La esfinge de la muerte se
adapta a las corrientes de viento durante sus migraciones
TERCERAINFORMACION /
21.08.2022
- Estas polillas vuelan alto y lento cuando las ráfagas de aire les son favorables, mientras que durante fuertes vientos en contra o cruzados se adaptan para aletear cerca del suelo. Son unas intrépidas voladoras capaces de aumentar la velocidad para mantener el control. Una ‘brújula interna’ les permite desplazarse en línea recta, según un estudio que las ha seguido por radio y avión.
Después de marcarlas, las polillas fueron liberadas en
Konstanz, Alemania, y seguidas en un avión ligero hasta los Alpes / Christian
Ziegler
Cada año, cantidades ingentes de insectos realizan
migraciones de largo recorrido durante diferentes épocas del año. Estos
desplazamientos han sido bastante estudiados desde una perspectiva grupal, pero
no individual, ya que el desafío que conlleva rastrear a estos pequeños
organismos uno a uno es considerable.
Recientemente, un estudio del Instituto Max Planck de
Comportamiento Animal (MPI-AB) y la Universidad de Konstanz se ha centrado en
esfinges de la muerte (Acherontia atropos), que reciben este nombre por el
dibujo de su dorso que parece una calavera humana y que migran a Europa
periódicamente. El trabajo revela que estos animales pueden mantener
trayectorias de vuelo perfectamente rectas incluso en condiciones de viento
desfavorables.
Este comportamiento, detallado en la revista Science,
indica que las polillas dispondrían de una sofisticada brújula interna para
mantener trayectorias migratorias beneficiosas, sin importar las condiciones
del viento, lo que ilustra cómo los insectos recorren largas distancias
aprovechando los recursos estacionales.
Concretamente, cuando los vientos eran favorables,
volaban alto y lento, permitiendo que el aire las llevara. Pero durante fuertes
vientos en contra o vientos cruzados, volaron cerca del suelo y aumentaron la
velocidad para mantener el control de su camino.
“No estamos seguros de las implicaciones del cambio
climático para esta especie ni si afectaría a su orientación, pero se ha
demostrado que esto ocurre en otros animales migratorios, afectando a los
tempos de su desplazamiento, por ejemplo”, explica a SINC Myles Menz, primer
autor del estudio.
Una navegación a prueba de
vientos
Los investigadores rastrearon a los insectos por radio
y avión durante 80 kilómetros, la distancia de monitorización de insectos en la
naturaleza más larga hasta la fecha.
A pesar de que los insectos que migran superan en
número a las aves o mamíferos que hacen lo propio, sus viajes son la forma
menos comprendida de desplazamiento animal de largo alcance.
“Estudiar insectos en movimiento es un desafío
formidable”, asegura Menz, quien realizó la investigación en MPI-AB y ahora es
profesor en la Universidad James Cook (JCU) en Australia. “Por lo general, son
demasiado numerosos para marcarlos y encontrarlos nuevamente, y demasiado
pequeños para llevar dispositivos de rastreo”.
No obstante, «Acherontia atropos es bastante grande,
lo que la hace más adecuada para llevar un transmisor y podemos criarla en
cautiverio”, añade.
Gran parte de lo que sabemos sobre las idas y venidas
de estos diminutos animales proviene de estudios que toman muestras de insectos
en un solo momento, como a través de radares o de observación directa, lo que
ha dejado grandes espacios de conocimiento en blanco: “Comprender qué hacen los
insectos durante la migración y cómo responden al clima es la última frontera
en este campo”, comenta Menz.
Un rastreo pionero en
tamaño y distancia
Acherontia atropos es un migrante nocturno que viaja
hasta 4.000 kilómetros entre Europa y África cada año y que además cuenta con
un tamaño considerable (9 a 12 cm). Sus proporciones han facilitado la
implantación de rastreadores de 0,2 gramos en su cuerpo. “Las polillas
probablemente comen más peso que eso en una noche, por lo que estas etiquetas
son extremadamente livianas para los insectos”, asegura Menz.
Los investigadores siguieron a catorce polillas
durante un máximo de cuatro horas, un tramo que ya se considera un vuelo
migratorio por su longitud. Los insectos viajaron desde Constanza hasta los
Alpes para preparar su ruta hacia el Mediterráneo y el noroeste de África.
El siguiente paso en este campo es responder a la
pregunta de cómo las polillas pueden mantener esas líneas rectas. Los autores
creen que es posible que los insectos estén usando brújulas internas, tanto
visuales como magnéticas, para trazar su camino alrededor del mundo y llegar
sin problemas a su destino. “Sería genial también poder estudiar todo el viaje
migratorio para descubrir dónde pasan el invierno”, concluye el profesor de la
JCU.
Referencia:
Myles H. M. Menz et al.
«Individual tracking reveals long-distance flight-path control in a nocturnally
migrating moth», Science
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