¿Estamos ante una
segunda independencia de África destinada a complementar la que se produjo al
final de la Segunda Guerra Mundial y cuyas promesas han dado lugar a profundas
frustraciones? ¿Estamos ante el fin del saqueo?
La segunda independencia de África
El Viejo Topo
6 octubre, 2023
Desde 1964, la mayoría de los países de la región del Sahel (palabra de origen árabe, que significa margen, y se refiere a la franja norte del África subsahariana) han experimentado uno o más golpes de Estado (sólo en Sudán, 17). Los que se han ido produciendo más recientemente, aunque con perfiles diferentes, tienen algo en común que les separa de los golpes anteriores. Me refiero en particular a los golpes de Estado en Malí, Burkina Faso y Níger. Veamos las razones con mayor detalle. Todos estos golpes, que son promovidos por personal militar entrenado por los antiguos países colonizadores, tienen como objetivo liberar al país de la dependencia económica y social de la potencia colonizadora (en este caso, Francia) que permaneció en gran medida intacta después de los procesos de independencia política en la década de 1960.
Su objetivo es
obtener el control de sus recursos naturales después de llegar a la conclusión
de que han sido saqueados por empresas de la antigua potencia colonizadora u
otros países del Norte global, sin que su extracción resulte en ningún aumento
del bienestar de la gente, a pesar de que puede ser una fuente de búsqueda de
rentas para las élites políticas corruptas. En segundo lugar, la
democracia es una farsa cada vez que se impone desde el extranjero. Siempre que
sea promovida por el Norte global, su objetivo es elegir políticos que sean
serviles y garanticen la continuidad del saqueo; con este fin, movilizan todos
los medios abundantes a su disposición, financieros y mediáticos. Cada vez que
los africanos quieren tomar la democracia en sus manos y elegir políticos que
no están en la lista de los autorizados por el neocolonialismo y el
imperialismo, las potencias del Norte global organizan golpes de Estado para
«proteger la democracia». En tercer lugar, el mantra de los derechos humanos,
los valores universales y el orden internacional basado en reglas (que el Norte
formula exclusivamente) solo se usa verdaderamente cuando defiende los
intereses imperiales y neocoloniales. Cuando no es así, prevalecen estos intereses,
se olvidan los principios y se recurre a la violencia. Tomemos la reciente
pandemia de COVID y la crisis humanitaria que ha creado. Los intereses de cinco
compañías farmacéuticas del Norte global fueron suficientes para evitar que
países como Brasil, Sudáfrica e India produjeran vacunas efectivas producidas
en masa a bajo costo. ¿Cuántas vidas se habrían salvado? La hipocresía del
Norte global ha alcanzado límites que el Sur global no olvidará fácilmente.
¿Estamos ante
una segunda independencia de África destinada a complementar la que se produjo
al final de la Segunda Guerra Mundial y cuyas promesas han dado lugar a
profundas frustraciones? Tal vez sea solo una nueva fase de un proceso que ha
tenido otras fases en el pasado reciente. Así se debe entender la
nacionalización del Canal de Suez por Gamal Abdel Nasser (1956), la lucha fatal
de Muammar Gadafi por cambiar la moneda de referencia en los asuntos
internacionales de los países de la Unión Africana (2011) o incluso la lucha de
Robert Mugabe en Zimbabue por la (fallida) devolución de las tierras que la
independencia dejó en manos de la minoría blanca (2008).
Tal vez sea
legítimo hablar de una nueva fase porque el movimiento atraviesa varios países
y las condiciones internacionales pueden favorecer su expansión a muchos más
países. Los objetivos de los segundos procesos de independencia tienen
características diferentes. Distingo entre nacionalismo anticolonialista,
nacionalismo antiimperialista y colonialismo interno. No se trata de categorías
inflexibles, ya que cada uno de ellos tiene elementos de cualquiera de los
otros. En el caso de los países que estuvieron sometidos al colonialismo
francés, el movimiento es de nacionalismo anticolonialista porque pretende
profundizar en la descolonización. La supuesta descolonización francesa fue
sangrienta (Argelia) o se negoció en términos tan leoninos que dejó a los
nuevos países en estricta dependencia de Francia (la Françafrique: control de
la moneda, reservas en el Banco de Francia, control de la política monetaria y
económica, privilegios extractivos para las empresas multinacionales o
estatales francesas, etc.). La dependencia neocolonial de la que se quejaba
Nkrumah en 1965 era especialmente marcada en el caso de las colonias francesas.
