KALVELLIDO/REBELIÓN
Cierto es que para un europeo Chile está muy lejos, al igual que Haiti o Ecuador, por poner tan solo unos ejemplos, pero todos estoa paises tienen un hilo común entre sí, y alargando un poco esi hilo llega a Europa y concretamente a España.
Este hilo común que une a Latinoamérica con Europa y España, lo constituye la manada de corruptos, bestias insensibles, que en los correspondientes instituciones gubernamentales son los capataces y encargadillos del FMI con el fin de acrecentar los capitales, como única razón de su existencia, a costa del trabajo de los trabajadores y de las riquezas de los Estados que saquean mediante diferentes formas.
En España y en virtud del artículo 135 de la Constitución, en determinadas circunstancias (perfectamente previsibles y posibles) el gobierno que esté en el poder en ese momento, podría dedicar el dinero para el pago de las pensiones (que es dinero de lso pensionistas), por ejemplo, al pago de la deuda pública atribuible al Ejército que alcanza la cifra de entre 20 y 30 mil millones de euros. En este caso quién defenderá a los tabajadores si el gobierno estarían actuando impecablemente legal y todas las fuerzas del Estado que se pudieran enviar contra los trabajadores en huelga, para restablecer el orden, por poner un caso, también estarían cumpliendo estrictamente con la legalidad establecida.
Al parecer, según el diario Elplural.com de hoy mismo, existe una banda de criminales y cobardes escondidos tras la Bandera Nacional y cobrando del erario público, que heshonran la esencia militar, al hacerse pasar por militares, tan solo por vestir el uniforme, y que se han atrevido a chantajear al gobierno diciendo: “Avisamos al Gobierno de que si el martes, 22 de octubre a las 23.59, no vemos ninguna medida, militares unidos de diferentes cuarteles de todo nuestro país, nos reorganizamos para solicitar días de permiso y acudiremos en masa para aplicar el artículo 8 de la Constitución”. Este es el mensaje que el supuesto grupo de militares españoles, denominado Tsunami Español, publicó en sus redes sociales.
Los Guardias Civiles y Policías en Cataluña tienen un sentido más práctico de lo que significa el servicio a la Patria, porque estando actuado como actores principales en la resolución de un problema, que en el mejor de los casos va a tener consecuencias muy negativas para la inmensa mayoria de la población catalana y española, sea o no nacionalistas, ellos tiene la poca vergüenza y una carencia absoluta de dignidad personal, de ponerse a aventar, sin reparo alguno, las diferencias de cobros cobros entre unos y otros. Y así sabemos que un Guardia civil tiene unas dietas de desayuno, meriendas, comida y cena de 28 euros al día, o sea, 840 euros al mes, además del sueldo, mientras que un Policia las dietas por los mismos conceptos asciende a 77 euros diarios, o sea 2.310 euros al mes, además de la correspondiente paga mensual. No sé lo que cobra un peón de albañil, pero que es un héroe nacional que pone en riesgo su vida todos los días permanentemente encima del andamio para enriquecer a su Patria no hay duda.
Parace evidente que el pirómano, el que le prende fuego al monte, no puede ser el bombero que acuda a sofocarlo.
El problema del independentismo catalán no ha caido del cielo por generación espontanea, sino por una elaboración muy concienzuda de la burguesía catalana, que tiene los mismo intereses de cualquier burguesía del orbe terráqueo, por que la bueguesía (el capitalismo) no tiene más Patria ni más Dios que el acrecentamiento de los capitales sin ningún reparo ni límite de ninguna clase, que lleva a la práctica mediante el sistema de partidos y democracia política que le sirvan como instrumentos para lograr sus fines.
Por referirnos únicamente a Cataluña. Los disturbios sociales actuales en Cataluña es el producto de las políticas seguidas por el PSOE, PP y CiU en función de lso respectivos interes de lso diferentes grupos de capital que cada uno de ellos represntaba, o sea, que los pirómanos de Cataluña, como planteamiento general, han sido estos partidos, y por tanto, no pueden ser ellos los bomberos para apagar el fuego. Tampoco lo pueden ser ni Ciudadanos ni VOX, dado que si bien no se les puede acusar de haber contribuido a la creación del problema, si están muy interesados en que los problemas del independentismo en Cataluña continuen, porque para ellos significa el caladero donde poder pescar votos, podrían perder algunos en Cataluña, País Vasco y Galicia, pero también podrían ganar muchos en el resto del Estado español.
