El verdadero escándalo de la supercopa
Se habla más de las corruptelas de un futbolista “emprendedor” que de la sangre derranada por una monarquía asesina.
La empresa semipública Defex trató de intermediar en
la venta de carros de combate a Arabia Saudí. OLMO CALVO
El verdadero escándalo de la
Se habla más de las corruptelas de un futbolista “emprendedor” que de la sangre Isa Ferrero
El salto
21 ABR 2022 15:45
Antes de
articular cualquier pensamiento mínimamente elaborado sobre la Supercopa,
quería compartir la sensación extraña que me produce escuchar de nuevo el
nombre de Arabia Saudí en los grandes medios de comunicación.
Parece que por fin se habla de esa monarquía
absolutista. No porque en enero bombardeara una cárcel y matara a más de 80 personas en Yemen, no porque siga utilizando
el hambre como método de hacer la guerra —recordemos, un crimen de guerra según
el Estatuto de Roma de la Corte Penal Internacional— ni tampoco porque un
prestigioso informe para Naciones Unidas dijera en noviembre que en Yemen han
fallecido 377.000 personas y que actualmente muere un niño cada nueve minutos
debido a los bombardeos, el hambre y las enfermedades.
Nada, eso no tiene importancia. Lo relevante es hablar
de Arabia Saudí porque a Gerard Piqué, un futbolista que juega a ser
empresario, le han pillado en sus corruptelas con Luis Rubiales, el actual
presidente de la Real Federación Española de Fútbol. Resulta que estos
visionarios han aprendido de las andanzas de Juan Carlos, un maestro en labrar
amistades con los peores sátrapas. Gracias a esas enseñanzas, aparte de dar
lecciones sobre emprendimiento, son capaces de llevarse el dinero pa la
saca mientras nadie los mira.
Perdonad que insista, pero es desconcertante que se
hable de Arabia Saudí. Ni una palabra acerca de la gravísima situación
humanitaria y ni una palabra acerca de que en la actualidad existe una
oportunidad para la paz en Yemen, tal como avanzó la experta Leyla Hamad
Zahonero en esta entrevista en El Salto.
Conviene hacer este ejercicio: qué pasaría si los
medios de comunicación no informaran sobre los crímenes de guerra de Putin en
Ucrania, ni de que se estuvieran produciendo importantes conversaciones de paz
entre Putin y Zelenski con mediación de la ONU. Qué pasaría si, además, los
países occidentales aparte de no mover un dedo por la paz, suministraran
inmensas cantidades de armamento a Putin y prácticamente ningún medio dedicara
cinco minutos a esta noticia. Qué opinaría si, por ejemplo, fuera más
importante para los medios ingleses hablar más del oligarca ruso Roman Abramovich y del Chelsea que
de lo que ocurre en Ucrania. Sería indignante, ¿verdad?
El servilismo de los medios causa cierto bochorno tal
como se ha podido ver en el caso de la periodista Susanna Griso al comentar en
directo un mensaje que le acababa de mandar Juan Carlos desmintiendo las
informaciones que lo relacionaban con Piqué
Es más indignante todavía darse cuenta de que España
podría tener un papel fundamental a la hora de presionar a las monarquías del
Golfo Pérsico para que dejen de asesinar a la población en Yemen. España tiene
muy buenas relaciones con las monarquías del Golfo, pero por desgracia durante
estos años la diplomacia española ha preferido ignorar el sufrimiento de un
pueblo entero. Recordemos que nuestro país no solo ha apoyado diplomáticamente
la guerra, sino que además ha hecho negocio con ella, ha llegado a acuerdos de
“lucha contra el terrorismo” con las mismas monarquías fundamentalistas que lo
aplican o lo patrocinan. Para rematar la faena, Juan Carlos se exilia a
Emiratos Árabes y los medios de comunicación apenas dicen nada de que se haya
marchado a la “Pequeña Esparta” de Oriente Próximo. El
servilismo de los medios causa cierto bochorno tal como se ha podido ver en el
caso de la periodista Susanna Griso al comentar en directo un mensaje que le
acababa de mandar Juan Carlos desmintiendo las informaciones que lo
relacionaban con Piqué.
