¿Será aplastada
Rojava, entonces?
Publicado
el 2 de
agosto de 2022 / Por
/KAOSENLARED
Al norte del Mar Negro, la guerra de Ucrania. Al sur del Mar
Negro, Turquía intenta aplastar la nueva sociedad de Rojava, en el nordeste de
Siria. A pocos cientos de kilómetros al sur del Mar Negro resiste el avance
turco una sociedad de dos millones de personas, comunitaria, de pluralidad
étnica y religiosa, feminista y ecológica, emergente victoriosa, por ahora, de
la llamada “primavera árabe” de una década atrás. ¿Será aplastada Rojava,
entonces? ¿Un nuevo genocidio se avecina? Es posible, pero no inevitable. En
Rojava resisten y crean no sólo el proletariado kurdo, también comunidades de
todos los pueblos de la región, sirios y asirios, árabes, yazidíes y más.
Resisten organizaciones nacidas de la lucha de las mujeres. Y resisten brigadas
solidarias llegadas de diversos países. Aquí públicamos un texto de
Giocomo Sini sobre la vida y las luchas cotidianas de la Rojava en resistencia.
Por Leo Rodríguez para ANRed.
Una rápida enumeración de los sujetos en conflicto da una rápida
idea de la complejidad del ajedrez en juego: alrededor de Rojava se arremolinan
sus enemigos mortales: Turquía al norte y el socio de ésta, el ISIS, al este y
al oeste. También enemigos, pero en un grado menor se encuentran Siria al sur,
Rusia al oeste y EEUU al este. Unos pasos más allá hacia el este se haya el
Kurdistán iraquí, dominado, no obstante, por una burguesía kurda que fluctúa en
sus alianzas con EEUU y con Turquía. Y un paso más allá Irán, preocupada porque
los nuevos aires de Rojava no se extiendan a los 8 millones de kurdos en el
oeste de Irán.
La
reciente cumbre en Teherán entre Irán, Rusia y Turquía dio un paso más en el
cerramiento de pinzas contra la experiencia comunitaria y libre de Rojava y
contra la organización madre del PKK en Turquía y su enlace con el armado
político electoral del HDP. La Unión Europea y países como Suecia y Finlandia
(incluso EEUU) se veían interpeladas en su política discursiva de libertades y
derechos civiles, defendidos en Rojava contra los sujetos de su entorno. Sin
embargo, la reciente megacumbre de la OTAN en Madrid mostró, previsiblemente,
cómo “occidente” entregaba sus valores discursivos en favor de la política
genocida del estado turco, que exigía “carta blanca” para dejar entrar esos
países a la OTAN.
Tensión
en el norte de Siria ante la nueva amenaza de Erdogan
El
fragor de las armas pesadas y del fuego de artillería rompe el silencio de la
noche en el cantón de Hasaka. Se trata de disparos efectuados por las milicias
islamistas vinculadas a Turquía y el Ejército de Ankara desde los territorios
ocupados por Erdogan dentro del suelo sirio. Turquía ha lanzado cinco ofensivas
en el norte de Siria desde 2016 hasta hoy. Una de las últimas, denominada
“Operación Fuente de Paz”, se llevó a cabo con el apoyo de grupos armados
pertenecientes a la Oposición Nacional Siria (ANS), en todo el territorio
gestionado por la Administración Autónoma del Noreste de Siria (AANES).
A
primera hora de la mañana, la autopista internacional M4 parece tranquila.
Situada a través de este eje estratégico que bordea las zonas ocupadas, se
encuentra la ciudad de Tell Tamr, en primera línea contra el Ejército turco.
Tras la última invasión turca de 2019, la zona es objeto de ataques diarios,
principalmente dirigidos contra las aldeas cercanas al río Khabour en un
intento de alcanzar la M4.
“Cuando
los milicianos del Estado Islámico atacaron la prisión de Al-Sina en Hasaka a
principios de año, intentábamos llegar a nuestros compañeros en apuros con una
caravana de vehículos”, dice Demhat Brusk, co-comandante del Consejo Militar de
Tell Tamr, encuadrado en las Fuerzas Democráticas Sirias (SDF). «A medida que
el ataque se hacía más violento, Turquía y sus aliados nos golpearon, tratando
de impedir que llegáramos a la ciudad», continúa Brusk. “Las incursiones
vinieron justo desde los territorios ocupados, dejando claro que la ofensiva
del Estado Islámico era bien conocida por las autoridades turcas, en un intento
de desestabilizar la zona”, añade.
Sentada
a su lado, Zilan Tal Tamr, comandante de las YPJ (Unidad de Protección de la
Mujer) del Consejo Militar, subraya que “especialmente tras la invasión turca,
toda la población resiste y apoya al Consejo”.
Luego
agrega que “el contexto patriarcal dificultó inicialmente la presencia de las
mujeres junto a los combatientes hombres en el norte de Siria. La sociedad
aceptó rápidamente este proceso y hoy somos uno de los componentes más presentes
en la batalla contra la ocupación”.
“En
el noreste de Siria, actuamos en todos los ámbitos sociales, no solo en el
militar, y luchamos por una igualdad de género que favorezca todo el proceso
revolucionario”, concluye la comandante.
La zona de Tell Tamer está habitada predominantemente por cristianos sirios y asirios, kurdos y árabes que sufrieron masacres masivas durante el avance del ISIS en 2015.