Los cabecillas principales del PSOE y del PP acuden hoy a Cataluña como lo que son, cabecillas, tontos no, cabecillas, porque siendo cierto que utilizan cuanta cabeza tienen para lograr sus objetivos personales: la obtención de votos, dejan de utilizar la cabeza como hombres de Estado, lo que no deja de ser un hecho lógico: no tienen cabeza de hombres de Estado en el sentido de perseguir el bién común de la inmensa mayoria de la sociedad contra los intereses de la exigua minoria que representan los capitalistas.
A poco oportunistas que sean y por muy pocas luces que pudieran tener los sindicatos policiales y de la guardia civil, la visita que hoy recibirán de Pedro Sánchez y Pablo Casado (ambos cuestionados por una posible falsificación de algunos de sus estudios) es única para ajustar los asuntos pendientes de colean respecto de los emonumentos de ambos cuerpos.
Con ser graves los disturbios sociales actuales en Cataluña (y Chile) que yo preveo (no que me gusten o lo desee, que ni me gustan ni lo deseo, sino que preveo) que se agravarán más, hay un elemento novedoso para la resolución del problema que habrá que estudiar más profundamente. Este elemento novedoso, tanto en Cataluña como en Chile, consiste en que han prescindido de los partidos tradicionales (puesto que son los creadores del problema) para organizarse y plantear sus luchas. Habrá que ver si estas han sido correctas o no en función de la consecución de sus objetivos, pero de que han aportado un elemento nuevo para ello no hay duda.
* * *
CHILE
La chispa
encendió la llama: jornadas revolucionarias, gobierno jaqueado y quiebre del
“consenso”
La chispa
encendió la llama: jornadas revolucionarias, gobierno jaqueado y quiebre del
“consenso”
www.infobae.com/america/fotos/2019/10/20/saqueos-caos-y-destruccion-las-fotos-mas-impactantes-de-los-disturbios-en-chile/
Pablo Torres
Juan Valenzuela
La Izquierda Diario
19.10.2019
Al momento que cerramos esta nota,
la revuelta de las evasiones masivas en el metro contra una nueva alza del
pasaje, se transformó en una verdadera rebelión popular que ha puesto en jaque
al gobierno del derechista Sebastián Piñera y ha dejado virtualmente herido al
régimen chileno y el consenso de la transición. La lucha de clases vuelve a la
escena y de forma violenta.
Una verdadera rebelión popular
Organizadas desde inicios de semana por múltiples
grupos de jóvenes secundarios, sobre todo de liceos emblemáticos como el
Instituto Nacional, que venían sufriendo una represión brutal los meses
anteriores, las evasiones y concentraciones en estaciones, las sentadas en los
andenes del metro y la liberación de torniquetes ganaron la simpatía de
millones de trabajadores y sectores populares, que vieron en la juventud un
ejemplo de decisión y que expresó sus sentires y malestares frente al Chile y
sus herencias de la dictadura.
El día viernes se transformó directamente en una
revuelta social contra el gobierno. Comenzó con masivas protestas todo el día
ocupando las estaciones de metro. La brutal represión contra jóvenes, mujeres,
ancianos, niñas y niños, se masificaron y dieron paso a enfrentamientos en más
de 70 estaciones. El cierre de casi todas las líneas del metro por parte del
gobierno llevó al caos en Santiago, con las principales arterias de la ciudad
bloqueadas y el sistema metroviario sin funcionar, producto de las
manifestaciones. La estrategia buscaba reprimir a la vanguardia juvenil y a la
vez poner a la población en su contra, pues los “vándalos” y “grupos
organizados” habían dejado un “caos”. Pero lejos de ello, encendió más la
pradera. Como señala correctamente el columnista Ascanio Cavallo, “el santiagazo
lo ha desbordado todo. Los hechos sugieren que al afectar las líneas del Metro
se tocó el sistema nervioso, no ya de la ciudad, sino de todo el cuerpo
social.”
