sábado, 12 de marzo de 2022

Ucrania es solo el inicio: El objetivo es China. [Efectivamente. En la guerra comercial declarada en Ucrania (antes latente) entre los diferentes grupos de capitales dominantes que se disputan entre sí la hegemonía el objetivo no es ni Rusia ni mucho menos Putin, sino China como potencia económica, y en consecuencia potencia política que le disputa la hegemonía mundial a la principal potencia capitalista (todavía hoy) que es USA. Si la OTAN, el OTON, POTITOS, EL DE LA MOTO y OTROS, lograran en Ucrania el objetivo declarado de salvar al mundo de no se sabe qué y otras paparruchas (cosa improbable porque China sabe lo que se está cociendo y difícilmente lo podría permitir, porque antes de eso estallaría la III Guerra Mundial, que en realidad estalló al día siguiente del final de la II Guerra Mundial) nos encontraríamos con que la OTAN, el OTON, etc. habría conseguido un bloque capitalista más salvaje, gordo, potente y criminal del que se apropiaría el capital USA y lo dejaría en una mejor posición de fuerza mejor para enfrentarse al otro bloque capitalista (con todas las matizaciones político-ideológicas que se quieran, que evidentemente las tendría) representado por China, cuyos bloques se disputarían igualmente la hegemonía mundial, disponiendo para ello del único instrumento que los capitales conocen para tales casos: la guerra, lo que nos conducirá a la situación actual, pero con un fajo de millones de muertos y unas pérdidas materiales incalculables, porque las bombas atómicas tienen esa facultad, aparte de matar a todo bicho viviente, menos al que la tira (en pura acción humanitaria y en el estricto cumplimiento de su sagrado deber para que los capitales invertidos puedan crecer y seguir creciendo, pero vamos, que la tira, que es en lo que estábamos) y al que la manda tirar, que ni Dios sabe los daños que podría causar. Parece evidente que lo prioritario, lo urgente, lo más que inmediatamente urgente es paralizar la guerra comercial de Ucrania. Y si como consecuencia inmediata de esa hipotética paralización de la guerra más que necesaria, el capital USA tiene que perder los 13 mil millones de dólares que ya ha adelantado para que arda el mundo si es necesario empezando por Ucrania, pues que los pierda, al fin y al cabo es una libre inversión realizada en un negocio determinado por determinados capitalista con el propósito de ganar dinero aun a costa de una buena parte de la humanidad. La solución a la guerra comercial de Ucrania (que no solo consiste en su paralización, siendo esta ahora mismo la primera tarea urgente a realizar); a todas las demás actuales y a las que puedan venir, que vendrán, estaría en el diagnostico correcto (TODAVÍA NO REALIZADO de un modo generalizado como para ser entendido claramente por las amplias mayorías de la sociedad, incluidos progres y no progres) de la crisis de 2008, que ni fue ni es tal crisis, ni capitalista ni financiera, ni de civilización ni de leches, aunque todos estos elementos, pero como partes, estuvieran y están presentes. 2008 representa la culminación del desarrollo histórico a que el capitalismo podía conducir a la sociedad. Llegados a este punto por estricta razones históricas, al igual que los distintos modos de producción habidos anteriormente al capitalismo, tiene inexorablemente que desaparecer como modo de producción dominante para dar lugar y ser sustituido por un nuevo modo de producción más desarrollado y perfecto que él (no estamos hablando ni pensando en el paraíso terrenal o la gloria de Dios llegada en carne mortal a la Tierra, sino de un modo de producción más desarrollado y perfecto que el capitalismo. El ser humano por mucho y muy buen modo de producción por desarrollado y perfecto que podamos imaginar no dejará de ser imperfecto. Que pueda ser más perfecto, más culto, con menos vicios rastreros-animalizados, menos egoísta, con más conciencia social y de sí mismo y más racional y sensible de cómo por lo general se es en el modo de producción capitalista es otra cosa). Esta transición, este paso del modo de producción capitalista al nuevo modo de producción llamado a sustituirle, hasta que no seamos capaces, si es que lo somos, de encontrar una nueva denominación basada objetivamente en los hechos que proporciona la realidad concreta (quedan excluidos en buena lógica, todo tipo de prejuicios y creencias subjetivas) se llama SOCIALISMO (Socialización de los medios de producción y dirección de la producción por todos los agentes que participan en ella (no por la Bolsa, bolsín o poseedores actuales del capital), no se da n se puede dar de un día para otro ni porque nadie particularmente muy listo lo diga, puesto que responde a un proceso histórico que, puede alargarse o acortarse en el tiempo en función de que de forma consciente y decidida se procure acortarlo (mientras más corto en el tiempo menos sufrimiento y calamidades humanas) o no. Quienes detentan el poder efectivo (y no la voluntad popular ni otras tonterías y zarandajas pro el estilo), que son los grandes capitales, siguen intentando mantener el capitalismo en pie a pesar de la crisis de 2008, y para ello necesitan, aparte del engaño a la sociedad el recurso de la guerra, la violencia material, que es a lo que responde la guerra de Ucrania (pero como antecedente y preparación de otra guerra más gorda: guerra contra China. Acabar con la guerra de Ucrania (que no se va a acabar por el camino que llevamos) implica necesariamente acabar con las relaciones de explotación económica, política e ideológica que impone (y que no puede variar en sustancia) el capitalismo. Pero, sigue siendo válido que la prioridad inmediata y urgente es paralizar la guerra de Ucrania, con lo que seguramente no va a estar de acuerdo el capital USA que acaba de aprobar créditos por valor de 13.000.000 (trece mil) millones de dólares a Ucrania para que lleve adelante la matanza recién iniciada que seguramente no querrá perder. Partido de izquierdas, políticas de izquierdas, organización política efectiva de los trabajadores de aquí, allá y a cuyá, más necesario que el comer. Pero ahora, sin discusión: parar la guerra de Ucrania que, de momento ya son ucranianos, rusos, españoles, americanos, franceses, alemanes y no sí si habrá algún portorriqueño.]