Éxodo
A
pocos metros de la sede del Consejo Militar de Tell Tameir, Xabur Ekad se
sienta con algunos milicianos frente al edificio del Consejo Militar
Sirio/Asirio de la región de Khabour. Es uno de los portavoces y cuenta que la
ciudad de Tell Tamr sufrió “un enorme éxodo de personas al extranjero entre
2012 y 2015, al inicio de la guerra contra diversos grupos yihadistas y,
después, contra el Estado Islámico”. Recientemente, muchos expatriados han
vuelto para contribuir al desarrollo social de la zona. “Estas personas
regresaron para ayudar al rebrote de la comunidad y últimamente muchos han
caído en los combates contra las fuerzas de ocupación turcas y sus aliados, no
debemos olvidarlo”, señala Ekad.
Desde
la colina que domina la ciudad, la línea del frente está a pocos kilómetros.
Una iglesia se levanta entre las casas de abajo. “En un tiempo había más de 30
en esta zona, todas han sido dañadas y destruidas debido a los ataques. Solo
subsiste esa, la más antigua. Los asirios que se quedaron en la zona de Tell
Tamr se reúnen allí para las celebraciones”, dice Nabil Warda, portavoz de la
Guardia Asiria de Khabour, una milicia que reúne a los asirios de la zona.
“Dimos
refugio a cincuenta familias que huían de pueblos atacados por los turcos.
Ankara quiere eliminar la presencia sirio-asiria de la zona, nosotros estamos
dispuestos a proteger a toda la comunidad hasta la última gota de sangre”,
remarca Warda, “no solo defendemos a los cristianos, sino un proyecto de
convivencia y tolerancia que está constantemente amenazado”.
El
1 de junio, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, durante su intervención
en la reunión del grupo parlamentario al que pertenece, el Partido de la
Justicia y el Desarrollo (AKP), declaró: “Estamos entrando en una nueva fase en
nuestro proceso de decisiones para crear un corredor de 30 kilómetros en el
norte de Siria, para proteger nuestras fronteras: liberaremos la zona de la
ocupación terrorista”.
En
Hasaka, no lejos de la ciudad de Tell Tamr, Kendal Rojava, un joven miembro de
las YPG Internacional, responde a las declaraciones del mandatario turco
diciendo que “con el pretexto de una batalla contra lo que Ankara llama
‘terrorismo’, Erdogan intenta ampliar sus fronteras”, y luego añade: “La
intención de Turquía es extinguir también la presencia kurda en la zona y
cancelar el proyecto democrático e inclusivo llevado a cabo junto con las
distintas poblaciones de la zona”.
Según
las declaraciones del presidente Erdogan, la nueva “operación militar” se
centrará inicialmente en las zonas de Manbij y Tal Rifat, pero Ankara no
excluye que “la acción se amplíe posteriormente a otras zonas”.
El objetivo turco es claro: romper la continuidad geográfica de la AANES ocupando toda la línea de frontera. “Los turcos están reuniendo muchas tropas en los alrededores de Manbij y Tell Rifat, zonas próximas a donde viven las personas que huyeron de la ocupación de Afrin”, explica Ciwan, un joven voluntario.
Proyecto étnico-político turco
“Turquía,
como hizo en Afrin, quiere llevar a cabo su propio proyecto étnico-político en
toda la zona”, continúa Zafer Zagros, un joven miembro de las YPG. “No
olvidemos que es el centenario del Acuerdo de Lausana, que marcó la
consolidación de la República turca. Erdogan, con sus aliados nacionalistas,
intenta imponer una agenda neotomana en Oriente Medio”, reitera el miliciano.
“Al
hacerlo, siempre ha habido apoyo de la parte turca, incluido soporte logístico,
para las nuevas actividades del ISIS, como explican muchos de los milicianos
islamistas que las SDF han capturado últimamente”, prosigue Ciwan.
En
efecto, el ISIS ha reanudado sus operaciones en el norte de Siria en los
últimos meses, llevando a cabo varios ataques mortales. “No es casualidad que,
en el momento de su asesinato, Al-Qurayshi, uno de los líderes del Estado
Islámico, estuviera cerca de la frontera turca, no muy lejos de tres
importantes bases militares de Ankara en la zona”.
En
las zonas con riesgo de una nueva invasión, como afirma Rojava, “la gente está
acostumbrada a la intimidación de Turquía y sus aliados”. Hasta la fecha, no
hay una estimación precisa de cuántas personas huyen por temor a una nueva
operación turca, “lo que podemos observar aquí es que hay una reacción popular
a las declaraciones de Erdogan. Hay manifestaciones diarias en apoyo a las FDS
y contra la inminente acción militar”, dice el combatiente.
Los
líderes de las tribus árabes de Manbij también declararon en un comunicado
público su oposición a cualquier intervención turca en la zona, condenando los
bombardeos de Ankara y el SNA, “que se producen en el más absoluto silencio de
la comunidad internacional”.
La
situación es muy tensa, en las zonas que Erdogan quiere ocupar la condición
económica no es la mejor, también debido a las sanciones vigentes contra Siria.
La falta de agua hace que las condiciones de vida de la población sean aún más
precarias.
En
el norte de Siria, los consejos ejecutivos de las administraciones que viven
bajo la amenaza de una guerra inminente claman por una fuerte condena
internacional de los nuevos proyectos de Turquía. “Un proyecto que une
pacíficamente a personas de diferentes religiones y orígenes está en peligro”,
explica Ciwan. “Lo que existe en el norte de Siria es un ejemplo de cómo el
mundo puede vivir sin discriminación, es un símbolo de progreso e igualdad”, le
hace eco Rojava.
“No tenemos otra opción que defendernos y no retroceder, para nosotros es una cuestión de existencia o no”, remarca Zagros.
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