Aforismos sobre la interpretación de la naturaleza y
el reino del hombre
El Viejo Topo
9 abril, 2021
- El hombre, servidor e intérprete de la naturaleza, ni obra ni
comprende más que en proporción de sus descubrimientos experimentales y
racionales sobre las leyes de esta naturaleza; fuera de ahí, nada sabe ni
nada puede.
- Ni la mano sola ni el espíritu abandonado a sí mismo tienen gran
potencia; para realizar la obra se requieren instrumentos y auxilios que
tan necesarios son a la inteligencia como a la mano. Y de la misma suerte
que los instrumentos físicos aceleran y regulan el movimiento de la mano,
los instrumentos intelectuales facilitan o disciplinan el curso del
espíritu.
- La ciencia del hombre es la medida de su potencia, porque ignorar la
causa es no poder producir el efecto. No se triunfa de la naturaleza sino
obedeciéndola, y lo que en la especulación lleva el nombre de causa se
convierte en regla en la práctica.
- Toda la industria del hombre estriba en aproximar las sustancias
naturales unas a otras o en separarlas; el resto es una operación secreta
de la naturaleza.
- Los que habitualmente se ocupan en operaciones naturales, son: el
mecánico, el médico, el matemático, el alquimista y el mago; pero todos
(en el estado actual de las cosas) lo hacen con insignificante esfuerzo y
mediano éxito.
- Sería disparatada creencia, que se destruiría por sí misma, esperar
que lo que jamás se ha hecho pueda hacerse, a no ser por medios nunca
hasta aquí empleados.
- La industria manual y la de la inteligencia humana parecen muy
variadas, a juzgar por los oficios y los libros. Pero toda esa variedad
reposa sobre una sutilidad extrema y la explotación de un reducido número
de experiencias que han llamado la atención, y no sobre una abundancia
suficiente de principios generales.
- Hasta aquí todos nuestros descubrimientos se deben más bien a la
casualidad y a las enseñanzas de la práctica que a las ciencias; pues las
ciencias que hoy poseemos no son otra cosa que cierto arreglo de
descubrimientos realizados. Las ciencias hoy no nos enseñan ni a hacer
nuevas conquistas ni a extender nuestra industria.
- El principio único y la raíz de casi todas las imperfecciones de las
ciencias es que, mientras tanto que admiramos y exaltamos falsamente las
fuerzas del humano espíritu, no buscamos en modo alguno los verdaderos
auxiliares.
- La naturaleza es diferentemente sutil que nuestros sentidos y nuestro
espíritu; de suerte que todas nuestras bellas meditaciones y
especulaciones, todas las teorías por el hombre imaginadas, son cosas
peligrosas, a menos, sin embargo, que estemos sobre aviso.
- De la propia suerte que las ciencias en su estado actual no pueden
servir para el progreso de la industria, la lógica que hoy tenemos no
puede servir para el adelanto de la ciencia.
- La lógica en uso es más propia para conservar y perpetuar los errores
que se dan en las nociones vulgares que para descubrir la verdad; de modo
que es más perjudicial que útil.
- No se pide al silogismo los principios de la ciencia; en vano se le
pide las leyes intermedias, porque es incapaz de abarcar la naturaleza en
su sutilidad; liga el espíritu, pero no las cosas. 14. El silogismo se
compone de proposiciones, las proposiciones de términos; los términos no
tienen otro valor que el de las nociones. He aquí por qué si las nociones
(y éste es punto fundamental) son confusas debido a una abstracción
precipitada, lo que sobre ellas se edifica carece de solidez; no tenemos,
pues, confianza más que en una legítima inducción.
- Nuestras nociones generales, sea en física, sea en lógica, nada tienen
de exactas; las que tenemos de la sustancia, de la calidad, de la acción,
la pasión, del ser mismo, no están bien fundadas; menos lo están aún las
que expresan los términos: lo grave, lo ligero, lo denso, lo raro, lo
húmedo, lo seco, generación, corrupción, atraer, repeler, elemento,
materia, forma, y otros de igual naturaleza, todas estas ideas provienen
de la imaginación y están mal definidas.
