In memoriam Arcadi Oliveres: la lucha por la Paz y la Justicia
Vientosur
6 ABRIL 2021
Hoy a las
12.10 h ha muerto el activista y amigo Arcadi Oliveres. Aun sabiendo que nos
dejaría pronto, la noticia ha afecctado fuertemente a quienes le trataron y de
alguna manera u otra fueron partícipes de sus actividades. Reproducimos a
continuación la semblanza escrita por Artur Domingo y publicada en Público y recordamos la entrevista que le realizó Albert Portillo y
publicó Viento Sur el pasado 15 de marzo: https://vientosur.info/la-monarquia-es-una-institucion-ajena-a-los-derechos-humanos/ Red.
]
He de confesar
que no hago ninguna distinción entre economía y ética. Las economías que
perjudican el bienestar moral de un individuo o de una nación son inmorales y,
por tanto, pecaminosas. Por consiguiente, la economía que permite a un país
aprovecharse de otro es inmoral.
M.K. Gandhi, Young India, 13/10/1921
Conocí personalmente a Arcadi Oliveres
en Mumbai en 2004, durante el W.S.F. (Foro Social Mundial). Fue mi primera
estancia en India, aprovechando que algunos de los temas planteados durante las
sesiones del Foro estaban relacionados con la vida y el legado de Mahatma
Gandhi. También era una oportunidad de conocer un país por el cual me siento
atraído desde hace años y de asistir a reuniones y conferencias dedicadas a una
de las personalidades que me han interesado y me interesan más, y a la cual he
dedicado –y dedico todavía– mi estudio.
Allí encontré a Arcadi, acompañado de
otros miembros de Justícia i Pau, una entidad que él presidía, en medio de un
ambiente de cierta euforia colectiva, que era la que se vivía en aquellos años
en los movimientos altermundialistas. Años de afanes para buscar alternativas
de alcance mundial en un mundo cada vez más en crisis. Fue mi primer contacto
directo con su afabilidad.
Después de esto fuimos coincidiendo en
determinadas ocasiones, muchas menos de las que me habría gustado. Entre otras
muchas afinidades, teníamos en común el interés por Gandhi. Arcadi era un
pacifista convencido. Según ha explicado en su última entrevista, había
heredado esta convicción profunda de su entorno familiar, especialmente de su
padre, y también de Lluís Maria Xirinachs, que fue profesor suyo. Se implicó
pronto en los movimientos de protesta contra el franquismo, participando en la
fundación del SDEUB (el Sindicat Democràtic de la Universitat de Barcelona). Su
conciencia, de raíz cristiana progresista, lo llevó a rechazar claramente el
militarismo, una actitud que ha mantenido hasta el final de su vida.
Pero su pacifismo –y en esto hay algún
punto de comparación con Gandhi– tenía también una base profundamente social. A
menudo afirmaba que no puede haber paz sin justicia, si hay explotación. Una de
las entidades que presidió, como he dicho, fue Justícia i Pau, que combina
estos dos aspectos. Su crítica radical del capitalismo lo llevó a estudiar el entramado
del poder económico y las complicidades que existen dentro de las instituciones
y entre sus cargos dirigentes. Era un placer, aparte de muy instructivo, oírle
explicar, sin renunciar a cierta ironía, las conexiones entre los poderes
económicos y las instituciones políticas, tanto a nivel del Estado español,
como de Europa y el mundo. Y lo hacía de una manera didáctica, abierta y amena,
cautivando como pocos lo sabían hacer. Por eso era tan solicitado en los
institutos y centros de enseñanza: por esta combinación de rigor, información y
didáctica.
Arcadi Oliveres ha sido una persona
comprometida con todas las causas que ha considerado justas. Uno de los
momentos en los que su actividad transcendió más fue durante el 15-M y el
movimiento de los indignados, en 2011. Hablando en las plazas, en los
institutos, a las entidades vecinales, y de todo tipo. Desarrolló una actividad
frenética, propugnando siempre la importancia de la no violencia, de la cual
era un convencido defensor.
Su figura, de apariencia física frágil
pero de una gran firmeza ética, se hizo familiar para miles de personas. Dos
años más tarde fue el principal impulsor, junto con la monja benedictina Teresa
Forcades, de la entidad Procés Constituent, que pretendía vincular la defensa
de los derechos y la justicia social con el derecho a la autodeterminación de
Catalunya, en la mejor tradición de los movimientos y teorías que han sido
conscientes que derechos sociales y derechos democráticos no pueden ir
separados.
