La inflación, un impuesto a
los pobres… consentido por el gobierno
INSURGENTE.ORG
/ 03.09.2023
Los cheerleaders del gobierno más progresista ever presumen recurrentemente de la subida del
salario mínimo. ¡Verdaderamente meteórica! Lo que se olvidan de mencionar es
que el salario real (en relación a los precios) está bajando. Y meteóricamente.
Lo que demuestra que el famoso “escudo social” era un escudo de papel contra el
acero capitalista.
Si se te ocurre señalarlo,
saltarán – haz la prueba – con que el gobierno hace todo lo que puede humana y
materialmente. A lo mejor hasta aluden a algún problema “técnico”, a lo Yolanda
Díaz cuando le preguntaban por la reforma laboral. He ahí la primera gran
contradicción.
Si presumen de que el
gobierno tiene facultades para establecer un salario mínimo mayor que el
anterior, están reconociendo implícitamente que el gobierno no hace todo lo que
puede. Y es que podría establecerse una cláusula gatillo: la escala móvil
salarial, en función de la cual cada subida de precios implicara
automáticamente una subida del salario. Eso sí sería defender la cesta de la
compra y mantener el poder adquisitivo de los trabajadores.
El
gobierno debería establecer un salario real mínimo, en
lugar de un salario nominal que es
solo un número. Lo determinante es el acceso que el salario otorgue al
trabajador para adquirir determinados bienes de consumo (los cuales, en una
sociedad justa estarían garantizados por el Estado, no dependiendo de un salario),
no el fetichismo de un número u otro. Algo así como cuando Yolanda te aclara
que da igual que te hayan despedido por dos perras, ya que siempre podrás
presumir de que en tu contrato aparecía la hermosa palabra “indefinido”.
La escala móvil
salarial es solo un parche, puesto que la solución pasa por construir una
estructura social diferente, sin explotación. Está claro. Pero, en las actuales
circunstancias, se trata de un parche urgente: debería ser un clamor popular
exigirla. Y forzarla.
Ya existió, incluso
bajo el capitalismo. Y adivinen quién la forzó. Correcto: existían unos tales
soviéticos que asustaban a Europa, pero no porque fueran a invadirla como se
decía en películas y panfletos. Sino porque los trabajadores europeos, ahogados
por la inflación, se hacían preguntas incómodas y podían “equivocarse al
votar”, como diría Vargas Llosa.
El
socialdemócrata y otanista francés Vincent Auriol introdujo la escala móvil en
Francia en 1952, mientras pisoteaba a las colonias de Madagascar, Indochina y
Argelia. Todo fuera por la “paz social” en el interior. También los italianos
tuvieron scala mobile, parcialmente desde los años cincuenta y
en todos los sectores desde 1975.
Cuando
la Unión Soviética entró en crisis terminal, los capitalistas respiraron tranquilos
y comenzaron a desarticular muchas de sus concesiones preventivas, empezando
por la escala móvil salarial: la échelle mobile francesa
fue derogada por Jacques Delors en 1982, y la italiana por Bettino Craxi en
1984. Ambos, por cierto, “socialistas” de postín, como nuestro preclaro
gobierno.
Los pensionistas, que
proceden de aquel mundo donde el socialismo (hecho) real (y no mera frase)
amenazaba, y donde por tanto se conquistaban y hacían reales derechos, llevan
años dándonos una positiva lección, con su lucha por la actualización de las
pensiones con respecto al IPC. Ya es hora de que los sindicatos oficialistas
dejen de aplaudir al gobierno, exigiendo que sea el salario real el que suba,
en lugar de tanta propaganda barata.
De lo contrario, ¿cuánto tardarán las familias que ven
disminuir su nivel de vida en echarse en manos de algún populista como Milei?
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