La simpatía expresada en redes sociales se
transformaron en amplio descontento y en la tarde-noche, tras el anuncio de
Piñera de aplicar la “ley de seguridad interior del Estado” de la dictadura,
todo Santiago se rebeló, no solo en la capital y en los alrededores de La
Moneda, sino con cacerolazos y barricadas en la mayoría de las comunas periféricas
donde reventó la ira popular. En la comuna de Maipú se vivió una verdadera
“batalla” que obligó a que la policía se retirara, y así también en muchas
otras comunas de la periferia. Edificios de empresas privadas, estaciones de
metro y lugares públicos resultaron incendiados, y los carabineros quedaron
completamente sobrepasados.
Piñera, quien recibió el repudio masivo por su
asistencia a una pizzería del barrio alto a un cumpleaños familiar en el medio
de la revuelta, decidió a medianoche imponer el “estado de emergencia
constitucional” que puso la región metropolitana al mando de los militares, una
medida autoritaria inédita en democracia y que hizo volver el imaginario de
medidas de dictadura . Sin embargo, fue como bencina en la hoguera, se pasó de
la relación de fuerzas y la revuelta se transformó en rebelión popular el día
sábado. En todo Santiago cientos de miles salieron en concentraciones,
cacerolazos, barricadas y enfrentamientos con la policía y en algunos casos con
militares, en un abierto desafío que puso en jaque al gobierno y al propio
estado de emergencia. Los videos de manifestantes gritándoles a los militares
con una moral que no se veía hace décadas, viralizaron por todas partes.
Y fue más allá, el “santiagazo” se transformó en una
rebelión popular nacional en todas las regiones del país. Desde las grandes
concentraciones urbanas como Valparaíso, Concepción o Antofagasta, la
solidaridad contra el estado de emergencia en Santiago, nacionalizó el
conflicto hasta las localidades más remotas, pequeñas y alejadas, en algunos
casos con enorme odio popular. Todo el país se rebeló y explotó un odio social
como expresión de un malestar social profundo del “jaguar” o el “oasis” de
América Latina.
En un intento de contener la escalada del levantamiento,
mientras Piñera anunció la “suspensión” del alza de la tarifa, el General a
cargo del estado de emergencia anunciaba el toque de queda, una medida no usada
desde 1987, en dictadura militar. Sin embargo, desde las 22:00 horas que
empezaba a regir, fue desafiado con barricadas, cacerolazos, y sobre todo una
ola de ira, con decenas de micros quemadas, saqueos en cientos de grandes
establecimientos comerciales como Walmart; quemas de casetas de policías y
retenes; incendio de establecimientos públicos como la municipalidad de
Quilpué. “Símbolos del poder” como el edificio de El Mercurio de Valparaíso
(diario histórico de la reacción chilena) quedó incendiado. La respuesta del
gobierno ha sido extender el estado de emergencia con el mando de los militares
en Valparaíso, Concepción, Coquimbo, Serena y Rancagua, con toque de queda en
Valparaíso, y con un saldo de varios muertos en Santiago.
Las generaciones más viejas, trabajadoras y
trabajadores que acudían a sus centros laborales, jubiladas, mujeres que acudían
a pedir hora a los consultorios, y así muchos más, muestran una simpatía. El
alza no tocó el pasaje estudiantil, pero ahí están las y los jóvenes luchando
por nosotros: esa ha sido el sentimiento generalizado. Pero no para permanecer
observando desde el palco, sino para acompañar esta lucha en las calles. La
juventud secundaria ha sido un constante “cáncer” del régimen chileno heredero
del pinochetismo, como mostró la “rebelión de los pingüinos” del 2006, luego la
masiva lucha del 2011. El gobierno y el régimen les dijo “junten odio”, y odio
acumularon, y lo traspasaron a todo un país descontento. “Gracias a los jóvenes
por hacernos perder el miedo”, se escuchaba en viejas generaciones.
Ya no se trata del alza del pasaje sino de un malestar
social profundo por las herencias de la dictadura que siguen vivas, en salarios
y pensiones de hambre, trabajos precarios, precios altos, endeudamiento, y así
muchas más. “La gente va temprano a los consultorios a hacer vida social”, “si
madrugan para tomar locomoción, podrán ahorrar plata”, “nadie reclama cuando
suben los tomates”: fueron algunas de las frases para el Óscar de un gobierno
al servicio de los capitalistas completamente desconectado de las vivencias del
pueblo trabajador, y que fue encendiendo la llama.