 

No basta decir no a la guerra: la izquierda debe proponer un plan de seguridad, paz y defensa para Europa, como está haciendo Mélenchon en Francia. Los intereses europeos siempre han estado subordinados a los objetivos geopolíticos de EE.UU.


Ucrania es solo el inicio: El objetivo es China

 

Manolo Monereo

EL Viejo Topo

11 marzo, 2022 

 



Para Pedro Baños, maestro y hombre de honor.

“…porque yo creo que ese sería el verdadero modo de ir al Paraíso: aprender el camino del Infierno para evitarlo”

Carta de Nicolás Maquiavelo a Francisco Guicciardini. 17/Mayo/1521

 

Desde hace más de una década alguno de nosotros veníamos advirtiendo que el mundo estaba cambiando de base y que eso nos acercaba peligrosamente a la guerra. Sabíamos que no venía el Paraíso y que había que hacer todo lo posible para alejarnos del Infierno de la guerra. La palabra catastrofista se repitió muchas veces. La crisis del 2008 ponía fin a una etapa, la de la globalización neoliberal e iniciaba otra en cuyo centro estaba la cuestión del poder en el sistema mundial. No he sido el único y siempre caminé a lomos de gigantes.

La actual guerra en Ucrania hay que interpretarla en este contexto internacional nuevo y distinto. Tres son sus rasgos básicos. El primero, la crisis de hegemonía norteamericana en el mundo, su incapacidad para gobernarlo y sus derrotas militares permanentes. Es una crisis a la vez interna y externa. No es casual que sea la administración demócrata la más agresiva e intervencionista frente al conservadurismo de Donald Trump.

El segundo, la razón última de este momento histórico es la emergencia de nuevas potencias que objetiva y subjetivamente impugnan la Pax americana  y sus instituciones internacionales. China es muy diferente a lo que fue la URSS porque cuestiona su primacía económica, sus fundamentos de control tecnológico y compite con éxito en las relaciones comerciales internacionales. Rusia se ha reconstruido mejorando sus capacidades económicas, reestructurando eficazmente su complejo militar e industrial y consolidando un núcleo dirigente más homogéneo. La nueva etapa es mucho más que todo eso, es un Oriente el que se despliega con la India, con Indonesia, con Pakistán.

El tercer rasgo es que donde EEUU siguen manteniendo su supremacía es en el poder militar y técnico militar. Dicho de otro modo, el peligro en el que nos adentrábamos en esta etapa de transición es que EEUU usara este poder para reequilibrar unas relaciones internacionales que les eran desfavorables.

Lo central, lo decisivo era entender que se iniciaba una gran transición geopolítica desde un mundo unipolar organizado a imagen y semejanza de EEUU a otro multipolar representativo del cambio de correlación de fuerzas económicas, tecnológicas, demográficas y, en último término, militares. La pregunta es si EEUU negociaría esta transición o se opondría radicalmente a ella. La Trampa de Tucídides tiene que ver con esto, con la posibilidad de que en algún momento esta pudiera implicar el recurso a la guerra o a conflictos militares más o menos generalizados. Todos los actores se han ido preparando para esta fase, para el enfrentamiento modelando a las opiniones públicas, incrementando sustancialmente los presupuestos militares, renovando las tecnologías y las armas de guerra y, más allá, desarrollando una confrontación económica y comercial de grandes dimensiones.