En el caso de
los otros países africanos que se independizaron del colonialismo inglés y
portugués, el perfil de la segunda independencia es de nacionalismo
antiimperialista. El saqueo de los recursos naturales por parte de
corporaciones transnacionales radicadas en varios países del Norte global
(algunas antiguas colonias de dominio blanco como Estados Unidos, Canadá y
Australia), el (des)orden de las imposiciones del FMI y la primera Guerra Fría
contribuyeron a que las redes de dependencia fueran más amplias y convirtieran
al excolonizador en uno solo entre otros de los beneficiarios del saqueo y, a
menudo, como en el caso portugués, ni siquiera el principal beneficiario.
Sudáfrica es un
caso especial porque casi desde principios del siglo XX ha estado dominada por
el colonialismo interno en la forma particularmente violenta de las políticas
segregacionistas del apartheid. El fin del apartheid en 1994 no significó el
fin del colonialismo interno, aunque alteró profundamente su modus operandi. De
ahí que las luchas sociales en Sudáfrica que pueden integrarse en la idea de la
segunda independencia tomen la forma de una lucha por el fin real y no solo
formal del apartheid, que tiene que ver con la devolución de la tierra, el
control de los recursos naturales y la lucha contra la desigualdad y la
corrupción de las élites políticas.
La idea de la
segunda independencia de África busca mostrar que la primera estaba incompleta.
En lugar de discutir su carácter incompleto, tal vez sea más importante
averiguar por qué, a pesar de todo, fue posible. Sólo así podremos analizar las
condiciones de posibilidad de esta segunda independencia y, sobre todo,
especular de manera informada si esta segunda fase será definitiva o si
seguirán otras fases. Hablar de fase implica una peligrosa generalización
cuando se trata de un continente. Baste recordar el caso de Egipto, cuya
independencia de Inglaterra tuvo múltiples fases, desde 1922 (fin formal del
protectorado con la continuación de la ocupación) hasta 1956 (guerra por la
nacionalización del Canal de Suez). Con todas estas reservas, tiene sentido
hablar de la primera fase y la segunda fase si nos limitamos al África
subsahariana y excluimos a Sudáfrica.
La transición a
la independencia de las antiguas colonias francesas es sólo el caso más extremo
de la continuidad de la dependencia poscolonial, pero no es el único caso.
Basta con leer el acuerdo de Lancaster House de 21 de diciembre de 1979 sobre
la independencia de Zimbabue. De hecho, Lancaster House fue el lugar donde se
negoció la independencia de otras colonias británicas, como Nigeria y Ghana,
Zambia y Tanzania, con una lógica similar. Todos los líderes africanos pasaron
por allí, de Nkrumah a Nyerere, de Kaunda a Mugabe. Allí se negociaron las
dependencias posteriores a la independencia. Las negociaciones posteriores con
los nuevos aspirantes al poder en las antiguas colonias han continuado hasta
hoy en Londres, esta vez en Chatham House.
Las
independencias del colonialismo portugués configuran una situación diferente en
África. Ocurrieron después de un prolongado período de guerras de liberación
(Angola, Mozambique y Guinea-Bissau) entre 1961 y 1975, y terminaron con el fin
del largo régimen fascista en Portugal (1926-1974). De hecho, los dos
acontecimientos están estrechamente vinculados y los demócratas portugueses
deben más de lo que se pueden imaginar a la heroica lucha de los combatientes
africanos por la restauración de la democracia. Dado que no era previsible que
ninguna de las partes ganara la guerra a corto plazo (excepto quizás en Guinea-Bissau,
donde las fuerzas del PAIGC, Partido Africano para la Independencia de Guinea y
Cabo Verde, tenían grandes ventajas operativas), algunos militares portugueses
propusieron una solución política al conflicto como continuación de lo que se
había intentado anteriormente. El régimen fascista, sin embargo, decidió no
escucharlos. Ante esto, al no poder terminar la guerra, los valientes militares
de abril, como se les conocería, decidieron acabar con el régimen en la
madrugada del 25 de abril de 1974. A pesar de las vacilaciones iniciales, el
proceso de descolonización, como transición a la independencia, permitió a los
nuevos países decidir los nuevos destinos de sus países sin que Portugal
hubiera podido imponer condiciones. Esto por sí solo explica por qué todas las
antiguas colonias optaron por regímenes socialistas y la ideología
marxista-leninista. ¿Por qué esta opción?
