¿Ganamos las mujeres si renunciamos a la lucha de
clases y nos unimos al feminismo burgués?
DIARIO OCTUBRE / febrero 8, 2020
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Asistí el
pasado 31 de enero al II Encuentro Nacional de Organizaciones Sociales
realizado en la Concha Acústica de la Universidad Nacional, evento que fue muy
importante pues allí las masas luchadoras ejercieron la democracia que estaban
exigiendo a las direcciones burócratas y politiqueras de las centrales el día
anterior en el teatro Jorge Eliecer Gaitán.
Me encontraba
cerca al puesto de publicaciones de Revolución Obrera, cuando se
nos acercó una compañera ya de edad, muy cariñosa a ofrecernos un separador con
una poesía muy bonita, cuya autora también se encontraba allí. Aprovechamos
para intercambiar algunas opiniones al respecto del feminismo, de la
conmemoración del 8 de marzo y de diferentes eventos organizados alrededor de
esta importante cuestión. Pronto quedaron al descubierto las dos posiciones
sobre si la causa más profunda del machismo eran los hombres o una sociedad
capitalista basada en la propiedad privada.
Tuvimos una
interesante discusión que para mí fue muy provechosa y muy propicia a propósito
de la lucha que impulsa la Unión Obrera Comunista (mlm) con un movimiento
fuerte contra las manifestaciones de machismo en su interior, pues la discusión
giró precisamente a ese respecto.
Ella me
manifestaba que en su juventud había participado en organizaciones
revolucionarias cuyos planteamientos eran los mismos; pero había salido
decepcionada pues esos compañeros con su discurso “revolucionario” oprimían las
compañeras, las opacaban en su trabajo, las menospreciaban, utilizaban su
prestigio personal para flirtear o ser infieles, se hacían los pendejos con las
responsabilidades en el hogar y los hijos etc., etc.
Todo esto la
había convencido que el machismo y el patriarcado, como ellas lo expresan, solo
se pueden derrotar haciendo parte de movimientos femeninos donde por un lado,
no tienen que estar tratando esos problemas pues no hay hombres; “evitando la
lucha” y por otro, defendiendo reivindicaciones que sean “tangibles”.
Esto me hizo
reflexionar sobre la importancia del movimiento que lleva a su interior la
Unión Obrera Comunista; me pregunto si los camaradas comprenden la seriedad de
llevar a cabo ese movimiento.
La camarada
Nadezhda Krúpskaya decía que si no lográbamos ganar a las mujeres a la causa
proletaria, se convertían en una fuerza que le iba a ayudar y servir consciente
o inconscientemente a la burguesía, así que debíamos hacer TODOS los esfuerzos
por conquistar esa fuerza sin la cual, como decía Marx, no se puede triunfar.
Lo que me dijo
la compañera me alertó, pues algunas camaradas de la organización pueden estar
pensando lo mismo, debido a que sus compañeros cometen los mismos errores que
ella mencionaba.
Y aquí hay dos
cuestiones para analizar. La primera es que los camaradas hombres no están
haciendo los suficientes esfuerzos por rectificar sinceramente, reconocer la
importancia del problema y encontrar la forma para superar sus deficiencias de
manera conjunta. La segunda, que algunas camaradas se están dejando derrotar,
por una concepción metafísica pues renuncian a persistir en la lucha y en la
educación de los compañeros, olvidando que esta contradicción solo se resolverá
en el Comunismo.
La compañera
que me abordó, está profundamente equivocada, como toda la concepción del
feminismo burgués, al creer que la emancipación de la mujer será posible
organizando una guerra contra los hombres, creando organizaciones únicamente de
mujeres, o transformando el 8 de marzo en una huelga únicamente de ellas,
desvirtuando su origen anticapitalista y, por tanto, de unidad con los hombres
oprimidos y explotados por este sistema. Al igual que ilusoriamente creer que
esas ventajas “tangibles” brindadas por el Estado burgués garantizarán la
liberación de la mujer, tales como la sentencia de la Corte Constitucional
sobre el aborto sobre la cual ya están reculando.
La causa de que
se siga reproduciendo el patriarcado es la propiedad privada, el surgimiento de
ésta ocasionó el derrocamiento del derecho materno; al abolir esta condición
material se sentarán las bases para avanzar en una verdadera emancipación; pues
no va a existir propiedad sobre nada, incluidas las mujeres, que por siglos han
sido tratadas como propiedad de los hombres.
Solo un Estado
que se mantenga firme en esta medida, la abolición de la propiedad privada,
podrá garantizar materialmente, no de palabra, la liberación de la mujer:
garantizando una mejora considerable en los salarios e igualdad con respecto a
los hombres; haciendo que los cuidados de hijos y hogar dejen de ser un
problema individual para convertirse en un problema social, lo cual descarga de
inmediato esa responsabilidad entregada porque sí a las mujeres; no
criminalizando el aborto, pero sí brindando todas las posibilidades materiales
para que sean madres si lo quieren así. Estas son las reales condiciones para
que las mujeres se liberen de las ataduras del pasado y puedan participar en
igualdad con los hombres en los asuntos económicos, sociales, políticos,
científicos, etc.
Ese Estado es
el dirigido por los obreros y los campesinos que solo será posible si se
destruye el Estado burgués mediante una Guerra Popular en la que necesaria y
obligadamente, deberá participar LA MITAD DEL CIELO.
¡No podemos
renunciar a la lucha de clases! Las mujeres perdemos y de paso la humanidad
entera, si nos unimos al feminismo burgués.
Una camarada
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