Bolivia
La república pluricultural de Bolivia vs. la derecha
golpista
Juan Carlos Guerrero Delgadillo
VIENTOSUR
22/11/2019
“Al hermano Oscar Olivera en esta hora
obscura, guerrero del agua y por la comunidad quién, desde abajo, lucha por el
pueblo, por su vida y la de su familia”.
Antecedentes
La conformación
del Estado nacional boliviano ha sufrido un largo y tortuoso camino para llegar
a constituirse. Lo marca la herencia prehispánica, la de la conquista y de la
colonia. Momentos, los dos últimos, preñados de una gran carga racista,
machista y clasista. (Así se produjo la independencia boliviana en 1825).
El legado
indígena, aún vencido, marcó y ha marcado la cultura en general y la cultura
política y social en Bolivia. Hay una “hibridez”, un abigarramiento, una herencia
barroca en la buscada modernidad latinoamericana y boliviana en singular. Sin
embargo, es mayor la paralela y excluyente visión que discrimina al otro, al
indígena. Así esa construcción nacional encuentra marcas fundacionales
contradictorias y no resueltas en lo político, en lo cultural y en lo
religioso, dividiendo a la población.
Los elementos
excluyentes señalados se presentan en toda América Latina, pero para el caso
boliviano no permitieron ni mínimamente la conformación de un Estado nacional con
elementos de mestizaje cultural -que son los sustantivos antes que los
biológicos-.
Aparte de lo
señalado observamos que hay momentos históricos posteriores significativos para
Bolivia, como son la guerra del Pacífico contra Chile (1879-1884), donde Bolivia
pierde su salida al mar afectando al territorio.
Luego sigue la
disputa entre liberales y conservadores por la conformación nacional del
1899-1900. Dónde los liberales triunfaron, pero lo hicieron pactando de
inicio con los indígenas, hecho que se expresa en los acuerdos con Pablo Zarate
Willka a quién, finalmente logrado el triunfo liberal, asesinan. Así se produce
otro fracaso para intentar un momento relevante de nación. No se logró
legitimidad ni “homogeneidad ciudadana” para asentar ese Estado nacional. Hay
inestables gobiernos.
Un
acontecimiento significativo posterior se verá con la guerra del Chaco en 1932
contra la hermana Paraguay, que pierde Bolivia y con ella, otra vez,
territorio.
Otro momento
significativo y fundacional en la historia boliviana es la Revolución
nacionalista de 1952-1953, que marca el fin de las viejas oligarquías en la
presidencia de Víctor Paz Estenssoro. Con ella se logra una presencia estatal
en la esfera económica, mediante el manejo de la minería y otros recursos, así
como para construir vías políticas y sociales de cierta estructura nacional.
Este proceso sentó las bases para una conformación de partidos políticos, pero
muy endebles, destacándose en primer lugar el MNR, deudor y capitalizador de la
revolución del 53, aunque el partido había nacido antes. Surgieron después
otros partidos dando lugar a cierta “sociedad política”, como son ADN, ligada
mucho tiempo al dictador Banzer, así como luego el MIR, y vendrán más.
Los golpes de Estado y las asonadas son la nota. Paz Estenssoro vivió un
golpe militar en 1964 por René Barrientos y en 1971 lo sucede otro golpe por
parte del general Hugo Banzer. Así será hasta que, según se dice, Bolivia
vuelve a la “democracia” hasta 1982, con Hernán Siles Zuazo (MNR), pero para
volver a una dictadura en 1985 e iniciando los regímenes neoliberales con
Víctor Paz Estensoro. Hasta el 89, y del 89 al 93 con Jaime Paz Zamora. Después
viene el empresario Gonzalo Sánchez de Losada, el “Goni” (1993-1997). Hugo
Banzer (1997-2001), el vicepresidente de este ”Tuto” Quiroga (2001-2002).
Sánchez de Losada nuevamente (2002-2003 por renuncia de movilizaciones). Carlos
García Meza -que reaparece en este 2019-. Luego estará un interino; Eduardo
Rodríguez Veltze (2005-2006).
Las
definiciones políticas en Bolivia se dan no tanto a través de los partidos sino
de luchas fuera de esos espacios. Así, el ejército, los mineros, los indígenas
(los 90) y otros han sido centrales a hora de conforma el poder, dónde por
supuesto juega un papel clave el imperio norteamericano.