Al final, parece que Pablo Elorduy tenía bastante
razón cuando comentó que “la guerra de Yemen es esa
pregunta que no nos hacemos y una respuesta que permanece herméticamente
sellada”. Por desgracia, la segunda década del siglo XXI nos trae nuevas
preguntas que parecen seguir el mismo patrón. Es el caso de las terribles
noticias que llegan de Afganistán.
Esto nos recuerda lo fácil que es caer en el vicio
occidental de ser incapaz de cuestionar lo que nuestros gobiernos hacen mal. La
administración Biden decidió robar el dinero de los afganos hace poco. Eso,
unido a la llegada de los talibanes y a las sanciones, puede causar una de las
peores hambrunas de las últimas décadas. A ese respecto, el medio Al Jazeera habla de que hay lugares en
Afganistán donde la población ha tenido que vender los riñones para sobrevivir.
También, Naciones Unidas advierte de que la situación
es desesperada y que se necesitan urgentemente fondos. ¿Qué hacen los gobiernos
en Europa y en España? No prestar los fondos suficientes y no asumir por lo
tanto nuestra responsabilidad en esta tragedia. ¿Qué hacen los grandes medios
de comunicación? Hablar de Piqué y Rubiales. Es desesperante…
Pero hablemos por un momento de Piqué. Antes de entrar
en las andanzas del futbolista y de su compinche Rubiales, me gustaría comentar
que este artículo no parte de un odio al fútbol. Aparte de que no es así, no
creo que sea ni el mejor enfoque ni la mejor estrategia. Tiene más sentido
plantearlo de otra forma: “¿por qué jugar en Arabia Saudí es contradecir a
Maradona?”, se podía leer en la revista de fútbol Líbero.
En este texto pequeño se podía leer una advertencia: “la pelota no se mancha”.
Por desgracia, Piqué y Rubiales no siguieron este consejo.
No descubro nada diciéndolo, pero creo que la crítica
debe fundamentarse en dos puntos: el primero es que el fútbol profesional se ha
convertido desde hace tiempo en un gigantesco negocio. En estos tiempos de
capitalismo descontrolado, todos sabemos lo que significa. Es obvio que, en
buena medida, el problema es estructural, lo que propicia que el fútbol
profesional acabe en manos no solo de multimillonarios y oligarcas, sino
también de criminales y, en última instancia, de regímenes autoritarios como el
reino saudí, que busca blanquear las graves violaciones de los derechos humanos
con entretenimiento y espectáculos deportivos (sobra lo de deportivo).
El segundo punto es la responsabilidad individual que
han tenido Gerard Piqué y Rubiales. Lo interesante del primero es que responde
a la cultura del gran emprendedor. Hace unos meses se podía ver al defensa del
Barcelona en El Hormiguero idealizando la cultura emprendedora
de los Estados Unidos y señalando que Amancio Ortega era “un ejemplo” porque
“creó una empresa de moda hace muchísimos años y le ha ido muy bien”.
También tuvimos que soportar sus lecciones sobre la
envidia que corroe a la sociedad española y que genera que “se le empieza a
buscar que si los impuestos, que si no sé qué, que si no se cuánto”. El
futbolista se quejó de que no se valoraba “lo bueno y todo lo que aporta
[Amancio] para el país” y afirmó que esto no era un mensaje “ni de derechas ni
de izquierdas”.
Es cierto que decir estupideces no tiene por qué ser
de derechas o de izquierdas. Lo curioso de todo esto es que los grandes
empresarios terminan convirtiéndose —gracias a la acción de una mano invisible—
en grandes sanguijuelas que dependen de lo público para prosperar. En el caso
de Piqué es todavía más grave si tenemos en cuenta que ese dinero viene de una
monarquía asesina que no solo ha destrozado Yemen durante los últimos siete
años, sino que es uno de los regímenes más brutales que existen en el mundo.