- Las nociones de las especies últimas, como las de hombre, perro,
paloma, y las de las percepciones inmediatas de los sentidos, como el
frío, el calor, lo blanco, lo negro, no pueden inducirnos a gran error; y
sin embargo, la movilidad de la materia y la mezcla de las cosas las
encuentran a veces defectuosas. Todas las otras nociones que hasta aquí ha
puesto en juego el espíritu humano, son verdaderas aberraciones y no han
sido deducidas de la realidad por una abstracción y procedimientos
legítimos.
- Las leyes generales no han sido establecidas con más método y
precisión que las nociones; esto es cierto aun para los primeros
principios que da la inducción vulgar. Este defecto es, sobre todo, apreciable
en los principios y en las leyes secundarias deducidas por el silogismo.
- Hasta aquí, los descubrimientos de la ciencia afectan casi todos el
carácter de depender de las nociones vulgares; para penetrar en los
secretos y en las entrañas de la naturaleza, es preciso que, tanto las
nociones como los principios, sean arrancados de la realidad por un método
más cierto y más seguro, y que el espíritu emplee en todo mejores
procedimientos.
- Ni hay ni pueden haber más que dos vías para la investigación y descubrimiento
de la verdad: una que, partiendo de la experiencia y de los hechos, se
remonta en seguida a los principios más generales, y en virtud de esos
principios que adquieren una autoridad incontestable, juzga y establece
las leyes secundarias (cuya vía es la que ahora se sigue), y otra, que de
la experiencia y de los hechos deduce las leyes, elevándose
progresivamente y sin sacudidas hasta los principios más generales que
alcanza en último término. Ésta es la verdadera vía; pero jamás se la ha
puesto en práctica.
- La inteligencia, abandonada a sí misma sigue la primera de dichas
vías, que es también el camino trazado por la dialéctica; el espíritu, en
efecto, arde en deseos de llegar a los primeros principios para descansar;
apenas ha gustado la experiencia cuando la desdeña; pero la dialéctica ha
desenvuelto singularmente todas esas malas tendencias para dar más brillo
a la argumentación.
- La inteligencia, abandonada a sí misma en un espíritu prudente,
paciente y reflexivo, sobre todo cuando no está cohibido por las doctrinas
recibidas, intenta también tomar el otro camino, que es el cierto; pero
con poco éxito, pues el espíritu sin regla ni apoyo es muy desigual y
completamente incapaz de penetrar las sombras de la naturaleza.
- Uno y otro método parten de la experiencia y de los hechos, y se
apoyan en los primeros principios; pero existe entre ellos una diferencia
inmensa, puesto que el uno sólo desflora de prisa y corriendo la
experiencia y los hechos, mientras que el otro hace de ellos un estudio
metódico y profundo; el uno de los métodos, desde el comienzo, establece
ciertos principios generales, abstractos e inútiles, mientras que el otro
se eleva gradualmente a las leyes que en realidad son más familiares a la
naturaleza.
- Existe gran diferencia entre los ídolos del espíritu humano y las
ideas de la inteligencia divina, es decir, entre ciertas vanas
imaginaciones, y las verdaderas marcas y sellos impresos en las criaturas,
tal como se les puede descubrir.
- Es absolutamente imposible que los principios establecidos por la
argumentación puedan extender el campo de nuestra industria, porque la
sutilidad de la naturaleza sobrepuja de mil maneras a la sutilidad de
nuestros razonamientos. Pero los principios deducidos de los hechos
legítimamente y con mesura, revelan e indican fácilmente a su vez hechos
nuevos, haciendo fecundas las ciencias.