Siempre supe que Hillary Clinton era una intervencionista militar decidida y que Donald Trump, más allá de sus declaraciones altisonantes y su evidente falta de pericia, significaba un repliegue y una salida de los conflictos que empantanaban a EEUU. Es más, se propuso redefinir el tablero político internacional aproximándose a Rusia e intentando aislar a China. La reacción contra él fue brutal. Una gran parte del establecimiento norteamericano y, sobre todo, la UE se opusieron con firmeza. Biden fue la señal de esa reacción. Desde el primer momento enseñó las cartas, definió con mucha precisión los enemigos y organizó dos teatros de operaciones o de decisión geopolítica con su correspondiente estrategia de alianzas, con su estructura militar de intervención y con sus dispositivos comunicacionales. Ambas áreas de decisión están interconectadas por medio de los EEUU. El primer escenario tiene que ver con el Mar de China Meridional, con Taiwan como fractura político militar. El segundo está centrado en Europa, con Ucrania como línea de frente.

Llevar la guerra a Europa, organizarse en torno a ella fue saludado gozosamente por las clases dirigentes europeas bajo la consigna “EEUU vuelve”. Es importante tener en cuenta que el control real del conflicto ucraniano fue siempre de EEUU y los aliados europeos aparecían solo como componentes de la OTAN. Nunca hubo una definición europea de la crisis, nunca hubo una evaluación de los peligros que comportaba y de sus enormes costes. Dicho de otro modo, los intereses europeos siempre estuvieron subordinados a los objetivos geopolíticos de EEUU donde el teatro de operaciones europeo era el secundario y preparatorio para el enfrentamiento con China.

La guerra ya llegó y la niebla del conflicto no deja ver bien ni el proceso, ni las consecuencias. Lo más sorprendente, a mi juicio, es que EEUU siempre ha ido por delante marcando los ritmos y anticipándose a los movimientos de Rusia. En paralelo se ha ido creando un clima contrario a una intervención que se consideraba inminente; todo esto pregonado a los cuatro vientos en la sociedad de la comunicación y las redes. Nunca se conoce toda la información, pero sorprende y mucho la intervención militar rusa y su violación del Derecho Internacional. La guerra está en el territorio que EEUU quiso desde el primer momento.

Hay que insistir en que esta guerra era evitable. Hubiese bastado con el cumplimiento de los Acuerdos de Minsk. Tanto el actual gobierno de Ucrania como el de EEUU estaban en contra. Se trabajó activamente por radicalizar las posiciones y cuando apareció la UE lo hizo para amenazar al gobierno ruso. Lo que viene ahora es la guerra con sufrimiento y muerte. La intervención militar era la peor de las salidas y para nada ayuda a modificar la correlación de fuerzas, subordina más todavía a la UE y fortalece a la OTAN.

El ejército ucraniano ha sido preparado política, ideológica y militarmente en estos años. Si bien es cierto que la superioridad técnico militar de Rusia es muy grande, el tipo de estrategia a seguir implica amplios costes humanos, tecnológicos y comunicacionales. Rusia podía, como han hecho los EEUU en sus guerras, machacar las defensas ucranianas rápidamente pero políticamente no está dispuesto a hacerlo. No puede hacerlo. Esta contradicción ya se ve en el campo de batalla porque implica bajas, guerra de posiciones y tiempo, mucho tiempo.

Biden ha dicho que la alternativa a las sanciones son la IIIª guerra mundial. Lleva razón, pero olvidó decir que había antes y después otra más clara: sentarse a negociar en serio. Siempre hay posibilidades de negociar si se quiere. La escalada es cada vez más fuerte. Se juega a una guerra larga con grandes costes humanos y económicos para Rusia. Los ucranianos pagarán los costes humanos, económicos y psíquicos de una guerra evitable. La guerra es el mal mayor y se justifica pocas veces.

Las paradojas se suceden. Rusia sigue suministrando gas a través de Ucrania y el banco que lo cobra no ha sido desconectado del sistema financiero organizado por los EEUU. Estos se pueden estar equivocando y acelerando la etapa final de la globalización capitalista. La gran victoria de Biden ha sido empujar aún más a Rusia hacia China, difuminando su autonomía estratégica. Es la peor de las noticias para Europa, las posibilidades de organizar un sistema común de garantías y de seguridad se alejan y el control de la OTAN será mucho mayor. Las sanciones significarán una crisis económica seria y tendrán consecuencias duras para Rusia, pero también para Europa. Parece inevitable la creación de un polo económico potente en torno a China -al que se incorporarán Rusia, Irán y los países del Asia Central- y la ruptura del mercado mundial empezando por el financiero. ¿La economía del dólar en cuestión? Veremos.

No basta decir no a la guerra. La izquierda europea, si quiere reivindicarse como sujeto autónomo político debe proponer un plan de seguridad, paz y defensa para Europa como lo está haciendo Jean-Luc Mélenchon. Lo primero es parar la guerra ya. Eso significa situar los acuerdos de Minsk y su cumplimiento en el centro. Lo segundo es un tratado de paz y cooperación con Rusia que reconozca la soberanía de Ucrania, su neutralidad y un programa de recuperación económica y social. Lo tercero, la desnuclearización y desmilitarización de Europa. Cuarto, la salida de la OTAN y la organización de una defensa autónoma y comprometida con la seguridad colectiva.

Fuente: Nortes.

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