Siendo justos con Piqué, habría que hablar de sus
otros proyectos de emprendimiento. Uno importante tiene que ver con un deporte
que, a diferencia del fútbol, practico y sigo con interés: el tenis. No hace
falta comentar que también es un gran negocio y un deporte caracterizado por el
corporativismo, tal como recordaba insistentemente el excelso escritor David
Foster Wallace en su clásico El tenis como experiencia religiosa.
Comento esto porque Piqué tuvo el dudoso honor de
cargarse una tradición tan bella como la Copa Davis. No es algo que solamente
opine yo y cuatro frikis amantes del tenis clásico, sino que es por ejemplo
la opinión del ex número uno del mundo, Leyton
Hewitt, que reconoció sentirse “muy decepcionado” con la competición de Piqué y
aseguró que “esta no es la Copa Davis”. Conviene destacar sus palabras porque
no dejan en muy buen lugar al Piqué empresario: “Hace cuatro años que no nos
piden opinión. Esto está liderado por un jugador de fútbol y su empresa. Es
algo totalmente distinto a lo que se ha visto en el tenis para un torneo así de
grande. La ITF no ha venido y me ha preguntado mi opinión, ni a mí ni a ningún
australiano, que ha tenido la mayor de las tradiciones aquí, junto a otros dos
o tres países más durante más de 100 años. Esto ha cambiado a peor. Hemos
perdido algo especial”.
De todas formas, no solo es destrozar una tradición
entera, sino también haber convertido la Copa Davis en un sitio idílico para
explotar a los trabajadores. La estudiante de periodismo Raquel Ares resumió lo que había sido trabajar en este
nuevo proyecto empresarial del futbolista del Barça: “De una cita deportiva que
podría haber sido una gran oportunidad y una experiencia positiva solo nos
queda el recuerdo de unas condiciones de trabajo deplorables. Todos allí
coincidimos en que, para este tipo de eventos, lo ideal sería invertir desde el
primer momento en unas condiciones de empleo dignas que no convirtiesen una
ilusión en una tortura”.
Con la Supercopa ocurrió algo parecido. Pasó a la historia
el formato de partido único y el futbolista olió dinero fresco en la
nueva Final Four. Gracias a sus tejemanejes con su compinche
Rubiales, desvelados por El Confidencial, consiguió una comisión de 24
millones de euros de la dictadura asesina de Arabia Saudí. Ahí está la clave de
todo. Sin dinero público a estos empresarios de mentira se les hunde el
chiringuito.
Resulta enternecedor escuchar a Rubiales llamar
cariñosamente a Piqué “Geri” [de Gerard] y reconozco que Geri tiene madera de
emprendedor español. Como bien se ha podido leer estos días, el pelotazo de
Piqué dependía de dar “palos” a Arabia Saudí
Reconozco que esta historia tiene su gracia. Resulta
enternecedor escuchar a Rubiales llamar cariñosamente a Piqué “Geri” [de
Gerard] y reconozco que Geri tiene madera de emprendedor español. Como bien se
ha podido leer estos días, el pelotazo de Piqué dependía de dar “palos” a
Arabia Saudí. Ahí se puede ver el nivel ético de nuestras élites.
Resulta interesante pensar que en agosto de 2019 hasta
el propio Rubiales tenía dudas sobre este chanchullo. Según El Confidencial,
Rubiales “temía la reacción de la sociedad española cuando se supiera que había
decidido llevarse la competición a un país en el que rige la ley islámica,
existe la pena de muerte y las mujeres son relegadas al ostracismo”. Sin
embargo, Geri está hecho de otra pasta. A los grandes emprendedores se la suda
lo que opine la gente. Geri le diría a Rubiales que recapacitara: “Rubi,
entiendo perfectamente tu postura, pero piénsalo por un momento […] hostia,
dale una vuelta”.