Se trata de un levantamiento espontáneo que continúa
escalando, sin que ninguna organización política y sin que las organizaciones
de masas –sindicales o estudiantiles- más importantes se hayan puesto a la
cabeza. Por ahora, por el contrario, aunque se pronuncian a favor, siguen
mirando por la galería. Se trata de jornadas revolucionarias en las que se
identifica como enemigos al gobierno, a carabineros y el ejército, así como a
diversas instituciones del régimen, cuya base es el malestar social y que ha
dejado herido al “pacto social” de la transición a la democracia. Los
incendios, cacerolazos, barricadas, enfrentamientos y saqueos, constituyen una
expresión elemental de este odio que se ha volcado en las calles.
Una situación con rasgos
prerrevolucionarios y la herida profunda del “consenso neoliberal”
Piñera sacó a los militares a las calles e impuso el
estado de emergencia con toques de queda por la “grave alteración del orden
público”. Se trata de un salto en la “bonapartización” del régimen: su soporte,
en estos momentos, es el aparato militar y policial. Como dice una editorial de
hoy de El Mercurio, se jaqueó el “consenso mínimo” de la transición a la
democracia: “el Estado de Derecho y el consiguiente respeto a un marco de
reglas cuya vigencia se reconoce, independientemente del legítimo derecho de
discrepar de ellas y querer hacer reformas dentro del marco de la legalidad.”
El pacto social de la “transición pactada” está roto, que no es lo mismo que
vaya a caer necesariamente, para lo cual se requieren objetivos y una
estrategia adecuada.
El uso del ejército buscó no solo reprimir cuando la
policía fue sobrepasada, sino que buscó atemorizar a la población con el
histórico “vienen los militares” y así evitar la activación de las principales
reservas de la clase trabajadora y del movimiento estudiantil y un escenario
que ponga en entredicho su poder. Las fuerzas de la clase trabajadora, que han
intervenido en esta rebelión pero por ahora “diluidas” en la masa y no con sus
organizaciones y métodos de huelga y movilización, son estratégicas para un
nuevo salto en la situación y es lo que el gobierno busca como sea impedir. Las
burocracias sindicales y los partidos de izquierda reformista se niegan a
llamar a una lucha abierta y generalizada contra el gobierno, y actúan como
fuerza de “contención” para que la situación se transforme en revolucionaria.
Este levantamiento está en curso y está abierto hacia
donde va. La Unión Portuaria llamó a preparar la huelga general, y durante este
domingo se realizarán una serie de asambleas y plenos estudiantiles. Para el
día de mañana está convocado un “Paro Nacional” por la Confech (organización de
estudiantes universitarios) y por organizaciones de estudiantes secundarios y
de liceos. Distintos sectores de trabajadores llaman y exigen el “Paro” o
“Huelga”. El día lunes amenaza de nuevo con encender la lucha, y que puedan
entrar batallones centrales de la clase obrera, que imprimiría un nuevo curso a
la rebelión, así como la juventud en sus liceos, colegios y universidades. Por
lo mismo el gobierno decretó la “suspensión” de clases que busca sacar a la
gente de las calles en un país virtualmente paralizado.
Ya no se trata solo del alza sino de una lucha que
amenaza con llevarse a un gobierno que literalmente, está “suspendido” en el
aire, y se busca reafirmar con los militares o con la “oposición” burguesa de
la ex Concertación. Está planteado que intervenga la clase obrera, se
estructure el movimiento en lugares de trabajo, escuelas y universidades, y se
desarrolle la huelga general que ponga en primer plano la derrota del estado de
emergencia y la caída del gobierno, para que tome un curso revolucionario.
Disposición al combate, existe. La discusión que se abre ahora, es cuál es la
estrategia para vencer.
¿Vía institucional o vía
revolucionaria?
La ex Nueva Mayoría ha jugado un rol favorable al
gobierno de Piñera. Primero figuras claves, como José Miguel Insulza,
repudiaron las evasiones y apoyaron la represión policial. Tras el estado de emergencia,
se distanciaron de la medida. Sin embargo, el día de ayer, tras la suspensión
del alza a la vez que se instaló el toque de queda en Santiago y luego el
estado de emergencia en Concepción y Valparaíso con toque de queda en esta
última ciudad, el PPD, PS, PR y DC, todos partidos de la vieja Concertación y
del pacto de la “transición” con los genocidas, realizaron un nuevo giro
aceptando el “diálogo” con el gobierno, y el día de hoy se reunirán con Piñera
en La Moneda para encontrar una salida a la rebelión. Lamentable fue la
posición derechista del diputado de RD Pablo Vidal, que ubicándose junto al
gobierno, salió a criminalizar las protestas por “violentas”.