La respuesta a
esta pregunta ayuda a explicar las condiciones en las que tuvo lugar la primera
fase de las independencias en África. La era posterior a la Segunda Guerra
Mundial estuvo dominada por la llamada «Guerra Fría» entre los Estados Unidos y
la Unión Soviética. En abril de 1955, 29 países asiáticos y africanos (así como
representantes de varios movimientos nacionalistas) se reunieron en Bandung
para discutir la posibilidad de definir sus políticas de forma independiente y
sin subordinarse a los intereses de una de las dos grandes potencias que
surgieron de la guerra. De África, solo la Costa de Oro (ahora Ghana), Etiopía,
Egipto, Libia, Liberia y Sudán participaron, porque la mayor parte del
continente todavía estaba sujeto al colonialismo europeo. De esta reunión y de
la primera Conferencia realizada en Belgrado em 1961, surgió el principio
de la No Alineación y el concepto del Tercer Mundo. Este no es el lugar para
analizar el significado de la Conferencia de Bandung y su evolución en las
décadas siguientes. Sólo quiero resaltar que la señal dada a los países
africanos todavía sometidos al colonialismo europeo fue que la no alineación
tendría que tener en cuenta que los países colonizadores pertenecían al bloque
occidental y que, si hubiera negociación, este factor pesaría.
Este fue el
contexto que dominó la primera fase de las independencias africanas: por un
lado, el deseo de independencia plena y, por otro, la necesidad de negociar con
el colonizador. Uno de los primeros líderes africanos en denunciar las
antinomias de este proceso fue Kwame Nkrumah, primer presidente de Ghana, en el
libro de 1965 (Neo-Colonialism, the Last Stage of Imperialism) en el que acuñó
el término que dominaría muchas de las discusiones posteriores:
neocolonialismo. Este término definiría el carácter incompleto de las
independencias. Para escapar de esta camisa de fuerza, la única solución sería
la guerra de liberación. Fue la solución seguida por los líderes de los
movimientos de liberación de las colonias portuguesas en África después de
haber intentado durante mucho tiempo soluciones pacíficas y negociadas. Pero la
guerra era solo otro campo para la afirmación de la Guerra Fría. Mientras que
Estados Unidos y Europa Occidental ayudaron más o menos encubiertamente al
régimen fascista y su política colonialista, la Unión Soviética y luego China y
otros países miembros del bloque soviético ayudaron a los movimientos de
liberación. Esto explica el perfil político de los nuevos países africanos
liberados del colonialismo portugués.
De todo esto se
puede concluir que la Guerra Fría fue el gran condicionante geopolítico de la
primera fase de las independencias de África. ¿Cuál será el condicionante de
esta segunda fase y qué posibilidades puede ofrecer a los países africanos que
la primera fase no permitió? Todo apunta a que estamos entrando en una nueva
Guerra Fría, esta vez entre EEUU y sus aliados, principalmente la Unión
Europea, contra China y sus aliados, principalmente Rusia. Pero como la
historia no se repite, no me parece que esta nueva Guerra Fría tenga el mismo
impacto que la anterior. Es que hay un hecho nuevo, los BRICS, el surgimiento
de un grupo de países, demográficamente numerosos (47% de la población
mundial), y económicamente poderosos (36% del PIB mundial). La polarización es
ahora ideológicamente menos intensa: en lugar de capitalismo versus
comunismo/socialismo, la dicotomía ahora es capitalismo multinacional con una
mezcla de democracia/autocracia pro-occidental versus capitalismo de estado con
una mezcla de democracia/autocracia soberanista y en algunos casos
movilizada por la idea del Sur global. Este no es un nuevo pacto de Bandung porque
ahora no hay lugar para la no alineación ni para un horizonte pos-capitalista.
Por otro lado, si es cierto que China y Rusia son parte de los BRICS, Rusia ya
no es la Unión Soviética y ninguno de estos países tiene la autonomía para
imponerse unilateralmente porque India, Brasil y Sudáfrica también forman parte
de este grupo.
La asociación
de países africanos que actualmente luchan por una segunda independencia está
en marcha. Las relaciones que se establezcan entre estos países y los BRICS
serán decisivas para determinar si la segunda independencia es la última o sólo
una fase más a superar por otras que eventualmente seguirán. Para ser la
última, tendrá lugar en un vasto campo de soberanías compartidas en el que las
relaciones de cooperación, la ayuda mutua, los tratados horizontales y los
contratos equitativos, la libre circulación de personas como solución a la
migración (terminando muchas veces en la muerte en el desierto, en el mar o en
alambre de púas), el compromiso con la salud colectiva y la paz justa, y del
que se eliminan las viejas recetas de «ayuda al desarrollo», del extractivismo
de los recursos naturales y humanos, de responsabilidad injusta por la
inminente catástrofe ecológica, de transiciones ecológicas sólo para que el
capitalismo pueda seguir adelante, de bases militares para proteger intereses
que ya están más que protegidos. ¿Es esto posible dentro del marco del sistema
capitalista, ya sea el del Norte global o el del Sur global? No creo. Si estoy
en lo cierto, la segunda fase de las independencias de África será seguida por
otras fases que ya no afectarán a África, sino al mundo en su conjunto.
Traducción de
Bryan Vargas Reyes
Fuente: Other News.
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