Podría parecer que Rubi tenía más principios que Geri,
pero quizá sea una conclusión precipitada. Hay una serie de perlas que
cuestionan esta primera interpretación. En primer lugar, Rubiales defendió en
noviembre de 2019 que la Supercopa jugada en Arabia Saudí se trataba de la
“Supercopa de la igualdad”. Apenas había pasado un año desde que el reino saudí
descuartizara a Jamal Khashoggi, pero Rubi se atrevía a hablar de igualdad.
Insisto, igualdad.
Igualmente, el Presidente de la Real Federación
Española de Fútbol justificó la decisión de ir a Arabia Saudí
por la “obligación moral por nuestra parte de ir allí a ayudar”. Esto lo
sostendría hasta hace poco. En enero de 2022, Rubi tuvo la poca vergüenza de decir que “a nivel ético, lo que estamos
haciendo aquí es ayudar mucho al desarrollo de la mujer en el fútbol”.
En el acuerdo con Arabia Saudí, la Real Federación
España de Fútbol “introdujo dos cláusulas” con el objetivo de obligar a que
pagara a la empresa de Piqué
Hay que reconocer que sin la ayuda de Rubiales, Piqué
no habría recibido sus millones. En el acuerdo con Arabia Saudí, la Real
Federación España de Fútbol “introdujo dos cláusulas” con el objetivo de
obligar a que pagara a la empresa de Piqué. El problema para Geri es que a
finales de 2019 todavía el reino saudí no le había pagado y tenía serias
sospechas de que los saudíes no les iban a pagar.
Esto condujo a que Piqué se pusiera nervioso y pidiera
ayuda a Rubiales: “Nos tienen que pagar a todos. Si no, no se va”. Tal como
señala El Confidencial, Rubiales haría “caso a Piqué y se movió para que los
saudíes pagaran”.
Tampoco descubro nada diciendo que, al final, estos
favorcitos entre millonarios y altos cargos son el pan de cada día. Hay un
ejemplo interesante entre Isabel Díaz Ayuso y Piqué. Es muy curioso también que
la presidenta de la Comunidad de Madrid recurriera a la ayuda de Geri para
comprar mascarillas. La versión oficial es que el futbolista le echó una mano
sin recibir compensación económica. Esto puede ser cierto o no serlo. De lo que
parece no haber duda es que la Comunidad de Madrid transfirió 5,4 millones de euros a la
empresa de Piqué para la celebración de la Copa Davis. De nuevo, estos
millonarios golosos son incapaces de sobrevivir sin la ayuda del Estado.
En Madrid esto se llama liberalismo económico, aunque
en mi pueblo se denomina puro clientelismo. Casualmente, en la nueva Copa Davis
de Piqué se colgó una pancarta gigante donde se podía leer que “en Madrid somos
de derecha y de revés”. Otra casualidad de la vida se vio cuando Piqué no quiso
contestar a Ibai Llanos cuando este le preguntó si votaría a Ayuso: “Lo de votar
creo que es algo que queda para uno mismo, es algo privado. Pero yo con Ayuso
la relación que he tenido siempre ha sido buena”.
Conviene detenerse en esto y reflexionar sobre las
relaciones entre Geri y Ayuso. Especialmente porque el primero es catalán y la
segunda ha hecho carrera representando a la derecha más nacionalista y
reaccionaria, precisamente el principal motivo que explica la brutal represión
al independentismo en Cataluña.
Esta falta de ética del futbolista se queda en nada si
se analiza por un momento lo que significa forrarte (todavía más de lo que estás)
gracias al dinero sucio de una monarquía fundamentalista. Geri y Rubi no lo
saben, pero acaban de destrozar el mito del gran emprendedor. Me alegro.
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