La sociedad
política nunca fue consistente en Bolivia, con y por ello, no se produjeron
cambios en la conducción estatal del país por la vía central de las elecciones
sino, como en muchas regiones de América Latina, a través de golpes de estado militares,
luchas sociales y con el siempre presente impacto de los intereses imperiales
norteamericanos, reiteramos, debido a sus recursos naturales mineros (salitre,
estaño) y energéticos (gas) y actualmente el petróleo blanco (litio, en el que
tiene ligas Rusia y China). También presentes en las definiciones están esas
las luchas sociales.
No hay sociedad
política porque tampoco hay una sociedad civil consistente con el modelo
moderno capitalista.
Luchas
populares en el presente siglo.
La situación de
las precarias formas “premodernas” de poder (golpes militares) y de la endeble
sociedad política colapsa totalmente luego de las instrumentaciones
neoliberales en el país, de la resistencia indígena desde los años 90, de la
defensa del ancestral uso de la hoja de coca, de los mineros, de la ciudadanía
y sectores de clase media (contra las privatizaciones del agua y del gas en
Cochabamba y La Paz). Por supuesto contando con la acción contra-popular de
ejército.
Así se da el
agotamiento y práctica anulación comicial de los viejos partidos mediante la
elección y el triunfo arrollador en la presidencia del carismático dirigente
cocalero Juan Evo Morales Ayma (2006-2009 con 53,74% de la votación y quién ya
había participado en elecciones anteriores y había sido diputado cocalero
antes), acompañado ya con el vicepresidente Álvaro García Linera (destacado
intelectual que estudio en la UNAM en México teniendo una formación de ciencias
duras (matemático) y de las sociales (sociólogo). Se da un proyecto nacional
estatizante y redistribuidor de la riqueza, logrando en 12 años (2007-2019) en
tres sucesivas elecciones exitosas un crecimiento promedio anual del PIB de
5,5%, (incomparable en el mundo), y una impresionante disminución de la pobreza
(de 38 a 16%), eliminación del analfabetismo y un control de la renta nacional,
por su gobierno, en recursos naturales estratégicos (gas entre otros), agua y
reparto de tierras. También se crea en 2006 la Asamblea Constituyente.
Para la segunda
elección del Evo (2010-2014) ganó con 64,22% de los votos. Se crea el nuevo
estado plurinacional de Bolivia y se dan nuevas nacionalizaciones, por ejemplo
en electricidad, petróleo y cemento.
El tercer
gobierno (2015-2019). Ganó Morales con 61,36%. Se avanza en el proyecto
estatista.
En la víspera
de la elección de 2019, en el mes de octubre de 2018, Evo lanzó la iniciativa
de una consulta nacional para poder participar por 4ª ocasión en la boleta
electoral de 2019. El resultado fue el rechazo, a pesar del cual Morales se
presentó como candidato y, según diversos intérpretes, ganó con 48% de los
votos (en la primera vuelta, allá hay dos en caso de no rebasar un porcentaje
calificado). Pero otros, opositores, señalan que hubo un gran fraude electoral
y, dicen, resultó ganador Carlos Meza.
Llegados a este
punto se desenvuelve el proceso de días recientes del 12 al 16 de noviembre,
con la salida del Evo de Bolivia y su asilo en México, y el autonombramiento de
la racista y fanática religiosa e ilegítima Jeanine Añez como presidenta en
funciones.
Evo Morales,
MAS- constituyente, y los movimientos sociales: el proceso que no se siguió.
En general
podemos observar que la llegada del Evo a la presidencia y sus resultados
ruborizarían a más de un político de cualquier país en el mundo. Y sin embargo
al presentarse en las elecciones del 2019 se vio acotado en el poder,
descuidado, o muy confiado en lo logrado, pensando que había para más, en su
persona.
Ciertamente hay
una embestida de la derecha que, políticamente Evo derrotó en su propio
terreno, es decir, en el de la democracia liberal, representativa. Evo
instrumentó medidas de beneficio social y estatizó. El discurso sonó a la
izquierda, muy socialista, del siglo XXI. Entonces, ¿qué falló?
Aquí, y desde
una postura procomunitaria y anticapitalista podríamos decir que ya, desde el
origen, se notaba una debilidad vertebral en la política. Y es que teniendo
planes de redistribución de la riqueza no se afectó a la propiedad con una
perspectiva incluyente y autogestiva o socializante por la población misma.
