El colapso hospitalario no es
consecuencia del coronavirus sino de los recortes y la privatización de la
sanidad.
El impulso
que ha llevado a las personas a los hospitales en masa es el mismo que les ha
llevado a ponerse una mascarilla para andar por la calle, un espectáculo que
jamás habíamos visto.
Sin la
campaña de histeria, la mayor parte de los que han acudido al hospital hubieran
ido al centro de salud más cercano.
Toda esa
estampida no es consecuencia, pues, de una infección sino de la histeria. No es
consecuencia de que haya más enfermos, ni de que a todos ellos se les haya
ocurrido acudir en masa, simultáneamente, a las salas de urgencia.
Los
hospitales ya estaban colapsados mucho antes. Nos hemos olvidado muy pronto de
las listas de espera, incluso para las intervenciones quirúrgicas más graves.
“El colapso de las urgencias en Madrid es el resultado de la política del PP”,
decía Acta Sanitaria el año pasado, cuando aún no se había desatado la histeria
(1).
Lo que
fallan no son los hospitales sino la política sanitaria (que es una parte de la
política económica). No es
ningún imprevisto, ni un fallo técnico, ni de ningún otro tipo, sino todo lo
contrario: una decisión política deliberada de los diferentes gobiernos, tanto
el central como los autonómicos.
Las cosas
están tal y como siempre quisieron quienes impusieron los recortes y la
privatización de la sanidad pública. “En los momentos de mayor demanda, los
enfermos que deben ser ingresados permanecen retenidos en urgencias en
condiciones inapropiadas”, decía el año pasado Acta Sanitaria (1).
Las
repetidas protestas de las “mareas blancas” no lograron impedir el colapso de
la sanidad. La mayor parte de los que ahora aplauden a los trabajadores de la
sanidad, no estuvieron en dichas protestas porque creían (y siguen creyendo)
que la sanidad es sólo para los médicos.
En estos
años la sanidad pública no ha avanzado sino que ha retrocedido. Hay menos
hospitales, hay menos camas, hay menos trabajadores, hay menos material…
En 2017 el
número de camas hospitalarias se redujo hasta alcanzar el menor número de su
historia, tal y como
se refleja en el Catálogo Nacional de Hospitales que publica el Ministerio de
Sanidad, que registra este parámetro desde hace quince años (2).
Pero eso es
sólo una parte insignificante de esta historia porque las instalaciones
sanitarias (hospitales, camas, infraestructuras) están infrautilizadas por
falta de personal.
El colapso
hospitalario no puede ser una sorpresa para nadie porque los trabajadores de la
sanidad lo han denunciado miles de veces. Incluso lo gritaron por las calles.
Quizá algunos no lo escucharon entonces o les conviene olvidarlo ahora.
Pero las
víctimas de la histeria no sólo es la población, sino el propio personal
sanitario, especialmente los médicos, que hace quince días daban el alta ante
síntomas leves y ahora los mantienen hospitalizados “en observación”, tirados
por los pasillos, hasta tal punto que si se habilitan campamentos, pabellones
deportivos, hoteles y cualquier tipo de recintos provisionales, los acabarán
llenado todos.
Uno de los
servicios que más ha padecido los recortes han sido los de atención primaria,
lo que obliga a “acudir a urgencias como la única alternativa de atención
sanitaria pública” (1), como llevan denunciando los trabajadores de sanidad
desde hace muchos años.
(1)
https://www.actasanitaria.com/el-colapso-de-las-urgencias-en-madrid-es-el-resultado-de-la-politica-del-pp/
(2) https://www.redaccionmedica.com/secciones/sanidad-hoy/mas-hospitales-en-espana-por-primera-vez-desde-2008-pero-menos-camas-6635
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