Arcadi se había declarado independentista,
pero su independentismo no era del tipo del nacionalismo conservador que se
proyecta a menudo con un lenguaje agresivo en relación a otros pueblos, sino
que buscaba la libre fraternidad entre todas las comunidades y países, en
cualquier contexto. Y para él, ninguna liberación nacional se podía llevar a
cabo al margen de la justicia social, o posponiéndola.
Hay otras muchas causas que Arcadi
abrazó e ideas que defendió. Por supuesto, la defensa de los derechos humanos
en general, pero también la necesidad de avanzar hacia una sociedad sensible
con el medio ambiente y la ecología, y que abandone el despilfarro. En
definitiva, que aborde los retos ecológicos y climáticos que tenemos
planteados. Por eso había asumido y defendía, también, las teorías sobre el
decrecimiento económico, junto a una redistribución de la riqueza que cubra las
necesidades básicas de toda la gente. Y se podrían destacar todavía muchas más.
A diferencia de otras personas públicas
vinculadas a todos estos movimientos sociales, Arcadi no tenía ambiciones
políticas. De hecho, parecía interesarle bien poco la política partidista y,
mucho menos todavía, la burocracia de los aparatos. Recuerdo, de primera mano,
el alivio que indisimuladamente experimentó cuando en una asamblea de Procés
Constituent se decidió no formar parte de una candidatura para las elecciones
al Parlament del año 2015, dentro de una coalición para la cual él estaba
propuesto para encabezar la lista.
Confesó que había pasado algunas noches
sin dormir ante esta expectativa que, por otro lado, hubiera asumido sin duda
por razones de responsabilidad, pero que no perseguía. Él prefería la libertad
de aquel que se encuentra comprometido en la difusión de la defensa de la
justicia social y los derechos y deberes fundamentales más que la vida política
partidaria, a menudo tan decepcionante. Seguramente por eso todas las fuerzas
sociales y políticas con vocación transformadora, lo tenían como un referente a
quién acudir y pedir colaboración, lejos del sectarismo y con una gran
autoridad moral.
Su
carácter bondadoso y sencillo hacía que no buscara el protagonismo; no tenía
ningún afán en este sentido, no cabe duda. Esto no quiere decir que no
estuviera satisfecho e incluso contento de verse tan valorado y querido. Los
seres humanos necesitamos y nos gusta ser reconocidos y valorados. Negarlo
sería incurrir en una falsa humildad. Pero una cosa es este sentimiento
legítimo y otra es la desmesura o la obsesión por estar en primera página. Si
se me permite el lenguaje llano, Arcadi no hubiera dado nunca codazos ni conspirado para
lograr protagonismo. Tampoco lo necesitaba. Es lo que tiene poder sentirse
querido y valorado de manera espontánea. He tenido la suerte de conocer y
compartir experiencias con algunas personas con este talante, desgraciadamente
demasiado pocas.
Todo el mundo hablará de Arcadi como de
un referente que echaremos de menos, y es muy cierto. Vivimos tiempos
convulsos, inciertos y de cierta pobreza moral y ética. En momentos así se
hacen más necesarias que nunca las personas como él. En periodos de
desconcierto aparecen liderazgos demagógicos y poco honestos en todas partes;
en unos casos declaradamente deshumanizadores y de ideologías totalitarias y
xenófobas, predicadoras del odio. En otros, seudoliderazgos caracterizados por
la mediocridad y el tacticismo, para arañar algunos apoyos y votos que les
lleven a esferas de poder o de influencia. Y en estas situaciones, el papel de
los testimonios rigurosos en favor de la justicia social, la libertad y la paz,
así como de activistas cargados de humanidad y liberados de sectarismos, se
vuelve indispensable para buscar las salidas que nos hagan avanzar como
humanidad.
Arcadi Oliveres destacaba entre estos.
Por eso lo echaremos tanto en falta.
06/04/2021
https://blogs.publico.es/otrasmiradas/47871/arcadi-oliveres-la-lucha-por-la-paz-y-la-justicia/
Artur Domingo i Barnils es historiador y
especialista en la obra y legado de Gandhi.
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