el primer proyecto.
Cuando ves estas cantidades de euros despilfarrados por representantes
públicos irresponsables es inevitable preguntarse cómo podemos llegar a ser tan
indulgentes como sociedad.
Esta apatía que
tenemos como sociedad tiene que ver con que estamos ya tan acostumbrados a
recibir este tipo de información basada en desfalcos de millones de euros que
lo hemos normalizado. Creemos que la picaresca forma parte de nuestro ADN y que
no podemos hacer nada para solucionarlo. Tenemos muy poca conciencia del valor
del dinero público. Recientemente, he visto la nueva campaña de Hacienda que
dice “no es magia, son tus impuestos”. Hay que saber que vivimos en un país que
tiene un estado del bienestar que es maravilloso y que es así porque lo
financiamos entre todos. Lo que pasa es que en España cuando ganas un poco de
dinero todo esto se olvida muy rápido y si tienes un estudio, por ejemplo,
intentas pagarle el mínimo a tus trabajadores y contratas a becarios. Yo, con
mis circunstancias actuales, podría haberme comprado dos casas y en lugar de
ello tengo a gente trabajando conmigo y cobrando de puta madre.
En el libro relatas la trayectoria delirante de varios tótems del pormishuevismo como
Ruiz Mateos, Gil y Gil, Consuelo Císcar o Jesús Ger. Realmente, cuesta creer
que no se trata de una novela de ficción…
España está muy bien guionizada, es como una película de Berlanga constante. En general, este perfil de pormishuevista es gente que domina muy bien la relación que existe entre los cargos de poder y los medios de comunicación. Saben sacarle su propio beneficio económico y publicitario a la cobertura periodística. En ese sentido, tenemos que preguntarnos qué culpa tiene de todo esto los mass media y también qué culpa tenemos nosotros como espectadores. Nos gusta demasiado el morbo y el chisme. Si el primer día se hubiese sentenciado que Jesús Gil era un sinvergüenza, pues seguramente no habría dado tanto de sí el personaje. Yo siempre digo en el Intermedio que, desde La Sexta, hemos contribuido a encumbrar aún más la figura de Díaz Ayuso con tanta exposición de minutos de tele y con tantos titulares.
Foto: Hotel
Marqués de Riscal, de Frank Ghery, en Elciego (Álava). Cortesía de Blackie
Books
Aprovechando que vuelves a citar a la política a
la que le gusta la fruta, ¿puedes nombrar cual sería el podio actual
del pormishuevismo español?
Obviamente Isabel Díaz Ayuso está en el podio.
Otro personaje que merece un puesto sería Florentino Pérez, por eso de moverse como
nadie entre el sector del fútbol y el de la construcción. Y para no repetirme y
decir de nuevo Calatrava… voy a elegir a Joan Roig.
Veo que realmente tienes una especie de guilty pleasure con
la figura de Calatrava. Has llegado a afirmar, no obstante, que es tu artista
favorito.
Calatrava es el
mejor escultor que ha dado nuestro país en las últimas décadas. Tiene un
dominio de la luz y de las formas que es impresionante. Consigue transmitir
ligereza con elementos y estructuras inmensas y muy pesadas. El tema es que se
debería haber limitado a las esculturas en vez de hacer obras de ingeniería
civil y arquitectura. De ese modo, su legado hubiese sido solamente celebrado y
no tendría tantos artículos dedicados en El Mundo Today. Sus edificios son tan
icónicos como poco funcionales. Pero eso durante muchos años dio igual, lo
importante era que quedaran bien en la foto el día de la inauguración. Es
innegable su talento. Edificios aparte, tiene una tesis doctoral en ingeniería
plegable que es fantástica. Calatrava es un genio creador, claro que… ya no
estamos en el Renacimiento.
Como arquitecto, a veces me parece un poco reduccionista la lectura que
haces de nuestra profesión. ¿Conoces ejemplos de arquitectura que sea el
antónimo del pormishuevismo?
Sin duda, ¡la
arquitectura que no se construye! (riendo). Ahora en serio… le debo una
disculpa al gremio de la construcción porque obviamente la gran mayoría de
profesionales que lo conforman no son corruptos. España, de hecho, es uno de
los países que mejor forma a sus arquitectos y luego son los que mejor
trabajan, sobre todo en equipo. Defiendo también la labor que están haciendo
las nuevas generaciones que fueron conscientes desde el principio de que su
tarea principal no iba a ser construir sino renovar, reutilizar y
reconceptualizar todo lo que ya estaba construido. En España, hay que recordar
que se construía el equivalente a ocho campos de fútbol cada día. Se construía
más que en Italia y Francia juntos.
Has publicado tres libros este año, sigues con las rutas turísticas cada
vez por más ciudades, participas semanalmente en programas de radio y
televisión… ¿Cuánto tiempo podrás sostener esta actividad frenética y con tanta
exposición pública?
Creo que estoy
en un momento excepcional de mi vida. El otro día en la radio me dieron el
mejor consejo del mundo: “ten en cuenta que cuando bajas te encuentras a la
misma gente a la que has ido saludando cuando estabas subiendo”. Yo soy de
clase humilde, aunque ahora tenga dinero. Y por suerte, no me estoy haciendo
famoso en mi vida privada, es decir, yo no soy una figura pública. Yo soy una
persona que señala y la gente se decida a mirar el lugar que señala mi dedo,
que es muy diferente. No hablo de mi vida, no enseño mi casa, no explico los
lugares a los que voy… Las redes sociales son una auténtica herramienta de
doble filo. Ahora mismo estoy utilizando todas las herramientas económicas y
energéticas que tengo para crear una estructura organizativa que me permita
retirarme de la primera línea de la vida pública para poder seguir con nuestro
trabajo con todo el equipo de Oficina Periferia. La
idea es ir creciendo y poco a poco empezar a tocar los cojones, pero bien. No
en un sentido político, sino de forma propositiva, denunciando y aportando
soluciones.
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