LA
MARIONETA TERESA
De una caja de cartón vacía, el Titiritero enamorado y amante de su
trabajo, hizo una marioneta a la que le puso por nombre Teresa.
Tan perfecta y bonita hizo el
titiritero la marioneta, que ésta
parecía tener vida propia. De tal modo lo parecía, que se lo creyó hasta el
punto de olvidar por completo, que si se movía y cobraba vida era porque el
Titiritero le movía los hilos que le daban movimiento.
La forma, gracia y naturalidad de
los movimientos de Teresa hicieron que cualquiera que la mirase quedara
prendada de ella, y así, pasando el tiempo creyó no necesitar a nada ni a nadie y quiso hacerse
independiente del titiritero.
–
No quiero estar más contigo –le dijo un día
Teresa al Titiritero.
–
Teresa
–le respondió con dulzura el Titiritero–, sin mí no puedes vivir. Soy el
que te creó y el que te da toda la vida que tienes.
–
¡No! –exclamó altanera Teresa–, córtame los
hilos, quiero vivir sola.
–
Si te corto el hilo que mueve un brazo, éste
quedará inmóvil –dijo el Titiritero.
–
Es igual –decía ella–, todavía me quedará otro.
Córtame todos los hilos, no quiero estar más contigo.
Con tristeza por la visión errónea que tenía Teresa de la realidad,
creyéndose absolutamente independiente de todo y de todos, y por la vanidad que
le llenaba, el Titiritero fue cortando
uno tras otro todos los hilos que le daban la vida a la marioneta. Cortado el
último el hilo, el que la mantenía erguida, la marioneta destartalada y sin
vida cayó al suelo.
*
* *
Manuel
Sogas Cotano
Zaragoza
7 Agosto 2005
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