Evo llegó a la
presidencia, sin duda alguna, debido a la amplias movilizaciones
antineoliberales, pero, a la hora de llegar al gobierno, no se configuraron
organizaciones preparadas para la lucha por el poder más profundo, no se
socializó el poder y la gestión. Así, en la Constituyente no se permitió a las
organizaciones sociales llegar con representación propias, ajenas a camisetas
partidarias, se les forzó a actuar solo si se adherían al MAS, es decir
reestableciendo a la sociedad política de la democracia representativa por el
lado “izquierdo”. Así, por una parte, se sometió y acotó ante el MAS a las
organizaciones sociales de izquierda que marcaron la lucha previa para su
llegada. Pero, por otro lado, cuestión tan grave y acompañante de lo anterior,
se revivió a una muerta derecha política que ya no tenía esperanzas de vencer,
durante mucho tiempo. Habían sido derrotados en su propio terreno; así se
acuerparon, poco a poco, los sectores de derecha, y esto inició por el camino
de que, si los sectores sociales y económicos de derecha querían participar en
la Constituyente, tendría que presentarse, no en tanto fuerzas sociales sino en
tanto partidos, con esto se reestablece a la sociedad política burguesa por la
derecha. Se facilitó, al derrotado, a agruparse en el terreno que el construyó,
es decir el de la democracia representativa. En este sentido sólo era cuestión
de tiempo para que sucediera lo que pasó.
Otro aspecto
que no previó Evo, y sus seguidores dirigentes más cercanos, es la indolencia
ante lo que representaba el ejército, cuyos mandos habían sido educados en la
norteamericana Escuela de las Américas. Se pensó que era suficiente contar con
que la mayoría de los soldados de abajo eran indios, y eso bastaba porque
significaba la automática adhesión a Evo. No fue así.
A la salida de
Evo. El nuevo golpismo con “ley”.
Ante el
indudable golpe militar que la derecha de todo matiz inflinge a Evo, ya se da
la respuesta popular en las calles: en La Paz, en el Alto, en Cochabamba y
otros lugares. El amplio sector de cocaleros, indígenas, mineros -aunque estos
afectados y hasta cierto punto limitados desde los 80 por la privatización de
las minas- levantan su voz:
La derecha
ahora sí se encuentra preparada. Del lado de los golpistas están los partidos
de derecha. El poder se sostiene en los militares, en los antivalores fanáticos
de los evangélicos que nos recuerdan las reflexiones de Max Weber y los
sectores enemigos de siempre, los clasemedieros y racistas de la media luna
(Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija).
La salida
parece que se definirá en la correlación de fuerzas en las calles y el campo,
otra vez. Lo electoral lo han abortado los golpistas.
Estamos en una
fase de medición, de choque de fuerzas teniendo como ejes la confrontación
ideológica autogestiva vs. la dictadura militar. La Pachamama y el catolicismo
de la iglesia de la cristiandad vs. el fanatismo evangélico. La democracia
popular vs. el autoritarismo nazi-fascista. El enfrentamiento de lucha de clases
del obrero-minero vs. el empresariado. La visión de defensa de hombres y
mujeres vs. el machismo. La presencia norteamericana vs. lo nacional popular al
grito del ¡Ahora sí, guerra civil! La Biblia evangélica bajo el grito de ¡Fuera
la Pachamama y el demonio! mediante los golpes, el enfrentamiento de los collas
vs. los cambas. La Whipala de 7 colores y la bandera tricolor vs. la bandera
boliviana sola con el símbolo de la cruz. Los ponchos rojos indios y de las
clases bajas vs. el ejército de la escuela de las Américas. De la República
pluricultural de Bolivia contra la Norteamérica de Trump y de su OEA.
Debemos
pronunciarnos, con todo lo anterior, por la defensa de lo conquistado en los
gobiernos de Evo y de la vida de él mismo, más el empoderamiento colectivo de
las bases en una profundización comunitaria también de la política.
¡Solidaridad
total con el pueblo boliviano y el respeto a la vida de los luchadores sociales
de años en Bolivia como es el caso del hermano Oscar Olivera, nuestro querido
Zapatista cochabambino!
¡JALLALLA
BOLIVIA!
Juan Carlos
Guerrero Delgadillo. Docente. México.
22/11/2019
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