MIQUEL DÍAZ.
En torno a la violencia y los infiltrados de estos días
INSURGENTE /19/10/2019
De nuevo vuelven a salir audios, sospechas y
conspiraciones en torno a violentos infiltrados que son quienes prenden las
barricadas estos días en Barcelona. Al parecer los rumores también llegan hasta
fuera de Catalunya. Este es un asunto complejo, en el que tener todas las
certezas es casi imposible, pero sobre el que sí podemos aclarar unas cuantas
cosas.
En primer lugar, en manifestaciones importantes, la
policía y los Mossos en el caso concreto de Catalunya y Barcelona, SIEMPRE han
infiltrado gente. Unas veces para provocar, otras veces incluso para animar a
otros a realizar según qué acciones, es cierto. Y muchas veces sencillamente
como secretas que llegado el momento determinado hacen de apoyo de la policía
oficial, golpeando con sus porras extensibles a manifestantes o ayudando a
detener a quien toque en ese momento. En huelgas, desahucios con mucha
asistencia, grandes manifestaciones… Nada nuevo hay en esto, lo conocemos muy
bien.
¿Puede haber algún infiltrado quemando contenedores
estos días, en una estrategia de criminalización del independentismo por parte
del estado? Pues puede ser, no me atrevería a negarlo. Ahora bien, los disturbios,
las barricadas, la quema de contenedores, la gente que está haciendo frente a
las fuerzas represivas, ¿todos estos también son infiltrados? Cualquier persona
con la cabeza mínimamente asentada y que conozca un poco lo que se está
moviendo en la calle estos sabe que afirmar tal cosa es un disparate. Disparate
que por otro lado es un arma que lleva estos dos años utilizando el procesismo oficial
para desprestigiar, criminalizar y en última instancia reprimir todo movimiento
que se sale de su patético (e inexistente) full de ruta, que cada
vez se cree menos gente.
Noticias sobre infiltrados y reducidos grupos de
violentos encapuchados, llamadas a señalar a toda la gente que no salga a cara
destapada y con las manos en alto a una manifestación, audios de whatsapp que
se hacen virales en los que se difunden absurdas conspiraciones y llamadas a
delatar a militantes y activistas (vale la pena recordar uno de estos famosos
audios hecho por Beatriz Talegón, personaje del que es complicado recordar las
vueltas que ha dado con tal de arrimarse a la moda de turno, que en estos años
ha sido la del independentismo oficial), etc.
Y claro, en medio de este clima creado ad hoc,
es completamente normal que gente de a pie se monte sus películas, vea
infiltrados y conspiraciones donde no hay nada, o elabore mensajes y audios que
rápidamente pueden llegar a extenderse por la multitud de grupos, canales y
chats operativos a día de hoy en el seno del independentismo. Ya hemos visto
unas cuantas veces como procesistas señalaban e intentaban delatar a chavales
que lo único que hacían era taparse la cara para no ser grabados, o intentar
mover cuatro contenedores para frenar las furgonas de la criminal BRIMO.
Lo que está pasando estos días lo esperaba poca gente.
Una cosa eran grandes movilizaciones contra la sentencia, otra cosa es esto.
Miles y miles de personas, especialmente jóvenes (esta semana llevan de huelga
estudiantil desde el miércoles, ya el lunes y el martes apenas hubo clases en
muchos lugares) han dicho basta y están mostrando una determinación
impresionante. A riesgo de sonar cursi, es hermoso ver cómo tras años de tragar
con el relato fantástico del procés, tanta gente joven dice basta y están
dispuestos a combatir y jugarse el tipo. De manera espontánea, desorganizada,
caótica e incluso a veces contraproducente pensando en términos estratégicos,
son estos chavales (y a veces no tan chavales) los que están incendiando
Barcelona y otras ciudades estos días, mostrando y expresando un auténtico (y
también hermoso) odio contra las fuerzas policiales y contra el Régimen. En
muchos casos se trata de gente jovencísima: algunos de los que han metido en
prisión estos días apenas pasan de los 18 años, el atropellado por una furgona
ayer en Tarragona tiene 17.
¿Alguna barricada ha sido quemada estos días a
consciencia por algún agente pagado? Pues no lo sé, igual sí, pero sinceramente
no me importa demasiado. Porque la cuestión principal es que quienes están
luchando estos días son parte del pueblo. Gente en la inmensa mayoría de casos
sin una militancia política estable ni comprometida, sin ninguna perspectiva a
medio y largo plazo, y en numerosos casos ni siquiera formando parte ni
sintiéndose identificados directamente con el movimiento independentista. De
nuevo, como ocurrió el 1 y 3 de octubre de hace dos años, muchísima gente sale
a la calle por algo que va mucho más allá la cuestión nacional, dándole incluso
un cierto carácter de clase (más del que tiene un transversal movimiento
independentista) a la lucha. Y esta vez habiendo aprendido algunas cosas
importantes de aquel otoño del 17’, entre ellas el saber de quién no se pueden
fiar.
Por supuesto, quien más miedo tiene a todo lo que está
pasando es un Govern y unos PdeCat y ERC que están más perdidos que nunca, y
que ven cómo cada día más sectores de los algún día fueron su base social dudan
cada vez un poco más de ellos, dejan de creerles o incluso algunos empiezan a
considerarlos como su enemigo. Y por supuesto, ellos son los primeros
interesados en difundir estos bulos, que por suerte cada vez se cree menos
gente. Y por cierto, si alguien ha provocado disturbios cuando una
manifestación estaba transcurriendo pacíficamente, esta ha sido la policía al
llegar y comenzar a cargar. El otro día sin ir más lejos, 324.cat, medio
digital vinculado a la Generalitat, borró un tuit suyo que decía que “la
manifestación discurría tranquila hasta que ha cargado la policía”, por
alguna orden superior que debió llegar al becario de turno. Nada nuevo bajo el
sol, también en los medios de la burguesía catalana.
Esto no va de infiltrados, esto va de un Govern que
tras un periodo de cierto desacato al estado está volviendo al redil para ser
lo que ha sido siempre: el representante del Régimen del 78 en Catalunya, con
todo lo que ello implica en estos momentos. Y todo esto mientras aún tienen que
seguir jugando a la desobediencia, a representar una
comedia cuyos episodios cada vez son más repetitivos y están más desgastados.
Como reflexión final, una cosa es hacer un análisis
crítico, entre nosotros, de si puede interesar o no en un momento determinado
prenderle fuego a las calles. También hablar de los límites del
independentismo, más aún con la poca imbricación que aquí ha tenido y tiene en
la lucha de clases. Y por supuesto, tenemos que estar pensando desde ya en
el después, en qué pasará y qué posible escenario tendremos tras estas semanas
de protestas. Pero esa energía combativa e incluso revolucionaria (me atrevo a
utilizar esta palabra, aunque suene un poco ostentosa en estos momentos) que
muestra el pueblo en algunas ocasiones, se exprese como se exprese, eso es un
tesoro muy grande que no podemos frenar y mucho menos criminalizar.
Me decía hoy un amigo que han montado el Tsunami
Democràtic para intentar canalizar la rabia, y que les ha salido el
tiro por la culata. Puede ser así, lo que es seguro es que ni ellos se
esperaban esta respuesta del pueblo.
Miquel Díaz
Barcelona, 17 de octubre
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