Crisis capitalista y clase
obrera hoy en los EE.UU.
DIARIO OCTUBRE / noviembre 19, 2023
Cuando se
pretende caracterizar la lucha entre clases por parte de los sesudos analistas
y politólogos al servicio del capital, hoy casi todos ellos, casi siempre nos
presentan al centro político del capitalismo, los EEUU, excluido de esta guerra
entre la clase obrera y el capital. Como si en el centro del poder capitalista
todo funcionara armoniosamente entre clases antagónicas, con intereses muy
lejanos y diferentes. Pocas veces, por no decir ninguna, los medios de
información del poder nos informan de algún tipo de conflicto de índole laboral
en EE.UU como si en yanquilandia las condiciones sociales, económicas y
laborales del pueblo trabajador fuesen maravillosas, un pueblo nadando en miel
de melocotones. Donde se nos quiere hacer creer que los derechos elementales
están garantizados y las masas obreras nada tienen que pedir.
La actual y
definitiva crisis del imperialismo ha sacado a la luz la verdadera situación
del pueblo trabajador en los EE.UU. Crisis que el centro del poder capitalista
arrastra desde 1973, comenzando la clase obrera estadounidense a padecerla con
más violencia a partir de 1979, acelerándose enormemente dicha crisis a partir
del 2008.
Sin entrar en
un concienzudo análisis de la situación internacional, cuyo resultado sería que
EE.UU. ya no puede seguir saqueando multitud de recursos, podríamos afirmar que
la nueva correlación de fuerzas económicas sitúa a EE.UU. al borde de una
catástrofe social y humanitaria dentro de sus fronteras.
En las últimas
semanas, en los EE. UU., han tenido lugar múltiples huelgas generales, como las
protagonizadas por los obreros y obreras del sector de la automoción exigiendo
mejores condiciones laborales y salariales, la del sector de la sanidad,
privatizada en ese país, debido a la lamentable situación de enfermeras y
enfermeros, y la más mediática, la huelga de guionistas y actores y actrices de
Hollywood. Pero no son las únicas huelgas que se están llevando a cabo,
millones de trabajadoras/es desde hace ya varios años no han dejado de
manifestar su malestar ante la situación de sobreexplotación, miseria y
precariedad que padecen.
En Estados
Unidos, el 65 % de las familias obreras no tienen garantías económicas. Están
expuestos a la indigencia frente a cualquier imprevisto: la muerte del familiar
que comparte ser el sostén, un accidente laboral o de salud, si la enfermedad
es prolongada o severa llevará a la familia a la más profunda ruina, al ser
privada la atención médica y los tratamientos, por carecer de cobertura
asistencial.
Los bajos
salarios en contraposición con la inflación récord que vive el país y la aplicación
de una política fiscal abusiva a las economías más pobres obliga a más de 29
millones de trabajadoras/es a tener varios empleos. A estas personas se les
llama “working poor” o “trabajadores pobres”, porque, aunque logren pagar su
techo, no tienen tiempo ni dinero para descansar, alimentarse bien y pagar un
seguro médico, unas condiciones que les sitúan en el umbral de la indigencia
absoluta.
Un ejemplo
sacado de una publicación especializada; Cammy Viola, de 23 años, se graduó en
Ciencias Políticas en el Ithaca College en Nueva York y hoy trata de sobrevivir
en Washington con dos empleos. Trabaja como diseñadora gráfica y es camarera en
un café. Trabaja desde las 8:30 de la mañana a las 11:30 de la noche y gana
cerca de 3.000 dólares al mes. Su horario no le permite descansar adecuadamente
ni alimentarse bien, por lo que enferma con frecuencia, teniendo que destinar
400 dólares al mes para sus gastos en medicinas. Suma no menor teniendo en
cuenta que paga 1.500 dólares de alquiler por un apartamento compartido. ¡Esta
es la realidad en la que viven más de 29 millones de obreras y obreros!
Como hemos
dicho la crisis general del sistema golpea duramente al centro de poder de este
sistema social, los EE.UU., que se sustenta de la extracción de plusvalía.
En el último
año, los precios de los productos y servicios básicos en Estados Unidos
crecieron el 7,1 %. La gasolina, producto que era barato mientras pudieron
saquearlo a coste ínfimo, subió un 65,7%, los alimentos un 12 %, los servicios
15 % y el transporte público cerca del 14 %. Este aumento de precios ha
significado que cada hogar estadounidense tenga que pagar mensualmente 460
dólares más para poder vivir como lo hacía hace un año.
El incremento
salarial, pago por la fuerza de trabajo, en el último año ha sido de 4,9 % para
los 160 millones de trabajadores. El 48 % de los trabajadores afirma que sus
salarios se han mantenido sin cambios en el transcurso del año a pesar de la
inflación y solo el 14 % dice que sus ganancias crecieron a la par o por encima
de la inflación en ese mismo período.
Durante las
últimas cuatro décadas, las obreras/os en Estados Unidos han experimentado una
bajada salarial constante, lo que significa una depreciación de la fuerza del
trabajo. Desde 1979, el crecimiento del salario medio ha bajado
considerablemente. De hecho, desde 1979 hasta el presente, el crecimiento
promedio cayó el 0,7 % anual. Aumentos salariales muy por debajo a los aumentos
inflacionarios que hoy se registran en la economía del país. Situación esta que
ha llevado a millones de obreras y obreros a vivir en la indigencia, sin
posibilidades de poder superar esta situación; cientos de miles, quizás millones
de éstos se dejan derrotar cayendo en una espiral de autodestrucción física y
mental, haciendo un uso masivo e irracional de alcohol y opiáceos. Más de 23
millones de personas padecen trastornos por consumo de estas sustancias. En
2021, murieron más de 100.000 personas por consumo de opiáceos, en su mayoría
estaban en la indigencia.
El celebrado
sueño americano se ha convertido en pesadilla. Todas/os recordamos o hemos
escuchado cuando los jefes de la Casa Blanca justificaban sus intromisiones
bélicas en medio mundo, abogando por su modelo de sociedad, decían, nuestra
forma de vida. Hoy es su forma de muerte.
La crisis
general del sistema capitalista se agudiza, las naciones y pueblos expoliados
se rebelan contra la tiranía del saqueador, las metrópolis al no disponer de
los recursos a bajo o nulo coste, ya no pueden mantener a la clase obrera
propia, como define Engels, en situación de aristocracia obrera que es
mantenida en los márgenes de la paz social a través de prebendas extraídas del
saqueo a las colonias.
En este nuevo
escenario que se vislumbra, donde la correlación de fuerzas entre las potencias
económicas está cambiando, es donde el proletariado, tanto nacional como
internacional y con los y las comunistas en vanguardia, puede encontrar nuevas
o mejores oportunidades para, tomando conciencia de clase en sí y para sí, se
libere de la alienación burguesa y tome el camino de la construcción del
Socialismo-Comunismo como única alternativa posible para la Humanidad.
Comisión de
Movimiento Obrero del PCPE
FUENTE: unidadylucha.es
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