EL
REGIMEN FRANCES NO ES CAPAZ DE CONTENER LAS MOVILIZACONES DE LOS CHALECOS
AMARILLOS
Diario
Octubre
19.03.2019
Es la
constatación de un fracaso. Al final del decimoctavo sábado de manifestaciones
de chalecos amarillos, el presidente francés, Emmanuel Macron, ha admitido la
incapacidad para impedir los disturbios. “Se ha hecho mucho desde noviembre”,
ha dicho en alusión al mes en que comenzaron las protestas. “Pero la jornada de
hoy muestra que, en estos temas, no lo hemos logrado”(1).
El
gobierno francés está considerando la posibilidad de prohibir la celebración de
manifestaciones en los Campos Elíseos de París que, desde hace meses, es uno de
los escenarios de las protestas (2).
Acusados
de uso excesivo de la fuerza, los responsables policiales también afrontan
críticas por no atajar la violencia. “Quiero que cuanto antes tomemos
decisiones fuertes para que no vuelva a ocurrir”, ha dicho el presidente.
Tras
cuatro meses de protestas, los chalecos amarillos, que desde el otoño piden
desde mejoras salariales y bajadas de impuestos hasta la caída de Macron,
languidecían. Casi han desparecido de las rotondas y carreteras, y las
manifestaciones del sábado en París cada vez eran más minoritarias y llamaban
menos la atención de los medios de comunicación. Hasta este sábado. Los saqueos
e incendios en los Campos Elíseos parecen una repetición de las escenas del
otoño. Y reabren el debate sobre la eficacia de la policía y la impotencia del
Estado ante una explosión violenta poco habitual en las democracias
desarrolladas.
Macron,
que se encontraba de fin de semana en los Pirineos, adelantó el regreso a
París. Las críticas, no solo por estar esquiando mientras volvían las imágenes
de “París en llamas”, le llegaron de todos los flancos. “Es tiempo de
reaccionar, es tiempo de actuar”, instó en la red social Twitter Laurent
Wauquiez, presidente de Los Republicanos, el partido de la derecha tradicional.
La alcaldesa de París, la socialista Anne Hidalgo, declaró al diario Le
Parisien: “Mi sentimiento es que deberíamos ser capaces de controlar una
situación como la que acabamos de vivir. Espero explicaciones”.
En la
última manifestación de París, acudieron unas 10.000 personas. Aunque es una
cifra modesta, son más que los fines de semana anteriores. Pero en todo Francia
fueron unos 30.000, lejos de los 280.000 de la primera jornada, el 17 de
noviembre. Lo novedoso fue el regreso de una violencia contra mobiliario
urbano, comercios de lujo y edificios de los barrios más opulentos. Y la evidencia
de que las fuerzas del orden, o bien no saben o no pueden evitarlo.
La
paradoja es que, en las últimas semanas, se ha redoblado la presión para que
las fuerzas del orden revisasen sus métodos, considerados demasiado
contundentes. Las denuncias se centran en las llamadas LBD-40, o lanzaderas de
balas de defensa. Según el recuento del periodista David Dufresne, estas
balas de caucho han dejado 231 heridos. El Ministerio del Interior registra
2.200 heridos entre los manifestantes con esta arma y otras. Once personas han
muerto, diez de ellas accidentalmente en las carreteras bloqueadas por los
chalecos amarillos. En Marsella, una anciana murió al caer en su apartamento
una granada de gases lacrimógenos.
El 6
de marzo, en un discurso sobre las desigualdades la alta comisionada de la ONU
para los derechos humanos, Michelle Bachelet, señaló varios episodios de
protestas contra las desigualdades que toparon con una respuesta represiva.
Bachelet citó cuatro países: Sudán, Zimbabue, Haití y Francia. “Insto [al gobierno
francés] a una investigación de todos los casos denunciados de uso excesivo de
la fuerza”, dijo. También la comisaria de los derechos humanos en el Consejo de
Europa, Dunja Mijatovic, publicó en febrero un informe en el que se declaraba
“extremadamente preocupada” por las denuncias de violencia policial contra los
chalecos amarillos. En Francia, el defensor de los Derechos —equivalente al
Defensor del Pueblo—, el veterano político conservador Jacques Toubon, ha
pedido la supresión de las lanzaderas de balas de defensa.
Un
factor que complica la tarea de las fuerzas del orden, y facilita la de los
chalecos amarillos violentos y de los infiltrados ajenos al movimiento, es que las
manifestaciones no suelen estar anunciadas y carecen de itinerario, horario y
servicio del orden. En algunas manifestaciones, policías y gendarmes han
dado muestras de pasividad. En otros momentos, han actuado con dureza.
Una nueva ley antidisturbios permitirá impedir la
asistencia de ciertas personas a las protestas, registrar previamente a los
asistentes y acudir enmascarado a las manifestaciones. La ley está pendiente
del visto bueno del Consejo Constitucional.
(1)
https://elpais.com/internacional/2019/03/17/actualidad/1552847187_281107.html
(2) https://www.elperiodico.com/es/internacional/20190318/macron-estudia-prohibir-las-manifestaciones-en-los-campos-eliseos-7360546
(2) https://www.elperiodico.com/es/internacional/20190318/macron-estudia-prohibir-las-manifestaciones-en-los-campos-eliseos-7360546
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