- Los principios hoy imperantes tienen origen en una experiencia
superficial y vulgar, y en el reducido número de hechos que por sí mismos
se presentan a la vista; no tienen otra profundidad ni extensión más que
la de la experiencia; no siendo, pues, de extrañar que carezcan de virtud
creadora. Si por casualidad se presenta un hecho que aún no haya sido
observado ni conocido, se salva el principio por alguna distinción
frívola, cuando sería más conforme a la verdad modificarlo.
- Para hacer comprender bien nuestro pensamiento, damos a esas nociones
racionales que se transportan al estudio de la naturaleza, el nombre de
Prenociones de la naturaleza (porque son modos de entender temerarios y
prematuros), y a la ciencia que deriva de la experiencia por legítima vía,
el nombre de Interpretación de la naturaleza.
- Las prenociones tienen potencia suficiente para determinar nuestro
asentimiento; ¿no es cierto que si todos los hombres tuviesen una misma y
uniforme locura, podrían entenderse todos con bastante facilidad?
- Más aún, las prenociones subyugan nuestro asentimiento con más imperio
que las interpretaciones, porque recogidas sobre un reducido número de
hechos, y sobre aquellos que más familiares nos son, hieren in
continenti el espíritu y llenan la imaginación, mientras que las
interpretaciones, recogidas aquí y allí sobre hechos muy variados y
diseminados, no pueden impresionar súbitamente el espíritu, y deben
sucesivamente parecernos muy penosas y extrañas de recibir, casi tanto
como los misterios de la fe.
- En las ciencias, en que sólo las opiniones y las máximas están en
juego, las prenociones y la dialéctica son de gran uso, porque es del
espíritu del que se ha de triunfar, y no de la naturaleza.
- Aun cuando todas las inteligencias de todas las edades aunasen sus
esfuerzos e hicieran concurrir todos sus trabajos en el transcurso del
tiempo, poco podrían avanzar las ciencias con la ayuda de las prenociones,
porque los ejercicios mejores y la excelencia de los remedios empleados,
no pueden destruir errores radicales, y que han tomado carta de naturaleza
en la constitución misma del espíritu.
- Es en vano esperar gran provecho en las ciencias, injertando siempre
sobre el antiguo tronco; antes al contrario, es preciso renovarlo todo,
hasta las raíces más profundas, a menos que no se quiera dar siempre
vueltas en el mismo círculo y con un progreso sin importancia y casi digno
de desprecio.
- No combatimos en modo alguno la gloria de los autores antiguos, les
dejamos todo su mérito; no comparamos ni la inteligencia ni el talento,
sino los métodos; nuestra misión no es la del juez, sino la del guía.
- Preciso es decirlo con franqueza: no se puede emitir juicio acerca de
nuestro método, ni acerca de los descubrimientos por él realizados, en
nombre de las prenociones (es decir, de la razón, tal corno actualmente se
la entiende), pues no puede pretenderse que se reconozca como autoridad
aquello mismo que se quiere juzgar.
- Explicar y hacer comprender lo que pretendemos, no es cosa fácil, pues
jamás se comprende lo que es nuevo, sino por analogía, con lo que es
viejo.
- Borgia dijo de la expedición de los franceses a Italia que habían ido
hierro en mano para marcar las posadas y no con armas para forzarlas; de
esta suerte quiero yo dejar penetrar mi doctrina en los espíritus
dispuestos y propicios a recibirla; no conviene intentar conversar cuando
hay disentimiento sobre los principios, las nociones fundamentales y las
formas de la demostración.
- El único medio de que disponemos para hacer apreciar nuestros pensamientos, es el de dirigir las inteligencias hacia el estudio de los hechos, de sus series y de sus órdenes, y obtener de ellas que por algún tiempo renuncien al uso de las nociones y empiecen a practicar la realidad.
Primeros
aforismos del Libro Primero de Aforismos sobre la interpretación de la
naturaleza y el reino del hombre, que forman parte de la obra
cumbre de Francis Bacon, el Novum Organum.
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