Con ello no hacen más que repetir su rol histórico de
ubicarse como “falsos amigos del pueblo” ´para ser el sostén del régimen
heredero de la dictadura. En este momento de un gobierno jaqueado y una
rebelión popular en curso que se ha nacionalizado y sigue in crescendo, juegan
el miserable rol de ser sostén de un gobierno que se encuentra aislado. Sin
embargo, el progresismo “neoliberal” ya no es lo que era, y el rechazo popular
alcanza a sus principales figuras y partidos, en franca decadencia.
El Partido Comunista y el Frente Amplio, que vienen
ganando mucho peso en la situación producto de su agenda de reformas sociales,
se buscaron ubicar rápidamente del lado de las protestas con apoyo pasivo.
Luego, hicieron un llamado al gobierno a “escuchar” a la gente, a cesar la
represión y al “diálogo”. Tras el decreto del estado de emergencia con llamado
al diálogo de Piñera, se distanciaron de este llamado, denunciaron la
militarización y condicionaron el diálogo a fin del estado de emergencia. Ambas
organizaciones el día de ayer se unieron a las protestas con sus principales
referentes, e incluso el alcalde de Recoleta Daniel Jadue (PC) y el diputado
Gabriel Boric (FA) protagonizaron “increparon” a los militares diciéndoles
“fuera”.
Mientras tácticamente condicionan el diálogo al fin
del estado de emergencia, estratégicamente su salida es una “vía institucional”,
es decir, mediante las viejas instituciones del viejo régimen. En el caso del
PC, como señaló su presidente, el diputado Guillermo Teillier: “Si él está
renunciando a gobernar, porque gobernar significa acoger las demandas de la
ciudadanía y se escuda tras los militares, si no tiene capacidad de gobernar,
lo mejor sería que renunciara y llamara a nuevas elecciones ahora”. En el caso
de Beatriz Sánchez del FA señaló: “El gobierno renunció a la democracia (…) el
país hoy día nos está pidiendo una definición (…). Como FA decimos: estamos
claramente con la gente”.
Si bien es correcta la ubicación de negarse al diálogo
con el gobierno al mantenerse el estado de emergencia, es una posición “mínima”
de alguien de izquierda. Pero en este momento no se trata de ir tras los hechos
y apoyarlos pasivamente, sino de dotarles de objetivos superiores y un método y
estrategia que permita transformar esta rebelión en una movilización
revolucionaria para derrotar al gobierno y del régimen político y social de conjunto.
Hablamos de un “apoyo pasivo” y una salida
“institucional” pues siendo que tienen un gran peso político-parlamentario, con
cerca de 30 parlamentarios entre el PC y el FA y alcaldes reconocidos como
Jorge Sharp en Valparaíso, así como su peso dirigente en las principales
organizaciones de masas como la Central Única de Trabajadores, No+AFP, el
Colegio de Profesores, los mineros y la salud, por nombrar sólo algunos
ejemplos, están mirando completamente por la galería sin contribuir a que entre
la clase obrera de forma organizada a la batalla con sus posiciones
estratégicas y las “reservas” de millones de trabajadores cuya mayoría se
encuentran desorganizados (sin sindicatos ni centrales) e intervienen en la
rebelión pero diluidos y sin sus métodos de combate.
El PC y el FA, que podrían jugar un rol central para
que se desarrolle la situación en un sentido revolucionario y que ponga la
perspectiva de la caída del gobierno y el régimen, no busca esto, sino
“contener” justamente este desafío superior. Mientras hablan de apoyar y miran
desde la galería con las organizaciones de masas, se niegan a convocar al Paro
y menos a la Huelga General para derrotar el estado de emergencia y al gobierno
empresarial.
