Kirk Douglas, principio del fin del Macartismo
TERCERA INFORMACION.ES
06/02/2020
Desde 1950, a
expensas del presidente Richard Nixon, el senador Joseph McCarthy (1908-1957)
desencadenó un extendido proceso de declaraciones, acusaciones infundadas,
denuncias, interrogatorios, procesos irregulares y listas negras contra
personas sospechosas de ser comunistas. El estreno de "Espartaco",
un proyecto personal de Kirk Douglas en el que implicó a Danton
Trumbo como guionista devolviendo su nombre a las pantallas, supuso el
primer golpe serio contra la caza de brujas en EE.UU.
En "Yo
soy Espartaco" (Editorial Capitán Swing), revela el fascinante drama
que tuvo lugar durante la realización de la legendaria película del gladiador.
En una era políticamente convulsa, cuando los magnates de Hollywood rechazaban
contratar mediante acusaciones de simpatías comunistas, Douglas escogió para
escribir el guión a Dalton Trumbo, un guionista puesto en la lista
negra, uno de los hombres que habían ido a prisión tras declarar ante el Comité
de Actividades sobre sus afiliaciones políticas.
Como productor
y como protagonista de la película, afrontó momentos explosivos con el joven
director Stanley Kubrick y feroces luchas y negociaciones con personalidades
como Laurence Olivier, Carlos Laughton, Peter Ustinov, y Lew Wasserman. Escrito
con el corazón y tras una meticulosa investigación de sus propios archivos,
Douglas, a la edad de noventa y siete, mira lúcidamente hacia atrás sobre las
audaces decisiones que se vio obligado a tomar, entre las que cabe destacar su
coraje moral al dar crédito público a Trumbo, una acción tan eficaz como
arriesgada, pero que supuso el fin de la notoria lista negra de Hollywood.
La caza de
brujas iniciada por Joseph McCarthy precipitó delaciones y acusaciones en el
mundo de Hollywood y algunos, como Trumbo, prefirieron no admitir nada antes
que permitir una intromisión en su libertad de expresión, lo que les llevó
directamente a la cárcel y al ostracismo.
En "Yo soy
Espartaco", Douglas narra con preciosismo cómo embarcó a Trumbo en el
proyecto de la película bajo el seudónimo de Sam Jackson y con la total
ignorancia de los estudios Universal, los únicos que aceptaron implicarse en la
producción del filme.
Su alto
presupuesto y el hecho de que en aquel momento también se estuviera preparando
otro filme de historia similar -"Los gladiadores", con Yul Brynner
como estrella- complicó mucho la idea de Douglas, que sin embargo nunca se
rindió.
Si a esas
dificultades se hubiera unido públicamente el nombre de Trumbo desde el
principio, la película probablemente nunca habría visto la luz, o al menos no
tal y como al final se estrenó, finalmente con el nombre de su guionista en los
títulos de crédito.
"Hoy día
todavía hay quien sigue tratando de justificar las listas negras. Dicen que
eran necesarias para proteger a Estados Unidos. Dicen que las únicas personas
que resultaron perjudicadas fueron nuestros enemigos. Mienten. Hombres, mujeres
y niños inocentes vieron arruinada su vida debido a esta catástrofe
nacional", afirmaba con rotundidad Douglas en la introducción del libro.
Un volumen
aparecido en EE.UU. en 2012 y también publicado en español. Un libro prologado
por George Clooney, que asegura que es "difícil imaginar hoy día lo
que supuso para mucha gente la losa del macartismo".
"Supongo
que ahora parece una nimiedad, la de reconocer en los títulos de crédito de una
película la autoría de un guionista cuyo guión fue realmente responsable...
pero en los libros de historia este hecho aparece señalado como el instante en
que se puso fin a las listas negras de Hollywood", resalta Clooney.
Pero además de
contar cincuenta años después el apoyo que proporcionó a Trumbo y a los
afectados por la caza de brujas de McCarthy, el libro de Douglas ofrece
multitud de detalles de un proyecto que encumbró a un entonces joven Stanley
Kubrick y consolidó la carrera del Issur Danilovich Demsky.
Porque su
origen está más que presente en este y otros libros autobiográficos de Douglas,
el hijo de una pareja de inmigrantes rusos que nunca se olvidó de dónde
procedía y de la pobreza que había vivido, unos hechos que le marcaron
profundamente.
Y que forjaron
un carácter que le permitió luchar contra todo para poner en pie su proyecto de
"Espartaco", para el que logró rodearse de un equipo espectacular,
con Laurence Olivier, Charles Laughton, Peter Ustinov o Jean Simmons.
Las relaciones
entre este grupo de actores o la falta de ellas; los egos enfrentados de
Laughton y Ustinov; la tristeza de Olivier por el fracaso de su matrimonio con
Vivien Leigh o la insistencia de Simmons para hacerse con el papel de Varinia,
son algunas de las curiosidades que Douglas cuenta del interminable rodaje de
"Espartaco".
Así como el
despido de Anthony Mann -reemplazado por Kubrick- o de la actriz alemana Sabine
Bethman, a la que sustituyó Simons, pero sobre todo los problemas de montaje,
las nuevas escenas rodadas en España y añadidas al final o los cortes que
Universal realizó en la versión definitiva.
Pero por encima
de todos estos detalles, queda la historia de la recuperación de un talento
como el de Trumbo en una etapa que sin embargo está más presente que nunca, en
opinión de Douglas.
"Me
entristece decir que el mundo sigue siendo hoy día un lugar dividido por muchas
de las cuestiones que nos tocó vivir en la época del terror Rojo y el rodaje de
'Espartaco' (...) La lucha por la libertad humana más elemental representada en
'Espartaco' persiste en todo el planeta, desde Siria hasta Irán".
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