Las sardinas ya son tiburones.
En menos de dos meses los «progres» de Unidas Podemos han
dejado muy claro lo que son. Están el el gobierno y han asumido todo lo
que cuestionaron y criticaron con una rapidez pasmosa: la monarquía,
los torturadores, las mentiras, el engaño… Prometieron lealtad a la
burguesía y lo están cumpliendo. Su servilismo es de tal calibre que
sonroja a quienes tengan algo de vergüenza.
Ya pasó en Grecia con Syriza; sí, esa «izquierda radical» que se
plegó a la plutocracia de Bruselas sin hacer caso a la votación
-¡votación!- del pueblo griego que mayoritariamente dijo «no» en un
referéndum que convocó la propia Syriza. Entonces personajes y
personajillos de Unidas Podemos corrían a fotografiarse con personajes y
personajillos de Syriza. Han demostrado ser buenos discípulos (y
discípulas).
Pasó en Francia, cuando «la Francia Insumisa» llamó a que se votase a
Macron para que no ganase Le Pen, con los resultados que se ven ahora
con los «chalecos amarillos» y la destrucción de las conquistas
sociales.
Está pasando en Italia con las famosas «sardinas», el movimiento
supuestamente espontáneo y muy parecido al 15-M que dió origen a
Podemos. Al igual que lo primero que hizo Podemos fue reunirse con el
FMI y los empresarios para demostrarles que no eran ogros, ni radicales,
ni nada de nada, las «sardinas» italianas se están reuniendo ya con
grandes empresarios, como Benetton, por ejemplo. Buenos chicos, buenas
chicas. Desaliñados, sí, pero respetuosos con el orden.
Quienes dicen luchar por la justicia social y por una nueva forma de
hacer política olvidan con gran rapidez los gritos del silencio (o
intentan comprarlo aumentando el salario mínimo 50 euros al mes, igual
que Macron intentó comprar a los «chalecos amarillos» con una cantidad
parecida). Desde luego, ya no queda nada de «libertad, igualdad y
justicia social» que reclamaban en calles y plazas hace cinco o seis
años. Las sardinas españolas, catalanas, griegas, francesas, italianas…
se han convertido en tiburones, pequeños aún, pero tiburones.
Y el sistema les cuida, y les alienta en las encuestas. Todo va bien,
ya son de los suyos. La decepción de las plazas, la integridad de
quienes dieron los primeros pasos se desvanecen como la credibilidad de
quienes fueron movimiento. ¿Limpiar la política? eso es una ingenuidad.
Todo, absolutamente todo lo que hacen y dicen no son otra cosa que
bofetadas para quienes fueron con/tras ellos en las plazas creyendo sus
mensajes. Incluso puede que aún vayan con/tras ellos y acepten las
bofetadas, al igual que no era el esclavista quien daba latigazos a los
esclavos sino el capataz o el caporal, también esclavo pero de confianza
del esclavista. Incluso, a veces, se disculpaba tras los latigazos
(como UP con el aval a los torturadores que hizo ayer mismo).
¿Deseo de escapar? ¿hacia dónde? Lo poco que quedaba por ahí era la
CUP catalana, también en un proceso preocupante aunque sin llegar, ni de
lejos, a todo lo relatado. Tal vez en las próximas elecciones catalanas
de dentro de un par de meses vuelva a sus orígenes. Tal vez.
El Lince
*++
No hay comentarios:
Publicar un comentario