La vía institucional (o eventualmente electoralista,
de “elecciones anticipadas”) para “resolver” los problemas sociales es
completamente impotente. No será este régimen quien terminará con las alzas,
las pensiones y salarios de hambre, los trabajos precarios, los altos
arriendos, y múltiples herencias que están en la base del malestar social. No
será con ningún “pacto social” ni diálogo parlamentario que tendremos mejores
salarios y pensiones, trabajo estable, salud y educación pública, etc. Será
mediante la huelga general y la movilización, con la clase obrera interviniendo
y sobre las ruinas de este régimen, que podremos conquistar nuestras
aspiraciones y anhelos. Sin embargo, no se trata que intervenga la clase
trabajadora con sus organismos para “sumar” solo sus demandas, sino para
ponerse a la cabeza de esta lucha y llevarla en una lucha política abierta
contra el gobierno, con un programa que haga “hegemonía” para conquistar
aliados en todas las clases oprimidas por este régimen.
Las organizaciones como la CUT, No+AFP y demás
organizaciones ni siquiera han tomado el llamado de organizaciones como la
Unión Portuaria que llamaron a preparar una “huelga general” contra el
gobierno. En el caso de la CUT, su dirección vergonzosamente sigue mirando por
la galería o llamando a concentraciones puntuales que nada cambian. Como se ha
mostrado estos años, las burocracias sindicales de la exNM y del PC, y ahora la
alianza con el FA que convive pacíficamente con ellas y está asimilando
rápidamente sus métodos, transforman a la central y los sindicatos en
organizaciones completamente conservadoras frente a la situación, en un momento
de crisis donde está planteado que el movimiento obrero entre masivamente en
escena mediante paros, huelgas y movilización radicalizada encabezando una
huelga general. La vía institucional de la “izquierda anti-neoliberal” busca
que Piñera retroceda pero manteniéndose en el poder, y facilitar que mediante
las mismas instituciones odiadas por la población que ha protagonizado esta
rebelión, se revuelva el conflicto.
Para los revolucionarios en cambio, se trata de luchar
por un programa que partiendo de la rebelión popular, desarrolle las tendencias
más avanzadas y se proponga derrotar a Piñera mediante la huelga general con
movilización. Para ello, la exigencia a las direcciones oficiales para que
cientos de miles hagan una experiencia con su rol y las obliguen a salir de sus
cómodas oficinas, es central.
Sin embargo, esta batalla debe ir acompañada por una
estrategia que se proponga desarrollar masivamente la auto-organización de
masas, que permita unificar la pelea, planificar democráticamente qué programa
y estrategia se dota el movimiento para triunfar, e impedir un ataque más
reaccionario o una salida de “desvío” institucional. Si surgieran asambleas
masivas de delegados o coordinadoras estaríamos en mucho mejor pie para que
surjan organismos democráticos de lucha de las masas para la unidad de acción y
con un programa que gane las alianzas de las clases oprimidas. Hasta ahora aún
no se desarrollan organismos de este estilo, y es uno de los límites que tiene
la situación, aunque se abren tendencias al convocarse reuniones en plazas como
Temuco, Valparaíso y Antofagasta, y el Santiago desde el lunes se han convocado
a reuniones y asambleas en cientos de liceos, universidades y también en
sindicatos. No puede haber “programa de acción” para el momento que no
contemple desarrollar estas tendencias y que pongan el objetivo en el
surgimiento de organismos de lucha auto-organizados que busquen pelear por otra
perspectiva para el movimiento.
Ya esta lucha dio un salto, y está planteado no solo
la defensa de las libertades democráticas frente a los ataques bonapartistas
mediante los métodos de la lucha de clases (poner fin al toque de queda y al
estado de emergencia), sino que avanzar a la derrota del gobierno mediante la
Huelga General, e imponer una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, con
representantes revocables y que ganen lo mismo que un trabajador y electos cada
20.000 electores, sobre las ruinas del régimen neo-pinochetistas e instaure una
salida favorable a los trabajadores y el pueblo.
Detrás de la estrategia institucional se busca
contener en vez de desarrollar el movimiento, sin tocar los pilares del régimen
y a los “poderes reales” o factores de poder que gobiernan Chile. Para ir hasta
el final, se trata de una vía revolucionaria para voltear al gobierno, al
régimen y cuestionar a los pilares del capitalismo chileno, y conquistar un
gobierno de las y los trabajadores de ruptura con el capitalismo, para la
realización íntegra y efectiva de nuestras aspiraciones y reivindicaciones.
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