Qué implica el ascenso electoral de Vox y qué se puede
hacer
Ante una
derecha fuerte, la izquierda revolucionaria debe reivindicar algún tipo de
modelo de país.
Santiago Abascal, presidente de Vox, en Covadonga.
Foto: Vox
El salto
2019-11-10 06:59
Mitin de
Valencia, más de 7.000 personas enardecidas dan vivas a España y a la Legión.
Suenan canciones de otras épocas. Ondean miles de banderas rojigualdas.
Santiago Abascal es aclamado como una estrella del rock. Están fabricando un
caudillo. Esta noche Vox ha superado al Partido Popular en asistencia a los
mítines. Mitin de cierre de campaña en Colón, más de lo mismo. Nuevo baño de
multitudes enfervorizadas. Los medios de comunicación toman nota de todo ello,
y lo amplifican, ya que juegan ese papel en estos tiempos turbios.
Con lo que me
quedo de todo esto es que Vox no es un partido como Ciudadanos, hecho de
espabilados, a medida de "emprendedores" y gente "hecha a sí
misma". Vox tiene una trayectoria que nace en el franquismo sociológico de
los años 60 y 70. Ese espacio político entró en Alianza Popular y luego pasó al
Partido Popular. Seamos realistas, votaban al PP con la nariz tapada.
Cierto es que
en la formación de Abascal existe una élite de espabilados. Cierto es que puede
saltar por los aires por futuros y posibles casos de corrupción. Pero lo que
nos interesa es que el espacio político que ocupa se ha definido, se ha
resignificado y gracias a los continuos procesos electorales, su electorado se
ha politizado. Eso es lo trascendente. Y toda esta gente (dos o tres millones)
se ha politizado en una ultraderecha sin tapujos, categóricamente conservadora,
que reivindica el legado del franquismo, y que además es rotudamente neoliberal,
que entienden como el mejor de los sistemas posibles. Han conseguido superar la
galaxia de partidillos de extrema derecha y se han convertido en la tercera o
la cuarta fuerza (depende como queden el domingo).
La
inestabilidad política que se inició con la crisis económica de 2008 y que dio
origen al 15M (2011), tuvo como consecuencia un cambio en el panorama político.
Supongo que eso es innegable. El auge de Podemos, luego el de Ciudadanos, la
crisis del bipartidismo, el "problema" catalán, fueron consecuencias
de la crisis. La inestabilidad amenaza con ser continua. Cada año hay una o dos
elecciones distintas que se convierten en plataformas para la difusión de
ciertos mensajes entre la población. En este sentido los medios de comunicación
juegan un papel central y amplifican los mensajes más sensacionalistas y
absurdamente "radicales". Al final, los medios los controla la
derecha y puede difundir el mensaje que quiera, mientras se margina lo que
tenga que decir la izquierda.
Podemos llegar
a pensar que si hay un bipartidismo fuerte, la potencia de la ultraderecha se
mitigará. Seguramente el PP tenga que girar hacia el centro político si quiere
hundir definitivamente a Ciudadanos y convertirlo en otra UPyD. Eso lo tiene
que hacer sin Casado, al que su partido acusará de haberlo partido por la
mitad, ya que su electorado más volátil se ha ido con Abascal. Con Casado, el
Ibex seguirá apostando por el PSOE. Yo defiendo la idea de que da igual quien
esté ocupando el espacio político de Vox, lo importante es que exista este
espacio político y que se haya politizado, que tenga ilusión, que llenen
pabellones y que su discurso esté permeando en grandes capas de la población.
Vox tiene votantes genuinamente "milenaristas".
¿Cómo se le
puede hacer frente a esto? Pues con otra idea-fuerza similar, que despierte
otro milenarismo adormilado. En Catalunya ese milenarismo es la República, que
aún está por cargarse de contenido. Sólo es una idea, si bien muy potente. En
el resto de España aún no se ha puesto sobre la mesa esta idea. Se parte de una
perspectiva tan desfavorable (al menos sobre las encuestas) que ni se plantea.
Pero es que la independencia de Catalunya hace 10 años también era una quimera.
Si la hubieran votado en un referèndum hace una década habría salido claramente
derrotada. La sociedad ha cambiado y lo que era una minoría, ahora tiene
posibilidades.
En España la
crisis internacional de las soberanías no se ha jugado bien desde la izquierda.
Creo que solo los laboristas británicos lo han comprendido y aún así no son
capaces de ponerse de acuerdo internamente en el tema determinante de la
soberanía, que es el Brexit. Pues aquí igual que en el resto, la izquierda
reacciona tarde y mal, asumiendo discursos rojipardos que no contemplan la
existencia de otros modelos de españolidad que no sean un calco invertido de
los de la derecha española.
Da la impresión
que nadie quiera rescatar la vieja idea de la España federal, aquella república
federal fue una idea motriz de la vida política española del siglo XIX. Es
preocupante la debilidad del discurso de la izquierda. Nadie está abriendo el
melón republicano. La extrema derecha está atacando los derechos sociales. ¿Por
qué no se vincula la idea republicana a ellos? Es como la vieja idea de Joan
Peiró de la República Social y Federal, que llegó a ser el programa político de
la CNT desde septiembre de 1937 hasta el fin de la guerra.
Ante una
derecha fuerte, la izquierda revolucionaria debe reivindicar algún tipo de
modelo de país. No sólo dedicarse a defender los derechos sociales, como si nos
valieran los que teníamos bajo Zapatero. Habrá que hacer algún tipo de
propuesta más ambiciosa. Los ajustes económicos son casi seguros gobierne quien
gobierne. La ultraderecha se verá legitimada y sacará pecho. Esto lo notaremos
en la calle inmediatamente.
Mi opinión es
que las organizaciones sociales, sindicales y políticas se deben reunir ante la
coyuntura que nos viene. No deberían hacer el enésimo paquete de medidas
sociales que bien podría aceptar Podemos y hasta el PSOE, si no que se debe
empezar a plantear un modelo de país de abajo a arriba. Eso y solo eso genera
ilusión. Los derechos sociales son defensivos. La gente -- como animales
adaptativos que somos-- se acostumbra a vivir mal. Lo que moviliza es la
propuesta.
En Catalunya la
gente sale a la calle por una República que aún está por definir. La calle le
pasa por la izquierda a las organizaciones de izquierda. Se entiende
instintivamente que es preferible hacer un país nuevo que defienda por ley los
derechos sociales que no intentar cambiar las leyes españolas para conseguir
esos derechos sociales. Existe un espacio de socialismo libertario latente y
muy poco definido. Es más instinto que praxis. Entiendo que los movimiento de
izquierda debe conectar con esto y trabajar ahí. Pero, ¿qué se hace en el resto
de la península? ¿volcarnos en el antifascismo? ¿voto útil a Pedro Sánchez?
¿Iglesias o Errejón? Está clarísimo que falta una propuesta de país. Ahora
tienen su oportunidad unos movimientos antagonistas que no han tenido voz. La
Monarquía debe caer y con ella el Régimen del 78.
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