No hay
ninguna evidencia de que el SARS-CoV-2 proceda de un laboratorio
Rebelión
| 28/03/2020
Fuentes: Blog la Paradoja de Jevons
El complotismo nos aleja de la realidad y, por tanto,
de la capacidad de actuar para resolver los problemas reales.
Circulan estos días diferentes teorías basadas en
conspiraciones sobre el origen del virus SARS-CoV-2. Si eres complotista de
izquierdas, el virus lo habrán llevado a Wuhan unos deportistas del ejército
estadounidense que habían estado en un laboratorio de investigación. Si eres de
izquierdas anti-china, o de derechas, el virus se ha escapado de un laboratorio
de armas biológicas de la zona de Wuhan. Las variantes del bulo pueden ser de
lo más descabelladas posibles. La verdad es que son teorías conspirativas que
nos alejan de la realidad y, por tanto, de la capacidad de actuar para resolver
los problemas reales. Tras el análisis de laboratorios independientes situados
en diferentes puntos geográficos no existe ninguna evidencia de que este virus
se haya creado de manera sintética en un laboratorio. De hecho, el 17 de marzo
fue publicado un artículo en Nature Medicine que
explicaría muy bien por qué no puede proceder de un laboratorio y cuáles son
las distintas posibilidades.
El SARS-CoV-2 (también conocido como hCoV-19 o
coronavirus en alusión a la familia de virus a la que pertenece) es el séptimo
virus aislado de la familia de los coronavirus que afecta a humanos, pero el
que más muertes ha producido. Desde su descubrimiento se ha secuenciado muchísimas veces por grupos
de investigación de todo el mundo. Esto quiere decir que conocemos bien su
estructura y su mecanismo infectivo, y se ha llegado al mismo conocimiento
desde laboratorios muy diversos haciendo imposible un conflicto de
intereses.
Para comprender los dos primeros argumentos tenemos
que saber que para que las partículas víricas consigan infectar a un humano
deben, por un lado, poder pegarse a la célula humana de manera relativamente
específica, y además tienen que evadir el sistema inmune. Los argumentos se
enumeran de la siguiente manera:
1- Tienen que pegarse eficientemente. En este caso la
“proteína de espina” (una proteína que en su composición incluye un azúcar y se
encuentra en la envoltura del virus para facilitar su entrada en las células
que infecta) se une a un receptor de la célula susceptible de ser infectada, el
ACE2. Se ha visto que la diferencia entre el primer virus SARS (SARS-CoV de
2003) y este, es que la secuencia de la proteína de espina es más
complementaria, tendría más afinidad, por el receptor ACE2. Pero cuando los
investigadores modelan por ordenador cuál sería la secuencia de la proteína de
la espina ideal, la más eficiente, descubren que no es la del SARS-CoV-2. Esta
secuencia resulta menos eficiente que la que un diseñador de armas biológicas
habría elegido. Es fruto de la selección natural aplicada al azar de las
mutaciones.
2- Tienen que evadir el sistema inmune. Los organismos
tenemos un sistema que nos defiende de las infecciones. Tanto de manera innata
como adaptativa (con anticuerpos). El SARS-CoV-2 tiene una pequeña secuencia en
la proteína de espina que es modificada con glicanos (un tipo de azúcar), lo
que le permite evadirse de los anticuerpos del sistema inmune más
eficientemente que en el caso del SARS-CoV. De nuevo, es algo que no se puede
predecir ni modelar, pasa. Y esto prueba que las mutaciones no se han
producido in vitro, en el laboratorio, porque a la fuerza estos
virus tienen que crecer en cultivos celulares, a no ser que haya una granja de
virus en humanos.
Estos serían dos argumentos de peso. Pero existe otro
que tiene que ver con cómo se generan los virus en laboratorio. Y es que para
tener una cantidad de virus suficiente (“crecer virus”) como para generar algún
tipo de arma biológica hacen falta herramientas de biología molecular que dejan
huella. En concreto una de las secuencias conocidas como backbone (columna
vertebral) en la investigación en coronavirus habrían sido con toda
probabilidad utilizadas.
Descartando el origen artificial del virus, nos quedan
dos hipótesis de trabajo que pueden explicar el origen de este virus:
1- Selección natural en animales. El SARS-CoV-2 tiene
un 96% de similitud con el coronavirus de los murciélagos. El virus del
pangolín se parece menos, pero su proteína de espina más, aunque con una
estrategia distinta a la del modelo bioinformático. Esto deja claro que es
fruto de la selección natural. Para que esa selección pueda darse debe ser un
animal con una densa población, donde el salto se produzca muchas veces hasta
conseguir esa mutación.
2- Selección natural en humanos. Repetidas infecciones
no adaptadas (animal-humano) puede llevar a mutaciones que permitan la
infección humano-humano.
El que sea necesario un contacto continuo entre el
reservorio del virus y el ser humano dificulta otra explicación
sensacionalista, y a menudo racista, que plantea que la epidemia empezó porque
“los chinos se comen a los murciélagos”.
Desde Jevons, que más que un blog es un grupo de
personas científicas críticas, trabajamos la relación de la ciencia y el poder.
Y por ello somos muy conscientes de que la investigación en biomedicina se
mueve a menudo por mundos oscuros de corrupción, beneficios farmacéuticos,
propaganda tecnocientífica y sesgos. Sin embargo, es la ciencia el único método
que tenemos en biología para acercarnos a entender y descubrir los mecanismos
de la naturaleza, y en este caso para entender de dónde viene el bichito que
está poniendo patas arriba nuestra sociedad.
Sembrar la duda como se ha terminado haciendo en
varios medios hace un flaco favor a la democracia, daña la credibilidad de
medios independientes en los que a priori la ciudadanía podía
tener mayor confianza y la de las instituciones científicas y sanitarias, que
por muy mejorables y criticables que sean, son la base de una sociedad basada
en la razón y la democracia. Las conspiraciones sobre lo imposible nos restan
energías y capacidad de atención y análisis sobre lo real. Creemos que nuestras
energías deben estar en evitar todo el sufrimiento y muerte prematura posible y
salir de esta crisis un poco más por la izquierda y desde abajo en vez de más
por la derecha y desde arriba.
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